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"DIOS ES FELICIDAD"

dios-felicidad

de Neale Walsh

Capítulo 27 (segunda parte)

 
 

orn27. Ve la perfección

Velo todo tal como es: el suceso perfecto, que viene en el momento perfecto para proporcionarte la oportunidad perfecta de expresar de la manera perfecta aquello que es la Perfección Misma. En su relación personal contigo, la perfección es el Yo que has elegido ser y que ahora optas por demostrar y vivir.

Ésta es una cosa que la mayoría de la gente no es capaz de admitir y que se niega a reconocer; pero es la verdad acerca de ti; y Dios lo sabe. Lo que he aprendido yo a consecuencia de mis tratos directos con Dios es que yo soy íntegro, Completo y Perfecto tal como soy. Y tú también lo eres.

Esto se aplica igualmente al sabio y al pecador, al ángel y al canalla. En el mundo de Dios no hay pecadores ni canallas. Sólo hay Individualizaciones de la Divinidad, algunas de las cuales han olvidado Quiénes Son de Verdad.

 

En cada uno de los momentos dorados del Ahora tenemos la oportunidad de aprovechar ese momento, y todo lo que encierra y ofrece, para recordar Quiénes Somos de Verdad; y, a continuación, para demostrarlo. La vida nos otorga los dones de la eternidad y del infinito para que podamos conocernos a nosotros mismos en nuestras propias vivencias... y para que, después, nos recreemos a nosotros mismos de nuevo en la próxima versión, la más grandiosa, de la visión más grande que hayamos tenido nunca de Quiénes Somos.

Éste es el proceso que llamamos evolución. Éste es Dios diosando.

Lo que estoy diciendo aquí es que no juzgues ni condenes a las personas ni los sucesos que te pone delante la vida, sino que mantengas la conciencia plena de que tú, tú mismo, te los has atraído, para que puedas cumplir todas las posibilidades de la vida, su promesa y su propósito.

William Shakespeare escribió: «Nada es malo hasta que nuestros pensamientos lo hacen malo». Nos estaba diciendo que una cosa es lo que la queramos llamar. Con esta idea nos entregó las llaves del reino.

orn28. Sáltate el drama

Recuerda que nada tiene más significado que el que tú le atribuyas.

Repítelo mentalmente, en silencio, en cualquier momento de estrés o de alteración: Nada tiene más significado que el que yo le atribuyo. Es una variante de las palabras de Shakespeare que acabamos de citar, y la primera vez que las vi expresadas de este modo fue en Un curso de milagros.

Estas diez palabras pueden cambiar toda tu manera de vivir la vida. Pueden frenar en seco el drama. Pueden partir por la mitad la confusión y la angustia emocional. De hecho, pueden llegar a eliminarlos por completo.

Apréndete de memoria esas diez palabras y utilízalas a modo de mantra cuando te parezca que se te está estropeando el día... o la carrera profesional, o la vida de pareja, o cualquier otra cosa que hayas preparado y trabajado con tanta dedicación. Recuerda que en muchos casos en que parece que se nos está estropeando la vida, lo que pasa es que se nos está arreglando por primera vez.

Cuando yo me alteraba por las cosas cuando era niño, mi madre me decía: «¿Qué importancia crees que tendrá esto cuando tengas noventa años?». Esto me tranquilizaba un poco, evitando que cayera en excesos emocionales que no eran buenos para nadie, y mucho menos para mí. «Si crees que dentro de noventa años vas a estar sentado en tu mecedora, en el porche de tu casa, preocupado por esto, preocúpate ahora. Si crees que entonces vas a estar alterado por esto, altérate ahora. Si no lo crees, déjalo sin más.» Esto es lo que me decía mi madre. Me encanta esta palabra, «déjalo».

Déjalo...

Respira hondo y relájate.

Lo que estoy diciendo aquí es que no te precipites a ponerte en modo de «reacción» en cuanto aparezca una energía negativa. Trabaja duro contigo mismo para quedarte en el espacio de «creación». Date cuenta de que lo que estás viendo puede ser simplemente el funcionamiento de la Ley de los Opuestos, que ejerce su efecto en el Proceso de la Creación Personal. Adopta una postura de agradecimiento siempre que puedas. . . y no dudes en servirte del humor para alcanzar esa postura. Yo he descubierto que el mejor es el humor con el que te ríes de ti mismo.

Es lo mejor de todo, sin discusión. Para acabar con los reveses y el drama innecesario de mi vida, todo lo que tengo que hacer es reírme de mí mismo. Es una excelente medicina.

orn29. Entiende la tristeza

No es lo mismo la tristeza que la infelicidad. Mientras escribía este libro murió mi perrita, Lady. Me había hecho compañía durante más de catorce años. Los últimos doce meses había padecido cada vez más dolores, por diversos achaques y enfermedades. Al final estaba completamente sorda y apenas era capaz de andar. En sus últimos días no podía levantarse siquiera. Cuando murió, me puse triste, pero no infeliz.

¿Captas la diferencia?

No se trata de una diferencia sin importancia ni de un matiz trivial. Yo estaba triste porque Lady ya no estaba conmigo, pero feliz porque ya no sufría. Estaba feliz, muy feliz, porque había seguido su camino, celebrando su Día de la Continuación. Hasta me sentía «feliz de estar triste», porque mi tristeza me decía algo acerca de mí mismo. Me decía que yo tenía cariño. Me decía que yo tenía amor. Me decía que yo era un ser humano y que, a pesar del aspecto que estaba adquiriendo el mundo a mi alrededor, insensibilizador para todos, yo había mantenido el contacto con mi humanidad.

Sí, estaba feliz de mi tristeza y de lo que me decía acerca de Quien Soy. Mi tristeza me hacía sentirme bien.

Tu tristeza no tiene por qué hacerte infeliz. Tu tristeza, como señal de tu situación en tu camino evolutivo, puede servirte de confirmación interior de la profundidad de tus sentimientos y, por tanto, de quién eres como persona y como ser espiritual.

Por eso, cuando muera alguien, consiéntete a ti mismo sentir duelo. Cuando alguien te haga daño, permítete sentir tristeza. Y sobre todo cuando haces daño a otra persona, permite que tu arrepentimiento vaya acompañado de tristeza. Otórgate a ti mismo el don de la tristeza, y verás cómo sanas más deprisa de todas las vivencias que te inspirarían la tentación de olvidarte de tu identidad plena.

Lo que estoy diciendo aquí es que tu tristeza acerca de cualquier cosa no debe impedirte ser más feliz que Dios, más feliz de lo que fuiste antes. La felicidad es acumulativa. Cuanto más la sientes, mayor se hace. Ahora me siento más feliz que en los días anteriores a cuando Lady se acostó por última vez. Me siento más feliz que cuando tenía cincuenta años, más feliz que cuando tenía treinta años; de hecho, me siento más feliz que nunca en mi vida.

Y he aprendido a acomodar mi tristeza y a tenerla dentro de mi felicidad, convirtiéndola en una parte maravillosa de ésta. He aprendido, en efecto, que «la felicidad» se alcanza por el proceso sencillo de abrazar toda la vida tal como es.

orn210. Deja de discutir con la vida

Una gran proporción de la falta de felicidad que sentimos en nuestras vidas es consecuencia de nuestros juicios de valor. Tendemos a juzgarlo todo. A las personas que nos rodean, las circunstancias que presentan éstas, los hechos del momento y, naturalmente, a nosotros mismos.

Hay personas que no pierden una sola oportunidad de adoptar su postura de juicio de valor. Es casi como si estuvieran juzgando la vida misma. Constantemente.

Lo que resulta especialmente interesante acerca de la mayoría de los juicios humanos es que la gente ni siquiera se basa en una medida objetiva para llegar a sus conclusiones. En general, aplican una vivencia anterior, sus ideas propias, su propia «historia», como base para tomar una decisión sobre otra persona.

Naturalmente, nunca se les ocurre que bien podrían ser sus propias vivencias, sus ideas, su «historia», las que estén algo desviadas. He observado esto con el distanciamiento suficiente para llegar a la conclusión de que probablemente yo mismo lo esté haciendo así. Por eso me he esforzado mucho en sustituir los juicios a los demás por la reflexión sobre mí mismo.

Cuando siento la tentación de juzgar a los demás, miro dentro de mí para determinar cuándo obré yo de esa manera en mi vida; cuándo produje yo esos resultados en mi vida; cómo es posible que yo cometiera tales errores en mi vida. De pronto, me llega una oleada de compasión que barre los juicios de valor y que hace imposible una condena por mi parte.

Lo que estoy diciendo aquí es que en un corazón que tiene amor no hay lugar para los juicios de valor. Pero recuerda que juzgar no es discernir, y observar no es juzgar. Saber discernir es muy saludable, y hacer observaciones es muy natural. Una observación dice: «Esto es así». Un juicio de valor dice: «Esto no debe ser así».

Sobre todo, no te juzgues a ti mismo; pues Dios no te juzgará jamás. No; ni ahora ni nunca. Esta es la verdad que está detrás de la verdad. Esta es la verdad que no se puede pronunciar. Esta es la blasfemia de entre las blasfemias.

El Juicio y la Condena se cuentan entre las Diez Ilusiones de los Seres Humanos. Sencillamente, no son reales.

orn211. Abandona todas las expectativas

Nada representa un obstáculo mayor para la felicidad duradera (o incluso para la felicidad a corto plazo) que las expectativas. Abandónalas ahora mismo y no vuelvas a albergarlas jamás, acerca de nada ni de nadie.

Olvídate de cómo crees que «deben ser» las cosas. En el universo no existe el «debe ser». El «debe ser» es una invención humana que no tiene nada que ver con la realidad última. Debes saber que los giros y los desvíos que nos apartan del camino que creíamos que íbamos a seguir no son rodeos en absoluto, sino que son el camino más rápido que conduce de donde estamos a donde queremos estar. De lo contrario, no lo seguiríamos.

Confía en que Dios sabe lo que hace. Debes saber que la vida siempre está conspirando a tu favor. Entiende que las expectativas no son más que la idea que tienes acerca de algo, y que esta idea no tiene ni puede tener en cuenta el tejido complejo de los viajes vitales que todos emprendemos de manera secuencial y simultánea, en la vivencia cocreativa y colectiva del Alma Única expresada a través de los Muchos.

Dicho de otro modo, aquí pasan más cosas de las que se aprecian a simple vista. Hay más de un programa de trabajo. El objetivo es único, pero el proceso es múltiple.

Si eres consciente de ello constantemente, descubrirás que el hecho de aferrarte a las expectativas sólo sirve para encrespar el Plan Perfecto y su representación en el escenario de la vida por todos los actores.

Lo que estoy diciendo aquí es que las expectativas marcan un límite al modo en que defines la perfección, y que este límite constriñe tu creación de la perfección misma. Por tanto, no esperes nada y acepta todo lo que recibas. Acoge todo lo que se presente. Ama lo que es.

Byron Katie escribió hace unos años un libro extraordinario titulado Amar lo que es: cuatro preguntas que pueden cambiar tu vida. A mí me encanta.

orn212. Ten compasión contigo mismo

No te consideres «malo» por ninguna vivencia negativa con que te encuentres ahora (aunque tengas la sensación de que «te lo mereces» o de que «tú te lo has buscado»; de hecho, sobre todo si tienes esta sensación). En vez de ello, ten compasión con tu propio Yo y sabe que Dios te ha dotado del poder interior necesario para cambiarte a ti mismo, para cambiar tus motivos, tus conductas, tus circunstancias externas y tu vida misma, de aquí a un instante.

Recuerda siempre que tú no eres tu pasado; que tú no eres quien eras ayer, ni siquiera quien eras hace un momento. Que cada nuevo día, cada nueva hora, cada nuevo momento, señalen un nuevo comienzo. Aunque estés en el último momento de tu vida, no será demasiado tarde para declarar tu próxima identidad, la más grandiosa, y para asumirla.

Lo que estoy diciendo aquí es que la transformación es una cosa instantánea-momentánea, que tenemos abierta y disponible a cada segundo. La vida comienza de nuevo cuando tú lo dices. Por eso, sé delicado contigo mismo acerca de ti mismo. Perdónate con un beso tus (supuestos) defectos, debilidades y faltas, y recuerda siempre lo siguiente: si te vieras a ti mismo tal como te ve Dios, sonreirías mucho.

orn213. Di tu verdad en cuanto la conozcas

La mayor lección que he aprendido en mi vida está relacionada con la verdad. No existe la Verdad Absoluta en el sentido objetivo; pero sí existe la verdad subjetiva; existe lo que es verdad para ti; y esto tiene una importancia extraordinaria para tu vida.

Aspira a vivir de manera auténtica; aspira a ser plenamente tú mismo; pues cuando vives enseñando sólo la mitad de ti, dando a conocer sólo la mitad de ti, expresando sólo la mitad de ti, es cuando tienes garantizada la infelicidad.

No ocultes a nadie tu verdad personal, tus sentimientos auténticos, tu vivencia aquí-y-ahora; ni mucho menos los ocultes a tus seres más queridos ni a tu persona amada.

Es interesante que éstas suelen ser las personas a las que más cosas ocultamos. Solemos hacerlo porque no queremos herirlas en sus sentimientos. O quizá porque no queremos perder a esas personas.

Por eso las mantenemos en su lugar a base de mantenerlas en duda, de tenerlas a oscuras, de no decirles todo lo que es nuestra verdad. Esto es exactamente lo contrario de lo que más nos puede beneficiar; pero vivimos como recluidos de la expresión de nuestros sentimientos, esperanzas, temores y deseos más auténticos. Y eso no es vivir en absoluto; eso es morir.

Es una muerte lenta, pero segura. Y una mañana nos despertamos y, sencillamente, ya no nos sentimos vivos.

Así pues, di tu verdad en cuanto la conozcas. No te pienses que estás protegiendo los sentimientos de otra persona a base de callarte o de guardarte cosas. Un maestro maravilloso me dijo una vez: «Di tu verdad, pero alivia tus palabras con paz». Puedes exponer la más difícil de las verdades con delicadeza.

Hazlo así. No te pienses que estás evitando dolor a otros a base de callarte tu verdad. No es así. Los estás matando dulcemente con tu canción. Y eso es falso y poco sincero por tu parte.

Lo que estoy diciendo aquí es que el camino para ser más felices que Dios es el camino de la verdad. Di la verdad a todos y acerca de todo, y vive tu verdad a cada momento y de todas las maneras, y así serás feliz para siempre en tu corazón; pues la verdad eleva el espíritu, la verdad libera la mente, la verdad abre el corazón y la verdad enciende la pasión y libera el amor del alma.

orn214. Observa las energías, atrapa las vibraciones

Observar las energías que te rodean. Escuchar las energías. Percibir las vibraciones. Éstos son los tres niveles de la recepción. Puedes recibir energías viéndolas, oyéndolas y sintiéndolas.

La energía que ves se llama luz. La energía que oyes se llama sonido. La energía que sientes se llama sentimiento.

El sentimiento es el lenguaje del alma.

Presta atención a las energías de la vida. Las estás recibiendo y enviando a cada instante. ¿Están en resonancia las energías que envías con las energías que recibes?

La felicidad es el estado de resonancia más elevado. Esta noticia es muy interesante, pues significa que la felicidad no es algo que nos caiga del cielo, sino que es algo que podemos crear.

Para crear felicidad te basta con crear resonancia entre tu interior y tu exterior. Por ejemplo, puedes conjuntar la energía de la ropa que te pones con el estado de ánimo en que te encuentras hoy. De hecho, esto lo haces de manera automática. Puedes conjuntar la energía de los alimentos que comes con la energía de tu cuerpo en cualquier momento dado.

Estos ejemplos son sencillos. Aprende a escucharte a ti mismo. Siente las vibraciones de quien eres, y no hagas nada ni estés con nadie de una manera importante si las vibraciones no concuerdan.

Yo soy incapaz de ir a ver una película, ni de escuchar música, ni de comer algo, ni de ponerme ropa, ni siquiera de decir palabras ni de albergar pensamientos con los que no esté en resonancia.

Estas cosas las sientes. Puedes pasar la mano por encima de unos alimentos y sentir, literalmente, si te sientan bien ahora mismo. Puedes sentir a la gente, los espacios, los colores y... sentirlo todo, si prestas atención. Presta atención a tu vivencia exterior y presta atención a tu vivencia interior. Asegúrate de estar en resonancia con las personas, con los lugares y con las cosas que te rodean.

Y escucha. Simplemente, escucha. Escuchar es un gran arte. ¿Sabes que puedes hacer felices a las personas con sólo escucharlas? ¿Sabes que te puedes hacer feliz a ti mismo a base de escuchar a los demás? Escuchar es una de las maneras más ricas de hacer el amor.

Está cargada de gratificaciones, cargada de gozo.

Intenta absorber todo lo que está pasando en tu espacio. Después, mira a ver si hay concordancia. Y si no hay concordancia, rehuye ese espacio.

Lo que estoy diciendo aquí es que, cuando sigues este paso, tienes muchas más posibilidades de ser feliz. No hace falta «seguir la corriente» para poder «llevarse bien». Presta atención a la energía, capta las vibraciones, y si está en resonancia con Quien Eres y con Quien Eliges Ser, fusiónate con ella y cocrea con ella. Pero si la energía y las vibraciones no están sincronizadas con Quien Eres y con Quien Eliges Ser, apártate de ellas. No de manera brusca, ni grosera, ni con juicios de valor, sino con suavidad, con dulzura, con delicadeza, con amabilidad... y con decisión. No cambies de opinión diciéndote: «Bueno, esto lo puedo aguantar...». Cambia tu vivencia.

Prestar atención a las energías y a las vibraciones de la vida te puede hacer cambiar tu alimentación, tus hábitos de lectura, lo que ves en televisión y en el cine, tu manera de vestir, tu manera de hablar... hasta te puede hacer cambiar de compañías. Da la bienvenida a estos cambios. Son los primeros pasos del viaje a la dicha.

orn215. Sonríe

Esto puede parecer una tontería, pero es uno de los recursos más poderosos que me he encontrado en mi vida. Sonríe cinco veces al día sin ningún motivo especial. Y, desde luego, y claro está, sonríe en seguida, ampliamente, cuando sí tengas algún motivo para sonreír.

Hay personas que no sonríen nunca, o muy rara vez. No son capaces de sonreír ni siquiera cuando todos los presentes se están riendo a carcajadas. Estas personas pueden ser simplemente tímidas, o pueden tener un dolor profundo. Pero lo importante es saber que la sonrisa es capaz de curar estas dos dolencias. La sonrisa no tiene por qué ser un mero acto reflejo. La sonrisa puede ser un acto deliberado e intencionado. Cuando lo es, se convierte en un acto de creación y, por tanto, en una herramienta poderosa.

Sonríe con facilidad y comparte con facilidad tu sonrisa con los demás.

Iluminarás tu corazón, e iluminarás también el lugar donde estés.

Hace años encontré un libro estupendo, Sonríe, aunque no tengas motivo, de Lee L. Jampolsky. Léelo; lo encontrarás maravilloso.

Lo que estoy diciendo aquí es que ¡hay que sonreír más! La sonrisa cambia, verdaderamente, las vibraciones de tu cuerpo. Modifica fisiológicamente la química de tu ser. Libera endorfinas de efecto salutífero. ¿Lo sabías? Lo dice la ciencia médica, y es verdad.

orn216. Canta

Si lo anterior te pareció ñoño, ¡a ver qué te parece esto! Canta.

Quiero que me prometas que vas a cantar una vez al día por lo menos.

Prométemelo. Lo cambiará todo. No puedes cantar con mala disposición. Y no puedes mantener una mala disposición mientras cantas.

¡Canta todas las mañanas en la ducha!. ¡Canta en el coche!. Canta bajito al oído de tu persona amada. Canta en voz alta en el parque. ¡Mira cómo se ilumina lo que te rodea!. ¡Mira cómo aparecen las sonrisas! ¿Crees que alguien puede resistirse a una persona que está cantando? ¿Crees que puede resistírsele el mundo?

Cantar conecta la mente con el corazón y el corazón con la mente. De manera que canta. ¡Te reto a que lo hagas!

Lo que estoy diciendo aquí es que las herramientas y los recursos con los que podemos crear la felicidad son muy sencillos, tienen una sencillez elegante. Y los tenemos delante. ¿De qué estamos hablando aquí? De dar. Observar. Escuchar.

Sentir. Sonreír. Cantar. ¡Dios mío, son cosas que no nos cuestan nada!

orn217.Sabe lo que debes hacer cuando las cosas están verdaderamente mal

Está claro que hay ocasiones en que las cosas están verdaderamente mal. Eso no se puede cambiar ni con todo el pensamiento positivo del mundo. Las cosas son lo que son. No puedes taparlas, ni fingir, ni convertir una cosa en lo que no es. Qué hacer, qué hacer...

En primer lugar, no te resistas a lo que está pasando. A lo que te resistes, persiste. Te va a parecer raro, pero... bendícelo. Bendice a todas las personas y todos los hechos que te están desilusionando, que te están asediando, que te están asaltando como flechas lanzadas desde lejos.

Acepta y recibe la energía, porque sólo así podrás sanarla. Lo que no mantienes, no lo puedes sanar. Recuérdalo siempre. Lo que no mantienes, no lo puedes sanar. Por eso, debes mantener tu experiencia, abrazarla, relacionarte con ella con bondad amorosa, bendecirla... y, después, despedirla para que siga su camino.

En segundo lugar, recuerda que las circunstancias exteriores no pueden crear jamás circunstancias interiores. Así pues, por muy mal que se pongan las cosas, lo que es exterior a ti no puede afectar de ningún modo a tu interior (a tu corazón, tu alma y tu mente), salvo en la medida en que tú decidas que lo afectará.

Todavía tienes el control de tu propia vivencia.

Éste no es ningún ideal soñado, absolutamente inalcanzable; es una cosa que podemos hacer todos los seres humanos, y muchas personas lo han demostrado. La lista de los que han soportado penalidades enormes y grandes dificultades en sus vidas sin dejar de abrazar una actitud pacífica, libre de condenas y de ataques, es legendaria, y es demasiado larga para reproducirla aquí.

Son personas normales, gente corriente como tú y como yo. Estas personas mantuvieron su equilibrio soportando el dolor físico, las heridas emocionales, las derrotas personales y profesionales, y más cosas. Ya he hablado en este libro de Nelson Mandela. No es más que un ejemplo de las personas de las que estoy hablando. Otro ejemplo es el de Christopher Reeve, cuya brillante carrera quedó truncada brutalmente cuando el actor sufrió una caída de caballo en una exhibición ecuestre y quedó completamente paralizado hasta el cuello. Han existido otros muchos casos. ¿Cómo lo consiguieron?

Buscaron y encontraron dentro de sí, de alguna manera, el valor que les permitió seguir adelante entre los hechos a los que tenían que hacer frente, enmarcarlos en sus mentes de una manera nueva y transformar y moldear así sus vivencias, convirtiéndolas en algo que les podría hacer crecer... y obtener así, incluso, un beneficio.

Mi propia experiencia vital (pasé un año de mi vida viviendo sin hogar, a la intemperie, como un «sin techo», cuando el sistema de Seguridad Social no bastó para cubrirme y me vi reducido, literalmente, a mi última moneda de cinco céntimos) me ha enseñado que el universo es un lugar amable, que Dios está siempre de mi parte, y que nunca estoy solo ante las pruebas y el tumulto de mi vida.

Me he vuelto muy filosófico acerca de la vida misma. Me digo que todas las cosas suceden para el bien superior, y lo creo así. Repito dos oraciones que me encantan. La primera dice así:

"Querido Dios, te doy las gracias hoy por lo que hay en mi mundo y en mi vida. Mi corazón reposa en el conocimiento de que veré que el dolor se vuelve gozo; la tristeza, alegría, y hasta la muerte, vida eterna."

La segunda:

"Querido Dios, te doy las gracias por haberme ayudado a entender que este problema ya ha sido resuelto para mí."

Con esto puedo dar la impresión de ser una persona que mantiene siempre la tranquilidad; pero te aseguro que no soy así. Lo que sí sé es que estoy aquí haciendo un viaje; un viaje que, a la larga, no tiene nada que ver con mi cuerpo y lo tiene todo que ver con mi alma. Y así sigo mi camino hacia mi Casa, entendiendo que cada paso en el camino me acerca un poco más a mi reunión futura, última y maravillosa con Dios, donde reside la paz, el gozo y el amor sin fin.

Lo que estoy diciendo aquí es que Dios está contigo, hasta el final de los tiempos. Y cuando conozcas el amor omnipresente de Dios, en ti y como tú mismo, serás más feliz de lo que has sido nunca.

"DIOS ES FELICIDAD"

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