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Amistad con Dios

Un Diálogo Inusual
Neale Donald Walsh

Capítulo 10

 

 

Un cementerio es, quizá, un lugar donde es poco probable que uno encuentre la ilumina-ción, pero fue ahí donde la encontré. Una parte de ella, cuando menos.

Había ido al servicio funerario de Jay en la iglesia de Saint Anne, en Annapolis, sin em-bargo, llegué tarde y me encontré con que cada asiento estaba ocupado. De seguro estaba ahí la mitad de la ciudad y no sé por qué, pero me sentía algo fuera de lugar entre aquel grupo de dolientes. Supongo que quería un momento privado, sólo entre los dos. Había perdido a un muy buen amigo. En eso nos habíamos convertido. Había sido como un hermano mayor para mí.

 

 

Abandoné la iglesia y decidí llevar a cabo, más tarde en ese día, mi propio “servicio” personal para Jay, mi propia despedida, junto a su tumba. Dos horas después, cuando supuse que ya todos habían visitado su tumba y se habían marchado, me dirigí hacia el cementerio de Saint Anne. Estaba en lo correcto. No había nadie ahí. Comencé a buscar su tumba para despedirme, pero no podía encontrarla en ningún lado. Revisé hilera tras hilera de lápidas, pero no había ningún Elmer (Jay) Jackson, Jr. Regresé al punto inicial y comencé a buscar una vez más. Nada.
Me estaba comenzando a frustrar. Quizá debía haber permanecido con el grupo que había asistido al funeral, después de todo. ¿Me había equivocado de cementerio? ¿Acaso no estaba buscando en el lugar correcto? Realmente quería despedirme de Jay. Realmente quería este momento. Y ahora además comenzaba a lloviznar. El viento soplaba con fuerza y parecía que se acercaba una tormenta. “Vamos Jay”. Grité en mi cabeza, “¿Dónde estás?”.

¿Alguna vez les ha sucedido que están ante un semáforo y quieren que cambie, pero no lo hace y gritan en su cabeza, Vamos, cambia…? Eso estaba haciendo. En realidad no esperas que la luz cambie en ese momento, en ese lugar, en ese instante. Y realmente no esperas obtener una respuesta en un cementerio. (De hecho, proferirías que no la hubiera.)

Bueno, a mí me sucedió. Y me heló la sangre.

“Por aquí”.

Eso fue todo lo que dijo. Pero era su voz, la de Jay, tan directa y clara como una campana. Surgió justo detrás de mí y voltee con tanta rapidez que casi me salí de mis zapatos.

No había nadie. Nada.

Podría haber jurado que escuché a Jay.

Entonces lo escuché otra vez.

“Por aquí”.

En esta ocasión la voz provenía de un lugar más distante, en la dirección hacia la cual estaba mirando, pero más arriba, sobre una pequeña loma. Un escalofrío recorrió mi espalda. Era la voz de Jay. No era alguien que sonaba como Jay. Era Jay.

Pero no había nadie. Entonces creí que quizá estaba merodeando por ahí el vigilante. Quizá me había visto buscando y supuso que estaba tratando de encontrar una sepultura reciente. Quizá era alguien cuya voz sí era muy similar a la de Jay.

Pero no había nadie alrededor. Realmente quería que hubiera alguien alrededor. Con toda mi alma. Porque la voz no era algo que estaba imaginando. La escuché, tan fuerte y clara como después escucharía el latido de mi corazón.

Corrí hacia la loma. Quizá hay alguien descendiendo la cuesta y no sólo no puedo verlo desde mi ángulo, razoné. Encontré un punto de amplia visibilidad en la punta de la loma, donde comencé a mirar a mi alrededor.

Nadie.

Entonces, escuche la voz otra vez. En esta ocasión, más suave, las palabras eran expre-sadas en voz queda, como si Jay estuviera justo detrás de mí.

“Por aquí”.

Volteé, pero esta vez, con lentitud. Estaba asustado, lo admito. Pero el temor pronto se volvió asombro. La lápida de Jay estaba exactamente delante de mí. Estaba parado sobre su tumba.

Salté de ese montículo de tierra como si hubiera estado parado sobre un cocodrilo. Lo siento, dije. No sabía con quién estaba hablando.
Sí lo sabía. Estaba hablando con Jay. Sabía que él estaba ahí. Sabía que habían sobre-vivido a su “muerte” y que me había convocado a su tumba para compartir un último mo-mento en privado.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Me senté sobre el suelo y descansé ahí un rato, reco-brando mi aliento, viendo el nombre de Jay, recién grabado en el mármol. Esperé a que dijera otra cosa. No lo hizo.

“Bueno –dije en mi mente-, ¿qué se siente estar muerto?

Intentaba restarle formalidad al momento, pero, en cambio, vi relámpagos a la distancia. La tormenta se acercaba.

“Escucha, Jay –dije en mi mente-, quiero agradecerte todo lo que hiciste por mí y todo aquello que eres y fuiste para todos. Has tocado muchas vidas de una manera noble y atenta. Sólo te quería decir gracias. Te voy a extrañar, Jay.

Comencé a sollozar en silencio. Entonces recibí el último mensaje de Jay. Esta vez no fue en forma de palabras. Era un sentimiento. Un sentimiento que me invadió de forma amorosa, como si alguien colocara una capa sobre mis hombros y apretara mis brazos con ternura.

No lo puedo describir con más detalla. No hay palabras para hacerlo. Pero simplemente supe en ese momento que Jay iba a estar bien, que estaba bien y que yo también lo estaría. Comprendí que, en ese momento, todo erea perfecto. Era justo como debía ser.

Me puse de pie, “Bien, Jay, ya entiendo.” “Nada es imposible” dije sonriendo.

Al voltear y descender la cuesta, podría haber jurado que escuché una risa ahogada.

Ambas compartieron un bello momento. Gracias.

¿Ahí estaba, verdad? ¿si lo escuché, no es cierto? Y si me escuchó.

Sí.

Si hay vida después de la muertes, ¿no es así?

La vida es eterna. La muerte no existe.

Siento haber hecho esa pregunta. Ya en la actualidad, nunca debería tener dudas acerca de estas cosas.

¿Nunca?

Nunca. Un verdadero maestro como El Buda, un Maestro como Krishna, como Jesús, nunca duda.

¿Qué hay de “Padre, por qué me has abandonado?”

Bueno, eso fue… no lo sé. No sé qué fue eso.

Duda, hijo Mío. Ésa fue una duda. Aunque fuera sólo por un momento, tan sólo por un segundo. Así que, ten esta certeza, amigo Mío: todo maestro visita su jardín de Getsemaní. Ahí, hace la pregunta que todo Maestro hace: ¿Es posible que esto sea verdad? ¿Acaso he inventado todo esto? Realmente es la voluntad de Dios que beba de este cáliz? ¿O podría evitar acercarlo a mis labios?

Sin embargo, sé que es tu voluntad proseguir. Fue tu voluntad que hayan ocurrido todos los eventos de tu vida. Todos los incidentes de tu vida te han traído a este momento.

Recibiste a la madre perfecta y al padre perfecto con el fin de prepararte para este tra-bajo que te has adjudicado; la perfecta situación familiar y la perfecta infancia.

Recibiste los talentos innatos para la comunicación y la oportunidad para desarrollar esos talentos. Fuiste colocado en el lugar correcto, justo en el momento apropiado. Y otros fueron puestos a tu lado, exactamente de la manera apropiada.

Es debido a esto que conociste a Jay Jackson y que ésta es la razón por la cual tuvo un impacto tan profundo en tu vida. Es la razón por la que has trabajado entre los negros en Baltimore, los blancos del sur, los nativos de África y la gente de Ecuador. A ello se debe que hayas entablado amistad y conversación transcendente tanto con gente oprimida y temerosa que no tiene nada, que vive bajo regímenes totalitarios en tierras extranjeras, como con estrellas de cine de fama mundial y con líderes políticos de tu país, que lo tienen todo.

Nada ha ocurrido por accidente, nada ha sido fortuito. Todo lo has convocado con el fin de experimentar y conocer lo que deseas y para que te sea posible así vivir en carne propia la versión más grandiosa de la visión más fantástica que jamás hayas tenido acerca de Quién Eres Tú.

Supongo, entonces, que entra en la misma categoría mi encuentro con Joe Alton.

Supones bien.

Sabías que algún día me sería necesario conocer toda la esfera política para poder difundir, de todas las maneras más eficaces. Tu mensaje a la nación y, en efecto, al mundo.

Tú eres el que sabía eso. Siempre has sabido que querías ofrecer una nueva esperanza al mundo y entendías muy bien que, a nivel profundo, tanto en las áreas de política como de religión, sería necesario realizar cambios para crear esperanza perdurable.

Siempre he estado interesado en la política, desde que era niño. Casualmente (¡sin ánimos de presumir!), durante gran parte de su vida, mi padre estuvo involucrado en política local. Trabajaba para los candidatos y se aseguraba de conocer a las persona en puestos gubernamentales. Nuestra casa siempre estaba llena de jueces, concejales, custodios y jefes de distritos, muchos de los cuales con frecuencia jugaban naipes con mi papá.

Cuando llegué a Annápolis, a la edad de diecinueve, lo primero que hice fue forjar una relación con Joe Griscom, el alcalde, y Joe Alton, el “sheriff” del condado. Como trabajaba para una estación de radio local, era, de forma nominal, un miembro de la “prensa activa”. De manera que el acceso a estos hombres me era fácil. También tenía algo que ofrecer y fue bastante lo que les di a ambos.

Poco después de haberlo conocido; Joe Alton presentó su candidatura para el senado estatal de nuestro distrito y ganó. Joe me agradaba mucho y a la mayoría de la gente también. Ganó las elecciones con un amplio margen y, cuando algunos ciudadanos del condado de Anne comenzaron a presionar para crear un gobierno estatutario, acorralaron a Joe para que encabezara el movimiento. Yo comencé a involucrarme en la campaña para el gobierno local y cuando resultó victorioso, Joe Alton fue elegido para ocupar el Ejecutivo del condado de Anne Arundel.
Varios años después, cuando las circunstancias me devolvieron a Annapolis y a The Anne Arundel Times, cierto día, Joe Alton me llamó.

Le agradaba la manera en la que había informado los asuntos del gobierno del condado y en ese momento se encontraba presentando su candidatura para otro período, por lo que necesitaba un agente de prensa. Pero su llamada no me llegó a mí directamente, le llamo a Jay.

Supongo que no quería ofender a los dueños del semanario y consideró que era prudente preguntar antes de ofrecerme un empleo. Una tarde, aproximadamente tres o cuatro meses antes de morir, Jay entró a mi oficina y dijo, “Tu amigo Joe quiere que trabajes para su campaña”.
Mi corazón dio un vuelco. Siempre recibía estas increíbles oportunidades. Siempre caían a mis pies. Jay pudo notar mi emoción. “¿Supongo que te vas, no?

No quería desilusionarlo.

-No me voy si me necesitas realmente –dije-. Tú has sido fabuloso conmigo y estoy en deuda contigo.

-No me debes nada –me corrigió-. Te debes a ti mismo. Siempre recuérdalo. Si puedes obtener algo que deseas sin herir a nadie, te debes a ti mismo ir tras de ello. Limpia tu escritorio y vete.

-¿En este momento?

-¿Por qué no? Se nota lo que quiere tu corazón y no tiene caso que permanezcas aquí, contando los días hasta poder mudarte allá. De manera que, adelante.

Jay extendió la mano y la sacudió: -He disfrutado esto –sonrió-. De reportero cachorro a jefe de editores. Ha sido una gran jornada para ti.

-Sí.

-Nosotros también hemos vivido una gran jornada. Gracias por llevarnos contigo.

-No, gracias por llevarme con ustedes –sentí un nudo en la garganta-. Gracias por darme una oportunidad. Realmente necesitaba el empleo cuando me lo diste. Nunca lo olvidaré. No sé si alguna vez podré pagarte algo así.

-Yo sí.

¿Cómo?

-Algún día, haz lo mismo por otra persona.

Eso bastó. ¿Cómo podía abandonar a este tipo? ¿Cómo podía abandonar el periódico? Jay me miró a la cara: -Ni siquiera lo pienses –dijo-, empaca tus cosas y sal de aquí.

Entonces se fue. Sin más ni más. Salió de la oficina, abrió la puerta principal y se dirigió a la calle. Pero, al marcharse, volteó para decir: -No mires atrás, amigo, nunca mires atrás.

Ésa fue la última vez que lo vi.

Te dio un buen consejo.

¿Es verdad?, ¿nunca debemos mirar hacia atrás?, ¿jamás? ¿No se gana nada mirando atrás?

El quiso decir, “no titubees”. Avanza sin titubeos, sin culpas, sin duda. Tu vida se en-cuentra delante de ti, no detrás. Lo que hayas hecho, hecho está. No puedes cambiarlo. Pero puedes seguir adelante.

Si pero, ¿no está permitido tener arrepentimientos?

Siempre y cuando no confundas los arrepentimientos con la culpa. No son lo mismo. Al arrepentirte, expresas que no demostraste el concepto más elevado de quien eres. Al sentir culpa, decides que no mereces poder demostrarlo nunca más.

Su sociedad y sus religiones les enseñan un sentimiento de culpa que exige sean casti-gados sin la esperanza de alcanzar la rehabilitación. Sin embargo, te diré esto: el propósito de la vida es que renazcas a cada momento, en la versión más grandiosa de la visión fantástica que jamás hayas tenido acerca de Quién Eres Tú.

Para esto, me he unido a ti como coautor de esta creación. Veo a dónde vas, el camino que has establecido para ti mismo y te doy las herramientas para experimentar justo lo que necesitas experimentar, para crear justamente lo que necesitas crear. Todo esto ha sido generado por ti y por Mí, unidos.

Entonces, ¿de quién es la “voluntad?”

Te digo que es la Voluntad Divina. Siempre recuerda esto:
Tu voluntad y la Mía
Es la voluntad que es Divina.

Caray, eso es maravilloso. Cielos. Eso lo dice todo, ¿verdad?, lo explica todo. Tú tienes un talento para hacerla. Puedes explicarlo todo en diez palabras o menos. Ésa es otra forma de plantear algo que ya habías dicho en Conversaciones con Dios: “Tu voluntad para ti es Mi voluntad para ti”.

Sí.

Pero hace rato mencionaste algo que me desconcertó. Dijiste que sólo he “usado a Dios” para desarrollar mi vida. De alguna forma, esto no me parece correcto. Es decir, no siento que éste sea el tipo de relación que debería tener contigo.

¿Por qué no?

No lo sé con exactitud. Pero en el fondo de esa teoría yace la idea de que estoy en este mundo para servir a Dios. Cuando estudiaba en la escuela primaria Saint Lawrence en Milwaukee y realmente pensaba que entraría al seminario, recuerdo haber escuchado a las monjas decir que Dios me usaba para servir a Sus propósitos. Nunca hubo un comentario que indicara que debía usar a Dios para mis propósitos.

Sin embargo es así como Yo quisiera que fueran las cosas.

¿Es cierto? ¿Eso quisieras?

Sí.

¿Quieres que te usemos? ¿No estamos aquí para que Tú nos uses?

Uno de los problemas que se presentan para comprender esto, para aclarar esto es que esta conversación se desarrolla con base en un paradigma de separación. O sea, hablamos como si, de alguna manera, tú y Yo estuviéramos separados, lo cual es, por supuesto, algo que cree la mayoría de la humanidad. Así imaginan que es su relación con Dios. De manera que quizá sea útil hablar con base en ese paradigma si ayuda a crear una mayor comprensión de la humanidad. Así imaginan que es su relación con Dios. De manera que quizá sea útil hablar con base en ese paradigma si ayuda a crear mayor comprensión, aunque sólo quiero hacer notar que hablamos de una ilusión, no de la realidad.
Comprendo. Estoy de acuerdo en que quizá sea benéfico hablar en términos ilusorios acerca de la vida dentro de “la ilusión”. No me cabe la menor duda de que toda la vida sobre la Tierra es ilusoria. Ahora conozco y a menudo experimento, la Realidad Máxima de la Unidad, contigo y con todos y todo. Pero en ocasiones, es útil discutir las cosas dentro de cierto esquema, para la gente con una comprensión menos avanzada, como sería mi caso y el de muchas otras personas. Hablando dentro de ese esquema, ¿no estamos aquí para que nos uses?

Si ustedes existen para que Yo los use, entonces, ¿por qué el mundo es como es? ¿Podría ser que esto es lo que tenía en mente? O, ¿podría ser que esto es lo que ustedes tenían en mente? Te diré esto: lo correcto no es la primera opción, sino la segunda.

El mundo que te rodea es exactamente lo que tenías en mente.

Voy a decir esto una vez más porque es posible que no lo hayan captado. Dije, El mundo que te rodea es exactamente lo que tenías en mente.

Lo que guardas en tu mente con relación al mundo es lo que verás alrededor del mundo. Lo que guardas en tu mente con relación a lo que es tu vida es lo que verás en tu vida.

Si Yo te he usado para Mis propósitos (como lo has etiquetado en tu comprensión limi-tada), he de ser un Dios muy ineficaz. ¡Es evidente que no logro hacer nada por mí mismo! Aún usándote como Mi mensajero y asistente, aún enviando a la Tierra a mi Unigénito (como algunos de ustedes lo consideran), no he podido transformar las cosas, cambiar el curso de los eventos, crear el mundo de acuerdo a Mis deseos.

¿Acaso es posible que mi propósito siempre haya sido crear el mundo tal cual es? Claro que no… a no ser que… Mi propósito para ustedes haya sido que crearan el mundo que ustedes eligieran. En ese caso, si han servido a Mis propósitos y los he estado “usando”.

Sin embargo, también ustedes han estado “usándome”, pues es sólo a través del poder creativo que reside en su interior –poder otorgado por Mí- que han podido crear el mundo de sus sueños.

¿Es el mundo de mis sueños?

Si no lo hubieran soñado, no existiría.

Muchas veces, éste parece ser el mundo de mis peores pesadillas.

Las pesadillas también son sueños. Son un tipo específico de sueños.

¿Cómo puedo librarme de ellas?

Cambia tu opinión acerca de lo que guardas en tu mente con respecto al mundo. Es parte del mismo proceso acerca del cual hablé con anterioridad. Piensa en lo que vas a pensar. Piensa en cosas buenas y maravillosas. Piensa en momentos de esplendor, visiones de gloria, expresiones de amor.

“Mas buscar primeramente en el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”

Exacto.

¿Y usas a Dios en el proceso?

Dios es el proceso. El proceso es lo que Soy. Es el proceso al que ustedes denominan Vida. No pueden evitar usarme. Sólo pueden ignorar que lo están haciendo. Sin embargo, si me usan de forma consciente, si Me usan en plena conciencia y con intención, todas las cosas cambiarán.

Este es el quinto paso para crear una amistad con Dios.

Usa a Dios.

Por favor dime cómo hacerlo. Aún me parece muy extraño pensar en esos términos. Necesito que me ayudes a comprender qué significa usar a Dios.

Significa que debes usar todas las herramientas y regalos que te He dado.

El regalo de la energía creativa que te permite forjar tu realidad y crear tu experiencia con tus pensamientos, palabras y actos.

El regalo de la gentil sabiduría que te permite saber la verdad en momentos cuando quizá sea prudente no juzgar por las apariencias.

Y el regalo del amor puro que te permite bendecir a otros y aceptarlos sin condición al-guna, otorgándoles la libertad de tomar sus propias decisiones y vivirlas, y otorgando a tu Yo Divino la libertad de hacer lo mismo, cada uno de ustedes, recreando sus personas nuevamente, en la versión más grandiosa de la visión más fantástica que jamás hayan tenido acerca de Quiénes Son.

Deben saber que existe una Fuerza Divina en el universo y está constituida por lo si-guiente: energía creativa, sabiduría gentil y amor puro.

Cuando usas a Dios, simplemente usas esta Fuerza Divina.

“Que la fuerza te acompañe”.

Exacto. ¿Crees que eso se le ocurrió a George Lucas por accidente? ¿Crees que esa idea surgió del aire? Debes saber que Yo inspiré a George para que se le ocurrieran esas palabras y las ideas detrás de ellas, igua que te estoy inspirando a crear las palabras e ideas para este libro.

Así que, adelante y haz aquello que le has asignado a tu Ser. Cambia al mundo usando “la fuerza”.

Y úsame. Úsame todo el tiempo, todos los días. En tu momento más oscuro y más bri-llante, en tu momento de temor y en tu momento de valor, en tus altos y bajos.

Debes saber que experimentarás todo esto. Y lo has sentido. Para todo hay una razón, una estación y un momento para cada propósito bajo el cielo.

Un momento para nacer y un momento para morir.
Un momento para sembrar y uno para cosechar lo que se ha sembrado.
Un momento para morir y uno para sanar.
Un momento para derrumbarse y uno para construirse.
Un momento para lamentar una muerte y un momento para bailar.
Un momento para lanzar piedras y uno para reunir piedras.
Un momento para abrazar y uno para abstenerse de abrazar.
Un momento para buscar y un momento para perder.
Un momento para guardar y un momento para desechar.
Un momento para dar y un momento para recaudar.
Un momento para guardar silencio y un momento para hablar.
Un momento para amar y un momento para odiar.
Un momento para la guerra y un momento para la paz.

¿Para qué es apropiado este momento? Ésa es la pregunta. ¿Qué momento quieren que sea ahora? ¡Ya han pasado por todos estos momentos y ahora es tiempo de que elijan qué momento quieren experimentar ahora!

Pues todo lo que alguna vez ha ocurrido está sucediendo en este momento y todo lo que ocurrirá sucede en este momento. Éste es el momento eterno, la hora de una nueva decisión.

El mundo te espera a ti y a tu decisión. Colocará en su lugar lo que tú hagas realidad y tú harás realidad lo que eres.

Funciona de esta manera. Es de esta manera. Y ahora es el momento de que despiertes a esta realidad. Adelante y difunde este mensaje alrededor del mundo: el momento de su liberación está muy cerca. Pues, en sus plegarias, ha pedido, “líbranos de todo mal” y lo hago una vez más, con el mensaje contenido aquí. Una vez más, les extiendo la mano de la amistad.

Una amistad con Dios.

Pueden contar conmigo, siempre.

Siempre.

 

Amistad con Dios

Un Diálogo Inusual
Neale Donald Walsh

Capítulo 10

 

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