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LAS 7 LEYES ESPIRITUALES DEL ÉXITO

La Ley de la Intención y el Deseo

Deepak Chopra 

 

LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO

 

Inmanente en toda intención y en todo deseo está el mecanismo para su realización... la intención y el

deseo en el campo de la potencialidad pura tienen un infinito poder organizador.

Y cuando introducimos una intención en el suelo fértil de la potencialidad pura, ponemos a trabajar

para nosotros ese infinito poder organizador.

En el principio era el deseo, primera semilla de la mente; los sabios, habiendo meditado en su corazón,

descubrieron por su sabiduría la conexión entre lo existente y lo inexistente.

                                                                         - Himno de la Creación, Rig Veda

 

La quinta ley espiritual del éxito es la ley de la intención y el deseo. Esta ley se basa en el hecho de que la

energía y la información existen en todas partes en la naturaleza. En efecto, a nivel del campo cuántico

solamente hay energía e información. Campo cuántico es sólo otra manera de denominar el campo de la

conciencia pura o de la potencialidad pura. Y en este campo cuántico influyen la intención y el deseo.

Examinemos este proceso en detalle.

Cuando una flor, un arco iris, un árbol, una hoja de hierba, un cuerpo humano se descomponen en sus partes

esenciales, vemos que éstas son energía e información. Todo el universo, en su naturaleza esencial, es el

movimiento de la energía y la información. La única diferencia entre nosotros y un árboles el contenido de

información y de energía de nuestros respectivos cuerpos.

En el plano material, tanto nosotros como el árbol estamos hechos de los mismos elementos reciclados:

principalmente carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y otros elementos en cantidades minúsculas. Estos

elementos se podrían comprar en un laboratorio. Por tanto, la diferencia entre nosotros y el árbol no reside

en el carbono, o en el hidrógeno o en el oxígeno. De hecho, nosotros y el árbol intercambiamos

constantemente nuestro carbono y nuestro oxígeno. La verdadera diferencia entre los dos está en la energía y

en lainformación.

En el orden general de la naturaleza, nosotros, los seres humanos, pertenecemos a una especie privilegiada.

Tenemos un sistema nervioso capaz de tomar conciencia del contenido de energía e información de ese

campo particular que da origen a nuestro cuerpo físico. Experimentamos ese campo subjetivamente en forma

de pensamientos, sentimientos, emociones, deseos, recuerdos, instintos, impulsos y creencias. Este mismo

campo es percibido objetivamente como el cuerpo físico - y por medio del cuerpo, percibimos ese campo como

el mundo. Pero todo está hecho de lo mismo. Por eso los antiguos videntes exclamaban: "Yo soy eso, usted es

eso, todo esto es eso, y eso es todo lo que existe".

Nuestro cuerpo no es independiente del cuerpo del universo, porque al nivel de la mecánica cuántica no

existen fronteras bien definidas. Somos como una onda, una ola, una fluctuación, una circunvolución, un

remolino, una perturbación localizada en un campo cuántico más grande. Ese campo cuántico más grande - el

universo - es nuestro cuerpo ampliado.

El sistema nervioso humano no solamente es capaz de tomar conciencia de la información y de la energía de

su propio campo cuántico, sino que, como la conciencia humana es infinitamente flexible a través de ese

maravilloso sistema nervioso, podemos cambiar conscientemente el contenido de información que da origen a

nuestro cuerpo físico. Podemos cambiar conscientemente el contenido de energía y de información de nuestro

propio cuerpo de mecánica cuántica y, por tanto, influir en el contenido de energía y de información de

nuestro cuerpo ampliado - nuestro entorno, el mundo - y hacer que sucedan cosas en él.

Este cambio consciente se logra a través de las dos cualidades inherentes a la conciencia: la atención y la

intención. La atención da energía, y la intención transforma. Cualquier cosa a la cual prestemos atención,

crecerá con más fuerza en nuestra vida. Cualquier cosa a la cual dejemos de prestar atención, se marchitará,

se desintegrará y desaparecerá. Por otro lado, la intención estimula la transformación de la energía y de la

información. La intención organiza su propia realización.

El acto de dirigir la intención sobre el objeto de la atención desencadenará una infinidad de sucesos espacio-

temporales orientados a producir el resultado buscado, siempre y cuando que uno cumpla las otras leyes

espirituales del éxito. Esto se debe a que la intención, dirigida sobre el campo fértil de la atención, tiene un

infinito poder organizador. Infinito poder organizador significa poder para organizar una infinidad de sucesos

espacio-temporales, todos al mismo tiempo. Vemos la expresión de este infinito poder organizador en cada

hoja de hierba, en cada flor de manzano, en cada célula de nuestro cuerpo. Lo vemos en todo lo que vive.

En el orden general de la naturaleza, todo se conecta y se correlaciona con todo lo demás. Cuando la

marmota sale de su madriguera subterránea, sabemos que se avecina la primavera. Las aves comienzan a

migrar en cierta dirección en determinada época del año. La naturaleza es una sinfonía. Y esa sinfonía es

orquestada en silencio desde el fundamento último de la creación.

El cuerpo humano es otro buen ejemplo de esta sinfonía. Una sola célula del cuerpo humano realiza cerca de

seis billones de funciones por segundo, y debe saber lo que todas las demás células están haciendo al mismo

tiempo. El cuerpo humano puede tocar un instrumento musical, matar gérmenes, hacer un bebé, recitar

poesías y observar el movimiento de las estrellas, todo al mismo tiempo, porque el campo de la correlación

infinita es parte de su campo de información.

Lo que es asombroso acerca del sistema nervioso de la especie humana es que puede gobernar ese infinito

poder organizador a través de la intención consciente. En la especie humana, la intención no está fija o

encerrada en una red rígida de energía e información. Tiene una flexibilidad infinita. En otras palabras,

mientras no infrinjamos las otras leyes de la naturaleza, a través de nuestra intención podemos, literalmente,

dirigir las leyes de la naturaleza para convertir en realidad nuestros sueños y nuestros deseos.

Podemos poner a trabajar para nosotros al computador cósmico, con su infinito poder organizador. Podemos ir

hasta ese fundamento último de la creación e introducir una intención, y con sólo hacerlo, activar el campo

de la correlación infinita.

La intención sienta las bases para el flujo fácil, espontáneo y suave de la potencialidad pura, que busca pasar

de lo inmanifiesto a lo manifiesto. La única advertencia es que utilicemos nuestra intención para beneficio de

la humanidad; pero eso es algo que sucede espontáneamente cuando uno está alineado con las siete leyes espi-

rituales del éxito.

La intención es el verdadero poder detrás del deseo. La sola intención es muy poderosa, porque es deseo sin

apego al resultado. El solo deseo es débil, porque en la mayoría de los casos es atención con apego. La

intención es desear respetando estrictamente todas las demás leyes, pero en particular la sexta ley espiritual

del éxito: la ley del desapego.

La intención, combinada con el desapego, lleva a una conciencia del momento presente centrada en la vida. Y

cuando la acción se realiza teniendo conciencia del momento presente, su eficacia es máxima. La intención

mira hacia el futuro, pero la atención está en el presente. Mientras la atención esté en el presente, la

intención hacia el futuro se cumplirá porque el futuro se crea en el presente. Debemos aceptar el presente

tal comoes.

Aceptemos el presente y proyectemos el futuro. El futuro es algo que siempre podemos crear por medio de la

intención desapegada, pero nunca debemos luchar contra el presente.

El pasado, el presente y el futuro son propiedades de la conciencia. El pasado es recuerdo, memoria; el

futuro es expectación; el presente es conciencia. Por consiguiente, el tiempo es el movimiento del

pensamiento.

Tanto el pasado como el futuro nacen en la imaginación; solamente el presente, que es conciencia, es real y

es eterno. Lo es. Es la potencialidad para el mundo del espacio y el tiempo, la materia y la energía. Es un

campo eterno de posibilidades que se experimenta a sí mismo en forma de fuerzas abstractas, trátese de la

luz, el calor, la electricidad, el magnetismo o la gravedad. Estas fuerzas no están ni en el pasado ni en el

futuro; sencillamente son.

     

Nuestra interpretación de estas fuerzas abstractas hace posible que tengamos la experiencia de los

fenómenos concretos. Las interpretaciones que recordamos de las fuerzas abstractas crean la experiencia del

pasado, mientras que las que anticipamos crean el futuro. Ellas son las cualidades de la atención en la

conciencia. Cuando estas cualidades se liberan de la carga del pasado, la acción en el presente se convierte

en suelo fértil para la creación del futuro.

 

La intención, apoyada en esta libertad indiferente del presente, actúa como catalizador para la mezcla

correcta de materia, energía y sucesos espacio-temporales para crear cualquier cosa que deseemos.

Si tenemos conciencia del momento presente centrada en la vida, entonces los obstáculos imaginarios - los

cuales constituyen más del noventa por ciento de los obstáculos percibidos - se desintegran y desaparecen. El

restante cinco a diez por ciento de los obstáculos percibidos se pueden convertir en oportunidades por medio

de la intención focalizada.

La intención focalizada es la atención que no se aparta de su propósito. Tener una intención focalizada

significa mantener nuestra atención en el resultado que perseguimos, con un propósito tan inflexible que

impida completamente que cualquier obstáculo consuma o disipe la concentración de nuestra atención. Se

eliminan de la conciencia todos los obstáculos, de manera total y completa. Así podemos mantener una sereni-

dad inconmovible, a la vez que mantenemos con pasión intensa el compromiso con nuestro objetivo. Éste es,

simultáneamente, el poder de la conciencia sin apego y la intención focalizada.

Aprendamos a aprovechar el poder de la intención, y podremos crear cualquier cosa que deseemos. Todavía

será posible obtener resultados a través del esfuerzo y la constancia, pero a un precio; ese precio puede ir

desde la tensión emocional hasta una enfermedad cardíaca o un trastorno de la función del sistema

inmunológico. Es mucho mejor dar los siguientes cinco pasos para poner en práctica la ley de la intención y el

deseo. Cuando sigamos estos cinco pasos para cumplir nuestros deseos, la intención generará su propio

poder.

1) Entremos en el espacio de la conciencia pura. Eso significa ubicarnos en medio de ese espacio silencioso

que hay entre los pensamientos, entrar en el silencio - ese nivel de sólo ser que es nuestro estado esencial.

 

2) Una vez establecidos en ese estado de sólo ser, liberemos nuestras intenciones y nuestros deseos. Cuando

uno está realmente en ese espacio, no hay pensamiento, no hay intención; pero en cuanto sale de él - en esa

unión entre el espacio silencioso y un pensamiento - es posible introducir la intención. Si tenemos una serie

de metas, escribámoslas y concentremos nuestra intención en ellas antes de entrar en el espacio silencioso. Si

deseamos una carrera de éxito, por ejemplo, debemos entrar en el espacio silencioso con esa intención, y así

la intención ya estará allí como una tenue llama vacilante en nuestra conciencia. Liberar las intenciones y los

deseos en este espacio significa sembrarlos en el suelo fértil de la potencialidad pura y esperar a que

florezcan en el momento propicio. No es conveniente desenterrar las semillas de los deseos para ver si están

creciendo, o aferrarse rígidamente a la manera como deberán desarrollarse. Lo único que hay que hacer es

dejarlas libres.

 

3) Permanezcamos en el estado de auto-referencia. Esto significa permanecer establecidos en la conciencia

de nuestro verdadero yo - nuestro espíritu, nuestra conexión con el

campo de la potencialidad pura. También significa no vernos a nosotros mismos a través de los ojos del

mundo, o dejarnos influir por las opiniones y las críticas de los demás. Una buena manera de mantener el

estado de autoreferencia es no divulgar nuestros deseos; no compartirlos con nadie, a menos que la otra

persona tenga exactamente los mismos deseos que nosotros y entre los dos exista una unión fuerte.

 

4) Renunciemos a nuestro apego al resultado. Esto significa renunciar a nuestro rígido interés por un

resultado específico y vivir en la sabiduría de la incertidumbre. Significa disfrutar cada momento de la

jornada de la vida, aunque desconozcamos el desenlace.

 

5) Dejemos que el universo se encargue de los detalles. Nuestras intenciones y nuestros deseos, una vez

liberados en el espacio silencioso, tienen un infinito poder organizador.

Confiemos en que ese infinito poder organizador de la intención orquestará todos los detalles por nosotros.

Recordemos que nuestra verdadera naturaleza es el espíritu puro. Llevemos la conciencia de este espíritu a

donde quiera que vayamos, liberemos suavemente nuestros deseos, y el universo manejará los detalles por

nosotros.

 

CÓMO APLICAR LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO

Pondré a funcionar la ley de la intención y el deseo comprometiéndome a hacer lo siguiente:

 

1) Haré una lista de todos mis deseos, y la llevaré a donde quiera que vaya. Miraré la lista antes de entrar

en mi silencio y mi meditación. La miraré antes de dormir por la noche. La miraré al despertar por la

mañana.

 

2) Liberaré esta lista de mis deseos y la entregaré al seno de la creación, confiando en que cuando parezca

que las cosas no están saliendo bien, hay una razón, y en que el plan cósmico tiene para mí unos designios

mucho más importantes que los que yo he concebido.

 

3) Recordaré practicar la conciencia del momento presente en todos mis actos. No permitiré que los

obstáculos consuman o disipen la concentración de mi atención en el momento presente. Aceptaré el presente

tal como es,

y proyectaré el futuro a través de mis intenciones y mis deseos más profundos y queridos.

 

 
 
 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
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