El Poder
esta Dentro de Ti
Tercera
Parte
Amarse a Uno Mismo
Louise L. Hay |
|
Amarse a
uno mismo
¿Recuerdas la
última vez que te
enamoraste? Tu corazón hacía
«ahhhhh». Era una sensación
maravillosa. Lo mismo pasa cuando
uno se ama a sí mismo, sólo que uno
nunca puede abandonarse. Una vez
que cuentas con tu propio amor, éste
te acompaña durante el resto de tu
vida, de modo que es preciso que hagas
de ésta la mejor relación que tengas.
Cómo
amarse
Citando uno perdona y libera, no sólo se quita de encima una
enorme y
pesada carga sino que además abre la puerta hacia el amor a
sí mismo.
Vamos a examinar algunas formas de amarnos a nosotros mismos
que pueden resultar útiles para
aquellos de vosotros que ya llevan algún tiempo trabajando
en ello, y también para las personas que
acaban de comenzar. Yo los llamo mis Diez Pasos; a lo largo
de los años he enviado la lista a miles
de personas.
Amarse a uno mismo es una aventura maravillosa; es como
aprender a volar. ¿Te imaginas que
todos tuviéramos el poder de volar a voluntad? ¡Sería
fantástico! Empecemos a amarnos ahora
mismo.
En un aspecto o en otro, por lo visto todos sufrimos de
alguna carencia de amor a nosotros
mismos. Nos resulta muy difícil amarnos porque llevamos
dentro esos supuestos defectos que nos
hacen imposible amarnos tal como somos. Generalmente nos
ponemos condiciones para amarnos, y
cuando entablamos alguna relación también ponemos
condiciones para amar a la otra persona.
Todos hemos escuchado que no podemos amar de verdad a los
demás hasta que nos amemos a
nosotros mismos. De modo que, ahora que ya hemos visto las
barreras que hemos levantado para
obstaculizarnos, veamos cómo hacemos para lanzarnos al paso
siguiente.
Diez
maneras de amarnos
1.
Dejemos de criticamos
Este es
quizá el punto más importante. Ya hablamos de la crítica en
el capítulo 5. Si nos decimos a
nosotros mismos que, pase lo que pase, estamos bien y
valemos, podemos cambiar con facilidad
nuestra vida. Pero si nos decimos que estamos mal, nos
resultará enormemente difícil lograrlo. Todos
cambiamos, todos. Cada día es un nuevo día y hacemos las
cosas de manera algo diferente a como
las hicimos el día anterior. Nuestra capacidad para
adaptarnos y avanzar con el proceso de la vida es
nuestro poder.
Las personas que proceden de hogares problemáticos suelen
tener un sentido de la
responsabilidad exagerado y han adquirido la costumbre de
juzgarse sin piedad. Crecieron en medio
de la tensión y la angustia. El mensaje que recibieron
cuando eran niños les hace pensar: «Seguro
que algo no funciona bien en mí». Piensa por un momento en
las palabras que empleas cuando te
regañas. Las más comunes son: estúpido, chico malo, chica
mala, inútil, descuidado, feo, bobo,
indigno, perezoso, desaseado, etc. ¿Son éstas las mismas
palabras que empleas para describirte?
Tenemos una gran necesidad de fortalecer nuestra propia
valía y mérito, porque cuando
pensamos que no valemos lo suficiente encontramos la manera
de ser siempre desgraciados. Nos
creamos enfermedades y dolor, aplazamos cosas que nos
beneficiarían, maltratamos nuestro cuerpo
con comidas dañinas, con alcohol y otras drogas...
En cierta manera todos nos sentimos inseguros, porque somos
humanos. Aprendemos a no
pretender que somos perfectos. La necesidad de ser perfectos
sólo nos crea una enorme presión, y
nos impide ver los aspectos de nuestra vida que necesitan
curación. En lugar de eso podríamos des-
cubrir nuestras aptitudes creativas, nuestra individualidad,
y valorarnos por esas cualidades que nos
distinguen de los demás. Cada uno de nosotros tiene un papel
único que desempeñar en la Tierra,
papel que oscurecemos al criticarnos.
2. Dejemos
de asustarnos
Muchos de
nosotros nos llenamos de miedo con pensamientos aterradores,
logrando con ellos hacer
las situaciones peores de lo que son. Cogemos un pequeño
problema y lo transformamos en un
monstruo gigantesco. Es una forma terrible de vivir, siempre
a la espera de que ocurra lo peor en
nuestra vida. ¿Cuántos de vosotros os vais a la cama por la
noche imaginándoos el peor de los
guiones posibles para un problema? Eso es lo mismo que hace
un niño pequeño cuando se imagina
que hay monstruos debajo de la cama y se asusta por ello. Si
haces esto, no es raro entonces que no
puedas dormir. Cuando eras pequeño necesitabas que tu madre
o tu padre vinieran a tranquilizarte.
Ahora que eres adulto sabes que tienes la capacidad de
tranquilizarte a ti mismo.
Esto suelen hacerlo mucho las personas enfermas. Con
frecuencia se imaginan lo peor, si es que
no están ya planeando sus funerales. Ceden su poder a los
medios de comunicación y se consideran
datos estadísticos.
También ocurre a menudo en las relaciones. Alguien no te
llama por teléfono e inmediatamente
supones que no eres digno de amor y decides que jamás vas a
volver a embarcarte en otra relación.
Te sientes abandonado y rechazado.
Lo mismo sucede con el trabajo. Alguien te hace un
comentario y comienzas a pensar que te van a
despedir. Construyes estos paralizantes pensamientos en tu
mente. Recuerda que los pensamientos
de temor son afirmaciones negativas.
Si habitualmente repasas en tu mente situaciones o
pensamientos negativos, busca la imagen de
algo con lo que verdaderamente te gustaría reemplazarlos.
Podría ser un hermoso paisaje, una
puesta de sol, flores, algún deporte, o cualquier cosa que
te guste. Utiliza esa imagen como un «in-
terruptor» cada vez que te des cuenta de que tienes
pensamientos de miedo. Di: «No, ya no voy a
pensar en eso. Voy a pensar en puestas de sol, en rosales,
en París, en yates o hermosos saltos de
agua», según cual sea tu imagen. Si lo haces así, finalmente
superarás la costumbre, aunque es algo
que requiere mucha práctica.
3. Seamos
amables, cariñosos y pacientes con nosotros mismos
Con mucho
humor Oren Arnold escribió: «Querido Dios, te ruego que me
des paciencia. ¡Y la quiero
ahora mismo!». La paciencia es una herramienta muy potente.
La mayoría sufrimos de la expectativa
de la gratificación inmediata. Queremos que todo suceda
enseguida. No tenemos paciencia para
esperar nada. Nos irritamos si tenemos que esperar en una
cola o si estamos atascados en un
embotellamiento. Queremos todas las respuestas y todos los
bienes ahora mismo, ya. Con
muchísima frecuencia hacemos desgraciadas a otras personas
con nuestra impaciencia. La
impaciencia es una resistencia a aprender. Deseamos tener
las respuestas sin aprender la lección o
sin dar los pasos necesarios.
Piensa en tu mente como si fuera un jardín. Para empezar, un
jardín es un trozo de tierra. Puede
que en él haya muchas zarzas de odio a uno mismo y piedras
de desesperación, rabia y
preocupación. Hay un viejo árbol llamado miedo que necesita
una buena poda o que lo corten. Una
vez hayas limpiado bien el terreno y abonado la tierra,
siembra algunas semillas de alegría y
prosperidad. El sol brilla sobre tu jardín, y tú lo riegas,
lo abonas y lo cuidas amorosamente.
Al principio no se ve que suceda gran cosa. Pero tú no te
detengas, continúa cuidando tu jardín. Si
tienes paciencia, las plantas crecerán y se llenarán de
flores. Lo mismo sucede en tu mente: tú
seleccionas los pensamientos que vas a cuidar, y si tienes
paciencia, verás cómo crecen y
contribuyen a crear el jardín de experiencias que deseas.
Todos cometemos errores.
Es normal equivocarse cuando se está aprendiendo. Como ya he
dicho, son muchas las personas que padecen de
perfeccionismo. No se dan ni una sola oportunidad
de aprender algo nuevo porque si no lo hacen a la perfección
en los tres primeros minutos, ya
suponen que no sirven.
Cualquier cosa que decidas aprender requiere tiempo. Cuando
uno comienza a hacer algo que
nunca ha hecho, generalmente lo encuentra algo raro. Para
que veas lo que quiero decir, cógete las
manos. No hay ninguna forma correcta o incorrecta de
hacerlo. Cógete las manos y observa qué
dedo pulgar queda encima. Ahora separa las manos y vuelva a
cogértelas, esta vez con el otro dedo
pulgar encima. Probablemente te parecerá extraño, raro,
incluso incorrecto. Cógetelas de nuevo
como la primera vez, luego cambia, vuelve a cogértelas como
la segunda vez y déjalas así. ¿Qué te
parece? No tan raro. No tan mal. Ya te estás acostumbrando.
Tal vez puedas aprender a cogértelas
de las dos maneras sin sentir extrañeza.
Lo mismo sucede cuando hacemos algo de una forma nueva.
Puede parecemos diferente e
inmediatamente la juzgamos. Sin embargo, con un poco de
práctica se nos hace normal y natural. No
vamos a amarnos a nosotros mismos totalmente en un solo día,
pero podemos amarnos un poco más
cada día. Si cada día nos damos un poquitín más de amor,
dentro de dos o tres meses habremos
progresado bastante en nuestro amor propio.
Así pues, las equivocaciones son nuestros peldaños. Son muy
valiosas porque son nuestras
maestras. No te castigues por cometer un error. Si estás
dispuesto a utilizarlo para aprender y crecer,
entonces te servirá como un peldaño hacia la realización
total en tu vida.
Algunos llevamos bastante tiempo trabajando en nosotros
mismos, y nos preguntamos por qué
aún nos siguen reapareciendo problemas. Es necesario que
continuemos reforzando lo que sabemos,
que no nos resistamos agarrándonos la cabeza y exclamando:
«¿De qué me sirve?». Cuando esta-
mos aprendiendo algo nuevo tenemos que ser dulces y
cariñosos con nosotros mismos. Recuerda el
jardín de que hablábamos hace un momento. Cuando aparezca
una mala hierba negativa, arráncala
cuanto antes.
4.
Aprendamos a ser cariñosos con nuestra mente
No nos
odiemos por tener pensamientos negativos. Podemos considerar
que estos pensamientos nos
«construyen», y no que nos «derriban». No tenemos por qué
culparnos por tener experiencias
negativas. Podemos aprender de ellas. Ser cariñosos con
nosotros mismos quiere decir dejar de cul-
parnos, dejar de sentirnos culpables, acabar con todo
castigo y con todo dolor.
También puede ayudarnos la relajación. La relajación es
absolutamente esencial para
comunicarnos con el Poder interior, porque si uno está tenso
y asustado corta, obstruye su energía.
Sólo lleva unos pocos minutos al día permitir al cuerpo y a
la mente abandonarse y relajarse. En
cualquier momento puedes cerrar los ojos, hacer unas cuantas
respiraciones profundas y liberar
cualquier tensión que lleves contigo. Al espirar, céntrate y
di en silencio: «Te quiero. Todo está bien».
Verás cómo te sientes mucho más tranquilo. Así te envías
mensajes que te dicen que no tienes por
qué ir por la vida continuamente tenso y asustado.
Meditación
diaria.
También
recomiendo acallar la mente y escuchar la propia sabiduría
interior.
Nuestra sociedad ha hecho de la meditación algo misterioso y
difícil; no obstante, es uno de los
procesos más antiguos y sencillos que existen. Lo único que
necesitamos hacer es relajarnos y
repetir en silencio palabras tales como «amor» o «paz», u
otra que tenga sentido para nosotros.
«Om» es un sonido muy antiguo que empleo en mis talleres y
da muy buen resultado. Incluso
podemos repetir: «Me amo», o «Me perdono», o «Soy
perdonado». Después, escuchemos un
momento.
Hay quien cree que para meditar es preciso hacer que la
mente deje de pensar. En realidad, no
podemos detener la mente, pero sí podemos hacer más lentos
nuestros pensamientos y dejar que
fluyan. Algunas personas se sientan con una libreta y un
lápiz y anotan sus pensamientos negativos
porque al parecer así éstos se disipan con más facilidad. Si
logramos llegar a un estado en que
podamos observar cómo pasan nuestros pensamientos y no
ciarles importancia («Ah, aquí hay un
pensamiento de miedo, algunos de rabia, ahora pasa un
pensamiento de amor, ahora uno de
desgracia, ahí va uno de abandono, allá un pensamiento de
gozo…»), comenzaremos a utilizar con
sabiduría nuestro inmenso poder.
Se puede meditar en cualquier sitio y convertir la
meditación en un hábito. Considérala como una
manera de concentrarte en tu Poder Superior, de comunicarte
contigo mismo y con tu sabiduría
interior. Lo puedes hacer de la manera que más te guste.
Algunas personas hacen una especie de
meditación mientras caminan o corren para hacer ejercicio.
Repito: no pienses que lo haces mal
porque lo haces de modo diferente. A mí me encanta ponerme
de rodillas en el jardín y cavar la tierra.
Es una fabulosa meditación para mí.
Visualizar resultados optimistas.
Es muy importante también la visualización y hay muchas
técnicas para llevarla a cabo. En su libro Getting Well
Again [Recuperar la salud], el doctor Cari
Simonton recomienda muchas técnicas de visualización que
suelen dar excelentes resultados en
personas enfermas de cáncer.
Mediante la visualización creas imágenes nítidas y positivas
que refuerzan tus afirmaciones.
Muchos de mis lectores me han escrito para explicarme la
clase de visualizaciones que hacen con el
fin de reforzar sus afirmaciones. Lo importante a tener en
cuenta respecto a las visualizaciones es
que deben ser compatibles con el tipo de persona que eres.
De lo contrario, no funcionarán.
Por ejemplo, una mujer enferma de cáncer se imaginaba cómo
las células buenas de su cuerpo
atacaban y mataban a las células malas del cáncer. Al final
de la visualización dudaba de haberlo
hecho correctamente y no le daba la impresión de que fuera a
funcionar. «¿A ti te gusta matar?», le
pregunté yo entonces. A mí personalmente no me hace gracia
crear una guerra en mi cuerpo. Le
sugerí que cambiara su visualización por otra menos
violenta. Creo que es mejor emplear imágenes
como el sol que derrite las células enfermas, o un mago que
las transforma con su varita mágica.
Cuando yo tuve cáncer imaginaba un agua limpia y fresca que
arrastraba las células malas de mi
cuerpo. Necesitamos hacer visualizaciones que no nos
disgusten ni resulten repugnantes para
nuestro subconsciente.
Si tenemos familiares o amigos que están enfermos, les
hacemos un flaco servicio al imaginarlos
continuamente de este modo. Visualicémoslos sanos y bien.
Enviémosles buenas vibraciones. Sin
embargo, es preciso que recordemos que depende de ellos
ponerse bien. Existen muchas cintas con
visualizaciones y meditaciones guiadas que les puedes
regalar para que les ayuden en su proceso si
están abiertos y dispuestos. Si no lo están, sólo envíales
amor.
Todo el mundo puede hacer visualizaciones. Describir la casa
en la que te gustaría vivir, tener una
fantasía sexual, imaginar lo que le harías a una persona que
te ha hecho daño, todo esto son
visualizaciones. Es asombroso lo que es capaz de hacer la
mente.
5-Elogiémonos
Éste es el paso
siguiente. La crítica deprime al espíritu; el elogio lo levanta.
Reconoce tu Poder,
reconoce a tu yo Dios. Todos somos expresiones de la Inteligencia
Infinita. Cuando te desprecias,
desprecias al Poder que te ha creado. Empieza por cosas pequeñas.
Dite a ti mismo que eres una
persona maravillosa. Si lo haces una vez y dejas de hacerlo, no
funciona. Continúa, aunque sea un
minuto cada vez. Créeme, a medida que lo vas haciendo resulta más
fácil. La próxima vez que hagas
algo nuevo o diferente, o algo que comienzas a aprender y no sabes
muy bien cómo hacerlo,
proporciónate aliento y apoyo.
La primera vez que hablé ante un auditorio en la Iglesia de la
Ciencia Religiosa fue tremendamente
impresionante. La recuerdo con toda nitidez. Fue en una reunión de
mediodía, un viernes. Los
asistentes escribieron preguntas y las colocaron en una cesta para
que la oradora, yo, las
respondiera. Llevé la cesta al podio y contesté las preguntas,
realizando un pequeño tratamiento
después de cada una. Cuando acabé, abandoné el podio y me dije: «Louise,
has estado fabulosa,
teniendo en cuenta que ésta ha sido la primera vez. Cuando lo hayas
hecho unas seis veces, serás
una profesional». No me regañé diciendo: «Ay, olvidé decir esto o
aquello». No quería que me diera
miedo hacerlo la próxima vez.
Si me castigaba la primera vez, me castigaría la segunda y
finalmente sentiría terror de hablar.
Dejé pasar unas dos horas antes de ponerme a pensar en lo que podía
mejorar la próxima vez. En
ningún momento me hice sentir mal. Me preocupé especialmente de
elogiarme y felicitarme por ser
maravillosa. Cuando ya había dirigido seis reuniones, era una
profesional. Creo que podemos aplicar
este método en todos los aspectos de nuestra vida. Continué hablando
en las reuniones durante
bastante tiempo. Éste fue un excelente campo de entrenamiento porque
me enseñó a pensar
mientras me dirigía al público.
Permítete aceptar lo bueno tanto si crees que te lo mereces como si
no. Ya hemos hablado de cómo
la creencia de que no somos merecedores es nuestra resistencia a
aceptar el trien en nuestra vida.
Eso es lo que nos impide tener lo que deseamos. ¿Cómo vamos a decir
nada bueno de nosotros si
creemos que no nos merecemos lo bueno?
Piensa en las leyes de merecimiento que regían en tu hogar de la
infancia. ¿Pensabas que valías
lo suficiente, o que eras lo suficientemente inteligente, listo,
alto, guapo o lo que sea? ¿Y para qué
vives? Sabes que estás aquí por alguna razón,
y ésta no es comprar un coche cada tantos años.
¿Qué estás dispuesto a hacer para realizarte plenamente? ¿Estás
dispuesto a hacer afirmaciones,
visualizaciones, tratamientos? ¿Estás dispuesto a perdonar? ¿Estás
dispuesto a meditar? ¿Cuánto
esfuerzo mental estás dispuesto a hacer para cambiar tu vida y
convertirla en la que deseas?
6..Amarnos
significa apoyamos
Acude a tus amigos
y permíteles que te echen una mano. En realidad, es una muestra de
fortaleza
pedir ayuda cuando se la necesita. Son demasiadas las personas que
han aprendido a ser
autosuficientes. No pueden pedir ayuda porque su ego se lo prohíbe.
En lugar de intentar hacerlo
todo solo y enfadarte porque no lo consigues, la próxima vez pide
ayuda. En todas las ciudades hay
grupos de apoyo. Existen programas de 12 Pasos casi para todos los
problemas. Además, en
algunas áreas hay Círculos Curativos y organizaciones afiliadas a
iglesias. Si no logras encontrar lo
que deseas, puedes iniciar tu propio grupo. No es tan difícil como
podría parecer. Reúne a dos o tres
amigos que tengan los mismos problemas y establece unas pocas líneas
directrices a seguir. Si lo
haces con el amor de tu corazón, el grupo crecerá. La gente se
sentirá atraída como por un imán. No
te preocupes si el grupo empieza a crecer y el lugar de reunión se
hace demasiado pequeño. El
Universo siempre provee. Si no sabes qué hacer, escribe a Hay House
y te enviaremos orientaciones
sobre cómo dirigir un grupo.* Todos podemos estar de verdad
presentes los unos para los otros.
En 1985 comencé «las reuniones de los miércoles» con seis hombres
enfermos de sida, en la sala de
estar de mi casa de Los Ángeles. No sabíamos qué íbamos a hacer con
respecto a esta intensa
crisis. Yo les dije que no nos íbamos a sentar allí a jugar al «¡Qué
terrible!, ¿verdad?», porque eso ya
lo sabíamos. íbamos a hacer lo que pudiéramos para apoyarnos
mutuamente, abordando el problema
de forma positiva. Actualmente nos seguimos reuniendo, y ya tenemos
cerca de 200 personas que
acuden cada miércoles por la noche al West Hollywood Park.
Es un grupo extraordinario para personas que tienen el sida, y se da
la bienvenida a todo el mundo.
Vienen personas de todas partes del mundo a ver cómo funciona este
grupo, y porque se sienten
apoyadas. No soy sólo yo, es el grupo. Todos contribuyen a que sea
efectivo. Meditamos y hacemos
visualizaciones. Difundimos y compartimos información sobre las
terapias alternativas y los últimos
adelantos de la medicina. Hay mesas de energía en un extremo de la
sala, donde algunas personas
se echan y otras les transmiten su energía imponiéndoles las manos u
orando por ellas. Tenemos te-
rapeutas de la Ciencia de la Mente con quienes se puede hablar. Al
final cantamos y nos abrazamos
los unos a los otros. Deseamos que la gente salga de allí
sintiéndose mejor que como entraron. A
veces estas personas reciben un estímulo positivo que les dura
varios días.
Los grupos de apoyo se han convertido en una nueva entidad social y
son instrumentos muy efectivos
para esta compleja época. Muchas iglesias del «nuevo pensamiento»,
como la de la Unidad y la de la
Ciencia Religiosa, tienen grupos de apoyo que se reúnen
semanalmente. En revistas y periódicos de
la Nueva Era aparecen listas de grupos. Establecer una red de apoyo
es muy importante. Te estimula
y te pone en marcha. Sugiero que las personas que tienen ideas
similares se reúnan y compartan sus
experiencias de forma regular.
* Hay House, Inc. - P.O. Box 6204 - Carson, CA 90749-6204 -USA. (N.
del E.)
Cuando las personas trabajan juntas en un objetivo común, acuden con
su dolor, su confusión, su
rabia o lo que sea, y se unen, no para quejarse y gemir, sino para
encontrar la forma de superar sus
problemas, para elevarse por encima de ellos y crecer.
Si eres una persona muy entregada, autodisciplinada y espiritual,
puedes realizar muchísimo
trabajo en ti misma sola. Pero si participas en un grupo en que
todos hacen lo mismo, darás un salto
cuántico porque cada uno aprende de los demás. Cada persona del
grupo es un maestro. De modo
que si tienes problemas que requieran algún trabajo, te sugiero que,
si es posible, entres en un grupo
donde puedas llevarlo a cabo.
7.Amemos nuestros
rasgos negativos
Todos ellos forman
parte de nuestra creación, del mismo modo que todos nosotros
formamos parte
de la creación de Dios. La Inteligencia que nos ha creado no nos
odia porque cometamos errores o
porque nos enfademos con nuestros hijos. Esta Inteligencia sabe que
hacemos lo mejor que sabemos
y nos ama porque todos somos sus creaciones; de igual modo podemos
amarnos nosotros. Vosotros
y yo, todos hemos hecho elecciones negativas, y si continuamos
castigándonos por ellas, se
convertirán en pautas habituales y nos resultará muy agotador
dejarlas marchar y hacer elecciones
más positivas.
Si te pasas la vida diciendo: «Odio mi trabajo. Odio mi casa. Odio
mi enfermedad. Odio esta
relación. Odio esto, odio aquello...», muy pocas cosas buenas podrán
entrar en tu vida.
Sea cual fuere la situación negativa en que te encuentres, está ahí
por algún motivo; de otra forma,
no le hubieras permitido entrar en tu vida. El doctor John Harrison,
autor del libro Love your disease
[Ame su enfermedad] dice que jamás hay que condenar a nadie por
haber sido operado muchas
veces o por tener diversas enfermedades. En realidad, los enfermos
pueden felicitarse por haber
encontrado un medio seguro de satisfacer sus necesidades. Es
necesario que entendamos que sea
cual sea el problema que tengamos, nosotros contribuimos a crearlo
con el fin de manejar ciertas
situaciones. Una vez comprendido esto, podemos encontrar formas
positivas de satisfacer nuestras
necesidades.
Hay personas enfermas de cáncer o de otras enfermedades graves a
quienes les ha resultado tan
difícil decir «no» a alguna figura de autoridad en su vida, que
inconscientemente han ido creando la
enfermedad para que diga «no» en su lugar. Conocí a una mujer que,
al comprender que el único fin
de la enfermedad que se estaba creando era ser capaz de negarse a
las exigencias de su padre,
decidió ponerse en su lugar por una vez. Comenzó a decir «no» a su
padre. Si bien al comienzo le
resultó difícil, como continuó firme en su decisión, vio encantada
que se estaba curando.
Sean cuales fueren nuestras pautas negativas, podemos aprender a
satisfacer esas necesidades
de forma más positiva. Por eso es tan importante hacerse la
pregunta: «¿Qué beneficio saco de esta
experiencia? ¿Qué hay de positivo en ella?». No suele gustar
responder a esa pregunta. Pero si real-
mente miramos en nuestro interior y somos honestos con nosotros
mismos, encontraremos la
respuesta.
Tal vez tu respuesta sería: «Es la única manera que tengo de
conseguir una amorosa atención de
mi pareja». Una vez que lo has comprendido, puedes comenzar a buscar
formas más positivas de
conseguirla.
El humor es otro potente instrumento; nos ayuda a liberarnos y a
aligerarnos durante las
experiencias tensas y agotadoras. En las reuniones de los miércoles
dedicamos un tiempo a los
chistes. A veces recibimos la visita de una oradora llamada «la dama
de la risa». Tiene una risa muy
contagiosa y hace reír a todo el mundo. No podemos tomarnos siempre
tan en serio, y la risa es muy
curativa. Te recomiendo que veas comedias divertidas cuando te
sientas deprimido o bajo de ánimo.
Cuanto tenía mi consultorio particular solía hacer todo lo posible
por conseguir que mis clientes se
rieran de sus problemas. Cuando logramos ver nuestra vida como una
obra de teatro que tiene un
poco de telenovela, de comedia y de drama, conseguimos una mejor
perspectiva y estamos en ca-
mino de curar. El humor nos hace capaces de elevarnos por encima de
la experiencia y mirarla desde
una perspectiva más amplia.
8. Cuidemos
nuestro cuerpo
Considera tu
cuerpo como una maravillosa casa en la que vives durante un tiempo.
Amas y cuidas tu
casa, ¿verdad? Así pues, vigila lo que metes dentro de tu cuerpo. El
abuso del alcohol y otras drogas
está muy extendido; son métodos de escape populares. Si te drogas,
eso no quiere decir que seas
una mala persona, sino que no has encontrado una forma más positiva
de satisfacer tus necesidades.
Las drogas nos tientan: «Ven, juega conmigo y lo pasaremos muy
bien». Es verdad. Pueden
hacernos sentir maravillosamente. Sin embargo, nos alteran demasiado
la realidad, y aunque al
principio no se note, el precio es terrible al final. Después de
ingerir drogas durante un tiempo, la salud se resiente tremendamente
y la persona se siente mal.
Las drogas perjudican el sistema inmunitario, lo cual puede conducir
a numerosos trastornos
físicos. Además, después de un repetido uso, se desarrolla la
adicción, y entonces uno se pregunta
por qué comenzó a tomar drogas. La presión de los compañeros o
amigos puede que te haya
obligado al comienzo, pero el uso repetido y continuado es otra
historia. No he conocido nunca a una
persona adicta a alguna droga que se ame a sí misma. Usamos el
alcohol y otras drogas para
escapar de la sensación de no valer nada, residuo de nuestra
infancia, pero cuando el efecto se
acaba nos sentimos peor que antes. Entonces, por lo general, nos
invade la culpa. Es necesario que
nos demos cuenta de que no hay peligro en tener los sentimientos que
tenemos ni en reconocerlos.
Los sentimientos pasan, no se quedan.
Otra forma de ocultar nuestro amor por nosotros mismos es
atiborrarnos de comida. No podemos vivir
sin comer porque el alimento da energía a nuestro cuerpo y le ayuda
a crear nuevas células. Es
posible que conozcamos bien los elementos de una buena nutrición,
pero aun así utilizamos los ali-
mentos para castigarnos y crearnos obesidad.
Estados Unidos se ha convertido en una nación de adictos a los
platos preparados y envasados.
Llevamos décadas alimentándonos a base de lo que yo llamo «La Gran
Dieta Americana»,
atiborrándonos de alimentos procesados de todo tipo. Hemos permitido
que los fabricantes influyan
con sus anuncios en nuestros hábitos alimentarios. A los futuros
médicos ni siquiera se les enseña
nutrición en la facultad de medicina, a no ser que la escojan como
asignatura optativa.
La mayor parte de lo que actualmente consideramos medicina
tradicional se centra en los
fármacos y las operaciones quirúrgicas, de modo que si realmente
queremos aprender algo de
nutrición, deberemos hacerlo por nuestra cuenta. Tomar conciencia de
lo que metemos en nuestra
boca y de cómo nos hace sentir es un acto de amor hacia nosotros
mismos.
Si una hora después de comer te sientes soñoliento, podrías
preguntarte: «¿Qué comí?». Es
posible que hayas comido algo que no le sentó bien a tu cuerpo en
ese momento determinado.
Comienza a prestar atención a lo que comes, qué alimentos te dan
energía y cuáles te agotan y te
bajan el ánimo. Esto se puede hacer probando y experimentando, o
bien con la ayuda de un buen
dietista que sepa responder a tus preguntas.
Recuerda que lo que le va bien a una persona no necesariamente le va
bien a otra; nuestros
cuerpos son diferentes. A muchas personas les va maravillosamente
bien la dieta macrobiótica. Lo
mismo sucede con el método de
La antidieta de Harvey y Marilyn Diamond. Estas dos dietas se
basan en conceptos totalmente diferentes y sin embargo ambas dan
buenos resultados. Todo cuerpo
es distinto de cualquier otro, de modo que no podemos decir que sólo
un método funciona. Es
necesario encontrar cuál es el que mejor le va a uno.
Busca alguna forma de hacer ejercicio que te guste, que te resulte
agradable. Adopta una actitud
mental positiva hacia el tipo de ejercicio que realizas. Muchas
veces nos creamos obstáculos en el
cuerpo principalmente como consecuencia de lo que asimilamos de
otras personas. Aquí también, si
quieres hacer cambios, es necesario que te perdones y dejes de
introducir rabia y rencor en el
cuerpo. La combinación de las afirmaciones con el ejercicio físico
es una buena manera de
reprogramar los conceptos negativos respecto al propio cuerpo.
Vivimos en una época en la cual se multiplican las nuevas
tecnologías para beneficiar la salud.
Estamos aprendiendo a combinar métodos de curación antiquísimos,
como la medicina ayurvédica,
con la tecnología de ondas acústicas. He estado estudiando cómo
estimula el sonido nuestras ondas
cerebrales y acelera el aprendizaje y la curación. Hay estudios que
demuestran que podemos curar
una enfermedad alterando mentalmente la estructura de nuestro ADN
(ácido desoxirribonucleico). Yo
creo que de aquí al final del siglo vamos a investigar una gama de
posibilidades que serán de enorme
utilidad para la mayor parte de la población.
9. Trabajemos con
el espejo
Siempre insisto en la importancia del trabajo con el espejo para
descubrir la causa de un problema
que nos impide amarnos. Hay varias formas de llevar a la práctica
este trabajo. A mí me gusta
mirarme al espejo tan pronto como me levanto; es lo primero que hago
por la mañana, y me digo: «Te
amo. ¿Qué puedo hacer por ti hoy? ¿Cómo puedo hacerte feliz?».
Escucha tu voz interior y actúa en
consecuencia.
Puede que al principio no oigas nada, porque estás tan acostumbrado
a reprenderte que no sabes
cómo responder con un pensamiento amable y cariñoso.
Si durante el día te sucede algo desagradable, ve al espejo y di:
«Te amo de todas maneras». Los
acontecimientos vienen y van, pero el amor que sientes por ti
permanece, y es la cualidad más
importante que posees. Si te sucede algo fantástico, ve al espejo y
di: «Gracias». Agradécete a ti
mismo la experiencia maravillosa que te has creado.
También puedes
perdonar frente al espejo. Perdónate y perdona a los demás.
Puedes hablar con
otras personas mirándote en el espejo, sobre todo si temes
hablar con ellas de determinadas cosas.
Puedes limpiar y arreglar viejos asuntos pendientes con tus
padres, jefes, médicos, hijos, amantes...
Puedes decirles todas las cosas que no te atreves a decirles
en persona; y acuérdate de finalizar la
conversación pidiéndoles su amor y su aprobación, ya que eso
es lo que verdaderamente necesitas.
Las personas que tienen problemas para amarse a sí mismas
son casi siempre aquellas que no
están dispuestas a perdonar, porque no perdonar cierra la
puerta del amor. Cuando perdonamos y
liberamos, no sólo nos quitamos de encima un enorme peso,
sino que también abrimos la puerta
hacia el amor a nosotros mismos. «¡Vaya peso que me he
quitado de encima!», suele decir la gente.
Bueno, pues, ciertamente era un gran peso y cargábamos con
él desde hacía demasiado tiempo. El
doctor John Harrison afirma que perdonarse a uno mismo y
perdonar a los padres, en combinación
con la liberación de pasadas heridas, cura más enfermedades
de lo que jamás podrían curar los
antibióticos.
Cuesta muchísimo que los hijos dejen de amar a sus padres,
pero cuando lo hacen, les cuesta
muchísimo más perdonarlos. Cuando no queremos perdonar,
cuando no queremos liberar y olvidar,
lo que hacemos es atarnos al pasado; si estamos atados al
pasado no podemos vivir en el presente,
y si no vivimos en el presente, ¿cómo podemos crearnos un
glorioso futuro? La vieja basura del
pasado sólo crea más basura para el futuro.
Las afirmaciones realizadas frente al espejo tienen una
ventaja: aprendemos la verdad de nuestra
existencia. Si haces una afirmación e inmediatamente recibes
una respuesta negativa como «¿A
quién quieres engañar? Eso no es cierto. Tú no te mereces
eso», acabas de recibir un regalo que
puedes utilizar. No podrás hacer los cambios que deseas
hasta que estés dispuesto a ver qué es lo
que te lo impide. La respuesta negativa que acabas de
descubrir es como un regalo, pues se
convierte en la llave para la libertad. Transforma esa
respuesta negativa en una afirmación positiva
como «Ahora me merezco todo lo bueno. Permito que mi vida se
llene de buenas experiencias».
Repite la nueva afirmación hasta que realmente se incorpore
a tu vida.
También he visto que se operan enormes cambios en una
familia cuando uno de sus miembros
hace afirmaciones. Muchas personas de las que asisten a las
reuniones de los miércoles provienen
de familias distanciadas. Literalmente no se hablan con sus
padres. Les he hecho repetir la
afirmación:
«Tengo una relación maravillosa con cada uno de mis
familiares; nos comunicamos con cariño,
comprensión y sinceridad, incluso con mi madre» (o
quienquiera que sea la persona con quien tienen
el problema). Les recomiendo que cada vez que esa persona o
la familia les venga a la mente, vayan
al espejo y digan la afirmación una y otra vez. Es asombroso
ver cómo los padres acuden también a
la reunión tres, seis o nueve meses después.
10.
Arriémonos ya, ahora mismo
No esperes a haber arreglado las cosas para amarte. La
insatisfacción contigo mismo es una pauta
habitual. Si logras sentirte satisfecho contigo mismo ahora,
si puedes amarte y aprobarte ahora,
entonces serás capaz de disfrutar de lo bueno cuando venga.
Una vez que aprendas a amarte a ti
mismo, comenzarás a amar y a aceptar a los demás.
No podemos cambiar a otras personas, de modo que dejémoslas
en paz. Gastamos muchísima
energía intentando hacer que los demás cambien. Si
empleáramos la mitad de esa energía en
nosotros mismos, podríamos llegar a actuar de otra manera, y
entonces los demás reaccionarían
también de modo diferente.
Uno no puede aprender en lugar de otra persona. Cada uno
tiene que aprender su propia lección o
enseñanza particular. Lo único que podemos hacer es aprender
en nuestro propio nombre, y amarnos
es el primer paso, con el fin de que el comportamiento
destructivo de otra persona no nos destruya. Si
mantienes una relación con una persona realmente negativa y
que no desea cambiar, necesitas
amarte lo suficiente para poder alejarte de ella.
Una mujer que asistía a una de mis charlas me contó que su
marido era muy negativo y ella no
deseaba que ejerciera una mala influencia en sus dos hijos
pequeños. Le sugerí que comenzara a
hacer afirmaciones diciendo que su marido era un hombre
fabuloso y amable que ya estaba
trabajando en sí mismo y expresando sus mejores cualidades.
Le dije que afirmara lo que le gustaría
que sucediera y que cada vez que él se mostrara negativo,
hiciera simplemente las afirmaciones en
su mente. Pero que si la relación continuaba siendo negativa
por muchas afirmaciones que ella
hiciera, entonces eso ya sería una respuesta: sencillamente
no iba a funcionar.
Debido a la creciente tasa de divorcios en los Estados
Unidos, creo que la pregunta que muchas
mujeres deben plantearse antes de tener hijos es: «¿Estoy
verdaderamente dispuesta a mantener a
mis hijos completamente sola?». Ya es costumbre generalizada
ser madre o padre «a solas», y casi
siempre es la mujer quien tiene la responsabilidad adicional
de criar sola a sus hijos. Hubo una época
en que los matrimonios eran para toda la vida, pero los
tiempos han cambiado, de modo que es
evidente que se ha de considerar esta situación.
Muy a menudo, demasiado tal vez, mantenemos indefinidamente
una relación en la que hay malos
tratos, y permitimos que se nos subvalore y desprecie. Lo
que pensamos entonces es: «No soy una
persona digna de amor, de modo que aguantaré y aceptaré este
comportamiento porque seguro que
me lo merezco, y además no creo que nadie pueda llegar a
amarme».
Sé que esto parece demasiado simplista y que lo repito una y
otra vez, pero es que de verdad creo
que la forma más rápida de cambiar cualquier problema es
amarnos tal como somos. Es asombroso
la forma como las vibraciones que emitimos atraen hacia
nosotros a personas que nos aman.
El objetivo que en mi opinión hemos venido a conseguir aquí
es el amor incondicional, y para lograrlo
debemos empezar por amarnos y aceptarnos a nosotros mismos.
No estamos aquí para contentar a otras personas o para vivir
según sus directrices. Sólo podemos
vivir a nuestra manera y caminar por nuestra propia senda.
Hemos venido a realizarnos a nosotros
mismos y a expresar el amor en su sentido más profundo. Tú
estás aquí para aprender y crecer, y
para asimilar y proyectar compasión y comprensión. Cuando
abandones el planeta no te llevarás a
tus amigos ni a tu pareja, ni tu coche, tu cuenta bancaria o
tu trabajo.
Lo único que te
llevarás será tu
capacidad de amar.
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