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LAS 7 LEYES ESPIRITUALES DEL ÉXITO

La Ley de la Potencialidad Pura

Deepak Chopra 

 

LA LEY DE LA POTENCIALIDAD PURA

 

 La fuente de toda creación es la conciencia pura... la potencialidad pura que busca expresarse para

                               pasar de lo inmanifiesto a lo manifiesto.

Y cuando nos damos cuenta de que nuestro verdadero yo es la potencialidad pura, nos alineamos con

                             el poder que lo expresa todo en el universo.

 

En el principio no había existencia ni inexistencia;

todo este mundo era energía sin manifestarse...

El Ser único respiraba, sin respiración, por su propio poder. Nada más

existía...

                                         - Himno de la Creación, Rig Veda

 

La primera ley espiritual del éxito es la ley de la potencialidad pura. Se basa en el hecho de que, en nuestro

estado esencial, somos conciencia pura. La conciencia pura es potencialidad pura; es el campo de todas las

posibilidades y de la creatividad infinita. La conciencia pura es nuestra esencia espiritual. Siendo infinita e

ilimitada, también es felicidad pura. Otros atributos de la conciencia son el conocimiento puro, el silencio

infinito, el equilibrio perfecto, la invencibilidad, la simplicidad y la dicha. Ésa es nuestra naturaleza

esencial; una naturaleza de potencialidad pura.

Cuando descubrimos nuestra naturaleza esencial y sabemos quién somos realmente, ese solo conocimiento

encierra la capacidad de convertir en realidad todos nuestros sueños, porque somos la posibilidad eterna, el

potencial inconmensurable de todo lo que fue, es y será. La ley de la potencialidad pura también podría

denominarse ley de la unidad, porque sustentando la infinita diversidad de la vida está la unidad de un solo

espíritu omnipresente. No existe separación entre nosotros y ese campo de energía. El campo de la po-

tencialidad pura es nuestro propio yo. Y cuanto más desarrollemos nuestra propia naturaleza, más cerca

estaremos de ese campo de potencialidad pura.

Vivir de acuerdo con nuestro yo, en una constante auto-referencia, significa que nuestro punto interno de

referencia es nuestro propio espíritu, y no los objetos de nuestra experiencia. Lo contrario de la auto-

referencia es la referencia al objeto. Cuando vivimos según la referencia al objeto, estamos siempre influidos

 por las cosas que están fuera de nuestro yo; entre ellas están las situaciones en las que nos involucramos,

 nuestras circunstancias, y las personas y las cosas que nos rodean. Cuando vivimos según la referencia al

 objeto, buscamos constantemente la aprobación de los demás. Nuestros pensamientos y comportamientos

 esperan constantemente una respuesta. Nuestra vida, por tanto, se basa en el temor.

Cuando vivimos según la referencia al objeto, también sentimos una intensa necesidad de controlarlo todo.

Sentimos intensa necesidad de tener poder externo. La necesidad de aprobación, la necesidad de controlar

las cosas y de tener poder externo se basan en el temor. Esta forma de poder no es el de la potencialidad

pura, ni el poder del yo, o poder real. Cuando experimentamos el poder del yo no hay temor, no hay

necesidad de controlar, y no hay lucha por la aprobación o por el poder externo.

Cuando vivimos según la referencia al objeto, el punto de referencia interno es el ego. Sin embargo, el ego

no es lo que realmente somos. El ego es nuestra autoimagen, nuestra máscara social; es el papel que estamos

desempeñando. A la máscara social le gusta la aprobación; quiere controlar, y se apoya en el poder porque

vive en el temor.

Nuestro verdadero yo, que es nuestro espíritu, nuestra alma, está completamente libre de esas cosas. Es

inmune a la crítica, no le teme a ningún desafío y no se siente inferior a nadie. Y, sin embargo, es humilde

no se siente superior a nadie, porque es consciente de que todos los demás son el mismo yo, el mismo

espíritu con distintos disfraces.

Ésa es la diferencia esencial entre la referencia al objeto y la auto-referencia. En la auto-referencia,

experimentamos nuestro verdadero ser, el cual no les teme a los desafíos, respeta a todo el mundo y no se

siente inferior a nadie. Por tanto, el poder del yo es el verdadero poder.

El poder basado en la referencia al objeto, en cambio, es falso. Siendo un poder que se basa en el ego,

existe únicamente mientras exista el objeto de referencia. Si uno tiene cierto título - si es el presidente

del país o el presidente de la junta directiva de una corporación - o si tiene muchísimo dinero, el poder de

que disfruta está ligado al título, al cargo o al dinero. El poder basado en el ego dura solamente lo que

duran esas cosas.

     

Apenas desaparezcan el título, el cargo y el dinero, desaparecerá el poder.

Por otra parte, el poder del yo es permanente porque se basa en el conocimiento del yo, y este poder tiene

ciertas características: Atrae la gente hacia nosotros y también atrae las cosas que deseamos. Él magnetiza a

las personas, las situaciones y las circunstancias en apoyo de nuestros deseos. Esto es lo que se conoce

también como apoyo de las leyes de la naturaleza. Es el apoyo de la divinidad; es el apoyo que se deriva de

estar en un estado de gracia. Este poder es tal que disfrutamos de un vínculo con la gente y la gente

disfruta de un vínculo con nosotros. Es el poder de establecer lazos - lazos que emanan del verdadero amor.

¿Cómo podemos aplicar la ley de la potencialidad pura, el campo de todas las posibilidades, en nuestra vida?

Si queremos disfrutar de los beneficios del campo de la potencialidad pura, si queremos utilizar plenamente la

creatividad inherente a la conciencia pura, debemos tener acceso a ella. Una manera de tener acceso al

campo de la potencialidad pura es por medio de la práctica diaria del silencio, de la meditación y del hábito

de no juzgar. Pasar algún tiempo en contacto con la naturaleza también nos brinda acceso a las cualidades

inherentes al campo: creatividad infinita, libertad y felicidad.

Practicar el silencio significa comprometernos a destinar cierta cantidad de tiempo sencillamente a ser. Tener

la experiencia del silencio significa renunciar periódicamente a la actividad de hablar. También significa

renunciar periódicamente a actividades tales como ver televisión, escuchar radio, o leer. Si nunca nos damos

la oportunidad de experimentar el silencio, esto crea una turbulencia en nuestro diálogo interno.

Destinemos un corto tiempo de vez en cuando a experimentar el silencio. O sencillamente comprometámonos

a hacer silencio durante un determinado tiempo todos los días. Podrían ser dos horas, o si eso nos parece

mucho, hagámoslo durante una hora. Y de vez en cuando dediquemos un período largo a experimentar el

silencio, por ejemplo todo el día, o dos días, o hasta una semana.

¿Qué sucede cuando entramos en esta experiencia del silencio? En un principio, nuestro diálogo interno se

vuelve todavía más turbulento. Sentimos la necesidad apremiante de decir cosas. He conocido personas que

llegan a la desesperación total el primer o el segundo día que se consagran a guardar silencio durante un

período prolongado. Súbitamente los invade una sensación de urgencia y de ansiedad. Pero a medida que per-

severan en la experiencia, su diálogo interno comienza a callar. Y al poco tiempo, el silencio se vuelve

profundo. Esto se debe a que después de cierto tiempo, la mente se da por vencida; se da cuenta de que no

tiene sentido insistir e insistir si el yo - el espíritu, el que decide - no desea hablar, y punto. Luego, cuando

 calla el diálogo interior, empezamos a experimentar la quietud del campo de la potencialidad pura.

Practicar el silencio periódicamente, en el momento que más nos acomode, es una manera de experimentar la

ley de la potencialidad pura. Otra manera es dedicar un tiempo todos los días a la meditación. Lo ideal es

meditar por lo menos durante treinta minutos por la mañana y treinta minutos por la noche. Por medio de la

meditación aprenderemos a experimentar el campo del silencio puro y la conciencia pura. En ese campo del

silencio puro está el campo de la correlación infinita, el campo del poder organizador infinito, el terreno

último de la creación donde todo está conectado inseparablemente con todo lo demás.

En la quinta ley espiritual, la ley de la. intención y el deseo, aprenderemos la manera de introducir un leve

impulso de intención en este campo para que la realización de nuestros deseos tenga lugar espontáneamente.

Pero primero debemos tener la experiencia de la quietud. La quietud es el primer requisito para manifestar

nuestros deseos, porque en la quietud reside nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura, el cual

puede organizar una infinidad de detalles para nosotros.

Imaginemos que lanzamos una piedra pequeña en un pozo de agua y observamos las ondas que se forman. Al

rato, cuando las ondas desaparezcan y el agua quede quieta, quizás lancemos otra piedra. Eso es

exactamente lo que hacemos cuando entramos en el campo del silencio puro e introducimos nuestra intención.

En ese silencio, hasta la menor intención avanzará formando ondas por el terreno subyacente de la conciencia

universal, el cual conecta todo con todo lo demás. Pero si no experimentamos la quietud de la conciencia, si

nuestra mente es como un océano turbulento, podríamos lanzar en él todo el edificio Empire State sin ver

efecto alguno. La Biblia dice: "Calla, y sabrás que soy Dios". Esto es algo que sólo se puede lograr a través

de la meditación.

Otra manera de entrar en el campo de la potencialidad pura es por medio de la práctica del hábito de no

juzgar. juzgar es evaluar constantemente las cosas para clasificarlas como correctas o incorrectas, buenas o

malas.

Cuando estamos constantemente evaluando, clasificando, rotulando y analizando, creamos mucha turbulencia

en nuestro diálogo interno. Esa turbulencia frena la energía que fluye entre nosotros y el campo de la

potencialidad pura. Literalmente, comprimimos el espacio entre un pensamiento y otro.

Ese espacio es nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura. Es el estado de conciencia pura, el

espacio silencioso entre los pensamientos, la quietud interior que nos conecta con el poder verdadero. Y

cuando comprimimos el espacio, reducimos nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura y la

creatividad infinita.

En Un curso de milagros hay una oración que dice: "Hoy no juzgaré nada de lo que suceda". El hábito de no

juzgar crea silencio en la mente. Por tanto, es buena idea comenzar el día con esa afirmación. Y durante

todo el día, recordémosla cada vez que nos sorprendamos juzgando. Si nos parece muy difícil practicar este

procedimiento durante todo el día, entonces sencillamente digámonos: "No juzgaré nada durante las próximas

dos horas" o "Durante la próxima hora, pondré en práctica el hábito de no formar juicios". Después podremos

ampliar gradualmente el tiempo.

Por medio del silencio, de la meditación y del hábito de no juzgar, tendremos acceso a la primera ley, la ley

de la potencialidad pura. Una vez que logremos este acceso, podremos agregar un cuarto componente a esta

práctica: pasar regularmente un tiempo en contacto directo con la naturaleza. Pasar un tiempo con la

naturaleza nos permitirá sentir la interacción armoniosa de todos los elementos y las fuerzas de la vida, y

experimentar un sentimiento de unidad con todas las cosas de la vida. Trátese de un arroyo, un bosque, una

                                                             

montaña, un lago o del mar, esa conexión con la inteligencia de la naturaleza también nos ayudará a lograr el

acceso al campo de la potencialidad pura.

Debemos aprender a ponernos en contacto con la esencia más íntima de nuestro ser. Esa verdadera esencia

está más allá del ego. No teme; es libre; es inmune a la crítica; no retrocede ante ningún desafío. No es

inferior ni superior a nadie, y está llena de magia, misterio y encanto.

El acceso a nuestra esencia verdadera también nos permitirá mirarnos en el espejo de las relaciones

interpersonales, porque toda relación es un reflejo de la relación que tenemos con nosotros mismos. Si, por

ejemplo, nos sentimos culpables, temerosos o inseguros con respecto al dinero, al éxito o a cualquier otra

cosa, estos sentimientos serán el reflejo de la culpabilidad, la inseguridad y el temor básicos de nuestra

personalidad. No existe en el mundo ningún dinero o éxito que pueda resolver estos problemas básicos de la

existencia; solamente la intimidad con el yo podrá hacer surgir la verdadera cura. Y cuando estemos bien

afianzados en el conocimiento de nuestro verdadero yo - cuando realmente comprendamos su verdadera

naturaleza - jamás nos sentiremos culpables, temerosos o inseguros acerca del dinero, o de la abundancia, o

de la realización de nuestros deseos, porque comprenderemos que la esencia de toda riqueza material es la

energía vital, la potencialidad pura; y la potencialidad pura es nuestra naturaleza intrínseca.

A medida que logremos más y más acceso a nuestra verdadera naturaleza, también iremos teniendo

espontáneamente pensamientos creativos, porque el campo de la potencialidad pura es también el de la

creatividad infinita y el del conocimiento puro. Franz Kafka, el poeta y filósofo austriaco, dijo alguna vez:

"No hay necesidad de salir de la habitación. Basta con sentarse a la mesa y escuchar. Ni siquiera es

necesario escuchar, sólo esperar. Ni siquiera hay que esperar, sólo aprender a estar en silencio, quieto y

solitario. El mundo se te ofrecerá libremente para ser descubierto. Él no tiene otra alternativa; caerá en

éxtasis a tus pies".

La abundancia del universo - la espléndida exhibición y riqueza del universo - es una expresión de la mente

creativa de la naturaleza. Cuanto más sintonizados estemos con la mente de la naturaleza, mayor acceso

tendremos a su creatividad infinita e ilimitada. Pero primero debemos dejar atrás la turbulencia de nuestro

diálogo interno, a fin de poder conectarnos con esa mente rica, abundante, infinita y creativa. Y entonces

crearemos la posibilidad de una actividad dinámica, pero manteniendo al mismo tiempo la quietud de la mente

eterna, ilimitada y creativa. Esta exquisita combinación de la mente silenciosa, ilimitada e infinita con la

mente dinámica, limitada e individual, es el equilibrio perfecto de la quietud y el movimiento simultáneos, el

cual puede crear cualquier cosa que deseemos. Esta coexistencia de los contrarios - quietud y dinamismo al

mismo tiempo - nos independiza de las situaciones, las circunstancias, las personas y las cosas que nos

rodean.

Cuando reconozcamos calladamente esta coexistencia exquisita de los contrarios, nos alinearemos con el

mundo de la energía - el caldo cuántico, la cosa inmaterial que constituye la fuente del mundo material. Este

mundo de energía es fluido, dinámico, flexible, cambiante, y está siempre en movimiento. Pero, al mismo

tiempo, es quieto, callado, eterno, silencioso y no cambia.

La quietud en sí constituye la potencia para crear; el movimiento en sí es la creatividad reducida a un

determinado aspecto de su expresión. Pero la combinación de quietud y movimiento nos permite dar rienda

suelta a la creatividad en todas las direcciones - a donde quiera que el poder de nuestra atención nos lleve.

A donde quiera que vayamos en medio del movimiento y la actividad, llevemos con nosotros la quietud. De esa

manera, el movimiento caótico que nos rodea jamás nos ocultará la puerta de acceso al manantial de

creatividad, al campo de la potencialidad pura.

CÓMO APLICAR LA LEY DE LA POTENCIALIDAD PURA

Pondré a funcionar la ley de la. potencialidad pura comprometiéndome a hacer lo siguiente:

 

1) Me pondré en contacto con el campo de la potencialidad pura destinando tiempo todos los días a estar en

silencio, limitándome sólo a ser. También me sentaré solo a meditar en silencio por lo menos dos veces al día,

aproximadamente durante treinta minutos por la mañana y treinta por la noche.

 

2) Destinaré tiempo todos los días a estar en comunión con la naturaleza y ser testigo silencioso de la

inteligencia que reside en cada cosa viviente. Me sentaré en silencio a observar una puesta del sol, o a

escuchar el ruido del océano o de un río, o sencillamente a oler el aroma de una flor. En el éxtasis de mi

propio silencio, y estando en comunión con la naturaleza, disfrutaré el palpitar milenario de la vida, el campo

de la potencialidad pura y la creatividad infinita.

 

3) Practicaré el hábito de no juzgar. Comenzaré cada día diciéndome: "Hoy no juzgaré nada de lo que

suceda", y

durante todo el día me repetiré que no debo juzgar.

 

 
 
 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
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