La persona protectora puede ver a un
bebé con alitas. Aquel que se refugia en la soledad, quizás vea a un
ángel con figura humana adulta y, aunque los ángeles no tienen sexo,
pueden llegar a visualizar a una mujer o a un varón, según las
expectativas del subconsciente.
La verdadera imagen angélica no tiene
nada que ver con un ser antropomórfico sino con una luz.
Aquel que tenga el don de la
mediumnidad vidente, podrá visualizar un trazo de luz, una línea
o un punto brillante, generalmente en tonos blancuzcos. Entonces
sabrá que estará viendo un ángel.
Pero la mayoría de los seres humanos,
debido a conceptos preestablecidos, sólo ven a los ángeles con las
formas ya conocidas.
Algunos estudiosos describen a los
ángeles como pulsaciones lumínicas, pero no de la luz visible que
todos conocen, sino de una luz que surca el universo supraenergético
y mora en el 6º nivel de vibración espiritual.
De los que están en contacto con el ser
humano hay cuatro que son más conocidos: los arcángeles serafines
Gabriel, Miguel, Rafael y Uriel.
Existe una jerarquía angelical que está
formada por nueve cualidades: Serafines, Querubines, Tronos,
Dominaciones, Potencias, Virtudes, Principados, Arcángeles y
Ángeles.
Cada cualidad está conducida por un
Príncipe, al cual acompañan ocho ángeles.
El Príncipe de los Serafines es
Metatrón, que en hebreo significa “Rey de los Ángeles”.
Otra traducción sería “El que ocupa el
trono vecino al trono de Dios”.
Su energía es tan sutil que roza la
energía de los elohim o dioses menores. Aun estando en el 6º
nivel de vibración supraenergética, tiene el don de comunicarse
en forma periódica con las Energías Divinas del 7º nivel.
Dirige con amor a la mayoría de los
seres espirituales, siempre en beneficio de todos los espíritus en
evolución.
Muchos investigadores lo confunden con
Kether, el Primer Sephirah.
El príncipe de los Querubines es Raziel,
que en hebreo significa “Secreto de Dios”.
Esta entidad de amor orienta
espiritualmente a todas las criaturas que se sienten desamparadas.
El príncipe de los Tronos es Tsaphkiel,
que en hebreo quiere decir “Ángel de la noche”. Otra denominación es
Auriel.
Éste ángel ayuda a los seres encarnados
a encontrar su camino espiritual.
El príncipe de las Dominaciones es
Tsadkiel, del hebreo “Fuego de Dios”.
Su función es ayudar a aquellos seres
que se encuentran faltos de ánimo para emprender una tarea
altruista.
También se lo conoce como Uriel, el
Arcángel de la Salvación. Fue quien condujo a Téraj, a su hijo
Abraham y a su nuera Saray fuera de la ciudad de Ur, hacia Jarán, en
Canaán.
Uriel se ocupa de ayudar a las personas
a organizar su vida, tanto laboral como afectiva.
El príncipe de las potencias es Camal,
que en el idioma hebreo es “Socorro y fuerza de Dios”. Influencia en
los espíritus en evolución para que, a través de la unión con otros
seres, encuentren la fuerza para salir adelante.
El Príncipe de las Virtudes es Raphael,
o sea, “El Ángel que Cura”. También se escribe Rafael. Está a cargo
de remediar los males espirituales, armonizando con su amor a cada
ser que se sienta abatido.
En el Libro de Tobías se lo describe
como un ángel misericordioso, que cura a Tobit, padre de Tobías;
libera a Sarra del influjo maléfico de Asmodeo, un espíritu del
error, y la entrega como mujer al joven Tobías, de quien es fiel
compañero de viaje en la ruta a Ragués de Media.
Rafael actúa también sobre
los problemas psicosomáticos.
El príncipe de los Principados es
Haniel, que en hebreo quiere decir “Gloria o gracia de Dios”.
Este ángel trata de orientar a todos
los espíritus del error. También apuntala en la parte afectiva a los
seres encarnados en el plano físico.
El príncipe de los Arcángeles es
Miguel, del hebreo Micael, que significa “Quién es como Dios”.
Cuando la evolución espiritual recién
comenzaba, este ángel era el paladín en la lucha contra el mal.
Actualmente, es el arcángel de la Paz. Al invocarlo, se le pide que
trabaje por la armonía y la confraternidad entre todos los seres
encarnados.
Algunos estudiosos de la Cábala lo
llegaron a confundir con Metatrón.
El príncipe de los Ángeles es Gabriel,
del hebreo Gebher y su traducción es “La humanidad de Dios”.
Su misión es recordarle a todos los
seres vivos que El Padre los ama y que jamás van a estar
desamparados.
Cuando se lo invoca se le debe pedir
por la unión de todos los hombres y que equilibre las emociones de
aquellos que son muy impulsivos.
Los mahometanos sostienen que Gabriel
le dictó el Corán a Mahoma. En la Biblia está escrito que el amado
Gabriel le anunció a María el nacimiento del Maestro Jesús.
Hay que destacar la labor de Rehael, el
Séptimo Ángel de las Potencias. Su tarea es proteger a los seres
encarnados que están en Misión, de todas las influencias negativas
que entorpezcan dicha misión, sea de sanación espiritual o de
difusión de la Palabra Divina.
Al hablar de las entidades angélicas es
de suma importancia destacar el rol de Luzbel, cuyo nombre significa
“Portador de la Luz”.
Tiene un papel preponderante en la
evolución espiritual de los seres encarnados, puesto que El Absoluto
lo eligió para tentar al ser humano y así fortalecer su resolución
espiritual.
Lo acompañaron 72 ángeles voluntarios,
a los que se les borró la memoria por Misericordia Divina y de esa
manera fue como se formaron los llamados Demonios.
Luzbel mantuvo su memoria intacta y fue
viendo a través de los milenios cómo los hombres sucumbían a las
tentaciones, haciendo casi infinito su sufrimiento. Pero lo
soportaba por su incondicional amor a Dios.
Luzbel es conocido como
Lucifer, el Príncipe de los demonios.
La tradición dejó de verlo como lo que
en realidad es, una entidad de Luz que ayuda a crecer
espiritualmente al ser encarnado, para considerarlo como un ser
maligno que corrompe el espíritu.
Hay que tener una gran fortaleza
interior para vencer a las tentaciones y sobreponerse al lastre del
ego. El Maestro Jesús salió airoso de la prueba y Luzbel
vivió una gran satisfacción por ello, aunque a muchos todavía les
cueste entender esa emoción.
El Absoluto es La Sabiduría y no todos
los seres pueden llegar a entender Su discernimiento.