remolino, una
perturbación localizada en un campo cuántico más
grande. Ese campo cuántico más grande - el
universo - es
nuestro cuerpo ampliado.
El sistema
nervioso humano no solamente es capaz de tomar
conciencia de la información y de la energía de
su propio campo
cuántico, sino que, como la conciencia humana es
infinitamente flexible a través de ese
maravilloso
sistema nervioso, podemos cambiar conscientemente el
contenido de información que da origen a
nuestro cuerpo
físico. Podemos cambiar conscientemente el contenido
de energía y de información de nuestro
propio cuerpo de
mecánica cuántica y, por tanto, influir en el
contenido de energía y de información de
nuestro cuerpo
ampliado - nuestro entorno, el mundo - y hacer que
sucedan cosas en él.
Este cambio
consciente se logra a través de las dos cualidades
inherentes a la conciencia: la atención y la
intención. La
atención da energía, y la intención transforma.
Cualquier cosa a la cual prestemos atención,
crecerá con más
fuerza en nuestra vida. Cualquier cosa a la cual
dejemos de prestar atención, se marchitará,
se desintegrará
y desaparecerá. Por otro lado, la intención estimula
la transformación de la energía y de la
información. La
intención organiza su propia realización.
El acto de
dirigir la intención sobre el objeto de la atención
desencadenará una infinidad de sucesos espacio-
temporales
orientados a producir el resultado buscado, siempre
y cuando que uno cumpla las otras leyes
espirituales del
éxito. Esto se debe a que la intención, dirigida
sobre el campo fértil de la atención, tiene un
infinito poder
organizador. Infinito poder organizador significa
poder para organizar una infinidad de sucesos
espacio-temporales, todos al mismo tiempo. Vemos la
expresión de este infinito poder organizador en cada
hoja de hierba,
en cada flor de manzano, en cada célula de nuestro
cuerpo. Lo vemos en todo lo que vive.
En el orden
general de la naturaleza, todo se conecta y se
correlaciona con todo lo demás. Cuando la
marmota sale de
su madriguera subterránea, sabemos que se avecina la
primavera. Las aves comienzan a
migrar en cierta
dirección en determinada época del año. La
naturaleza es una sinfonía. Y esa sinfonía es
orquestada en
silencio desde el fundamento último de la creación.
El cuerpo humano
es otro buen ejemplo de esta sinfonía. Una sola
célula del cuerpo humano realiza cerca de
seis billones de
funciones por segundo, y debe saber lo que todas las
demás células están haciendo al mismo
tiempo. El
cuerpo humano puede tocar un instrumento musical,
matar gérmenes, hacer un bebé, recitar
poesías y
observar el movimiento de las estrellas, todo al
mismo tiempo, porque el campo de la correlación
infinita es
parte de su campo de información.
Lo que es
asombroso acerca del sistema nervioso de la especie
humana es que puede gobernar ese infinito
poder
organizador a través de la intención consciente. En
la especie humana, la intención no está fija o
encerrada en una
red rígida de energía e información. Tiene una
flexibilidad infinita. En otras palabras,
mientras no
infrinjamos las otras leyes de la naturaleza, a
través de nuestra intención podemos, literalmente,
dirigir las
leyes de la naturaleza para convertir en realidad
nuestros sueños y nuestros deseos.
Podemos poner a
trabajar para nosotros al computador cósmico, con su
infinito poder organizador. Podemos ir
hasta ese
fundamento último de la creación e introducir una
intención, y con sólo hacerlo, activar el campo
de la
correlación infinita.
La intención
sienta las bases para el flujo fácil, espontáneo y
suave de la potencialidad pura, que busca pasar
de lo
inmanifiesto a lo manifiesto. La única advertencia
es que utilicemos nuestra intención para beneficio
de
la humanidad;
pero eso es algo que sucede espontáneamente cuando
uno está alineado con las siete leyes espi-
rituales del
éxito.