LA ENTRADA EN SHAMBHALA
Sentí que alguien me tocaba, unas manos humanas que me envolvían en
algo y me llevaban a alguna parte. Comencé a sentirme a salvo,
incluso eufórico. Al cabo de un rato percibí de nuevo esa fragancia
dulce, sólo que ahora lo abarcaba todo y llenaba mi conciencia.
—Trata de abrir los ojos —me dijo una voz de mujer. Mientras me
empeñaba en enfocar, pude distinguir la figura de una mujer
corpulenta, quizá de un metro noventa de estatura. Me tendía un
tazón.
—Toma —me dijo—. Bebe esto.
Abrí la boca y bebí una sopa caliente y sabrosa de tomates, cebollas
y una especie de brócoli dulce. Mientras bebía me di cuenta de que
se había intensificado mi percepción gustativa. Podía discernir con
precisión cada sabor. Bebí casi toda la taza, y en pocos momentos se
me despejó la cabeza y conseguí enfocar de nuevo todo lo que me
rodeaba.
Me encontraba en una casa, o algo semejante a una casa. La
temperatura era cálida. Estaba recostado en una reposera tapizada
con un género azul verdoso. El piso era de mosaicos lisos de piedra
marrón, y había numerosas plantas, en macetas de cerámica. Por sobre
mí, el cielo azul y las ramas colgantes de varios árboles grandes.
La morada daba la impresión de no tener techo ni muros exteriores.
—Ya deberías sentirte mejor. Pero debes respirar —me dijo la mujer,
en buen inglés.
La miré, hechizado. Era de aspecto asiático y llevaba un vestido
ceremonial tibetano, colorido y bordado, y unas babuchas sencillas,
de aspecto suave. A juzgar por la profundidad de su mirada y la
sabiduría de su voz, tendría unos cuarenta años, pero su cuerpo y
sus movimientos le daban la apariencia de una persona mucho más
joven. Y aunque su cuerpo tenía proporciones perfectas y hermosas
formas, cada una de sus partes era excepcionalmente grande.
—Debes respirar —repitió—. Sé que sabes hacerlo, o no estarías aquí.
Por fin comprendí a qué se refería, y comencé a aspirar la belleza
de lo que me rodeaba y a visualizar cómo la energía venía a mí.
—¿Dónde estoy? —pregunté—. ¿Esto es Shambhala? La mujer sonrió con
gesto aprobador y no pude creer la belleza de su rostro. Era
ligeramente luminoso.
—En parte —respondió—. Es lo que llamamos el perímetro de Shambhala.
Bastante más al norte están los templos sagrados.
A continuación me dijo que se llamaba Ani, y yo me presenté.
—Cuéntame cómo llegaste aquí —me pidió. De manera algo desordenada
le conté toda la historia, comenzando por una breve descripción de
mi conversación con Natalie y Wil, las Revelaciones y mi viaje al
Tíbet, incluida la reunión con Yin y el lama Rigden y lo que había
oído sobre las leyendas; por ultimo, el hallazgo del punto de
acceso. Hasta mencioné mis percepciones de la luz, en apariencia
obra de los dakini.
—¿Sabes por qué estás aquí? —me preguntó. La miré un momento.
—Sólo sé que Wil me pidió que viniera y que era importante encontrar
Shambhala. Me dijeron que aquí hay un conocimiento que se necesita.
Asintió y miró hacia otro lado, pensativa.
—¿Cómo aprendiste a hablar tan buen inglés? —le pregunté. Me sentía
débil otra vez. Sonrió.
—Aquí hablamos muchos idiomas.
—¿Has visto a un hombre llamado Wilson James?
—No —repuso—. Pero por los puntos de acceso se puede ingresar en
otros lugares del perímetro. Tal vez esté aquí en algún sitio. —Fue
hasta donde se hallaban las plantas en sus macetas y acercó una a
mí. —Creo que debes descansar un rato. Trata de absorber algo de
energía de estas plantas. Dispón en tu campo la intención de que la
energía de ellas entre en ti, y luego duérmete.
Cerré los ojos y obedecí sus instrucciones; en pocos momentos me
dormí.
Un rato después me despertó un ruido sibilante. La mujer se hallaba
parada de nuevo frente a mí. Se sentó al borde de la reposera.
—¿Qué fue ese ruido? —pregunté.
—Vino de afuera.
—¿A través del vidrio?
—En realidad no es vidrio, sino un campo de energía que sólo parece
vidrio, pero no puedes romperlo. En las culturas exteriores aún no
se ha inventado.
—¿Cómo se crea? ¿Es electrónico?
—En parte, pero tenemos que participar mentalmente para activarlo.
Contemplé el paisaje que se extendía al otro lado de la casa. Había
otras viviendas desparramadas en las suaves colinas y praderas,
hasta llegar al valle llano. Algunas tenían paredes exteriores
transparentes, como la de Ani. Otras parecían de madera y eran de
un estilo tibetano de diseño único. Todas se integraban en el
paisaje sin obstruirlo.
—¿Y esas casas de allá, de arquitectura diferente?
—pregunté.
—Están todas creadas por un campo de fuerza —respondió—. Ya no
utilizamos madera ni metales. Simplemente creamos con los campos lo
que deseamos. Me sentí fascinado.
—¿Y la construcción interna, el agua y la electricidad?
—Por supuesto que tenemos agua, pero se manifiesta directamente del
vapor de agua del aire, y la energía de los campos nos da todo lo
demás que necesitamos.
Miré de nuevo afuera, incrédulo.
—Cuéntame de este lugar. ¿Cuánta gente hay aquí?
—Miles. Shambhala es un lugar muy grande. Interesado, bajé las
piernas de la reposera y apoyé los pies en el piso, pero experimenté
un intenso mareo. Se me nubló la visión.
Ani se levantó, tendió una mano detrás de la reposera y me dio más
sopa.
—Bebe esto y aspira de nuevo la energía de las plantas—me indicó.
Así lo hice, y al fin regresó mi energía. Mientras absorbía más
aire, todo se tornó más intenso y hermoso que antes, incluida Ani.
Su cara se volvió más luminosa, resplandeciendo desde adentro,
exactamente como yo había visto a Wil en algunas ocasiones
anteriores.
—Dios mío —exclamé, mirando alrededor.
—Es mucho más fácil elevar tu energía aquí que en las culturas
exteriores —comentó Ani—, porque todos damos energía a todos y
disponemos un campo para un nivel cultural más alto. —Dijo con
énfasis la frase "nivel cultural más alto", como si tuviera un
significado mayor.
Yo no podía apartar los ojos del entorno. Cada forma, desde las
plantas cercanas a mí hasta los colores del piso de mosaicos y los
verdes exuberantes de afuera, daba la impresión de relucir desde
adentro.
—Todo esto parece increíble —balbuceé—. Me siento como si estuviera
en una película de ficción científica. Me miró seria.
—MUCHA FICCIÓN CIENTÍFICA ES PROFÉTICA. LO QUE VES AQUÍ ES SIMPLE
PROGRESO. SOMOS HUMANOS, LO MISMO QUE TÚ, Y ESTAMOS EVOLUCIONANDO DE
LA MISMA MANERA QUE COMO AL FINAL EVOLUCIONARÁN USTEDES, LOS DE LAS
CULTURAS EXTERIORES, SI NO SE SABOTEAN.
En ese momento entró corriendo en la habitación un muchachito de
unos catorce años, que me saludó con educación y anunció:
—Volvió a llamar Pema. Ani se volvió hacia él.
—Sí, me enteré. ¿Irías a buscar nuestros abrigos, y uno para nuestro
huésped?
Me costaba dejar de mirar al chico. Su semblante parecía de una
persona mucho mayor, y su apariencia me resultaba familiar. Me
recordaba a alguien, pero no conseguía identificar a quién.
—¿Puedes venir con nosotros? —me preguntó Ani—.Podría ser
importante que lo vieras.
—¿Adónde vamos? —quise saber.
—A la casa de una vecina. Sólo para ver cómo está. Cree haber
concebido un hijo hace unos días, y quiere que yo la revise.
—¿Eres médica?
—En realidad aquí no tenemos médicos, porque ya no existen las
enfermedades con que ustedes están tan familiarizados. Hemos
aprendido a mantener nuestra energía por encima de ese nivel. Yo
ayudo a la gente a controlarse, extender su energía y mantenerla
así.
—¿Por qué dices que es importante que yo lo vea?
—Porque en este momento estás aquí. —Me miró como si yo fuera lerdo.
—Por cierto debes entender el proceso sincrónico.
Regresó el chico, que me fue presentado. Se llamaba
Tashi. Me dio una chaqueta azul intenso; parecía una parka común,
salvo las costuras. De hecho, no tenía ninguna costura. Era como si
las partes de género se hubieran unido sencillamente juntándolas. Y,
de manera sorprendente, aunque al ponérmela la sentía como si fuera
de algodón, no pesaba casi nada.
—¿Cómo las fabrican? —pregunté.
—Son campos de fuerza —me respondió Ani, al tiempo que ella y Tashi
atravesaban la pared con un ruido sibilante. Traté de seguirlos,
pero reboté contra el campo, que percibí como una pieza sólida de
Plexiglás. Desde afuera, el chico rió.
Con otro sonido como los anteriores, Ani volvió, también sonriendo.
—Tendría que haberte indicado qué hacer —me dijo—. Discúlpame. Debes
visualizar que el campo de energía se abre para que pases.
Inténtalo.
Le eché una mirada escéptica.
—Imagínalo abriéndose en tu mente y luego atraviésalo.
Seguí sus indicaciones y avancé. En verdad pude ver el campo
abriéndose. Parecía una distorsión del espacio, algo como los rayos
de calor que se ven en una carretera al sol.
Con una especie de zumbido lo atravesé y aparecí en la acera
exterior. Ani me siguió.
Meneé la cabeza. ¿Dónde me hallaba?
Siguiendo a Tashi, anduvimos por un sendero sinuoso que bajaba en
forma gradual por la ladera de la colina. Al mirar atrás, vi que la
casa de Ani quedaba casi por completo oculta por los árboles, y
entonces otra cosa me llamó la atención. Cerca de la casa había una
unidad cuadrada, negra, de aspecto metálico, del tamaño de una
valija grande.
—¿Qué es eso? —le pregunté a Ani.
—Es nuestra unidad de energía —me contestó—. Nos ayuda a calentar y
enfriar la casa y disponer los campos de fuerza.
Quedé totalmente confundido.
—¿Qué quieres decir con que los "ayuda"?
Iba caminando delante de mí; seguíamos descendiendo por la ladera.
Aminoró el paso y me permitió alcanzarla.
—La unidad de energía que está junto a la casa no crea nada por sí
misma. Lo único que hace es amplificar a un nivel más elevado el
Campo de Oración que ya conoces, de modo que podamos manifestar
directamente lo que necesitamos.
La miré de reojo.
—¿Por qué te suena tan fantástico? —preguntó Ani, sonriendo—. Ya te
dije: es mero progreso.
—No sé —respondí—. Supongo que, durante todo el tiempo en que
intentaba llegar a Shambhala, en ningún momento me detuve a pensar
cómo sería este lugar. Tal vez pensé que iba a encontrar simplemente
un grupo de lamas supremos en estado de meditación en alguna parte.
Ésta es una cultura con tecnología. Es fantástico...
—No es la tecnología lo que importa, sino cómo la hemos utilizado
para acrecentar nuestros poderes mentales.
—¿A qué te refieres?
—Todo esto no es tan extravagante como piensas. Simplemente hemos
descubierto las lecciones de la historia. Si observas con atención
la historia humana, puedes ver que la tecnología siempre ha sido una
precursora de lo que luego podría hacerse sólo con la mente humana.
"Piénsalo. A lo largo de toda la historia la gente creó tecnología
para realzar su capacidad de actuar y estar cómoda en el mundo. En
el comienzo fueron sólo recipientes para contener nuestros
alimentos y herramientas con que cavar, y después, casas y edificios
más elaborados. Para crear estos elementos, extrajimos metales y
minerales y les dimos las formas que veíamos en nuestra mente.
Quisimos viajar en forma más efectiva, de modo que inventamos la
rueda y luego vehículos de diversos tipos.
Quisimos volar, de modo que fabricamos aviones que nos ayudaron a
hacerlo.
"Quisimos comunicarnos con más rapidez, entre grandes distancias,
en cualquier momento en que quisiéramos, así que inventamos cables y
telégrafos, teléfonos, radios y televisión... que nos permitieran
ver qué estaba sucediendo en otros sitios.
Me miró con expresión interrogadora.
—¿Ves el esquema? Los humanos inventamos la tecnología porque
queríamos llegar a diversos lugares y conectarnos con más gente, y
en el fondo de nuestro corazón sabíamos que nos era posible
hacerlo. La tecnología ha sido siempre sólo un escalón para avanzar
hacia lo que podemos hacer por nosotros mismos. El verdadero papel
de la tecnología ha sido el de ayudamos a reforzar la fe en que
podemos hacer todas estas cosas por nuestros propios medios, con
nuestro propio poder interior.
"De modo que, en los principios de la historia de Shambhala,
comenzamos a hacer evolucionar la tecnología hasta que sirviera en
forma consciente al desarrollo de la mente humana. Nos dimos cuenta
del verdadero potencial de nuestros Campos de Oración y comenzamos a
remodelar nuestra tecnología de manera que meramente amplificara
nuestros campos. Aquí, en el perímetro, todavía utilizamos los
aparatos de amplificación, pero estamos al borde de poder apagarlos
y usar sólo nuestros Campos de Oración para manifestar todo lo que
necesitamos o queremos hacer. Algo que la gente de los templos ya
puede hacer.
Quería formularle muchas preguntas, pero mientras dábamos vuelta a
un recodo vi un arroyo ancho que corría colina abajo a nuestra
derecha. Más adelante resonaba el ruido del agua apresurada.
—¿Qué es ese ruido? —pregunté.
—Más arriba hay una cascada —me contestó—. ¿Sientes que necesitas
verla?
—¿Quieres decir intuitivamente? —pregunté.
—Por supuesto que quiero decir intuitivamente —respondió,
sonriendo—. Vivimos mediante la intuición. Tashi se había detenido y
miraba hacia atrás. Ani se volvió hacia él.
—¿Por qué no vas a avisarle a Pema que ya vamos?
El chico sonrió y salió corriendo.
Nosotros subimos por la cuesta rocosa que se alzaba a nuestra
derecha, acercándonos al arroyo, y nos abrimos paso entre unos
árboles más pequeños y frondosos hasta llegar al borde del agua. El
arroyo tenía unos siete metros de ancho y fluía con rapidez. Entre
las ramas de nuestra izquierda vi que el agua pasaba por sobre un
saliente. Ani me indicó que la siguiera. Caminamos junto al arroyo y
bajamos varios escalones de piedra hasta quedar justo debajo de las
cascadas. Desde allí podíamos ver la caída de quince metros hacia un
gran estanque que se extendía abajo.
Me llamó la atención un movimiento, y me asomé al borde de la roca
para mirar hacia abajo. Para mi sorpresa, a través de la bruma y el
rocío del extremo del estanque alcancé a ver a dos personas que
caminaban una hacia otra, las dos rodeadas por una luz suave,
rosada. Aunque la luz no era muy intensa, lucía notablemente densa,
en especial alrededor de los hombros y las caderas. Me esforcé por
distinguir el contorno completo de las dos personas, y cuando lo
hice me di cuenta de que estaban desnudas.
—¿Así que me hiciste subir aquí para ver esto? —me dijo Ani,
divertida.
Yo no podía quitar los ojos de lo que sucedía. Sabía que estaba
contemplando los campos de energía de un hombre y una mujer. A
medida que se acercaban uno a otro, sus campos se fundían. Por fin,
con gran lentitud, vi otra luz que se formaba en la parte media del
cuerpo de la mujer. Al cabo de unos minutos se separaron y la mujer
se palpó el vientre. La luz más pequeña se tornó más intensa, y los
dos volvieron a abrazarse y parecían hablar, pero yo no podía oír
nada a causa de la cascada. De pronto las dos personas simplemente
desaparecieron.
Me di cuenta de que habían estado haciendo el amor, y me sentí
incómodo.
—¿Quiénes son esas personas? —pregunté.
—No los reconocí —respondió Ani—. Pero son de alguna parte de la
región.
—Me dio la impresión de que concibieron un hijo —dije—. ¿Crees que
era lo que se proponían? Estalló en risitas.
—Esto no es las culturas exteriores. Por supuesto que se proponían
concebir. En estos niveles de energía e intuición, traer un alma a
la Tierra es un proceso muy deliberado.
—¿Cómo hicieron para desaparecer así?
—Viajaron allí proyectándose mentalmente a través de un Campo de
Viaje. El aparato de amplificación nos permite hacer eso.
Descubrimos que el mismo campo electromagnético que envía imágenes
de televisión puede usarse para vincular el espacio de un lugar
remoto con el espacio donde estamos. Cuando hacemos eso, podemos
simplemente mirar una escena siempre que lo deseamos, o incluso
pasar al otro lado, utilizando nuestro Campo de Oración amplificado.
Algunos teóricos de las culturas exteriores ya están trabajando en
tales teorías en la actualidad, sólo que no tienen plena conciencia
de a qué conducirán.
Me limité a mirarla, tratando de absorber la nueva información.
—Pareces abrumado —me dijo Ani. Asentí y logré esbozar una sonrisa.
—Vamos. Te llevaré a la casa de Pema.
Cuando llegamos, vi que la casa era como la de Ani, salvo que estaba
construida en la ladera de una colina y tenía muebles diferentes.
Noté una caja negra idéntica en la parte exterior, y entramos a
través del campo de fuerza, igual que antes. Nos salieron al
encuentro Tashi y otra mujer, que se presentó como Pema.
Era más alta y más delgada que Ani. Tenía el cabello renegrido y
largo y llevaba sólo un vestido blanco largo. Aunque sonreía, me di
cuenta de que algo no andaba del todo bien. Pidió ver a Ani a solas,
así que ambas mujeres fueron a otra habitación, dejándonos a Tashi y
a mí sentados en una sala de estar.
Estaba por preguntarle qué ocurría, cuando sentí una electricidad en
el aire, a mis espaldas. Vi que la distorsión ondeada se abría,
igual que como había visto en el campo de fuerza que rodeaba la casa
de Ani, sólo que esta vez apareció en el medio de la habitación.
Parpadeé, tratando de entender lo que ocurría. Al enfocar, a través
de la distorsión vi un campo con pequeñas plantas, como si fuera una
ventana. Para mi sorpresa, un hombre atravesó la abertura y entró en
la habitación.
Tashi se puso de pie y nos presentó. El hombre se llamaba Dorjee.
Me saludó con un gesto amable y
preguntó dónde se hallaba Pema. Tashi señaló hacia la habitación.
—¿Qué ha pasado? —le pregunté a Tashi. Me miró con una sonrisa.
—Llegó de la granja el marido de Pema. ¿En las culturas exteriores
no hay gente capaz de hacer esto?
Le conté brevemente de los rumores y los mitos acerca de los yoguis
capaces de proyectarse a lugares distantes.
—Pero yo personalmente nunca he visto nada semejante —agregué,
tratando de recobrar la compostura— ¿Cómo se hace, exactamente?
—Visualizamos el lugar al que queremos ir, y el amplificador nos
ayuda a crear una ventana en ese lugar, justo frente a nosotros.
También crea una abertura en la otra dirección, para regresar. Así
como pudimos ver dónde estaba Dorjee antes de que llegara.
—¿Y el amplificador es la caja negra de afuera?
—Correcto.
—¿Y todos ustedes pueden hacer esto?
—Sí, y es nuestro destino hacerlo sin el amplificador. Calló y me
miró; luego preguntó:
—¿Quieres hablarme de la cultura de la que vienes, en el mundo
exterior?
Antes de que yo pudiera responder, oímos una voz que decía en el
dormitorio:
—Ha vuelto a suceder.
Tashi y yo nos miramos.
Después de unos minutos Ani salió de la habitación con Pema y al
marido, y todos se sentaron en la sala junto a nosotros.
—Me sentía tan segura de que estaba embarazada —dijo Pema— Podía ver
la energía y sentirla por momentos, y luego, tras unos pocos
minutos, desaparecía. Debe de ser la transición.
Tashi la miraba con intensidad, totalmente fascinado.
—¿Qué crees que pasó? —pregunté.
—Hemos intuido —dijo Ani— que existe una suerte de embarazo paralelo
y que el niño se ha ido a otra parte. Dorjee y Pema se miraron un
largo momento.
—Volveremos a intentarlo —afirmó Dorjee— Casi nunca sucede dos veces
en una misma familia.
—Debemos irnos —dijo Ani, que se puso de pie y abrazó a la pareja.
Tashi y yo la seguimos a través del campo de fuerza.
Yo continuaba abrumado. En algunos aspectos la cultura de aquel
lugar parecía extraordinaria; en otros, por entero fantástica. Yo
trataba de absorberlo todo mientras Ani nos conducía unos doce
metros hasta un hermoso saliente de rocas que daba al inmenso valle
verde de más abajo.
—¿Cómo puede haber un ambiente templado tan extenso en el Tíbet?
—pregunté de pronto.
Ani sonrió.
—La temperatura se controla con nuestros campos, y resultamos
invisibles para los que poseen menos energía. Aunque las leyendas
dicen que eso comenzará a cambiar cuando se acerque la transición.
Quedé perplejo.
—¿Conoces las leyendas? —pregunté. Ani asintió.
—Por supuesto. Shambhala es el origen de las leyendas, así como de
muchas profecías a lo largo de toda la historia. Nosotros ayudamos a
llevar información espiritual a las culturas exteriores. También
sabemos que es sólo una cuestión de tiempo hasta que ustedes
comiencen a descubrirnos.
—¿Quiénes? —quise saber.
—Cualquier persona de las culturas exteriores. Sabíamos que, como
algunos de ustedes elevaron en general su nivel de energía y
conciencia, comenzarían a tomar a Shambhala en serio y podrían
llegar aquí. Eso es lo que dicen las leyendas. En el momento del
cambio, o la transición, de Shambhala, llegará gente de las culturas
exteriores. Y no sólo los ocasionales adeptos de Oriente, que
siempre nos han encontrado en forma periódica, sino también personas
de Occidente, a las que se ayudará a llegar aquí.
—Dijiste que las leyendas predicen una transición. ¿Qué es?
—LAS LEYENDAS DICEN QUE, CUANDO LAS CULTURAS EXTERIORES COMIENCEN A
COMPRENDER TODOS LOS PASOS NECESARIOS PARA EXTENDER EL CAMPO DE
ORACIÓN HUMANO... ES DECIR, CÓMO CONECTARSE CON LA ENERGÍA DIVINA Y
DEJARLA FLUIR A TRAVÉS DEL AMOR, Y DISPONER EL CAMPO PARA PRODUCIR
EL PROCESO SINCRÓNICO Y ELEVAR A OTROS, ASÍ COMO FIJAR ESTE CAMPO
CON EL DESPRENDIMIENTO... ENTONCES SE TORNARÁ CONOCIDO LO QUE
HACEMOS AQUÍ, EN SHAMBHALA.
—¿Hablas del resto de la Cuarta Extensión?
Me miró con expresión conocedora.
—Sí. Eso es, al fin y al cabo, lo que has venido a ver aquí.
—¿Puedes decirme qué es?
Meneó la cabeza.
—Debes avanzar de a un paso por vez. Primero debes darte cuenta
de adónde se dirige la humanidad. No en forma intelectual, sino con
tus ojos y tus sentimientos. Shambhala es el modelo de ese futuro.
Asentí, mirándola.
—ES HORA DE QUE EL MUNDO SEPA DE QUÉ SON CAPACES LOS SERES HUMANOS,
DE ADÓNDE NOS LLEVA LA EVOLUCIÓN. UNA VEZ QUE LO COMPRENDAS
PLENAMENTE, PODRÁS EXTENDER AÚN MÁS TU CAMPO, VOLVERTE AÚN MÁS
FUERTE.
Meneó la cabeza y agregó:
—Pero comprende que yo no poseo toda la información sobre la Cuarta
Extensión. Podré guiarte a través de algunos de los pasos
siguientes, pero hay más, que sólo conoce la gente de los templos.
—¿Qué son los templos? —quise saber.
—Son el corazón de Shambhala. El lugar místico que imaginaste. Donde
se hace el verdadero trabajo de Shambhala.
—¿Dónde están ubicados?
Señaló al norte, del otro lado del valle, donde se alzaba un extraño
grupo circular de montañas a la distancia.
—Allá, pasando esas cumbres —respondió. Mientras nosotros
hablábamos, Tashi guardaba silencio, escuchando cada palabra. Ani lo
miró y le acarició el pelo.
—Tuve la intuición de que para este momento iban a llamar a Tashi a
los templos... pero él parece más interesado en la vida en tu mundo.
Me desperté sobresaltado, transpirando. Había soñado que caminaba
por los templos con Tashi y otra persona, al borde de comprender la
Cuarta Extensión. Estábamos en un laberinto de estructuras de
piedra, la mayoría de un color arena broncíneo, pero a la distancia
había un templo de tono azulado. En la puerta había parada una
persona ataviada con un llamativo atuendo tibetano. En el sueño yo
huía del oficial chino al que ya había visto varias veces antes. Él
me perseguía por entre los templos, que eran destruidos. Yo lo
odiaba por lo que hacía.
Me incorporé en la cama y traté de enfocar, recordando apenas la
caminata de regreso a la casa de Ani. Ahora me hallaba en uno de sus
dormitorios y era la mañana. Tashi estaba sentado frente a la cama
en un gran sillón, mirándome fijo.
Respiré hondo y traté de calmarme.
—¿Qué pasa? —me preguntó.
—Sólo un sueño pavoroso —respondí.
—¿Me contarás de las culturas exteriores?
—¿No puedes ir allá a través de una ventana o una abertura, o como
sea que lo llamen? Negó con la cabeza.
—No, eso no es posible, ni siquiera en los templos. Mi abuela intuyó
que podía hacerse, pero nadie lo ha logrado, a causa de las
diferencias en los niveles de energía entre los dos lugares. La
gente de los templos puede ver lo que está sucediendo en las
culturas exteriores, pero eso es todo.
—Tu madre parece saber mucho sobre el mundo exterior.
—Obtenemos nuestra información de la gente que reside en los
templos. Vienen aquí a menudo, en especial cuando perciben que
alguien está listo para unírseles.
—¿Unírseles?
—Aquí casi todos aspiran a ocupar un lugar en los templos. Es el
mayor honor y una oportunidad de influir en las culturas exteriores.
Mientras hablaba, su voz y su nivel de madurez me recordaron a los
de una persona de treinta años. Aunque era corpulento, resultaba
desconcertante mirar ese rostro de catorce años.
—¿Y tú? —pregunté—. ¿Deseas ir a los templos? Sonrió y miró hacia la
otra habitación, como si no quisiera que su madre lo oyera.
—No. No dejo de pensar en la forma de ir a las culturas
exteriores. ¿Me contarás sobre ellas?
Durante media hora le conté todo lo que pude sobre el actual estado
de cosas en el mundo: cómo vivía la mayoría de la gente, lo que
comían casi todos, la lucha por instituir la democracia en todo el
globo, la influencia corruptora del dinero sobre el gobierno, los
problemas ambientales. Lejos de mostrarse alarmado o decepcionado,
lo absorbía todo con entusiasmo.
En eso entró Ani en la habitación, percibió que se desarrollaba una
conversación importante y calló. Ninguno de nosotros dijo nada; yo
volví a desplomarme contra la almohada.
Ani me miró. —Tenemos que infundirte más energía —observó—. Ven
conmigo.
Me puse la ropa y me reuní con ella en la sala; luego la seguí
afuera y dimos la vuelta a la parte posterior de la casa. Allí los
árboles eran muy grandes y estaban plantados a unos diez metros uno
de otro. Entre ellos había césped y docenas de otras plantas
semejantes a enormes helechos. Ani me urgió a mover el cuerpo, así
que intenté hacer los ejercicios que me había enseñado Yin.
—Ahora siéntate aquí —me dijo cuando terminé—. Y eleva de nuevo tu
energía.
Cuando se sentó a mi lado, comencé a aspirar y enfocar la belleza
que me rodeaba, visualizando que la energía venía a mí desde
adentro. Lo mismo que antes, los colores y las formas comenzaron a
sobresalir con gran facilidad.
Miré a Ani y vi en su cara una expresión de profunda sabiduría.
—Así está mejor —me dijo—. Ayer, cuando visitamos a Pema, todavía no
estabas por completo aquí. ¿Recuerdas lo que sucedió?
—Por supuesto —respondí—. La mayor parte.
—¿Recuerdas lo que ocurrió cuando ella creyó haber concebido?
—Sí.
—Parecía que el embarazo era real, pero al momento siguiente había
desaparecido.
—¿Qué crees que sucedió? —pregunté.
—En realidad nadie lo sabe. Estas desapariciones ocurren desde hace
un largo tiempo. De hecho, comenzaron conmigo, hace catorce años. En
ese entonces tuve la certeza de haber concebido mellizos, una nena y
un varón, y luego, en un instante, uno de los dos desapareció. Di a
luz a Tashi, pero siempre he sentido que su hermana vivía en algún
lugar.
"Desde entonces las parejas de aquí han tenido a menudo la misma
experiencia. Las mujeres se sienten seguras de haber concebido, y
luego, de pronto, se dan cuenta de que tienen el útero vacío. Todas
logran quedar embarazadas de nuevo y dar a luz, pero jamás olvidan
lo sucedido. Este fenómeno ha estado ocurriendo con regularidad en
todo Shambhala durante los últimos catorce años.
Hizo una breve pausa y continuó:
—Tiene algo que ver con la transición, tal vez incluso con el hecho
de que estés aquí. Desvié la mirada.
—No sé.
—¿No tienes ninguna intuición?
Pensé un momento y entonces recordé el sueño. Estaba a punto de
contárselo, pero como no lograba develar lo que significaba, no lo
hice.
—En realidad, ninguna intuición —dije—. Sólo muchas preguntas.
Asintió, esperando.
—¿Cómo funciona la economía aquí? ¿Qué hace la mayoría de la gente
con su tiempo? —inquirí.
—Hemos evolucionado hasta un punto en el que ya no usamos dinero —me
explicó Ani—, y ya no fabricamos ni construimos objetos, como en las
culturas exteriores. Decenas de miles de años atrás llegamos de
culturas que fabricaban las cosas que necesitaban, como ustedes.
Pero, como te dije, poco a poco llegamos a entender que el
verdadero destino de la tecnología es el de emplearla para
desarrollar nuestras capacidades mentales y espirituales.
Palpé la manga suave de mi parka.
—¿Quieres decir que todo lo que tienen es un campo de energía
creado?
—Así es.
—¿Y qué es lo que lo mantiene?
—Una vez creados, estos campos perduran mientras la energía no sea
alterada por algún tipo de negatividad.
—¿Y los alimentos?
—Los alimentos pueden crearse del mismo modo, pero descubrimos que
es mejor que la comida sea cultivada por individuos en un proceso
natural. Las plantas alimenticias responden a nuestra energía y nos
la devuelven. Desde luego, ya no tenemos necesidad de comer mucho
para mantenernos vibrantes. En los templos, la mayoría no come nada.
—¿Y la energía eléctrica? ¿Cómo se alimentan de energía los
amplificadores?
—Esa energía es gratis. Hace mucho tiempo descubrimos un
dispositivo, empleando procesos que ustedes denominarían fusión en
frío. Creaba energía virtualmente gratuita para nuestra cultura, lo
cual nos liberó de arruinar el ambiente y nos permitió automatizar
nuestra producción masiva de mercaderías. En forma gradual todo
nuestro tiempo llegó a concentrarse en nuestros senderos
espirituales, en la percepción sincrónica, y en descubrir nuevas
verdades sobre nuestra existencia y brindar esta información a
otros.
Mientras ella hablaba reconocí que describía un futuro humano del
que por primera vez me enteré en las Novena y Décima Revelaciones.
—A medida que nos desarrollábamos espiritualmente, aquí, en
Shambhala —prosiguió—, comenzamos a comprender que el propósito
humano en este planeta es el de evolucionar hacia una cultura
espiritual en todos sus aspectos. Y después nos dimos cuenta de que
teníamos un gran poder dentro de nosotros para que nos ayudara a
lograr lo que debía hacerse. Aprendimos las extensiones de la
oración y las utilizamos para desarrollar aún más nuestra
tecnología, como ya te he explicado, para ayudar a facilitar este
poder creativo. A esta altura vivimos simplemente en la naturaleza y
la única tecnología que queda son estas unidades que nos ayudan a
crear mentalmente todo lo demás que necesitamos.
—¿Toda esa evolución tuvo lugar aquí mismo? —pregunté.
—No, en absoluto —respondió—. Shambhala se ha mudado muchas veces.
Por alguna razón su declaración me conmocionó, así que le hice más
preguntas.
—Nuestras leyendas son muy antiguas y provienen de muchas fuentes
—me aclaró—. Todos los mitos de Atlantis y las leyendas hindúes de
Meru se originan en antiguas civilizaciones que existieron realmente
en el pasado, en las que se llevó a cabo la más temprana evolución
de Shambhala. Desarrollar nuestra tecnología constituyó el paso más
difícil, porque, para poner la tecnología al pleno servicio de
nuestro desarrollo espiritual individual, todos deben avanzar a un
punto en que la comprensión espiritual sea más importante que el
dinero y el control.
"Eso lleva algún tiempo, porque la gente que está encerrada en. el
miedo, y cree que necesita manipular personalmente el curso de la
evolución humana con su ego, a menudo desea utilizar los avances de
la tecnología de maneras negativas, para controlar a los demás. En
muchas civilizaciones tempranas, unos cuantos controladores trataron
de subvertir el uso de las máquinas de amplificación e intentaron
usarlas para vigilar y controlar los pensamientos de otras personas.
Muchas veces estas tentativas terminaron en guerra y destrucción
masiva, y la humanidad tuvo que volver a empezar desde cero.
"Las culturas exteriores enfrentan este problema en la actualidad.
Hay personas que quieren dominar a todos los demás empleando
vigilancia, chips implantados y controles de ondas
cerebrales.
—¿Y los aparatos de esas antiguas culturas de que hablas? ¿Por
qué no se ha encontrado casi nada?
—La deriva continental y el hielo han enterrado una gran parte, y
además, una vez que una cultura progresa hasta un punto en que los
bienes materiales se crean en forma mental, si algo sale mal y una
ola de negatividad derrumba la energía, simplemente todo desaparece.
Tomé aliento y me encogí de hombros. Lo que decía Ani tenía perfecto
sentido, pero al mismo tiempo me resultaba en extremo
desconcertante. Una cosa era plantearse hipótesis sobre la
evolución de la civilización humana hacia un futuro espiritual, y
otra muy distinta, encontrarse inmerso en una cultura que ya había
alcanzado ese grado de evolución.
Ani se acercó.
—Recuerda sólo que lo que hemos logrado nosotros es el curso
natural de la evolución humana. Vamos delante de ustedes, pero, como
hemos hecho lo que hemos hecho, el camino puede resultar más fácil
para ustedes, los de las culturas exteriores.
Hizo una pausa. Esbocé una sonrisa.
—Ahora tu energía parece muy mejorada —comentó.
—No creo que nunca me haya sentido tan alerta. Asintió.
—Como te dije antes, es el nivel de energía que mantenemos los
individuos de Shambhala. Es contagioso. También hay mucha gente aquí
que sabe cómo atraer energía y proyectarla a los demás de manera que
produzca un efecto multiplicador, en el que cada uno absorbe la
energía de oración que ha recibido de los otros y la envía de nuevo
a todos. ¿Ves cómo crece? Todas las suposiciones y expectativas de
todos los que componen una cultura fluyen juntas y conforman un solo
y gran Campo de Oración cultural.
"El nivel general que alcanza cualquier cultura es determinado
casi únicamente por cuánta conciencia tengan sus integrantes acerca,
en primer lugar, de la existencia de sus Campos de Oración en
general, y segundo, de cómo los extiendan en forma consciente.
Cuando al fin se practican las extensiones, el nivel de energía se
eleva muchísimo. Si en las culturas exteriores todos supieran cómo
atraer energía y hacerla fluir, haciendo una prioridad de las
extensiones de la oración, podrían lograr con toda facilidad el
nivel que tenemos en Shambhala. —Hizo chasquear los dedos para dar
énfasis a sus palabras, y luego agregó: —Es en eso en lo que estamos
trabajando en los templos. Usamos nuestras extensiones de oración
para ayudar a elevar la conciencia en las culturas exteriores. Hace
miles de años que lo hacemos.
Reflexioné en sus palabras y pregunté:
—Cuéntame todo lo que sabes de la Cuarta Extensión.
Guardó silencio un momento, al tiempo que me miraba muy seria.
—Ya sabes que debes avanzar paso a paso —respondió—. Te han
ayudado, pero para llegar aquí tenías que saber las primeras tres
extensiones y parte de la Cuarta. Ahora debes parar y comprender con
exactitud cómo funcionan en verdad las extensiones.
"Cuando se completa una extensión, la energía de uno fluye más lejos
hacia afuera y se fortalece. Esto ocurre porque, cuando haces
emanar tu energía para atraer experiencias sincrónicas y elevar a
otros, y cuando fijas esta energía con desprendimiento y fe,
promueves el plan divino, y cuanto más puedas actuar y pensar en
armonía con lo divino, más fuerte se torna tu poder. ¿Entiendes? Hay
un dispositivo de seguridad incorporado, como sin duda habrás visto.
Dios no va a encender el poder que hay en ti a menos que estés en
armonía con la intención universal.
Me tocó un hombro.
—De modo que lo que tienes que hacer ahora es ver con más claridad
adónde se supone que debe ir la humanidad, cómo debe evolucionar la
cultura humana en general. Es hora de que esto ocurra. Es por eso
que tú y otros están viendo y comprendiendo al fin a Shambhala. Éste
es el paso siguiente de la Cuarta Extensión. Debes comprender de
verdad el futuro destinado a la humanidad.
"Ya has comprendido cómo nosotros hemos dominado la tecnología y la
hemos puesto al servicio de nuestra evolución espiritual interior.
Experimentar esto extiende tu energía aún más, porque ahora puedes
disponer esta expectativa en tu Campo de Oración.
"Es importante comprender cómo funciona. Ya sabes cómo enviar un
campo delante de ti mientras vas por este mundo, y sabes cómo
disponerlo para aumentar la energía y el flujo sincrónico en ti
mismo y en otros. Extiendes tu campo un paso más cuando no sólo
visualizas que tu campo eleva a más altas intuiciones a la gente que
te rodea, sino que lo haces con una certeza de adónde conducen las
intuiciones más elevadas de todos, tanto tuyas como de los demás;
hacia una cultura espiritual ideal, como la que ves aquí, en
Shambhala. Cuando así lo haces, los ayudas a encontrar el papel que
deben desempeñar en esta evolución.
Asentí, ansioso por obtener más información.