Materia,mente y espiritu
Desde el
momento en que tomamos conciencia del mundo que nos rodea, nos
preguntamos cuál es
nuestro
lugar en él. Estas preguntas son perennes: ¿por qué estoy aquí?,
¿cuál es mi sitio en el
Universo?,
¿cuál es mi destino? De niños, imaginamos el futuro como una hoja en
blanco en la que
podemos
escribir nuestra historia. Las posibilidades son infinitas y nos
sentimos llenos de energía por
la promesa
del descubrimiento y el placer de vivir inmersos en tanto potencial.
Sin embargo,
conforme
crecemos, «comprendemos» nuestras limitaciones y nuestra visión del
futuro se constriñe.
Lo que una
vez elevó la imaginación, ahora es un lastre de temor y ansiedad; lo
que una vez pareció
ilimitado,
se vuelve estrecho y nebuloso.
Existe una forma de recuperar la vertiginosa dicha del potencial
inagotable. Todo lo que se
necesita es
comprender la verdadera naturaleza de la realidad, la disposición
para aceptar la
interrelación e indivisibilidad de todas las cosas. Después, con la
ayuda de técnicas específicas,
comprobarás
cómo el mundo se abre para ti, y la buena suerte y las
oportunidades, que de vez en
cuando
surgían, ocurrirán con más y más frecuencia. ¿Qué tan poderoso es el
sincrodestino? Ima-
gina que
estás en un cuarto totalmente a oscuras y que tienes una linterna en
la mano. Enciendes la
linterna y
ves que hay una hermosa pintura que cuelga de la pared. Tal vez
pienses: «Es una obra de
arte
maravillosa, pero ¿es todo lo que hay?» En ese momento, el cuarto se
ilumina desde arriba.
Miras a tu
alrededor y descubres que estás en un museo de arte, rodeado por
cientos de pinturas,
cada una
más hermosa que la anterior. Conforme estas posibilidades se
revelan, te das cuenta de
que tienes
una cantidad colosal de obras de arte que puedes estudiar y amar.
Dejas de estar limitado
a ver sólo
una pintura iluminada por la débil luz de una linterna.
Ésta es la promesa del sincrodestino. Éste enciende las luces; nos
da la capacidad de tomar
decisiones
auténticas, en vez de ir por la vida adivinando ciegamente; nos
permite ver significado en
el mundo,
comprender la conexión o sincronicidad de todas las cosas, elegir la
clase de vida que
queremos
vivir y cumplir nuestro destino espiritual. El sincrodestino permite
transformar nuestras
vidas de
acuerdo con lo que queremos.
El
primer paso para vivir de este modo consiste en entender la
naturaleza de los tres nivel de existencia.
Nivel 1: El
ámbito físico
El primer
nivel de existencia es el físico o material, el universo visible. Es
el mundo que mejor
conocemos,
al que llamamos mundo real Contiene materia y objetos con límites
precisos, todo lo
tridimensional y lo que percibimos con los cinco sentidos: lo que
podemos tocar, ver, escuchar, sentir,
probar u
oler. Incluye nuestros cuerpos, el viento, la tierra, el agua, los
gases, los animales, los
microbios,
las moléculas y las páginas de este libro. En el ámbito físico, el
tiempo parece fluir en una
línea tan
recta que la llamamos flecha del tiempo; ésta va del pasado al
presente y al futuro. Lo
anterior
significa que todo lo que hay en el ámbito físico tiene un principio
y un final; por lo tanto, es
pasajero.
Los seres sensibles nacen y mueren. Las montañas se elevan desde el
núcleo líquido del
planeta, y
la lluvia y el viento incesante las erosionan.
El
mundo físico está gobernado por leyes inmutables de causa y efecto,
por lo que todo es
predecible.
La física newtoniana nos permite predecir acciones y reacciones; de
modo que, cuando
una bola de
billar golpea a otra con una velocidad y en un ángulo específicos,
podemos anticipar
exactamente
qué ruta seguirá cada una sobre la mesa. Los científicos pueden
calcular con precisión
cuándo
ocurrirá un eclipse solar y cuánto durará. Toda la comprensión de
sentido común que tene-
mos del
mundo proviene de lo que sabemos de este ámbito físico.
Nivel 2: El
ámbito cuántico
En el
segundo nivel de existencia, todo consiste en información y energía.
Se le llama ámbito
cuántico.
En este nivel todo es insustancial, lo que significa que no puede
tocarse ni percibirse con
ninguno de
los cinco sentidos. Tu mente, tus pensamientos, tu ego y la parte de
ti que normalmente
consideras
que es tu ser, son parte del ámbito cuántico. Estas cosas carecen de
solidez; sin embargo
sabes que
tu ser y tus pensamientos son reales. Aunque es más fácil pensar el
ámbito cuántico en
términos de
la mente, engloba mucho más. De hecho, todo lo que existe en el
universo visible es una
manifestación de la energía y la información del ámbito cuántico. El
mundo material es un
subconjunto
del mundo cuántico.
Otra manera de explicarlo es que todo lo existente en el ámbito
físico está hecho de
información
y energía. En la famosa ecuación de Einstein, E = MC2, sabemos que
la energía (E) es
igual a la
masa (M) por la velocidad de la luz (C) al cuadrado. Esto nos dice
que la materia (masa) y
la energía
son la misma cosa, pero en manifestaciones diferentes: energía es
igual
a
masa.
Una
de las primeras lecciones de ciencia que nos enseñan en la escuela
es que todo objeto
sólido está
hecho de moléculas, y que éstas están formadas por unidades todavía
más pequeñas
llamadas
átomos. Nos explican que esta silla, aparentemente sólida, en la que
estamos sentados,
está hecha
de átomos tan pequeños que no pueden verse sin la ayuda de un
poderoso microscopio.
Luego
aprendemos que los pequeños átomos están formados por partículas
subatómicas que
carecen de
solidez. Son literalmente paquetes u ondas de información y energía.
Esto significa que
en este
segundo nivel de existencia, la silla en la que estás sentado no es
otra cosa que energía e
información.
Este concepto puede ser difícil de asimilar al principio. ¿Cómo es
posible que unas ondas
invisibles
de energía e información se perciban como objetos sólidos? La
respuesta es que los
sucesos en
el ámbito cuántico ocurren a la velocidad de la luz; y a esa
velocidad, nuestros sentidos
simplemente
no pueden procesar todo lo que influye en nuestra experiencia
sensible. Percibimos los
objetos
diferentes entre sí porque las ondas de energía contienen y
determinan la frecuencia o
vibración
de diferentes tipos de información. Es como escuchar la radio. Si
sintonizamos el 101.5 de
FM, por
ejemplo, tal vez escuchemos sólo música clásica. Si cambiamos a una
frecuencia de ondas
de radio
ligeramente distinta, por ejemplo al 101.9 de FM, quizá escuchemos
rock and roll. En función
de cómo
vibra, la energía está codificada para transmitir información
diferente.
De
esta manera, el mundo físico, el mundo de los objetos y la materia,
está hecho de
información
contenida en una energía que vibra a distintas frecuencias. La razón
por la que no vemos
el mundo
como una enorme red de energía es porque vibra demasiado rápido.
Nuestros sentidos,
que
funcionan lentamente, sólo pueden registrar trozos de esta energía y
actividad, y estos
conglomerados de información se convierten en la silla, en mi
cuerpo, en el agua y en todos los
demás
objetos físicos del universo visible.
Esto es similar a lo que ocurre cuando vemos una película. Como
sabes, una película está
hecha de
fotogramas individuales separados por franjas. Si viéramos la
película en el carrete en una
sala de
proyección, veríamos los fotogramas y las separaciones. Sin embargo,
cuando vemos la
película,
los fotogramas pasan tan rápido que nuestros sentidos no perciben la
discontinuidad. Los
percibimos
como un flujo constante de información.
En
el ámbito cuántico, los trozos de campos de energía que vibran a
diferentes frecuencias, y
que
percibimos como objetos sólidos, forman parte de un campo de energía
colectivo. Si pudiéramos
percibir
todo lo que ocurre en el ámbito cuántico, veríamos que formamos
parte de un gran caldo de
energía y
que todas las cosas, cada uno de nosotros y todos los objetos del
ámbito físico, son sólo un
conglomerado de energía que flota en este caldo de energía. En todo
momento, tu campo de energía
está en
contacto con el de todos los demás e influye en él; todos
respondemos a esa experiencia.
Todos somos
expresiones de esta energía e información. En ocasiones podemos
sentir esta
conexión.
La sensación normalmente es sutil, pero a veces es tangible. La
mayoría hemos tenido la
experiencia
de entrar en una habitación y sentir que la tensión es tal que puede
cortarse con un
cuchillo, o
de estar en una iglesia o un lugar sagrado y sentirnos inundados por
una sensación de
paz. Esto
es porque la energía colectiva del entorno se mezcla con la nuestra
y lo percibimos en
algún
nivel.
En
el ámbito físico también intercambiamos constantemente energía e
información. Imagina
que estás
parado en la calle y hueles el humo del cigarrillo de una persona
que camina a una cuadra
de
distancia. Eso significa que estás inhalando el aliento de esa
persona a cien metros de distancia.
El olor es
sólo un indicador que te informa que estás inhalando el aliento de
otra persona. Si el
indicador
no estuviera ahí, si la persona no estuviera fumando, de todos modos
estarías inhalando su
aliento,
sólo que sin el humo de cigarrillo no te darías cuenta. ¿Y qué es el
aliento? Es el bióxido de
carbono y
el oxígeno que proviene del metabolismo de cada célula del cuerpo de
ese extraño. Eso es
lo que
estás inhalando, del mismo modo que otras personas inhalan tu
aliento. Así pues, de manera
constante,
intercambiamos partes de nuestro ser, moléculas físicas y
mensurables de nuestros cuerpos.
En
un nivel más profundo, en realidad no hay límites entre nuestro ser
y el Universo. Cuando
tocamos un
objeto, lo sentimos sólido, como si hubiera un límite definido entre
éste y nosotros. Los
físicos
dirían que percibimos la solidez de ese límite porque todo está
hecho de átomos, que la so-
lidez es la
sensación que obtenemos cuando los átomos chocan contra otros
átomos. Pero piensa
qué es un
átomo. Los átomos constan de un pequeño núcleo y una gran nube de
electrones que lo
rodean. No
hay un caparazón rígido en su exterior, sólo una nube de electrones.
Para visualizarlo,
imagina un
cacahuate en medio de un estadio de fútbol. El cacahuate representa
el núcleo, y el
estadio, el
tamaño de la nube de electrones que lo rodea. Cuando tocamos un
objeto, percibimos
solidez al
contacto de las nubes de electrones. Ésa es nuestra interpretación
de la solidez, dada la
sensibilidad (o relativa insensibilidad) de nuestros sentidos. Los
ojos están programados para ver los
objetos
como tridimensionales y sólidos. Las terminales nerviosas están
programadas para sentir los
objetos
como tridimensionales y sólidos. Sin embargo, en la realidad del
ámbito cuántico, la solidez
no existe.
¿Hay solidez cuando chocan dos nubes? No. Se funden y se separan.
Algo similar ocurre
cuando
tocas un objeto. Tus campos de energía (y nubes de electrones)
chocan, algunas porciones
pequeñas se
funden y luego te separas. Aunque te percibes como un todo, has
cedido un poco de tu
campo de
energía al objeto y a cambio obtienes un poco de la suya. Con cada
encuentro
intercambiamos información y energía, y cuando nos separamos nos
transformamos un poco. Aquí
podemos
comprobar también cuan conectados estamos con el mundo físico.
Constantemente
compartimos
porciones de nuestros campos de energía, por lo que todos, en este
nivel cuántico, en el
nivel de
nuestras mentes y seres, estamos conectados. Todos estamos
correlacionados con los demás.
Así pues, sólo en la conciencia, nuestros limitados sentidos crean
un mundo sólido a partir de
la energía
e información puras. Pero ¿qué pasaría si pudiéramos ver en el
ámbito cuántico, si
tuviéramos
ojos cuánticos? Veríamos que todo lo que consideramos sólido en el
mundo físico, entra y
sale de un
vacío infinito a la velocidad de la luz. Tal como la secuencia
fotograma-franja de las
películas,
el Universo es un fenómeno de encendido-apagado. La continuidad y
solidez del mundo
existen
sólo en la imaginación alimentada por sentidos que no pueden
discernir las ondas de energía
e
información que conforman el nivel cuántico de la existencia. En
realidad, todos entramos y salimos
de la
existencia continuamente. Si pudiéramos afinar nuestros sentidos,
veríamos los huecos de
nuestra
existencia. Estamos aquí, luego no estamos y luego volvemos otra
vez. Sólo nuestra
memoria
mantiene la sensación de continuidad.
Existe una analogía que puede ilustrar este punto. Los científicos
saben que los caracoles
necesitan,
aproximadamente, tres segundos para registrar la luz. Imagina que un
caracol me está
viendo y
que salgo de la habitación y realizo una proeza en tres segundos:
robo un banco y regreso.
En lo que
al caracol concierne, nunca salí del cuarto; podría llevarlo a la
corte y rendiría un testimonio
perfecto.
Para el caracol, el tiempo que estuve fuera del cuarto caería dentro
de uno de esos huecos
entre los
fotogramas de la existencia discontinua. Su sentido de continuidad,
suponiendo que tuviera,
simplemente
no registraría el hueco de tiempo.
Así pues, la experiencia sensorial de todos los seres vivos es una
construcción perceptiva
artificial,
creada en la imaginación. Hay un relato zen sobre dos monjes que
observan una bandera
ondear en
el viento. Uno dice: «La bandera está ondeando» y el otro afirma:
«No, el viento se está
moviendo».
Su maestro se acerca y uno le pregunta: «¿Quién tiene razón? Yo digo
que la bandera se
está
moviendo; él dice que es el viento el que se mueve». El maestro
contesta: «Ambos están
equivocados. Sólo la conciencia se está moviendo; cuando la
conciencia se mueve, crea el mundo
con su
imaginación».
La
mente es un campo de energía e información. Las ideas también son
energía e
información. Tú has imaginado tu cuerpo y el resto del mundo físico,
al percibir el caldo de energía
como un
conjunto de entidades físicas separadas. Pero ¿de dónde proviene la
mente que imagina esto?
Nivel 3: El
ámbito no circunscrito
El tercer
nivel de existencia es la inteligencia o conciencia. Se le ha
llamado ámbito virtual, ámbito
espiritual,
campo de potencial, ser universal o inteligencia no circunscrita.
Aquí es donde la
información
y la energía surgen de un mar de posibilidades. El nivel más
fundamental y básico de la
naturaleza
no es material. Ni siquiera es un caldo de energía e información; es
potencial puro. Este
nivel de
realidad no circunscrita opera más allá del espacio y el tiempo
porque sencillamente no
existen en
él. Lo llamamos no circunscrito porque no puede confinarse a un
lugar. No está en ti ni
fuera de
ti; simplemente es.
La
inteligencia del ámbito espiritual es la que organiza el caldo de
energía en entidades
conocibles.
Es lo que agrupa las partículas cuánticas en átomos, los átomos en
moléculas, las
moléculas
en estructuras. Es la fuerza organizadora que está detrás de todas
las cosas. Puede ser
difícil
asimilar este concepto. Una manera relativamente sencilla de pensar
este ámbito consiste en
reconocer
la naturaleza dual de tus pensamientos. Mientras lees estas
palabras, tus ojos están
viendo la
impresión en la página, tu mente está traduciendo la impresión a
símbolos —letras y
palabras— y
tratando de deducir su significado. Pero reflexiona un momento:
¿quién es el que está
leyendo?,
¿qué es esa conciencia que está detrás de tus pensamientos? Date
cuenta de la dualidad
de estos
procesos internos. Tu mente está ocupada decodificando, analizando y
traduciendo.
Entonces,
¿quién está leyendo en realidad? Con este ligero cambio en tu
atención podrás darte
cuenta de
que existe una presencia interna, una fuerza que siempre vive las
experiencias. Ésta es el
alma o
inteligencia no circunscrita, y su vivencia tiene lugar en el nivel
virtual.
Así como la información y la energía forjan el mundo físico, este
ámbito no circunscrito crea y
ordena la
actividad de la información y la energía. De acuerdo con el doctor
Larry Dossey, exitoso
escritor y
estudioso de la metafísica, los acontecimientos no circunscritos
tienen tres importantes
características que los distinguen: están correlacionados de manera
independiente, absoluta e
inmediata.
Analicemos brevemente lo que quiere decir con esto.
El
comportamiento de dos o más acontecimientos subatómicos no está
determinado por las
leyes de
causa y efecto; significa que un suceso no es la causa de otro,
aunque el comportamiento
esté
correlacionado o coordinado inmediatamente con éste. En otras
palabras, parecen bailar al mis-
mo son,
aunque no están comunicándose entre sí en el sentido convencional.
Éste es el significado
de
independiente.
La
correlación entre los acontecimientos no circunscritos es absoluta,
lo que significa que la
firmeza de
la correlación permanece intacta, a pesar de la distancia en tiempo
y espacio. Por ejemplo,
si tú y yo
estuviéramos hablando en una habitación, mi voz sonaría muy
diferente que si estuviéramos
en aceras
opuestas en una calle. A esta distancia, mi voz sonaría mucho más
débil, en el caso de
que
pudieras oírme. Si estuvieras en el ámbito no circunscrito, me
escucharías claramente sin
importar
que yo estuviera parado a tu lado, al otro lado de la calle, a un
kilómetro de distancia o,
incluso, en
otro continente.
Finalmente,
inmediato
significa
que los acontecimientos no circunscritos no requieren tiempo
de
traslado. Todos sabemos que la luz y el sonido viajan a velocidades
distintas y por eso vemos el
relámpago a
la distancia antes de escuchar el trueno. Con los sucesos no
circunscritos no hay tal
retraso,
pues las correlaciones de este tipo no obedecen a las leyes de la
física clásica. NO hay
señal, no
hay luz y no hay sonido. No hay nada que tenga que trasladarse. Las
correlaciones entre
los
acontecimientos que suceden en el nivel no circunscrito o virtual,
ocurren al instante, sin causa y
sin
debilitarse a través del tiempo o la distancia. La inteligencia no
circunscrita está en todas partes a
la vez, y
puede causar múltiples efectos simultáneos en varios lugares. Es
desde este ámbito virtual
desde donde
todas las cosas están organizadas y sirneronizadas. Por lo tanto,
ésta es la fuente de
las
coincidencias, que son tan importantes para el sincrodestino. Cuando
aprendes a vivir desde este
nivel,
puedes cumplir espontáneamente todos tus deseos. Puedes hacer
milagros.
Evidencias del
ámbito virtual
El ámbito
virtual no es producto de la imaginación ni del anhelo de una fuerza
universal más grande
que
nosotros. Aunque los filósofos han discutido y debatido la
existencia del espíritu durante miles de
años, no
fue sino hasta el siglo XX que la ciencia pudo ofrecer pruebas de la
existencia de la
inteligencia no circunscrita. Aunque la siguiente disertación es
algo compleja, si la lees completa
estoy
seguro de que tendrás la misma sensación de maravilla y emoción que
sentí cuando supe de
esta
investigación.
Tal
como aprendimos en la clase de ciencias, el Universo está formado
tanto de partículas
sólidas
como de ondas. Nos enseñaron que las partículas eran los componentes
básicos de todos los
objetos
sólidos del mundo. Por ejemplo, aprendimos que las unidades más
pequeñas de materia —
como los
electrones del átomo—, eran partículas. Asimismo, nos enseñaron que
las ondas como las
del sonido
o la luz no eran sólidas. No había confusión entre las dos; las
partículas eran partículas y
las ondas,
ondas.
Lo
que los físicos descubrieron, posteriormente, es que una partícula
subatómica es parte de
lo que se
conoce como paquete de onda. Aunque las ondas de energía normalmente
son continuas,
con cimas y
depresiones separadas uniformemente, un paquete de onda es una
concentración de energía.
(Imagina una pequeña pelota de estática con cimas y depresiones
rápidas y marcadas que
representan
la amplitud de la onda.)
ONDA
PAQUETE DE
ONDA
Hay
dos preguntas que podemos formular sobre la partícula de este
paquete de onda: 1)
¿dónde
está?, y 2) ¿cuál es su velocidad? Los físicos descubrieron que
podemos hacer una de estas
preguntas,
pero no ambas. Por ejemplo, cuando preguntamos dónde está y
circunscribimos una
onda-partícula aun lugar, entonces se convierte en una partícula. Si
preguntamos cuál es su
velocidad,
hemos decidido que el movimiento es el factor más importante y por
tanto estamos
hablando de
una onda.
De esta
manera, de lo que estamos hablando, la onda-partícula ¿es una partícula
o una onda?
Depende de cuál
de las dos preguntas formulemos. En cualquier momento, esa
onda-partícula puede
ser una
partícula o bien una onda, pues no podemos conocer su ubicación y su
velocidad al mismo
tiempo. De
hecho, mientras no midamos su emplazamiento o su velocidad, es partícula
y onda al
mismo tiempo. A
esto se le conoce como principio de incertidumbre de Heisenberg; se
trata de uno
de los
conceptos básicos de la física moderna.
Imagina
una caja cerrada con una onda-partícula en su interior. Su identidad
definitiva no está
determinada
hasta que se le observa o mide de alguna forma. En el momento previo a
la
observación, su
identidad es potencial puro. Es tanto una onda como una partícula y
existe sólo en el
ámbito virtual.
Después de que tiene lugar la observación o la medición, el potencial se
desploma y se
convierte en
una entidad única, una partícula o una onda. Dado que normalmente
evaluamos el
mundo a través
de los sentidos, la idea de que algo puede existir en más de un estado a
la vez, se
opone
totalmente a lo que nos dice nuestra intuición, pero esa es la magia del
mundo cuántico. Un
famoso
experimento de pensamiento creado por el físico Erwin Shroedinger
muestra los extraños
acontecimientos
que son posibles gracias a la física cuántica. Imagina que tienes una
caja cerrada
que contiene
una onda-partícula, un gato, una palanca y un recipiente con la tapa
suelta de comida
para gato. Si
la onda-partícula se convirtiera en partícula, pondría en acción la
palanca, ésta
levantaría la
tapa del recipiente de comida y el gato comería. Si la onda-partícula se
convirtiera en
onda, la tapa
permanecería en el recipiente. Si abriéramos la caja (y por tanto
hiciéramos una
observación),
veríamos un recipiente vacío (y un gato feliz), o un recipiente lleno (y
un gato
hambriento).
Todo depende del tipo de observación que hagamos. Pero ésta es la parte
que deja a la
mente atónita:
antes de que veamos dentro de la caja y hagamos una observación, el
recipiente está
vado y lleno, y
el gato está simultáneamente satisfecho y hambriento. En ese momento,
ambas
posibilidades
existen al mismo tiempo.
La observación
es la que convierte la posibilidad en realidad.
Por increíble
que suene, recientemente, los físicos realizaron un experimento que
probó este
fenómeno:
demostraron que un átomo cargado y no observado de berilio ¡era capaz de
estar en dos
lugares al
mismo tiempo!
Quizá lo más
difícil de creer es la noción de que dos lugares distintos puede ser
producto de la
percepción. En
otras palabras, dos sucesos correlacionados y en dos lugares diferentes
pueden ser,
de hecho, los
movimientos de un solo suceso. Imagina que hay un pez en una pecera y
que dos
cámaras de
video están grabando sus movimientos. Las dos cámaras se ubican en
ángulo recto y
proyectan sus
imágenes respectivas en dos pantallas distintas, que están en otra
habitación. Tú estás
sentado en esta
habitación mirándolas. Observas dos peces diferentes y te sorprende que
el
comportamiento
de uno se correlaciona inmediatamente con el del otro. Por supuesto, tú
no sabes
qué está
pasando detrás de las cámaras. Si lo supieras, verías que se trata de un
sólo pez. Si
colocáramos
muchas cámaras en ángulos distintos y proyectáramos sus imágenes en
diferentes
pantallas en la
misma habitación, te sorprendería la correlación de los diferentes peces
al instante.
Los
grandes visionarios de las tradiciones místicas sugieren que lo que
experimentamos todos
los días es una
realidad proyectada, en la que los acontecimientos y las cosas sólo
están separadas
en el tiempo y
el espacio, de manera aparente. En el reino más profundo, todos somos
miembros del
mismo cuerpo y
cuando una parte del cuerpo se mueve, todas las demás son afectadas al
instante.
Los
científicos también proponen un nivel de existencia llamado hiperespacio
octodimensional
de Minkowsky.
En esta dimensión, concebida matemáticamente, la distancia entre dos
sucesos, sin
importar cuan
distantes puedan parecer en el espacio y el tiempo, siempre es igual a
cero. A su vez,
esto sugiere
una dimensión de existencia en la que todos somos inseparablemente uno.
La
separación
puede ser sólo una ilusión. El enamoramiento en cualquiera de sus formas
tiene la
capacidad de
empezar a destruir esa ilusión.
Como
la observación es la clave para definir a la onda-partícula como una
sola entidad, Niels
Bohr y otros
físicos creyeron que la conciencia era la única responsable de la
mutación de la onda-
partícula. Por
tanto, puede decirse que sin conciencia nada estaría definido, todo
existiría sólo como
paquetes de
energía potenciales o potencial puro.
Éste
es uno de los puntos clave de este libro. Permíteme repetirlo porque es
muy importante:
Sin la
conciencia como observadora e intérprete, todo existiría sólo como
potencial puro.
Ese
potencial puro
es el ámbito virtual, el tercer nivel de existencia. No está
circunscrito; es inagotable,
infinito y
abarca todas las cosas. La utilización de ese potencial es lo que nos
permite hacer milagros.
Milagros no es
una palabra suficientemente elocuente. Permíteme volver a la física para
describir
cómo la ciencia
ha documentado algunos de los asombrosos . hechos que pueden ocurrir
desde
este nivel de
potencial.
Intrigado e inquieto por las posibilidades abiertas por la física
cuántica, Albert Einstein diseñó
su propio
experimento mental: imagina dos ondas-partículas idénticas que son
disparadas en
direcciones
opuestas. ¿Qué ocurre si preguntamos sobre la ubicación de la
onda-partícula A y sobre
la velocidad de
la onda-partícula B? Recuerda: ambas son idénticas, por lo que cualquier
cálculo que
se haga sobre
una, será válido para la otra, por definición. El conocimiento de la
ubicación de la
onda-partícula
A (que por lo tanto se ha convertido en partícula) nos indica
simultáneamente la
ubicación de la
onda-partícula B, que por lo mismo se convierte también en partícula.
Las
consecuencias de este experimento mental, que se ha verificado
matemática y
experimentalmente, son enormes. Si la observación de la onda-partícula A
afecta a la onda-partícula
B, entonces hay
una conexión o comunicación no circunscrita en la que se intercambia
información a
una velocidad
mayor que la de la luz, sin el intercambio de energía. Esto se opone
totalmente al
sentido común.
A este experimento mental se le conoce como paradoja Einstein-Podolsky-Rosen.
Los
experimentos de laboratorio han demostrado que las leyes de la física
cuántica son válidas y que
la comunicación
o conexión no circunscrita es una realidad.
Permíteme intentar ilustrar la magnitud de este punto con un ejemplo que
es un poco
exagerado, pero
que tiene lugar en el mundo físico, por lo que sus efectos son más
fáciles de
concebir.
Imagina que una empresa envía simultáneamente dos paquetes idénticos,
uno a mi
domicilio en
California y otro a tu casa. En cada una de las cajas hay una
onda-partícula
correlacionada
y no observada: potencial puro. Tú y yo recibimos y abrimos los paquetes
exactamente al
mismo tiempo. Justo antes de cortar la cinta y abrir las tapas, yo creo
una imagen
mental de lo
que quiero que contenga la caja. Cuando la abro, descubro que contiene
justo lo que
imaginé: un
violín. Pero ésa es sólo la mitad del milagro. Cuando tú abres tu caja,
¡también contiene
un violín!
Cuando yo imaginé lo que quería que contuviera la caja, las
ondas-partículas adoptaron una
forma
específica, y mi imaginación afectó la onda-partícula dé tu paquete.
Podríamos repetir este
experimento una
y otra vez, y siempre obtendríamos el mismo resultado: 16 que yo
imaginara para mí
sería igualado
para ti en ese preciso instante. Y no sólo puedo influir en la forma de
un grupo de
ondas-partículas, sino que, de alguna manera, éstas son capaces de
comunicar a través de la
distancia entre
mi casa y la tuya, la forma que están tomando a una velocidad mayor que
la de la luz.
A esto se
refiere la comunicación o correlación no circunscrita.
En una
prolongación de esta investigación, también se demostró la existencia de
la comunicación no
circunscrita en
las personas. En el famoso experimento Grinberg-Zylberbaum, publicado en
1987, los
científicos
utilizaron un aparato llamado electroencefalógrafo para medir las ondas
cerebrales de
parejas que
meditaban juntas. Descubrieron que algunas parejas mostraban una fuerte
correlación
entre sus
patrones de ondas cerebrales, lo que sugería un estrecho vínculo o
relación mental. Estas
personas podían
identificar, cuando se percibían en comunicación directa con la otra,
información que
era confirmada
por las máquinas que medían sus ondas cerebrales. A estas parejas
estrechamente
vinculadas se
les pidió que meditaran juntas, una al lado de la otra, durante veinte
minutos.
Después, una de ellas se trasladaba a otra habitación, cerrada y
aislada. Una vez ubicadas,
cada una en una
habitación distinta, se les pidió que intentaran establecer comunicación
directa con
la otra. La
persona que había sido trasladada era estimulada en su habitación con
brillantes destellos
de luz, que
causaban en sus ondas cerebrales pequeños picos llamados potenciales
provocados.
Pero lo
fascinante de este experimento es que la persona que no estaba expuesta
a la luz, también
mostraba
pequeños picos en sus ondas cerebrales que correspondían a los
potenciales provocados
de la que
estaba expuesta a los destellos. Así pues, estas dos personas estaban
conectadas en un
nivel profundo
por medio de la meditación, y esa conexión provocaba reacciones físicas
mensurables
en ambas,
incluso en la que no estaba expuesta al estímulo luminoso. Lo que le
ocurría a una le
sucedía a la
otra, automáticamente y en forma instantánea.
Estos
resultados no pueden explicarse si no es a través de la correlación no
circunscrita que
ocurre en el
ámbito virtual, el nivel del espíritu que conecta, organiza y sincroniza
todo. Este campo
ilimitado de
inteligencia o conciencia está en todos lados; se manifiesta en todas
las cosas. Lo hemos
visto operar en
el nivel de las partículas subatómicas —el componente básico de todas
las cosas—, y
lo hemos visto
conectar a dos personas en un nivel que trasciende las divisiones. Sin
embargo, no es
necesario
entrar en un laboratorio para ver a esta inteligencia no circunscrita en
acción.
Las pruebas están por todos lados, en los animales, en la
naturaleza e, incluso, en nuestro cuerpo.
|
|