RECORDAR
A
la mañana siguiente, me desperté sobresaltado por el chillido de un
halcón que pasó volando muy alto y me trajo a la conciencia. Durante
unos instantes escuché con atención imaginando sus orgullosas
ondulaciones. Gritó una vez más y luego calló. Me senté y me asomé
por la cortina de la carpa; el día estaba nublado pero caluroso y
una leve brisa balanceaba las copas de los árboles. No había indicio
alguno del sonido inarticulado. Me puse un par de pantalones cortos,
tomé un rollo de cinta adhesiva de mi mochila y con cuidado envolví
toda la articulación, rodeando el tobillo con cuidado. Sentí muy
poco dolor. Luego me arrastré fuera de la carpa y me puse de pie.
Después de unos instantes apoyé el peso sobre el pie y di un paso
tentativo. Sentía débil el tobillo pero si bien renqueaba
ligeramente, parecía soportarme. Me pregunté: ¿Habrá ayudado el
procedimiento de Maya, o simplemente el tobillo no estaba tan mal
herido? Imposible saberlo.
Volví a revisar la mochila, saqué una muda de ropa y después tomé
los platos sucios de la noche anterior. Con mucha prudencia, atento
a cualquier sonido o movimiento extraño, caminé hasta el río.
Cuando localicé un lugar que no estuviera a la vista, entré en el
agua que encontré fría y refrescante. Permanecí en ella sin pensar,
tratando de olvidar la ansiedad que empezaba a crecer en mis
entrañas, observando los colores de las hojas que se movían encima
de mi cabeza.
De repente empecé a recordar un sueño de la noche anterior. Estaba
sentado en una roca... algo pasaba... Estaba Wil... y otros.
Vagamente, recordaba un campo azul y ámbar. Me esforcé pero no logré
recordar nada más.
Al abrir un frasco de jabón, noté que los árboles y los arbustos que
me rodeaban de pronto parecían crecer. De alguna manera, el acto de
recordar mi sueño había aumentado mi energía. Empecé a sentirme más
liviano. Me bañé a toda prisa y lavé los platos. Al terminar, noté
que una roca grande que había a mi derecha se parecía mucho a la
roca en la que estaba sentado en mi sueño. Me detuve e inspeccioné
de cerca el peñasco. Chato y de unos tres metros de diámetro, su
color y su forma coincidían.
En unos minutos, desarmé la
carpa, empaqué y oculté mis cosas debajo de unas ramas caídas.
Luego volví a la roca, me senté y traté de recordar el campo azul y
la posición exacta que Wil ocupaba en el sueño. Estaba a mi
izquierda y un poquito más atrás. En ese momento me vino a la mente
una clara imagen de su cara, como en una foto en primer plano. Luché
por mantener los detalles exactos para recrear su imagen y al
hacerlo la rodeé con el campo azul.
A los pocos segundos experimenté una sensación de tironeo en el
plexo solar y de repente estaba de nuevo caminando entre los
colores. Cuando me detuvo, el lugar era azul claro y luminoso y Wil
se hallaba a nú lado.
—¡Gracias a Dios volviste! —exclamó mientras se acercaba—. Te
hiciste tan denso que no podía encontrarte.
—¿Qué pasó antes? —pregunté—. ¿Por qué se hizo tan fuerte el sonido
inarticulado?
—No lo sé.
—¿Dónde estamos?
—Es un nivel particular en el cual parecen tener lugar los sueños.
Miré el
campo azul. No se movía nada.
—¿Has
estado aquí antes?
—Sí. Vine antes de encontrarte en las cascadas, aunque en ese
momento no sabía por qué.
Durante un instante los dos inspeccionamos de nuevo los alrededores.
Wil preguntó:
—¿Qué te
pasó cuando volviste?
Con excitación, empecé a describir todo lo que había ocurrido,
concentrándome primero en el pronóstico de colapso ambiental y civil
de Joel. Wil me escuchaba con atención, asimilando cada aspecto del
punto de vista de Joel.
—Expresaba el Miedo. Asentí.
—Eso es lo que creo. ¿Supones que en realidad está pasando todo lo
que dijo? —pregunté.
—Creo
que el peligro consiste en que mucha gente empieza a creer que eso
es lo que está sucediendo. Recuerda lo que decía la Novena
Revelación: al avanzar, el renacimiento espiritual debe superar la
polarización del Miedo.
Miré
fijamente a Wil.
—Me
encontré con alguien más, una mujer. Wil escuchó la descripción de
mi experiencia con Maya, en especial lo de la herida en mi tobillo y
sus procedimientos de cura. Al terminar, miró a la distancia,
pensando.
—Creo que Maya es la mujer de la visión de Williams —agregué—. La
mujer que trataba de impedir la guerra con los americanos nativos.
—Tal vez su idea de sanación contenga la clave del manejo del Miedo.
Asentí y le hice señas de que continuara.
"Es todo muy lógico —dijo—. Mira lo que ya pasó. Viniste aquí
buscando a Charlene y encontraste a David, quien dijo que la Décima
trata de una mayor comprensión del renacimiento espiritual que está
produciéndose en el planeta, comprensión que se alcanza captando
nuestra relación con la dimensión de la Otra Vida. Dijo que la
revelación habla de aclarar la naturaleza de las intuiciones, de
sostenerlas en nuestra mente, de ver nuestro camino sincrónico de
una manera más plena.
"Más tarde, pensaste en cómo sostener tus intuiciones, me
encontraste en las cascadas y yo te confirmé que sostener las
intuiciones, las imágenes mentales de nosotros mismos, constituye el
modo operativo también en la Otra Vida, y que los seres humanos nos
movemos en armonía con esta otra dimensión. Poco después, los dos
observamos la revisión de vida de William y lo vimos sufrir por no
recordar algo que había querido hacer, que era reunirse con un grupo
de gente para ayudar a manejar este Miedo que amenaza nuestro
despertar espiritual.
"Él dice que debemos entender este Miedo y hacer algo al respecto, y
después nos separamos y tú te encontraste con un periodista, Joel,
que se explaya enunciando ¿qué? Una visión espantosa del futuro. De
hecho, el miedo a la destrucción total de la Civilización.
"Luego de lo cual, obviamente, das con una mujer cuya vida tiene que
ver con sanar y la forma en que ella facilita la sanación consiste
en ayudar a la gente a superar los bloqueos del miedo estimulando su
memoria, ayudándola a discernir por qué está en el planeta. La
clave tiene que ser este recordar.
Un movimiento repentino en el ambiente desvió nuestra atención. A
unos cien metros parecía estar formándose otro grupo de almas.
"Tal vez están aquí para ayudar a alguien con su sueño —dijo Wil.
Lo miré fijo.
—¿Nos ayudan a soñar?
—Sí, de alguna manera. Anoche, cuando soñaste, había algunas otras
almas aquí.
—¿Cómo supiste lo de mi sueño?
—Cuando regresaste a lo físico, traté de encontrarte pero no pude.
Entonces, mientras esperaba, empecé a ver tu cara y vine aquí. La
última vez que vine a este lugar no podía entender qué pasaba, pero
ahora creo comprender qué sucede cuando soñamos.
Sacudí la cabeza sin comprender. Wil hizo un gesto señalando las
almas.
—Al parecer, todo sucede de manera sincronizada. Estos seres que ves
quizás estaban aquí igual que yo antes, por coincidencia, y ahora es
probable que estén esperando para ver quién aparece en su cuerpo
onírico.
De pronto, el sonido inarticulado de fondo se volvió más intenso y
no pude responder. Me sentía confundido, mareado. Wil se acercó a mí
y volvió a tocarme la espalda.
—¡Quédate conmigo! —dijo-. Por alguna razón, tenemos que ver esto.
Luché para aclarar mi mente, luego noté que otra forma se
manifestaba en el espacio, junto a las almas. Al principio pensé que
aparecían más almas, pero después me di cuenta de que la formación
era mucho más grande de lo que había visto hasta ese momento. Por
último, vi que toda la escena se proyectaba ante nosotros, como un
holograma, con personajes, escenografía, diálogos y todo. Un
individuo solo parecía estar en el centro de la acción, un hombre,
vagamente familiar. Después de un momento de concentración, me di
cuenta de que la persona que se hallaba ante nosotros era Joel.
Mientras mirábamos, la escena empezó a desarrollarse como el
argumento de una película. Me esforcé por seguirla, pero mi cabeza
todavía estaba embotada; no lograba entender qué ocurría. A medida
que el episodio avanzaba y el diálogo se volvía más intenso las
almas y el periodista iban acercándose. Después de varios minutos,
el drama terminó y todos desaparecieron.
—¿Qué era lo que pasaba? —pregunté.
—El individuo del centro de la escena estaba soñando —explicó Wil.
—Era Joel, el hombre del cual te hablé —aclaré. Wil se volvió hacia
mí, asombrado.
—¿Estás seguro?
—Sí.
—¿Entendiste el sueño que acaba de tener?
—No, no pude. ¿Qué pasaba?
—El sueño era sobre una guerra. Huía de una ciudad arrasada por las
bombas que explotaban a su alrededor, corriendo para salvar su vida
sin pensar en otra cosa que la seguridad y la supervivencia. Cuando
logró evadirse del horror y subió a una montaña para mirar la ciudad
que había quedado atrás, recordó de pronto que le habían ordenado
que se reuniera con otro grupo de soldados y proveyera una pieza
secreta de un dispositivo nuevo que desactivaría las armas del
enemigo. Horrorizado, se daba cuenta de que, por no presentarse, el
grupo y la ciudad eran destruidos sistemáticamente frente a sus
ojos.
—Una pesadilla —comenté.
—Sí, pero tiene un sentido.
Cuando soñamos regresamos en forma inconsciente a este nivel de
sueño y otras almas vienen a ayudarnos. No olvides qué hacen los
sueños; esclarecen el manejo de las situaciones actuales de nuestra
vida. La Séptima Revelación habla de interpretar los sueños
superponiendo el argumento del sueño a la situación real que
enfrentamos en la vida.
Me volví y miré a Wil.
—Pero, ¿qué papel desempeñan las almas? Apenas terminé de hacer la
pregunta, empezamos a movemos otra vez. Wil mantenía la mano en mi
espalda. Al detenernos, la luz viraba hacia un verde intenso, pero
se veían bellísimas olas de ámbar circulando a nuestro alrededor.
Cuando las enfoqué con decisión, los haces ámbar se convirtieron en
almas individuales.
Observé a Wil, que exhibía una amplia sonrisa. El lugar parecía
invadido por un mayor clima de celebración y alegría. Mientras
miraba las almas, varias se pusieron directamente frente a nosotros
y se agolparon en un grupo. Sus caras eran muy sonrientes, aunque
seguía resultando difícil enfocarlas durante mucho tiempo.
—Están tan llenas de amor —dije.
—Trata de captar su conocimiento —me aconsejó Wil. Al concentrarme
en ellas con esta intención, me di cuenta de que esas almas estaban
asociadas con Maya. De hecho, estaban extasiadas con sus recientes
autorrevelaciones, en especial su comprensión de la preparación para
la vida que le habían brindado la madre y el padre. Parecían saber
que Maya había vivido una revisión completa de la Sexta Revelación y
se hallaba a punto de recordar por qué había nacido.
Me volví para mirar a Wil, que reconoció que él también veía las
imágenes.
En ese momento oí de nuevo el sonido inarticulado; mi estómago se
puso tenso. Wil me sostuvo los hombros y la espalda con firmeza. Al
cesar el sonido, mi vibración había bajado de manera considerable y
miré en dirección al grupo de almas para tratar de abrirme y
conectarme con su energía en un esfuerzo por impulsar la mía. Para
mi gran sorpresa, se habían salido de foco y se habían alejado de mí
hasta una nueva posición dos veces más alejada.
—¿Qué pasó? —pregunté.
—Trataste de conectarte con ellas para aumentar tu energía
—respondió Wil—, en vez de ir hacia adentro y conectarte
directamente con la energía de Dios que hay dentro de ti. Yo lo hice
también en una oportunidad. Estas almas no permiten que uno las
confunda con la fuente divina. Saben que semejante identificación no
contribuye a nuestro crecimiento.
Me concentré interiormente y al final mi energía volvió.
—¿Cómo podemos lograr que regresen? —pregunté.
En cuanto hablé, volvieron a su posición original. Wil y yo nos
miramos; luego él empezó a contemplar al grupo con mirada intensa y
sorprendida.
—¿Qué ves? —pregunté. Me hizo un gesto hacia ellas sin desviar su
mirada y yo también me concentré en el grupo de almas, tratando de
volver a conectarme con su conocimiento. Al cabo de varios instantes
empecé a ver a Maya. Estaba inmersa en el medio verde. Sus rasgos
parecían un poco distintos y brillaban con un gran resplandor, pero
yo tenía la absoluta certeza de que era ella. Al enfocar su cara,
una imagen holográfica se dibujó ante nosotros: una imagen de Maya
que se encontraba de nuevo en la época de la guerra del siglo XIX,
de pie, en una cabaña de troncos con varias personas, entusiasmada
con la idea de frenar el conflicto.
Parecía percibir que para realizar semejante proeza la cuestión era
simplemente recordar cómo alcanzar la energía. Pensaba que podía
lograrse; sólo bastaba que se reunieran las personas indicadas con
una intención común. Un hombre joven, vestido con ropa costosa, la
escuchaba con suma atención. Reconocí en él al hombre robusto que
luego fue asesinado con ella en la selva. La visión se adelantó
velozmente hasta su intento fallido de hablar con los líderes del
ejército y por último a la región salvaje donde ella y el muchacho
fueron asesinados.
Mientras observábamos, ella se despertó después de su muerte en la
Otra Vida, y revisó su vida, abrumada por la forma obsesiva y hasta
ingenua en que había perseguido su objetivo de detener la guerra.
Supo que muchos de los otros habían tenido razón; no era el momento
correcto. No habíamos recordado suficiente conocimiento de la Otra
Vida para realizar semejante proeza. Todavía no.
Pasada la revisión, vimos cómo entraba en el medio verde, rodeada
por el mismo grupo de almas que estaban frente a nosotros. De manera
sorprendente, parecía haber una expresión común en las caras de todo
el grupo. En cierto nivel, debajo de sus rasgos, las almas en su
totalidad se parecían a Maya.
Miré a Wil con aire inquisitivo.
—Éste es el grupo de almas de Maya —dijo.
—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté.
—Es un grupo de almas con el cual resuena estrechamente —explicó con
excitación—. La lógica es perfecta. Uno de los viajes que emprendí,
antes de encontrarte, fue a otro grupo que de alguna manera se
parecía a ti. Creo que era tu grupo de almas.
Antes de que pudiera decir algo, se produjo un movimiento en el
grupo de almas situadas delante de nosotros. Estaba apareciendo otra
vez una imagen de Maya. Rodeada aún por su grupo en el medio verde,
parecía estar de pie, muy tranquila, frente a una luz blanca
intensa, similar a la que habíamos visto en la Revisión de Vida de
Williams. Ella era consciente de que ocurría algo muy profundo. Su
capacidad para moverse en la Otra Vida había disminuido y su
atención se desviaba de nuevo a la Tierra. Podía ver a su futura
madre, recién casada, sentada en una galería, preguntándose si su
salud resistiría el hecho de tener un hijo.
Maya empezaba a darse cuenta del gran progreso que podía lograr si
nacía de esta madre. La mujer experimentaba grandes miedos en
cuanto a su salud y por lo tanto generaría rápidamente en la mente
de un niño una conciencia en temas relacionados con la salud. Sería
el lugar ideal para desarrollar una inquietud por la medicina y la
sanación, y no sería un conocimiento considerado sólo en términos
intelectuales, en los que el yo aparece con alguna teoría extraña y
sin pruebas frente a los desafíos de la vida real. Maya sabía que
personalmente tenía tendencia a ser poco realista y fantasiosa y
que ya había pagado caro dicho desatino. Eso no volvería a pasar si
el recuerdo inconsciente de lo que había pasado en el siglo XIX le
reiteraba que fuera muy prudente. No, actuaría con menos prisa, se
aislaría más y el medio establecido por esa mujer sería perfecto.
Wil captó mi mirada.
—Estamos viendo lo que pasó cuando ella empezó a contemplar su vida
actual —dijo.
De repente Maya vio cómo podía desarrollarse su relación con la
madre. Crecería expuesta a la negatividad de su madre, a sus miedos,
su tendencia a culpar a los médicos, lo cual inspiraría su interés
por la conexión mente/cuerpo y la responsabilidad de los pacientes
en la cura, y devolvería esa información a su madre, que entonces
podría participar en su propia recuperación. Su madre pasaría a ser
su primera paciente y luego una seguidora clave, un ejemplo
excelente de los beneficios de la nueva medicina.
Su foco se trasladó al futuro padre, sentado en el columpio junto a
la mujer. De vez en cuando la mujer hacía una pregunta y él emitía
una breve respuesta. Quería, sobre todo, estar sentado y contemplar,
no hablar. Su mente desbordaba de posibilidades de investigaciones
e interrogantes biológicos exóticos que sabía no habían sido
planteados nunca antes: la relación entre la inspiración y el
sistema inmunológico. Maya vio las ventajas de este distanciamiento.
Con él, ella podría superar su propia tendencia a ilusionarse;
debería pensar por sí misma y ser realista, desde el principio. Al
fin, ella y su padre podrían llegar a comunicarse en un nivel
científico y él abriría y le brindaría un soporte técnico rico para
fundamentar sus nuevos métodos.
Vio con claridad que ser hija de esos padres podría resultar
igualmente ventajoso para ellos. Así como sus padres estimularían un
interés precoz por la sanación, ella a su vez los orientaría en una
dirección predestinada: a la madre, hacia una aceptación de su papel
en la prevención de la enfermedad; a su padre, hacia la superación
de su tendencia a ocultarse de los demás y a vivir sólo en su mente.
Mientras mirábamos, su visión fue más allá de su nacimiento
anticipado e ingresó en lo que podía ocurrir en la infancia. Vio una
multitud de personas específicas que llegaban a su vida en el
momento exacto para estimular en ella el aprendizaje y la
experiencia médica.
En la facultad de medicina, sólo se cruzaban en su camino los
pacientes y los médicos indicados para estimular una orientación
alternativa en su práctica.
Su visión se trasladó a su encuentro con el socio de su clínica y el
establecimiento de un nuevo modelo de sanación. Y entonces su visión
revelaba algo más: participaría en un despertar más global. Ante
nosotros, vimos su descubrimiento de las Revelaciones y luego el
descubrimiento de un grupo especial, uno de muchos grupos
independientes con distintos fundamentos, que empezaban a gravitar
juntos en todo el mundo. Estos grupos recordarían quiénes eran en un
nivel superior y servirían para superar la polarización.
De pronto se vio participando en conversaciones importantes con un
hombre en especial. Era robusto, atlético, capaz, y estaba vestido
con uniforme de fajina. Sorprendido, me di cuenta de que ella sabía
que era el hombre con el cual había sido asesinada en el siglo xix.
Me concentré en él con intensidad y experimenté otro shock.
Era el mismo hombre que había visto en la revisión de vida de
Williams, el compañero de trabajo al que no había logrado despertar.
Luego de esto, su visión se amplió a un nivel que superaba mi
capacidad de comprender. Su cuerpo se unió con la luz cegadora que
había detrás de él. Todo lo que conseguí recibir fue que su visión
personal de lo que podía realizar con su nacimiento era envuelta por
una visión más amplia que abarcaba toda la historia y el futuro de
la especie humana. Ella parecía ver su vida posible con máxima
perspectiva, claramente situada dentro del espectro completo de
dónde había estado y adónde iba la humanidad. Yo sentía todo eso
pero no podía ver las imágenes en sí.
Por último la visión de Maya llegó a su fin y pudimos verla otra vez
en el medio verde, rodeada todavía por su grupo. Ahora observaban
una escena en la Tierra. Al parecer, sus futuros padres habían
decidido concebir un hijo y estaban uniéndose en el acto de amor
propiamente dicho que garantizaría su concepción.
El grupo de almas de Maya había intensificado su energía y ahora
parecía un remolino blancuzco de ámbar movedizo que extraía su
fuerza de la luz brillante del fondo. Yo experimentaba la energía
como un nivel profundamente sentido, casi orgásmico, de amor y
vibración. Más abajo, la pareja se unía y en el momento del orgasmo
una energía blanco-verdoso pareció brotar de la luz pasando a través
de Maya y su grupo de almas para entrar en la pareja. Con
precipitación orgásmica, la energía atravesó sus cuerpos empujando
al esperma y al óvulo hacia su unión irrevocable.
Mientras observábamos, vimos el momento de la concepción y la unión
milagrosa de las dos células en una. Con lentitud, al principio, y
luego más rápido, las células empezaron a dividirse y diferenciarse,
hasta dar forma a un ser humano. Cuando miré a Maya, me di cuenta de
que con cada división celular se volvía más difusa y fuera de foco.
Por último, al madurar el feto, desapareció por entero de la vista.
Su grupo de almas permaneció.
Parecía haber más información sobre lo que habíamos presenciado,
pero me desconcentré y la perdí. De pronto hasta el grupo de almas
había desaparecido, y Wil y yo nos quedamos mirándonos uno al otro.
Wil parecía muy excitado.
—¿Qué fue lo que vimos? —pregunté.
—Todo el proceso del Nacimiento de Maya a su vida actual —respondió
Wil—, mantenido en la memoria de su grupo de almas. Llegamos a ver
todo: la conciencia de sus futuros padres, lo que sintió que podía
realizar, y luego la forma real en que fue llevada a la dimensión
física en la concepción.
Asentí para que Wil continuara.
"¿Viste cómo fue? —preguntó—. El acto de amor en sí abre una puerta
de la Otra Vida a la dimensión terrenal. Los grupos de almas
parecen existir en un estado de amor extremo aun más allá de lo que
tú y yo podemos experimentar, extremo al punto de ser de naturaleza
orgásmica. La culminación sexual crea una apertura a la Otra Vida y
lo que experimentamos como orgasmo no es más que un vistazo del
nivel de amor y vibración de la Otra Vida cuando se abre la puerta y
la energía se precipita a través de ella trayendo potencialmente una
nueva alma. Observamos cómo ocurría eso. La unión sexual es un
momento sagrado en el cual una parte del cielo fluye a la Tierra.
Asentí, pensando en las derivaciones de lo que habíamos visto, y
dije:
—Maya parecía saber cómo sería su vida si ésos eran sus padres.
—Sí, en apariencia, antes de nacer cada uno de nosotros experimenta
una visión de lo que puede ser nuestra vida, que se completa con
visiones sobre nuestros padres y nuestras tendencias a desarrollar
dramas de control específicos, incluso cómo podemos superar esos
dramas con esos padres y seguir adelante con nuestra preparación
para lo que queremos realizar.
—Vi la
mayor parte de eso —dije—, pero me resultó extraño. De acuerdo con
lo que ella me contó de su vida verdadera, su visión previa a la
vida era más ideal de lo que ocurrió en realidad; por ejemplo, la
relación con su familia. No fue tal como Maya quería. Su madre nunca
la comprendió ni enfrentó su enfermedad, y el padre era
tan distante que no supo qué investigaba hasta después de su muerte.
—Pero es lógico —señaló Wil—. La visión constituye, al parecer, una
guía ideal de lo que nuestro yo superior pretende que pase en la
vida, la mejor situación imaginable, por así decirlo, si alguien
siguiera sus intuiciones a la perfección. Lo que se produce en
realidad es una aproximación de esta visión, lo mejor que cada uno
puede hacer en las circunstancias reales. Pero todo esto constituye
más información de la Décima Revelación sobre la Otra Vida que
esclarece nuestra experiencia espiritual en la Tierra, en especial
la percepción de las coincidencias y la manera en que actúa
realmente esa sensación de fluir.
"Cuando tenemos la intuición o el sueño de ir tras determinado rumbo
en nuestra vida, seguimos esta guía y se producen algunos hechos que
parecen coincidencias mágicas, nos sentimos más vivos, más
estimulados. Los hechos parecen predestinados, como si supiéramos
que debían ocurrir.
"Lo que acabamos de ver coloca todo esto en una perspectiva
superior. Cuando tenemos una intuición, una imagen mental de un
futuro posible, lo que recibimos en realidad son chispazos de
recuerdo de nuestra Visión del Nacimiento, lo que querríamos estar
haciendo con nuestras vidas en ese momento particular de nuestro
viaje. Puede no ser exacto, porque las personas tienen libre
albedrío, pero cuando sucede algo que se acerca a nuestra visión
original, nos sentimos inspirados porque reconocemos que nos
hallamos en un camino de destino que queríamos recorrer.
—¿Pero dónde encaja nuestro grupo de almas?
—Estamos conectados con ellas. Ellas nos conocen. Comparten nuestras
Visiones del Nacimiento, nos siguen a lo largo de la vida y después
permanecen con nosotros mientras revisamos lo que pasó. Actúan como
un depósito para nuestros recuerdos, manteniendo el conocimiento de
quiénes somos al evolucionar.
Hizo una pausa momentánea y me miró directamente a los ojos.
—Y en apariencia, cuando estamos en la Otra Vida y una de ellas nace
a la dimensión física, actuamos con ellas del mismo modo. Pasamos a
ser parte del grupo de almas que las apoya.
—Entonces, mientras estamos en la Tierra, ¿nuestros grupos de almas
nos marcan nuestra intuición y nuestro rumbo?
—No, en absoluto. A juzgar por lo que pude captar de los grupos de
almas que he visto, las intuiciones y los sueños son nuestros y
provienen de una conexión superior con lo divino. Los grupos de
almas simplemente nos envían energía adicional y nos elevan de una
manera especial, una manera que hasta ahora no he podido detectar.
Al elevamos de esta forma, podemos recordar mejor lo que ya
sabíamos.
Estaba fascinado.
—Entonces eso explica lo que pasaba en mi sueño y el de Joel.
—Sí. Cuando soñamos nos reunimos con nuestro grupo de almas y eso
activa la memoria de lo que en verdad queríamos hacer en la
situación de nuestra vida actual. Vislumbramos brevemente nuestra
intención original. Luego, cuando volvemos a lo físico, retenemos
ese recuerdo aunque a veces se exprese a través de símbolos
arquetípicos. En el caso de tu sueño, como estás más abierto al
significado espiritual, pudiste recordar la información del sueño en
términos muy literales. Recordaste que en tu intención original nos
veías encontrándonos de nuevo al imaginar mi cara en la roca, y por
eso soñaste casi exactamente eso.
"Por otro lado, Joel estaba menos abierto; su sueño se manifestó de
una manera más simbólica y confusa. Su memoria era borrosa, y su
mente consciente acomodó el mensaje al simbolismo de una guerra,
transmitiéndole sólo el mensaje general de que en su Visión del
Nacimiento él pensaba quedarse y prestar su ayuda en el problema
actual en el valle, lo cual evidenciaba que si escapaba lo
lamentaría.
—Entonces, ¿los grupos de almas nos envían energía constantemente
con la esperanza de que recordemos nuestras Visiones del Nacimiento?
—pregunté.
—Así es.
—¿Y por eso el grupo de Maya estaba tan feliz? La expresión de Wil
se volvió más adusta.
—Estaban felices porque ella recordaba por qué había nacido de sus
padres y de qué manera sus vivencias la habían preparado para una
carrera relacionada con la sanación. Pero... ésta fue sólo la
primera parte de su Visión del Nacimiento. Todavía tenía que
recordar más.
—Yo vi la parte en que volvía a encontrarse en esta vida con el
hombre junto al cual la habían asesinado en el siglo XVIII. Pero
hubo otras partes que no pude entender. ¿Cuánto de todo eso pudiste
captar?
—No todo. Había más sobre el Miedo en ascenso. Confirmó que ella
forma parte del grupo de los siete que Williams vio regresar. Y ella
vio al grupo capaz de recordar una especie de visión más amplia
relacionada con detener el miedo y sea lo que fuere que esté pasando
en el valle.
Estaba a punto de responder cuando se me cortó la respiración debido
al dolor de un calambre que volvió a darme en el estómago. Al mismo
tiempo, otro chillido agudo me hizo tambalear hacia atrás. Como
antes, me estiré para aferrarme a Wil y vi cómo su cara se salía de
foco. Luché por mirar una vez más, luego de lo cual perdí del todo
el equilibrio y volví a desplomarme en caída libre.
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