Celebra la Danza del Cosmos
Sutra:
Shiva-Shakti
Doy a
luz a los dioses y diosas que están en mi interior;
ellos
expresan todos sus atributos y poderes a través de mí
El sexto
principio nos exhorta a vivir la vida con plenitud, a través del
aprovechamiento de los
aspectos
masculino y femenino de nuestro ser.
Una
manera de sacar provecho de ambos aspectos de nuestro ser, consiste
en apelar a
arquetipos
tanto masculinos como femeninos. Según Carl Jung, los arquetipos son
recuerdos
heredados
que están representados en la mente como símbolos universales y que
pueden
observarse
en los sueños y los mitos. Son estados de conciencia. Los arquetipos
son con-
centraciones universales de energía psíquica.
Los
arquetipos existen como potencial y yacen latentes en tu conciencia.
Todos tenemos por
lo menos un
arquetipo, el cual permanece latente hasta que es liberado por
alguna situación del
entorno o
de la vida mental, consciente o inconsciente de una persona. Una vez
liberado, el arquetipo
manifiesta
sus poderes y atributos a través de ella. Lo que haces con tu vida
es normalmente un
reflejo de
la combinación de tus arquetipos. Por ejemplo, una persona que
ostenta un poder
excepcional
en el mundo —un rey o un presidente— seguramente tiene a Zeus o a
Hera como
arquetipos
de poder y liderazgo. Pero si esa persona también es
excepcionalmente sabia, también
puede tener
a Atenea como arquetipo de sabiduría.
Es
posible liberar conscientemente a tu arquetipo por medio de la
intención. Cuando
descubres
cuáles son tus arquetipos primarios puedes empezar a llamarlos
diariamente. Rodea tu
cama de
símbolos, palabras o representaciones que te recuerden tus
arquetipos. Que éstas sean las
primeras
cosas que veas cuando despiertes por las mañanas. Pídeles
orientación y sabiduría, que se
vuelvan
parte de ti y que trabajen a través de ti. Esto puede ser tan
sencillo como decir: «Te pido que
te vuelvas
parte de mí y que trabajes a través de mí. Guía mi vida».
Si
invitas a tus arquetipos siguiendo este método inmediatamente
después de tu meditación
diaria,
empezarás a sentir su presencia más fuerte y directa. Ellos pueden
darte acceso a las
fortalezas
ocultas que están en tu interior.
Ejercicio 11:
Encontrar el cosmos interior
Graba esto
en una cinta para que puedas escucharlo mientras realizas el
ejercicio. Siéntate o
acuéstate
cómodamente y con los ojos cerrados. Acalla tu diálogo interno
concentrándote en tu
respiración. Después de algunos minutos, pon tu atención en el
corazón. Visualiza tu corazón como
una esfera
palpitante de luz. En esta esfera visualiza dos o tres seres divinos
o energías arquetípicas.
Pueden ser
ángeles, dioses o diosas. Ahora visualiza el resto de tu cuerpo
también como un cuerpo
de luz.
Imagina lentamente que este cuerpo de luz y su esfera palpitante de
seres divinos se expande
hasta
ocupar por completo la habitación en la que estás sentado o
acostado. Permite que la
expansión
traspase los confines de la habitación, de manera que ya no estés en
esta sino que ella
esté en ti.
Continúa el proceso de expansión de tu cuerpo de luz hasta que la
ciudad entera en la que
vives
exista en tu cuerpo: edificios, gente, tráfico y campo. Sigue
expandiendo tu sentido del yo hasta
incluir en
tu ser físico el estado en el que vives, tu país y finalmente el
planeta entero. Observa cómo
el mundo
entero existe en ti: todas las personas, los demás seres sensitivos,
árboles y bosques, ríos
y montañas,
lluvia y luz del sol, tierra y agua. Estos son distintos componentes
de tu ser; son los
distintos
órganos de tu cuerpo. Ahora di en silencio: «No estoy en el mundo;
el mundo está en mí». Si
percibes
algún desequilibrio en este mundo tuyo, pide a los seres divinos que
siguen bailando en la
esfera
palpitante de tu corazón que los corrijan. Pídeles que cumplan
cualquier deseo que tengas y
que den
armonía, belleza, alivio y júbilo a las distintas partes de tu ser
cósmico. Continúa ex-
pandiendo
tu sentido del yo hasta incluir planetas y lunas, estrellas y
galaxias. Ahora di en silencio:
«No estoy
en el Universo; el Universo está en mí». Empieza a disminuir
lentamente el tamaño de tu
ser cósmico
hasta que puedas sentir otra vez tu cuerpo personal. Imagina que los
trillones de células
de tu
cuerpo personal forman parte de una danza, que cada célula es un
universo entero en sí
misma.
Recuerda que tu ser auténtico habita en todos estos niveles de la
creación: del microcosmos
al
macrocosmos, del átomo al universo, de tu cuerpo personal a tu
cuerpo cósmico. Recuerda que en
cada uno de
estos niveles de tu existencia están a tu alcance las energías
divinas que organizan de
manera no
circunscrita la danza cósmica para crear la interacción armoniosa de
los elementos y las
fuerzas que
pueden realizar cualquier deseo. Expresa tu agradecimiento a estas
energías
arquetípicas. Ahora permanece sentado o acostado en silencio
percibiendo todas las sensaciones de
tu cuerpo.
Tal vez tengas cosquilleos o te sientas eufórico. Después de dos o
tres minutos abre los
ojos. El
ejercicio ha concluido.