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El Contagio de la Conciencia

CAPÍTULO 5

LA UNDÉCIMA REVELACIÓN

El secreto de Shambhala

James Redfield

 

EL CONTAGIO DE LA CONCIENCIA

Me estiré lo mejor que pude en el vehículo atestado. Estaba completamente exhausto y me preguntaba cómo hacía Yin para seguir manejando. Sabía que habíamos tenido suerte. Como suponía mi amigo, los mili­tares chinos parecían desorganizados e indiferentes en cuanto a su búsqueda. Habían apostado a un solo guardia ante la camioneta de la pareja holandesa, mientras los demás registraban a desgana en la otra dirección, pasando totalmente por alto nuestro jeep. Yin se las había ingeniado para ponerlo en marcha sin hacer mucho ruido y rodear a los hombres sin que lo advirtieran, para ir a buscarme al río.

A esa altura Yin todavía manejaba con los faros apa­gados y mirando con gran concentración por el parabrisas para ver el camino oscurecido.

Al cabo de un momento me miró de soslayo.

—¿El joven holandés al que viste no te dijo nada?

—No —respondí—. Estaba muy asustado. Simple­mente huyó.

Yin meneaba la cabeza.

—Es culpa mía, por no haberte dicho nada acerca de la siguiente extensión de la oración, la Tercera. Habrías teni­do más éxito en cuanto a obtener información.

Comencé a preguntarle a qué se refería, pero me hizo callar con un ademán.

—SÓLO RECUERDA DÓNDE ESTÁS —me instruyó—. HAS EXPERIMENTADO LA PRIMERA EXTENSIÓN: CONECTARTE CON LA ENERGÍA Y DEJARLA FLUIR A TRAVÉS DE TI, VISUALIZANDO QUE FORMA UN CAMPO DE ENERGÍA QUE FLUYE DELANTE DE TI ADONDEQUIERA QUE VAYAS. LA SEGUNDA EXTENSIÓN, COMO TE HE EXPLICADO, DISPONE TU CAMPO DE ENERGÍA DE MANERA QUE INTENSIFIQUE EL FLUIR DE TU VIDA. ESTO LO LOGRAS PERMANECIENDO SIEMPRE ALERTA Y EXPECTANTE.

Yin me miraba con total seriedad.

LA TERCERA EXTENSIÓN CONSISTE EN DISPONER TU CAMPO DE ORACIÓN PARA QUE SALGA Y AUMENTE LA ENERGÍA Y LOS NIVELES VIBRATORIOS DE OTRAS PERSONAS. CUANDO TU CAMPO DE ORA­CIÓN ALCANZA A LOS DEMÁS DE ESTA MANERA, ELLOS SIENTEN UN IMPACTO DE ENERGÍA ESPIRITUAL, CLARIDAD, INTUICIÓN, Y SERÁ MÁS PROBABLE QUE TE DEN LA INFORMACIÓN CORRECTA.

De nuevo supe con exactitud a qué apuntaba. En Perú, bajo la tutela de Wil y Sánchez, yo había explorado cómo enviar energía a otras personas, como una nueva postura ética hacia los demás. Ahora, en apariencia. Yin me aclara­ba cómo hacerlo de manera más eficaz.

—Ya sé a qué te refieres —le dije—. ME ENSEÑARON QUE EXISTE UNA EXPRESIÓN MÁS ELEVADA DEL YO, CAPAZ DE ENCON­TRARSE EN EL ROSTRO DE CADA PERSONA. SI LE HABLAMOS A ESE YO, A ESA EXPRESIÓN, NUESTRA ENERGÍA AYUDA A LEVANTARLOS EN LA CONCIENCIA DE SU YO MÁS ELEVADO.

—Sí —respondió Yin—, PERO ESTE EFECTO AUMENTA SI UNO SABE CÓMO EXTENDER EL CAMPO DE ORACIÓN DE UNO, COMO EXPLICAN LAS LEYENDAS. DEBEMOS ESPERAR QUE NUESTRO CAMPO DE ORACIÓN VAYA DELANTE DE NOSOTROS Y AUMENTE LA VIBRACIÓN DE LOS DEMÁS A CIERTA DISTANCIA, INCLUSO ANTES DE QUE NOS HALLEMOS LO BASTANTE CERCA COMO PARA VERLES LA CARA. Lo miré con expresión interrogante.

—CONSIDÉRALO DE ESTE MODO: SI EN VERDAD ESTÁS PRACTI­CANDO LA PRIMERA EXTENSIÓN, LA ENERGÍA VIENE A TI Y TÚ VES EL MUNDO COMO ES EN REALIDAD: COLORIDO, VIBRANTE, HERMOSO COMO UN BOSQUE MÁGICO O UN DESIERTO COLORIDO. AHORA, PARA PRACTICAR LA TERCERA EXTENSIÓN, DEBES VISUALIZAR EN FOR­MA CONSCIENTE QUE TU ENERGÍA REBOSA HACIA EL CAMPO DE TODOS LOS QUE TE RODEAN Y ELEVA SU VIBRACIÓN DE MODO QUE TAMBIÉN COMIENCEN A VER EL MUNDO COMO EN REALIDAD ES. UNA VEZ QUE ESTO OCURRE, PUEDEN AFLOJAR EL PASO Y PERCIBIR LA SINCRONICIDAD. DESPUÉS DE DISPONER TU CAMPO DE ESTA MANERA ES MÁS FÁCIL OBSERVAR LA EXPRESIÓN MÁS ELEVADA DEL YO EN LAS CARAS DE LOS DEMÁS.

Hizo una pausa y me miró directamente, como si acabara de ocurrírsele otra cosa.

—RECUERDA TAMBIÉN —continuó— QUE HAY PELIGROS LA­TENTES QUE DEBEN EVITARSE CUANDO ELEVAS A ALGUIEN. CADA ROSTRO ES UN CONJUNTO DE RASGOS, COMO UNA... EH... MANCHA DE TINTA, Y PUEDES VER MUCHAS COSAS ALLÍ. PUEDES VER LA IRA DE UN PADRE ABUSADOR, LA INDIFERENCIA DE UNA MADRE NEGLI­GENTE, O EL ROSTRO DE ALGUNA OTRA PERSONA QUE TE HA AMENAZADO. ESTO ES UNA PROYECCIÓN DE TU PASADO, UNA PERCEPCIÓN CREADA POR UNA SITUACIÓN TRAUMÁTICA QUE HA COLOREADO LA MANERA COMO ESPERAS QUE ACTÚEN LOS DEMÁS. CUANDO VES A UNA PERSONA QUE SE PARECE AUNQUE SEA UN POCO A ALGUIEN QUE TE HA HECHO DAÑO, LA TENDENCIA ES ESPE­RAR QUE ESE INDIVIDUO SE COMPORTE DEL MISMO MODO.

"ES MUY IMPORTANTE COMPRENDER ESTE PROBLEMA, Y HAY QUE VIGILARLO DE CERCA. TODOS DEBEMOS IR MÁS ALLÁ DE LAS EXPECTATIVAS DICTADAS POR NUESTRAS EXPERIENCIAS PASADAS. ¿Entiendes?

Asentí, ansioso de que prosiguiera.

—Ahora piensa otra vez en lo que te sucedió en el hotel de Katmandú. Debemos observarlo con más aten­ción. ¿No dijiste que, cuando se sentó, el hombre de la piscina cambió el estado de ánimo de todos?

Asentí, recordando. Era una afirmación totalmente co­rrecta. -Con su llegada, el hombre había dado la impresión de imponer un nuevo estado de ánimo en la zona de la piscina, incluso antes de haber dicho una palabra.

—Eso ocurrió porque su energía ya estaba dispuesta para ingresar en los campos de energía de los demás y darles un impulso positivo. Piensa en la sensación exacta que eso causaba.

Desvié la mirada un momento, tratando de recrear en mi mente lo que había sucedido. Por fin dije:

—Dio la impresión de que todos los que se encontraban allí pasaron de un estado de irritación y descontento a un estado de ánimo más abierto y dispuesto a la conversación. Es difícil de explicar.

—La energía de ese hombre los abrió a explorar algo nuevo —continuó Yin—, en lugar de quedarse empanta­nados en el miedo o la desesperación o lo que fuere que estuvieran sintiendo.

Yin calló un breve instante, al tiempo que me miraba con atención.

—Por supuesto —prosiguió—, podría haber sucedido lo contrario. Si el hombre no hubiera sido lo bastante fuerte en su energía al entrar en la zona de la piscina, po­dría haber quedado abrumado por el estado de baja energía del resto de ustedes y haber descendido a ese nivel. Eso es lo que te ocurrió cuando te encontraste con el joven holandés. Él estaba aterrado, y su miedo te afectó. Permi­tiste que prevaleciera el estado de ánimo de él.

"Verás: LOS CAMPOS DE ENERGÍA DE TODOS SE MEZCLAN, Y PREDOMINA EL MÁS FUERTE. ÉSA ES LA DINÁMICA INCONSCIENTE QUE CARACTERIZA AL MUNDO HUMANO. EL ESTADO DE NUESTRA ENERGÍA, ES DECIR, NUESTRAS EXPECTATIVAS PREDOMINANTES, SEAN CUALES FUEREN, SALEN E INFLUYEN EN EL ESTADO DE ÁNIMO Y LA ACTITUD DE TODOS LOS DEMÁS. EL NIVEL DE CONCIENCIA ENTRE LOS SERES HUMANOS Y TODAS LAS EXPECTATIVAS QUE LO ACOMPAÑAN SON CONTAGIOSOS.

"ESTO EXPLICA LOS GRANDES MISTERIOS DE LA CONDUCTA DE LAS MULTITUDES: POR QUÉ PERSONAS DECENTES, INFLUIDAS POR UNOS CUANTOS QUE SON PRESA DE GRAN MIEDO O IRA, PUEDEN VERSE ENVUELTAS EN LINCHAMIENTOS, DISTURBIOS U OTROS ACTOS DESPRECIABLES. TAMBIÉN EXPLICA POR QUÉ FUNCIONA LA HIP­NOSIS Y POR QUÉ LAS PELÍCULAS Y LA TELEVISIÓN EJERCEN UNA INFLUENCIA TAN GRANDE EN LOS INDIVIDUOS DE MENTE MÁS DÉBIL. EL CAMPO DE ORACIÓN DE CADA PERSONA DE LA TIERRA SE ENTRE­MEZCLA CON LOS DE TODAS LAS DEMÁS, PRODUCIENDO TODAS LAS NORMAS Y AFILIACIONES DE GRUPO Y NACIONALISMOS Y HOSTILIDA­DES ÉTNICAS QUE VEMOS POR AHÍ.

Yin sonrió.

—La cultura es contagiosa. Viaja a un país extranjero y fíjate cómo la gente no sólo piensa en forma diferente, sino que también siente en forma diferente, debido a una cuestión de estado de ánimo y perspectiva.

"ES UNA REALIDAD QUE DEBEMOS COMPRENDER Y DOMINAR. ES PRECISO RECORDAR DE MANERA CONSCIENTE UTILIZAR LA TERCE­RA EXTENSIÓN. CUANDO NOS RELACIONAMOS CON UNA PERSONA Y DESCUBRIMOS QUE ESTAMOS ADOPTANDO SU ESTADO DE ÁNIMO, QUE NOS ABRUMAN SUS EXPECTATIVAS, TENEMOS QUE RETROCEDER, LLENAMOS OTRA VEZ DE ENERGÍA POSITIVA Y EMANARLA EN FORMA MUY CONSCIENTE HASTA QUE EL ESTADO DE ÁNIMO SE ELEVE. Si hubieras podido hacer eso con el joven holandés, quizás habrías averiguado algo sobre Wil antes de que huyera.

Me sentía impresionado. Yin parecía tener pleno domi­nio de esta información.

—Yin —dije—, eres un erudito. Se le borró la sonrisa.

—Existe una diferencia entre saber cómo funciona todo esto —respondió— y poder hacerlo.

Debo de haber dormido durante horas, porque cuando me desperté se había puesto el Sol y el jeep estaba estacio­nado en una región plana, por encima del camino. Me estiré y luego volví a desplomarme en el asiento. Durante unos minutos me quedé mirando más allá de varios mon­tículos de piedras, la carretera de grava que corría abajo. Pasó un nómada que conducía un caballo y una pequeña carreta, pero salvo eso el camino se hallaba vacío. El cielo era claro como el cristal y desde algún punto a nuestras espaldas me llegó el llamado de un pájaro. Respiré hondo. Parte de la tensión del día anterior había cedido.

Yin comenzó lentamente a moverse; enseguida se sentó y me miró con una sonrisa. Bajó del jeep y se estiró; luego tomó de la parte posterior un calentador, sobre el cual puso un recipiente con agua para preparar avena cocida y té. Me le acerqué y traté de seguirlo en una serie de difíciles ejercicios semejantes a los del Tai-Chi.

Oí que se acercaba un vehículo por el camino, a buena velocidad. Esperamos detrás de una roca mientras el coche pasaba; los dos lo reconocimos al mismo tiempo.

—Era el joven holandés —dijo Yin, al tiempo que corría hacia el jeep. Recogí el calentador, lo arrojé a la parte de atrás y salté al vehículo mientras Yin daba la vuelta.

—A la velocidad que va, tendremos suerte si lo alcan­zamos —comentó Yin mientras corríamos tras él.

Subimos por una colina y bajamos a un estrecho valle, hasta que al fin divisamos el vehículo, que avanzaba por el camino varios cientos de metros más adelante.

—Tenemos que alcanzarlo con nuestra energía de oración —dijo Yin.

Asentí y respiré hondo, visualizando que mi energía re­bosaba camino arriba, ingresaba en el auto y ejercía su efecto sobre el joven. Imaginé que aminoraba la marcha y se detenía.

Mientras enviaba la imagen, en realidad el vehículo aceleró, distanciándose de nosotros. Me sentí confundido.

—¿Qué haces? —me gritó Yin.

—Utilizo mi campo para hacerlo parar.

—NO USES TU ENERGÍA DE ESE MODO —se apresuró a advertirme—. SURTE EL EFECTO OPUESTO. Lo miré sin comprender.

—¿QUÉ HACES CUANDO ALGUIEN TRATA DE MANIPULARTE PARA QUE HAGAS ALGO?

—Me resisto —respondí.

—Correcto —continuó Yin—. EN EL NIVEL INCONSCIENTE, EL HOLANDÉS PUEDE SENTIR QUE TRATAS DE ORDENARLE QUÉ HACER. SE SIENTE MANIPULADO, Y ESO LE DA LA SENSACIÓN DE QUE EL QUE LO INTENTA NO SE PROPONE NADA BUENO, LO CUAL LE PRODUCE MÁS MIEDO Y AUMENTA SU DETERMINACIÓN DE HUIR.

"LO ÚNICO QUE PODEMOS HACER ES VISUALIZAR QUE NUESTRA ENERGÍA SE EXTIENDE Y AUMENTA EL NIVEL DE VIBRACIÓN GENERAL DEL JOVEN. ESTO LE PERMITE SUPERAR EN FORMA MÁS PLENA SU MIE­DO Y PONERSE EN CONTACTO CON LAS INTUICIONES DE SU YO MÁS ELE­VADO, que, espero, lo conduzcan a tenemos menos miedo y quizás a arriesgarse a una conversación. Eso es todo lo que podemos hacer con nuestra energía de oración. PRETENDER AL­GO MÁS EQUIVALE A PRESUMIR QUE NOSOTROS SABEMOS CUÁL ES SU MEJOR CURSO DE VIDA, Y ESO SÓLO ÉL LO SABE. Tal vez resulte que su intuición más elevada, una vez que le enviemos suficiente energía, le indique abandonarnos y salir del país. TENEMOS QUE ESTAR ABIERTOS A ESO. SÓLO PODEMOS AYUDARLO A TOMAR LA DE­CISIÓN DESDE EL NIVEL DE ENERGÍA MÁS ELEVADO POSIBLE.

Tomamos por una curva del camino, y el vehículo azul ya no se veía por ninguna parte. Yin aminoró la marcha. A nuestra derecha se abría un camino más angosto que parecía destacarse.

—¡Por ahí! —exclamé, señalando.

Unos cien metros más adelante, al pie de una pequeña colina, había un afluente ancho pero de poca profundidad. En el medio se hallaba el vehículo del holandés, acelerando el motor, con las ruedas girando y escupiendo lodo, pero sin ir a ninguna parte. Estaba atascado.

El joven miró hacia atrás, nos vio y abrió la puerta, dispuesto a salir corriendo. Pero al reconocerme apagó el motor y bajó, hundido en el agua hasta las rodillas.

Mientras deteníamos el jeep cerca, Yin me miró con atención, y por su expresión me di cuenta de que me adver­tía que empleara mi energía. Le hice una seña afirmativa.

—Podemos ayudarte —le dije al joven.

Por un momento nos miró con desconfianza, pero poco a poco se ablandó. Yin y yo avanzamos por el agua y empu­jamos el guardabarros de su auto, al tiempo que él aceleraba el motor. Las ruedas giraron en el aire un instante, arrojan­do barro contra mis pantalones; luego el auto dio un salto, salió del bache y cruzó al otro lado del río. Lo seguimos en nuestro jeep. El joven nos miró un momento, como de­cidiendo si escapar o no, pero al fin bajó y vino hacia nosotros. Mientras se aproximaba, nos presentamos. Nos dijo que se llamaba Jacob.

Mientras hablábamos comencé a buscar en su rostro la expresión más sabia que pude detectar.

Jacob meneaba la cabeza, aún aterrado; durante varios minutos averiguó quiénes éramos y nos interrogó con res­pecto a sus amigos perdidos.

—No sé por qué vine al Tíbet —dijo al fin—. Siempre pensé que era demasiado peligroso. Pero mis amigos querían que los acompañara. No tengo idea de por qué accedí. ¡Dios mío, había soldados chinos por todas partes! ¿Cómo sabían que íbamos a estar ahí?

—¿Pediste indicaciones a alguien a quien no conocías?

Nos miró con dureza.

—Sí. ¿Creen que nos delataron a los soldados?

Yin asintió, y en apariencia Jacob se asustó aún más; miraba hacia todos lados con nerviosismo.

—Jacob —le pregunté—, tengo que saberlo: ¿cono­ciste a Wilson James?

El joven aún parecía incapaz de concentrarse.

—¿Cómo sabemos que los chinos no nos pisan los talones?

Le busqué los ojos, y al fin logré que me mirara.

—Esto es importante, Jacob. ¿Recuerdas haber visto a Wil? Parece peruano, pero habla inglés con acento de los Estados Unidos.

Jacob continuaba confundido.

—¿Por qué es importante? Debemos encontrar una manera de salir de aquí.

Mientras lo escuchábamos, Jacob continuó haciendo varias sugerencias acerca de dónde podíamos acampar has­ta que los chinos abandonaran la zona, o mejor aún, de qué manera podíamos realizar una riesgosa travesía por los Himalayas hasta la India. Al final comenzó a mirarme.

—¿Por qué quieren encontrar a ese hombre? —preguntó.

—Creemos que necesita nuestra ayuda. Él me pidió que viniera al Tíbet.

Me miró un momento, al parecer tratando de enfocar.

—Sí —respondió al fin—. Conocí a tu amigo. Lo vi en el vestíbulo de un hotel de Lhasa. Estábamos sentados uno frente al otro y nos pusimos a hablar de la ocupación china. Hace un largo tiempo que estoy furioso con los chi­nos, y supongo que vine acá porque quería hacer algo, cualquier cosa. Wil me dijo que me había visto tres veces ese día en diversos lugares del hotel, y que eso significaba algo. No sé a qué se refería.

   

—¿Te mencionó un lugar llamado Shambhala? —le pregunté.

Su expresión mostró interés.

—No exactamente. Mencionó algo al pasar, algo al respecto de que el Tíbet no sería liberado hasta que se comprendiera Shambhala. Algo así.

—¿Te mencionó un punto de acceso?

—No creo. No recuerdo mucho de la conversación. En realidad fue muy breve.

—¿Y te dijo cuál era su destino? —preguntó Yin—. ¿Te mencionó adónde iba?

Jacob desvió la mirada, pensando; luego dijo:

—Creo que mencionó un lugar con un nombre muy extraño... Dormar, creo... y algo más, sobre las ruinas y un viejo monasterio que hay ahí...

Miré a Yin.

—Conozco el lugar —dijo—. Queda en el noroeste, a cuatro o cinco días de viaje. Será difícil... y frío.

Pensar en tener que internamos tanto en las regiones más salvajes del Tíbet descalabró mi energía.

—¿Quieres venir con nosotros? —le preguntó Yin a Jacob.

—No, gracias —respondió el joven—. Tengo que irme de aquí.

—¿Estás seguro? —presionó Yin—. Parece que los chi­nos están muy activos en este momento.

—No puedo —respondió Jacob, apartando la vista—. Soy el único que queda para contactarse con mi gobierno y buscar a mis amigos, si es que logro encontrar una mane­ra de irme.

Yin garabateó algo en un papel, que le dio a Jacob.

—Busca un teléfono y llama a este número —le indicó al holandés—. Menciona mi nombre y déjales un número adonde puedan llamarte para indicarte qué hacer. Diles quién eres, cuéntales lo que pasó, y te ayudarán. —A continuación Yin le indicó el mejor camino para volver a Saga, y lo acompañamos de vuelta a su vehículo.

Una vez que subió, nos dijo:

—Buena suerte... Espero que encuentren a su amigo. Asentí.

—Si lo encuentran —agregó—, entonces tal vez resulte que es por esto que vine al Tíbet, ¿no? Para poder ayudar.

Se volvió y puso el motor en marcha; nos miró una vez más y se marchó. Yin y yo nos apresuramos a subir a nues­tro jeep y mientras salíamos al camino principal vi que sonreía.

—¿Ahora comprendes la Tercera Extensión? —me preguntó—. Piensa en todo lo que produce.

Lo miré un momento, reflexionando en su pregunta. LA CLAVE DE ESTA EXTENSIÓN, AL PARECER, ERA LA IDEA DE QUE NUESTROS CAMPOS PUEDEN IMPULSAR A OTROS, ELEVARLOS A UNA CONCIENCIA MÁS ALTA, EN LA QUE PUEDEN RECURRIR A SUS PROPIAS INTUICIONES GUÍA. PARA MÍ, LO QUE MÁS EXPANDÍA ESTA IDEA, ADEMÁS DE TODO LO QUE HABÍA OÍDO EN PERÚ, ERA EL CONCEPTO DE QUE NUESTRO CAMPO DE ORACIÓN FLUYE DELANTE DE NOSOTROS, Y QUE PODEMOS DISPONERLO PARA ELEVAR A CUALQUIERA CON QUIEN ENTRE EN CONTACTO, AUN CUANDO NO LES HABLEMOS DIRECTAMENTE NI, INCLUSO, LES VEAMOS LA CARA. PODEMOS LO­GRARLO VISUALIZANDO PLENAMENTE QUE ASÍ SUCEDE... MEDIANTE EL HECHO DE ESPERARLO.

DESDE LUEGO, ES PRECISO NO ACTUAR DE UN MODO CONTROLADOR CON ESTA ENERGÍA, PORQUE DE LO CONTRARIO PRODUCE EL EFECTO OPUESTO, tal como yo había visto cuando intenté hacer que Jacob detuviera su auto. Le mencioné todo esto a Yin.

—LO QUE VAS COMPRENDIENDO ES EL ASPECTO MÁS IMPOR­TANTE DE LA MENTE HUMANA —me explicó Yin—. EN ALGÚN SENTIDO, TODOS COMPARTIMOS MENTES. POR CIERTO TENEMOS CONTROL SOBRE NOSOTROS MISMOS Y PODEMOS RETIRARNOS, AISLARNOS, PENSAR EN FORMA INDEPENDIENTE. PERO, COMO YA TE DIJE, LA VISIÓN HUMANA DOMINANTE DEL MUNDO ES SIEMPRE UN CAMPO GIGANTE DE CREENCIA Y EXPECTATIVA. LA CLAVE DEL PROGRESO HUMANO RADICA EN CONTAR CON SUFICIENTES PER­SONAS CAPACES DE IRRADIAR UNA EXPECTATIVA MÁS ELEVADA DE AMOR HACIA ESTE CAMPO HUMANO. ESTE ESFUERZO NOS PERMITE CONSTRUIR UN NIVEL DE ENERGÍA SIEMPRE MÁS ELEVADO, E INSPI­RARNOS MUTUAMENTE HACIA NUESTRO MAYOR POTENCIAL.

Yin dio la impresión de relajarse un momento; me sonrió.

—La cultura de Shambhala —añadió— se construye alrededor de la suposición de un campo como el que te describo.

No pude sino devolverle la sonrisa. Aquel viaje comen­zaba a tener sentido de un modo que aún no conseguía articular.

Los dos días siguientes pasaron sin sobresaltos, sin ninguna señal de los militares chinos. Todavía en la ruta sur en dirección al noroeste, cruzamos otro río cercano a la cima de Mayun-La, un alto paso de montaña. El paisaje era espectacular, con picos cubiertos de hielo a cada lado del camino. Pasamos la primera noche en Hor Qu, en una posada que Yin conocía, y por la mañana continuamos viaje hacia el lago Mansarowar.

Cuando nos aproximábamos al lago, Yin me advirtió:

—Aquí tendremos que tener mucho cuidado otra vez. El lago y el monte Kailash, que queda más adelante, son destinos clave para gente de toda la región: la India, Nepal y China, además del Tíbet. Es un lugar sagrado como ninguno. Habrá muchos peregrinos, así como muchos puestos de control chinos.

Varios kilómetros más adelante Yin salió de la ruta principal y tomó por una vieja senda, por la que avanzamos rodeando uno de los puestos de control; luego comen­zamos a divisar el lago. Miré a Yin, que sonreía. La vista era increíble: una enorme perla turquesa que se extendía sobre el terreno rocoso, marrón oliváceo, y el conjunto enmar­cado contra las montañas cubiertas de nieve del fondo. Una de las montañas, según me señaló Yin, era el monte Kailash.

Mientras pasábamos en el jeep ante el lago, alcan­zamos a ver numerosos grupos de peregrinos parados alrededor de grandes mástiles con banderas.

—¿Qué son? —pregunté.

—Banderas de oración —respondió Yin—. Plantar ban­deras que simbolicen nuestras plegarias es una tradición tibetana desde hace siglos. Las banderas de oración se dejan flamear al viento, y esto envía continuamente a Dios las plegarias que contienen. Las banderas de oración también se dan a la gente.

—¿Qué tipo de plegarias contienen?

—Plegarias que piden que predomine el amor en toda la humanidad.

Guardé silencio.

—Irónico, ¿verdad? —agregó Yin—. La cultura del Tíbet vive dedicada por entero a la vida espiritual. Podría decirse que somos los más religiosos del globo. Y nos ha atacado el gobierno más ateo de la Tierra, el de China. Es un contraste perfecto para que lo vea todo el mundo. Pre­valecerá una visión o la otra.

Sin hablar más, atravesamos otra población pequeña y luego entramos con cautela en Darchen, el pueblo más próximo al monte Kailash, donde Yin contrató a dos mecá­nicos conocidos para que revisaran el jeep en busca de potenciales problemas. Acampamos con los lugareños lo más cerca de la montaña que pudimos sin despertar sospechas. Yo no podía apartar los ojos de la cumbre nevada.

—Desde aquí, Kailash parece una pirámide —comenté.

Yin asintió.

—¿Qué te dice eso? Tiene poder.

Mientras el Sol se hundía en el horizonte, contempla­mos una vista asombrosa. Un ocaso increíble llenaba el cielo occidental con capa tras capa de nubes color durazno, y al mismo tiempo el Sol, debajo del horizonte, aún brillaba contra las laderas nevadas del monte Kailash, convirtiéndo­las en un deslumbrante espectáculo de amarillo y naranja.

—A lo largo de toda la historia —dijo Yin— grandes emperadores han viajado miles de kilómetros a lomo de ca­ballo o en carros para admirar estas vistas del Tíbet. Se creía que la primera luz de la mañana y la última de la tarde encerraban grandes poderes rejuvenecedores y visionarios.

Mientras él hablaba, yo me sentía incapaz de apartar los ojos de la luz majestuosa que me rodeaba. De veras me sentía rejuvenecido, y casi sereno. Frente a nosotros, hacia el Kailash, los valles llanos y las estribaciones bajas lucían bañados en estratos alternados de reflejos pardos de som­bra y luz que daban un contraste fantasmal a los cerros más elevados, iluminados por el Sol, que parecían relucir desde adentro. La vista era surrealista; por primera vez me di cuenta de por qué los tibetanos eran tan espirituales. La  luz de esa sola región los impulsaba de manera inexorable a una conciencia más plena.

A la mañana siguiente, temprano, nos hallábamos de nuevo en marcha; en cinco horas habíamos alcanzado las afueras de Ah. El cielo estaba encapotado y la temperatura descendía con rapidez. Yin tomó por varios caminos casi intransitables, con el objeto de no pasar por la parte prin­cipal del pueblo.

—Ahora esto es principalmente una zona china —dijo Yin—, con bares y locales desnudistas para los soldados. tenemos que atravesarla sin que nadie repare en nosotros.

Cuando volvimos a tomar por un camino decente, ya estábamos al norte del pueblo. En un momento divisé un edificio de oficinas recién construido, ante el cual había estacionados varios camiones más nuevos. No se observa­ba ningún movimiento en el terreno.

Yin lo vio al mismo tiempo; salió del camino principal hacia un viejo acceso para autos y se detuvo.

—Es un edificio chino nuevo —me explicó—. No lo conocía. Fíjate, a ver si alguien de allí nos observa mientras pasamos.

En ese momento se levantó un viento y comenzó a nevar copiosamente, lo cual ayudó a oscurecer nuestra identidad. Mientras pasábamos, miré con mucha atención el lugar. La mayoría de las ventanas del edificio estaban cubiertas con colgaduras.

—¿Qué es este lugar? —pregunté.

—Una antigua estación de explotación petrolera, creo. Pero quién sabe.

—¿Qué pasa con el clima?

—Parecería que viene una tormenta. Podría ayudarnos.

—Crees que es probable que nos busquen también aquí, ¿verdad? —pregunté.

Me miró con profunda tristeza, que se convirtió en furiosa ira.

—Éste es el pueblo donde mataron a mi padre —dijo. Meneé la cabeza.

—Qué terrible que hayas tenido que presenciar seme­jante horror.

—Les ha sucedido a miles de tibetanos —comentó, con la vista fija adelante. Percibí su odio. Meneó la cabeza y me miró.

—Es importante no pensar en eso. Tenemos que evitar ese tipo de imágenes. En especial tú. Como ya te dije, quizá yo no sea capaz de controlar mi ira. Tú debes actuar mejor que yo con este problema, de modo que puedas continuar solo, de ser necesario.

—¿Qué?

—Escúchame con atención —me dijo—. Debes com­prender con exactitud dónde te encuentras. Has aprendido las tres primeras extensiones. Has podido elevar en forma consistente tu energía y crear un campo fuerte. No obstan­te, al igual que yo, todavía caes en el miedo y la ira. Hay algunas otras cosas que puedo contarte en cuanto a fijar tu efluvio de energía.

—¿Qué quieres decir con "fijar"? —quise saber.

—DEBES ESTABILIZAR MEJOR TU FLUJO DE ENERGÍA, DE MODO QUE SALGA DE TI HACIA EL MUNDO CON FUERZA, CUALQUIERA SEA TU SITUACIÓN. CUANDO LO LOGRAS, LAS TRES EXTENSIONES QUE HAS APRENDIDO SE CONVIERTEN EN UNA MENTALIDAD Y UN MODO DE VIDA CONSTANTES.

—¿Ésa es la Cuarta Extensión? —pregunté.

—Es el comienzo de la Cuarta. Lo que estoy por decirte es la última información que tenemos sobre las ex­tensiones. El resto de la Cuarta Extensión sólo lo conoce con claridad la gente de Shambhala.

"IDEALMENTE, LAS EXTENSIONES DEBERÍAN FUNCIONAR JUN­TAS DE LA SIGUIENTE MANERA: TU ENERGÍA DE ORACIÓN DEBE PROVENIR DE TU CONEXIÓN DIVINA INTERIOR Y FLUIR ANTE TI, PRODUCIENDO LA SINCRONICIDAD ESPERADA Y ELEVANDO A TODOS LOS QUE TOQUE HACIA SUS YOES MÁS ELEVADOS. DE ESTE MODO MAXIMIZA LA MISTERIOSA EVOLUCIÓN DE NUESTRA VIDA, ASÍ COMO LA CONCIENCIA Y LA PLENITUD DE NUESTRAS MISIONES INDIVIDUALES EN ESTE PLANETA.

"POR DESGRACIA, CHOCAMOS CON OBSTÁCULOS EN EL CAMINO, DESAFÍOS QUE PRODUCEN UN ESTADO DE MIEDO QUE, COMO YA HEMOS HABLADO, PROVOCAN DUDA Y POR LO TANTO DERRUMBAN NUESTRO CAMPO. PEOR AÚN, ESTE MIEDO PUEDE PRODUCIR IMÁGENES NEGATIVAS, EXPECTATIVAS MALAS, LO CUAL PUEDE CON­TRIBUIR A CREAR EN NUESTRA VIDA LO QUE MÁS TEMEMOS. LO QUE DEBES APRENDER AHORA ES UNA MANERA DE FIJAR TU ENERGÍA MÁS ELEVADA DE MODO DE PERMANECER CON MÁS FRECUENCIA EN EL FLUJO POSITIVO.

"EL PROBLEMA DEL MIEDO —PROSIGUIÓ YIN— ES QUE PUEDE SER MUY SUTIL E INTRODUCIRSE SUBREPTICIAMENTE EN NOSOTROS CON GRAN RAPIDEZ. VERÁS: UNA IMAGEN DE MIEDO SIEMPRE TIENE QUE VER CON ALGÚN RESULTADO O CONSECUENCIA QUE NO QUEREMOS QUE OCURRA. TEMEMOS FRACASAR, COLO­CARNOS EN SITUACIONES VERGONZOSAS PARA NOSOTROS O PARA NUESTRA FAMILIA, PERDER NUESTRA LIBERTAD O A ALGUIEN A QUIEN QUEREMOS, O LA PROPIA VIDA. LA PARTE DIFÍCIL RADICA EN QUE, CUANDO COMENZAMOS A SENTIR TAL MIEDO, A MENUDO SE CONVIERTE CON RAPIDEZ EN IRA, Y USAMOS ESTA IRA PARA AUMENTAR NUESTRAS FUERZAS Y LUCHAR CONTRA CUALQUIER PERSONA A QUIEN SINTAMOS QUE CONSTITUYE UNA AMENAZA.

"YA SINTAMOS MIEDO O IRA, DEBEMOS DARNOS CUENTA DE QUE ESTAS EMOCIONES VIENEN DE UNA SOLA FUENTE: AQUELLOS ASPECTOS DE NUESTRA VIDA A LOS QUE QUEREMOS AFERRAMOS.

"LAS LEYENDAS DICEN QUE, PUESTO QUE EL MIEDO Y LA IRA PROVIENEN DE LA PREOCUPACIÓN POR LA POSIBILIDAD DE PERDER ALGO, LA MANERA DE EVITAR ESTAS EMOCIONES CONSISTE EN DES­PRENDERSE DE TODOS LOS RESULTADOS O CONSECUENCIAS.

Estábamos ya bien al norte del pueblo y la nieve caía aún más densa. Yin se esforzaba por ver el camino y me miraba de reojo muy brevemente mientras hablaba.

—Tomemos nuestro caso, por ejemplo —continuó—. Estamos buscando a Wil y el punto de acceso a Shambhala. Las leyendas dirían que, al mismo tiempo que disponemos nuestros campos para esperar sólo las intuiciones y los su­cesos correctos para que nos guíen, deberíamos despren­dernos por completo de cualquier resultado particular. A esto apuntaba yo cuando te advertí acerca de apegarte demasiado a si Jacob se detenía o no. Lo importante del desprendimiento, o desapego, es el gran mensaje de Buda y el don a la humanidad que brindan todas las religiones orientales.

Yo estaba familiarizado con el concepto, pero en aquel momento me costaba comprender su valor.

—Yin —protesté—, ¿cómo podemos desprendernos por completo? Para mí, a menudo esta idea suena como la teoría de la torre de marfil. Podría ser una cuestión de vida o muerte que ayudemos a Wil. ¿Cómo podemos no preocupamos por eso?

Yin desvió el jeep del camino y se detuvo. Ahora la visibilidad era casi cero.

—NO DIJE QUE NO HAY QUE PREOCUPARSE —continuó—. DIJE QUE NO HAY QUE APEGARSE A NINGÚN RESULTADO EN PARTICU­LAR. LO QUE OBTENEMOS EN LA VIDA ES SIEMPRE LIGERAMENTE DIFERENTE DE LO QUE DESEAMOS. DESPRENDERSE ES DARSE CUENTA DE QUE SIEMPRE HAY UN PROPÓSITO MÁS ELEVADO QUE SE PUEDE ENCONTRAR EN CUALQUIER SUCESO, EN CUALQUIER RESULTADO. SIEM­PRE PODEMOS ENCONTRAR UN HILO DE PLATA, UN SIGNIFICADO POSITIVO, A PARTIR DEL CUAL PODAMOS CONSTRUIR.

Asentí. Era un concepto que conocía de Perú.

—Comprendo el valor de mirar las cosas de ese modo en general —repuse—, pero ¿una perspectiva así no tiene sus límites? ¿Y si estamos a punto de ser asesinados, o torturados? Es difícil desprenderse ante esas cosas, o ver en ellas un hilo de plata.

Yin me miró con dureza.

—Pero... ¿y si ser torturado es siempre el resultado de que no nos desprendemos lo suficiente durante los hechos que llevan a tal situación crítica? NUESTRAS LEYENDAS DICEN QUE CUANDO APRENDEMOS EL DESPRENDIMIENTO NUESTRA ENERGÍA PUEDE PERMANECER LO BASTANTE ELEVADA COMO PARA EVITAR TODOS ESOS SUCESOS EN EXTREMO NEGATIVOS. SI CON­SEGUIMOS MANTENERNOS FUERTES, ESPERANDO SIEMPRE LO POSITIVO, YA SEA EL RESULTADO EXACTAMENTE LO QUE PENSAMOS O NO, ENTONCES COMIENZAN A OCURRIR MILAGROS. Yo no podía creerlo.

—¿QUIERES DECIR QUE TODO LO MALO QUE NOS SUCEDE OCURRE PORQUE PASAMOS POR ALTO ALGUNA OPORTUNIDAD SINCRÓNICA DE EVITARLO?

Me miró sonriente.

—Sí, es exactamente lo que estoy diciendo.

—¡PERO ES ESPANTOSO! ¿ESO NO ASIGNA LA CULPA, DIGAMOS, A ALGUIEN QUE SUFRE UNA ENFERMEDAD TERMINAL, CON EL ARGUMENTO DE QUE ES RESPONSABLE DE SU ENFERMEDAD PORQUE PASÓ POR ALTO LA OPORTUNIDAD DE CURAR?

—NO, NO EXISTE NINGUNA CULPA. TODOS HACEMOS LO MEJOR QUE PODEMOS. PERO LO QUE TE HE DICHO ES UNA VERDAD QUE DEBEMOS ACEPTAR SI QUEREMOS ALCANZAR LOS NIVELES MÁS ELE­VADOS DE ENERGÍA DE ORACIÓN. DEBEMOS MANTENER NUESTROS CAMPOS LO MÁS FUERTES POSIBLE, Y PARA HACERLO DEBEMOS SIEMPRE CREER, CON UNA FE PODEROSA, QUE SEREMOS SALVADOS DE TALES PROBLEMAS.

"A VECES PASAREMOS ALGO POR ALTO —CONTINUÓ—. EL CONOCIMIENTO HUMANO ES INCOMPLETO, Y PODRÍAMOS MORIR O SER TORTURADOS A CAUSA DE FALTA DE INFORMACIÓN. PERO LA VERDAD ES ÉSTA: SI POSEYÉRAMOS TODO EL CONOCIMIENTO QUE AL FINAL TENDRÁN LOS HUMANOS, SIEMPRE PODRÍAMOS GUIAMOS DE MODO DE SALIR DE UNA SITUACIÓN PELIGROSA. ALCANZAMOS NUES­TRO MAYOR PODER CUANDO ASUMIMOS QUE YA ES ASÍ. ÉSTE ES EL MODO EN QUE PODEMOS PERMANECER DESPRENDIDOS Y FLEXI­BLES Y CONSTRUIR UN PODEROSO CAMPO DE EXPECTATIVA.

Me limité a mirarlo. Todo comenzaba a adquirir sentido. YIN ME DECÍA QUE DEBÍAMOS ASUMIR EL PROCESO SINCRÓNICO QUE SIEMPRE NOS ALEJA DEL CAMINO DEL DAÑO, Y QUE SABRÍAMOS POR ADELANTADO QUÉ MOVIMIENTOS REALIZAR, PORQUE ESA CAPA­CIDAD ES NUESTRO DESTINO. SI LO CREEMOS, TARDE O TEMPRANO SE TOMARÁ UNA REALIDAD PARA TODOS LOS SERES HUMANOS.

—TODOS LOS GRANDES MÍSTICOS —prosiguió Yin— AFIRMAN QUE ACTUAR A PARTIR DE LA FE TOTAL ES IMPORTANTE. El apóstol Juan, en la Biblia occidental, describe el resultado de este tipo de fe. Lo pusieron en una cuba de aceite hirviente y él salió indemne. A otros los encerraron con leones hambrientos, y salieron ilesos. ¿Son meros mitos?

—¿Pero cómo tiene que ser nuestra fe para lograr semejante nivel de invulnerabilidad? —pregunté.

—Debemos alcanzar un nivel que se acerque al de la gente de Shambhala —respondió Yin—. ¿No ves la cohe­rencia de todo esto? Si nuestra continua expectativa de oración es lo bastante fuerte, los dos esperamos sincronicidad y enviamos energía a los demás de modo que también ellos puedan esperar sincronicidad. El nivel de energía sigue subiendo. Y mientras tanto están siempre los dakini...

Se apresuró a mirar hacia otro lado, en apariencia horrorizado de haber vuelto a mencionar a estos seres.

—¿Qué pasa con los dakini? —pregunté. Guardó silencio.

—Yin —insistí—, tienes que decirme a qué te refieres. ¿Cómo entran los dakini en todo esto?

Al fin respiró hondo y contestó:

—Sólo te digo lo que yo mismo comprendo. Las leyendas afirman que sólo la gente de Shambhala comprende a los da­kini, y que debemos tener mucho cuidado. No puedo decirte más.

Lo miré enojado.

—Bien, tendremos que averiguarlo después, ¿no? Cuando lleguemos a Shambhala.

Me miró con gran tristeza.

—Ya te dije que he tenido demasiada experiencia con los militares chinos. Mi odio y mi ira erosionan mi energía.

Si en algún momento veo que te estoy reteniendo, deberé irme. Y tú tendrás que continuar solo.

Me quedé mirándolo; no quería pensar en eso.

—SÓLO RECUERDA —continuó Yin— LO QUE TE DIJE SOBRE EL DESPRENDIMIENTO Y SOBRE CONFIAR EN QUE SIEMPRE SERÁS GUIADO PARA SUPERAR CUALQUIER PELIGRO.

Calló un instante, mientras ponía de nuevo el jeep en marcha y comenzaba a atravesar la nieve.

—Puedes apostar —dijo al fin— a que tu fe será puesta a prueba.

 

 
 
 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
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