El Poder
esta Dentro de Ti
Cuarta
Parte
Aplicación de la Sabiduría Interior
Louise L. Hay |
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Aplicación
de la
sabiduría interior
Todas las teorías del mundo son
inútiles a menos que haya acción,
cambio positivo y, en último término,
curación.
La
aceptación de la prosperidad
Cuando nos asustamos, deseamos controlarlo todo,bloqueando
así el manantial de nuestro bien. Confía en la vida. Todo lo
que necesitamos está aquí esperándonos.
El Poder que tenemos en nuestro interior está dispuesto a
darnos instantáneamente nuestros más
acariciados sueños y enorme abundancia. El problema está en
que no estamos abiertos a recibirlo.
Cuando deseamos algo, nuestro Poder Superior no dice «Lo
pensaré»; responde rápidamente y lo
envía, pero tenemos que estar preparados para recibirlo. Si
no lo estamos, se devuelve al almacén de
los deseos no cumplidos.
Muchas personas acuden a mis charlas y se sientan con los
brazos cruzados sobre el pecho.
«¿Cómo van a dejar entrar nada así?», pienso yo. Un gesto
maravilloso y simbólico es abrir los
brazos bien abiertos para que el Universo lo vea y conteste.
A muchas personas les da miedo porque
creen que si se abren les van a suceder cosas terribles; y
probablemente les sucederán, mientras no
cambien lo que sea que dentro de ellos cree que atraerán
fatalidad y desdicha.
Cuando empleamos la palabra «prosperidad» mucha gente piensa
inmediatamente en el dinero. No
obstante, esta palabra da cabida a muchas cosas; por
ejemplo: tiempo, amor, éxito, comodidad,
belleza, conocimiento, relaciones, salud y, ciertamente,
dinero.
Si te sientes presionado porque no tienes suficiente tiempo
para hacer todo lo que deseas,
entonces es que te falta tiempo. Si piensas que el éxito
está fuera de tu alcance, entonces no lo vas a
tener. Si piensas que la vida es ardua y penosa, entonces
siempre te sentirás cansado y amargado.
Si piensas que no sabes mucho y que eres demasiado tonto
para entender las cosas, jamás te
sentirás conectado con la sabiduría del Universo. Si piensas
que te falta amor y que tienes malas
relaciones, entonces te será muy difícil atraer el amor a tu
vida.
¿Y qué hay de la belleza? Estamos rodeados de belleza.
¿Experimentas la belleza que abunda en
nuestro planeta? ¿O lo encuentras todo feo, sucio, un
despilfarro? ¿Y cómo andamos de salud? ¿Te
pasas la vida enfermo? ¿Te resfrías con facilidad? ¿Tienes
muchos achaques y dolores? Por último
está el dinero. Muchas personas me dicen que jamás hay
suficiente dinero en su vida. ¿Qué te
permites tener? O tal vez piensas que tus ingresos tienen
que ser siempre fijos. ¿Quién los ha fijado?
Nada de lo que acabo de mencionar tiene nada que ver con el
hecho de recibir. Solemos pensar:
«Ah, yo quiero tener esto, aquello y lo de más allá». Sin
embargo, la abundancia y la prosperidad
dependen de lo que te permitas aceptar. Cuando no «recibes»
lo que deseas, eso quiere decir que en
algún rincón de ti no te permites aceptarlo. Si somos
tacaños con la vida, la vida será tacaña con
nosotros. Si le robamos a la vida, la vida nos robará a
nosotros.
Seamos honrados con nosotros mismos
Honestidad y honradez son palabras que usamos muchísimo, no
siempre con pleno conocimiento de
lo que verdaderamente significan. Ser honrado no tiene nada
que ver con la moralidad o con ser
«bueno» o «virtuoso». También tiene muy poco que ver con que
te cojan y te lleven a la cárcel. La
honradez es un acto de amor hacia nosotros mismos.
El principal valor de la honestidad está en que cualquier
cosa que demos en la vida la recibiremos
de vuelta. La ley de causa y efecto siempre opera a todos
los niveles. Si menospreciamos o juzgamos
a otras persona, también nosotros seremos juzgados. Si
siempre estamos enfadados, entonces
encontraremos enfado dondequiera que vayamos. El amor que
nos tenemos a nosotros mismos nos mantiene en armonía con el
amor que la vida nos tiene reservado.
Imagínate, por ejemplo, que acaban de entrar a robar a tu
apartamento. ¿Piensas inmediatamente
que eres una víctima? «¡Han entrado a robar en mi casa!
¿Quién me ha hecho esto?» La sensación
que tienes es espantosa y desoladora cuando te pasa algo
así; pero, ¿te detienes un momento a
pensar cómo y por qué has atraído esa experiencia?
Asumir la responsabilidad de crearnos las propias
experiencias no es una idea que estemos
dispuestos a aceptar siempre, tal vez sólo algunas veces. Es
mucho más fácil echar la culpa a algo
que está fuera de nosotros, pero comprendamos que no puede
haber crecimiento espiritual mientras
no reconozcamos que fuera de nosotros hay poca cosa de
valor, que todo viene de adentro.
Cuando me entero de que a alguien le acaban de robar o que
ha experimentado algún tipo de
pérdida, lo primero que le pregunto es: «¿A quién le has
robado últimamente?». Si veo aparecer en
su cara una expresión extraña, entonces sé que he tocado un
punto sensible. Si recordamos una oca-
sión en que cogimos algo y luego pensamos en lo que acabamos
de perder, la relación entre las dos
experiencias puede servir para abrirnos los ojos.
Cuando cogemos algo que no es nuestro, casi siempre perdemos
algo de mayor valor. Podríamos
coger dinero o algún objeto y después perder una amistad. Si
le robamos a un amigo, tal vez
podríamos perder el empleo. Si robamos sellos o bolígrafos
de la oficina, podríamos perder un tren o
faltar a una cita para cenar. Las pérdidas casi siempre nos
dañan en un aspecto importante de
nuestra vida.
Es lamentable que muchas personas roben cosas a empresas
grandes, grandes almacenes,
restaurantes u hoteles, etcétera, justificándose con el
hecho de que estas empresas pueden
permitírselo. Este tipo de justificación no funciona; la ley
de causa y efecto continúa operando para
cada uno de nosotros. Si robamos algo, perdemos algo. Si
damos, recibimos. No puede ser de otra
forma.
Si en tu vida hay muchas pérdidas o muchas cosas que van
mal, podrías examinar de qué formas
robas tú. Algunas personas que jamás soñarían siquiera con
robar cosas, se sienten con todo el
derecho de robar tiempo o autoestima a otras personas. Cada
vez que hacemos sentir culpable a
alguien le estamos robando su sentido de valía personal.
Para ser verdaderamente honrados en
todos los aspeaos, necesitamos examinarnos profundamente con
el fin de llegar a conocernos a
nosotros mismo.
Cuando cogemos algo que no nos pertenece, lo que hacemos en
realidad es decirle al Universo
que no nos sentimos dignos de ganarlo, no somos capaces, no
valemos demasiado, o queremos que
nos roben, o que no hay suficiente a nuestro alrededor.
Creemos que tenemos que robar y arrebatar
para obtener nuestros bienes. Esta creencia se transforma en
un verdadero muro que nos aprisiona y
nos impide experimentar la abundancia y la alegría en
nuestra vida.
Las creencias negativas no son la realidad de nuestro ser.
Somos seres magníficos y nos
merecemos lo mejor. Hay en abundancia en nuestro planeta.
Nuestro bien siempre nos llega por
razón de la conciencia. El trabajo que hacemos en la
conciencia es siempre el de refinar lo que
decimos, pensamos y hacemos. Cuando comprendemos claramente
que nuestros pensamientos
crean nuestra realidad, entonces usamos nuestra realidad
como un mecanismo de respuesta que nos
diga cuál es el próximo cambio que necesitamos hacer. Ser
absolutamente honrado, hasta el último
alfiler, es una elección que hacemos por amor a nosotros
mismos. La honestidad nos sirve para que
nuestra vida transcurra con mayor facilidad y sin baches.
Si vas a una tienda y no te cobran algo que has comprado y
te das cuenta, es tu deber espiritual
decirlo. Si te das cuenta en ese momento, dilo. Si no lo
adviertes o te das cuenta al llegar a casa o
dos días después, entonces es diferente.
Si la deshonestidad desarmoniza nuestra vida, imagínate lo
que pueden crear el amor y la
honestidad. El bien que hay en nuestra vida, las
maravillosas sorpresas que tenemos, todo eso
también lo hemos creado. Cuando miremos dentro de nosotros
con honestidad y amor incondicional,
descubriremos muchas más cosas sobre nuestro poder. Lo que
podemos aprender a crear con
nuestra conciencia tiene muchísimo más valor que cualquier
cantidad de dinero que pudiéramos
robar.
Tu hogar es tu
santuario
Todo es un
reflejo de lo que crees que te mereces. Mira tu casa. ¿Es un lugar
donde realmente te
gusta vivir? ¿Es cómoda y alegre, o es estrecha, sucia y está
siempre desordenada? Lo mismo
respecto a tu coche. ¿Te gusta? ¿Refleja el amor que sientes por ti?
¿Son tus ropas una carga, una molestia, algo que tienes que
soportar? Tu ropa es un reflejo de lo
que piensas de ti mismo. Y los pensamientos que tenemos de nosotros
mismos, como ya he dicho,
los podemos cambiar.
Si deseas encontrar una nueva casa, comienza por abrirte para hallar
el lugar adecuado, y afirma que
lo estás esperando. Cuando yo buscaba una nueva casa en Los Ángeles,
no podía creer que
encontrara sólo lugares horrorosos. Contínué firme pensando: «Esto
es los Ángeles y está lleno de
apartamentos maravillosos; así pues, ¿dónde están?».
Me llevó seis meses encontrar el apartamento que deseaba, y es
magnífico. Durante la época de
mi búsqueda, el edificio estaba en construcción, y cuando lo
terminaron, encontré el apartamento
esperándome. Si buscas algo y no lo encuentras, probablemente haya
algún motivo.
Si deseas mudarte del lugar donde vives porque no te gusta, agradece
a tu actual hogar que esté
ahí. Dale las gracias por protegerte de la intemperie. Si
francamente ves que te resulta muy difícil que
te guste, empieza por una parte de la casa en la que te sientas
bien, como un rincón de tu dormitorio,
por ejemplo. No digas «Odio este lugar», porque así no vas a
encontrar un sitio que puedas amar.
Ama la casa donde vives para poder abrirte y recibir un maravilloso
nuevo hogar. Si tu casa está
hecha un desorden y atiborrada de cosas, entonces comienza por
limpiarla y despejarla. Tu casa es
un reflejo de ti.
Relaciones afectuosas
Soy una gran admiradora del doctor Bernie Siegel, el oncólogo de
Connecticut que ha escrito
Amor, medicina milagrosa y Paz, amor y autocuración.
El doctor Siegel ha aprendido muchísimo de sus enfermos de cáncer.
Me gustaría citar lo que dice sobre el amor incondicional:
Muchas personas, sobre todo enfermos de cáncer, llegan a adultas con
la creencia de que hay algún
defecto terrible en el centro de su ser, defecto que deben ocultar
para tener la oportunidad de ser
amadas. No se sienten amadas y se creen indignas de ello, condenadas
a la soledad si se llega a conocer
la verdad de su ser. Estas personas se crean defensas que las
protejan de compartir sus sentimientos
más íntimos con nadie. Debido a que sienten un profundo vacío
interior, llegan a considerar todo tipo de
relación y de transacción como medio de obtener algo que llene ese
vacío interior vagamente
comprendido. Viven sólo con la condición de obtener algo de ello. Y
esto lleva a una sensación de vacío
aún mayor, lo cual perpetúa el círculo vicioso.
Siempre que doy alguna charla y ofrezco la oportunidad de hacer
preguntas, casi invariablemente
he de contar con que se me preguntará una cosa en especial: «¿Cómo
puedo crear relaciones sanas
y duraderas?».
Todas las relaciones son importantes porque reflejan lo que pensamos
de nosotros mismos. Si te
pasas la vida castigándote porque piensas que todo lo que va mal es
por culpa tuya, o que siempre
eres una víctima, entonces vas a atraer el tipo de relaciones que te
refuercen esa creencia.
Una mujer me contó que mantenía relaciones con un hombre muy
cariñoso y atento, pero que ella
sentía la necesidad de poner a prueba su amor.
—¿Por qué quieres poner a prueba su amor? —le pregunté.
Me contestó que se sentía indigna de su amor porque no se amaba a sí
misma lo suficiente. De
modo que le sugerí que tres veces al día, de pie y con los brazos
abiertos, dijera: «Estoy dispuesta a
dejar entrar el amor. Puedo dejar entrar el amor con toda confianza.
Estoy a salvo». Después le dije
que se mirara a los ojos y dijera: «Lo merezco. Estoy dispuesta a
"tener" aun cuando no lo
"merezca"».
Con mucha frecuencia uno se niega lo bueno porque cree que no puede
alcanzarlo. Pongamos por
caso que quieras casarte o formar una relación estable. La persona
con quien sales tiene cuatro de
las cualidades que deseas en tu pareja. Sabes que estás bien
encaminado. Entonces quieres un
poquito más, o necesitas añadir algo nuevo a la lista. Según el
mucho o poco amor que creas
merecer, es posible que tengas que pasar por varias personas antes
de conseguir lo que realmente
quieres.
Del mismo modo, si crees que un Poder Superior te ha rodeado de
personas verdaderamente
amorosas, o que toda la gente que conoces sólo aporta bien a tu
vida, entonces ésas serán las
personas que en último término atraerás hacia ti.
Relaciones
codependientes
Por lo
visto las relaciones personales son las que tienen mayor prioridad
para la mayoría de la gente.
Tal vez eres una persona que anda siempre en busca del amor. Y la
vida no te trae a la pareja
adecuada porque tus razones para desear el amor no son claras.
Seguramente piensas: «Ay, si
tuviera a alguien que me amara, mi vida sería muchísimo mejor». No
es así como funciona esto.
Un ejercicio que recomiendo hacer es escribir las cualidades que uno
desea en una relación, por
ejemplo: diversión, intimidad, comunicación franca y positiva,
etcétera. Mira tu lista. ¿Son imposibles
de cumplir estos requisitos? ¿Cuál de ellos podrías aportar tú
mismo?
Hay una gran diferencia entre la «necesidad de amor» y la «falta de
amor». Si te falta el amor, eso
sencillamente quiere decir que no tienes el amor y la aprobación de
la persona más importante que
conoces: tú mismo. Por ello entablas relaciones que son
codependientes e inútiles para ambas
partes.
Cuando necesitamos a otra persona para que nos llene, somos
codependientes. Cuando
confiamos nuestro cuidado a otra persona para no tener que hacerlo
nosotros, nos convertimos en
codependientes. Muchos de nosotros que procedemos de familias
problemáticas, hemos aprendido la
codependencia de la forma en que nos criamos. Durante muchos años yo
creí que no valía lo
suficiente y buscaba el amor y la aprobación dondequiera que fuese.
Si te pasas la vida diciendo a otras personas lo que tienen que
hacer, entonces posiblemente es
que tratas de manipular tus relaciones. Por otro lado, si trabajas
para cambiar tus pautas internas de
comportamiento, entonces estás permitiendo que las cosas sigan su
debido curso.
Tómate un momento y ponte frente al espejo. Piensa en algunas de las
creencias de tu infancia
que han influido negativamente en tus relaciones. ¿Logras ver cómo
continúas recreando esas
mismas creencias? Piensa en algunas creencias positivas de tu
infancia. ¿Tienen el mismo peso para
ti que las negativas?
Dite a ti mismo que las creencias negativas ya no te sirven y
reemplázalas por afirmaciones
nuevas y positivas. Tal vez te convenga escribir las nuevas
creencias y colocarlas en un lugar donde
las veas cada día. Ten paciencia contigo mismo, ya lo he dicho
antes. Persevera en la nueva
creencia tanto como perseveraste en la antigua. Yo solía deslizarme
a mis viejos hábitos muchas
veces antes de que mis nuevas creencias echaran raíces.
Cuando seas capaz de contribuir a la satisfacción de tus propias
necesidades, entonces no
sentirás esa falta, no serás tan codependiente. Todo comienza por el
amor a uno mismo. Cuando nos
amamos de verdad, estamos centrados, tranquilos, seguros, y nuestras
relaciones son fabulosas,
tanto en casa como en el trabajo. Comprobarás cómo reaccionas de
forma diferente ante las diversas
situaciones y personas. Cosas que alguna vez importaron
desesperadamente, ya no te parecerán tan
importantes. Entrarán nuevas personas en tu vida y tal vez
desaparecerán otras, lo cual al principio
es terrible, pero también es maravilloso, renovador y estimulante
Una vez que sepas
lo que deseas en una relación, sal de casa y reúnete con
gente. Nadie va a
aparecer de pronto en tu puerta. Una buena forma de conocer
gente es en algún grupo de apoyo o en
clases vespertinas. Esto te permitirá conocer a personas de
mentalidad parecida a la tuya o que se
interesan por las mismas cosas. Es increíble la rapidez con
que puedes hacer nuevos amigos. Hay
muchos grupos y clases en todas las ciudades del mundo. Lo
único que necesitas hacer es
buscarlos. Resulta muy útil asociarse con personas que van
por el mismo camino. Te sugiero esta
afirmación: «Estoy abierto y receptivo a que entren en mi
vida experiencias buenas y maravillosas».
Eso es mejor que decir: «Ando en busca de un nuevo amor».
Muéstrate abierto y receptivo, y el Uni-
verso te contestará con el mayor bien para ti.
Descubrirás que a medida que crece tu autoestima también va
creciendo el respeto que sientes
por ti mismo; cualquier cambio que consideres necesario
hacer te será más fácil de realizar cuando
sepas qué es lo que te conviene. El amor no está nunca fuera
de ti, está siempre dentro. Cuanto más
ames, más digno de amor serás, más amable.
Creencias respecto al dinero
El
miedo con respecto al tema del dinero nos viene de nuestra
temprana programación durante la
infancia. En uno de mis talleres, una mujer contó que su
padre, que era muy rico, siempre vivió con el
temor de arruinarse, y se lo transmitió a ella, que creció
con el miedo de que nadie la cuidara. Su
libertad con el dinero estaba atada al hecho de que su padre
manipulaba a su familia mediante la
culpa. Ella tuvo muchísimo dinero toda su vida; la lección
que debía aprender era liberar el miedo de
que no sabría cuidar de sí misma. Aun sin tanto dinero podía
muy bien cuidar de sí misma.
Los padres de muchos de nosotros crecieron durante la época
de la Depresión, por lo cual hemos
heredado creencias como «Podríamos morir de hambre», «Tal
vez nunca encontremos trabajo»,
«Podríamos perder la casa, el coche...», o lo que sea.
Muy pocos niños dicen: «No, eso son tonterías». Los niños
generalmente lo aceptan y dicen: «Sí,
tienes razón».
Haz una lista de las creencias de tus padres respecto al
dinero. Pregúntate si aún eliges creerlas.
Necesitarás superar las limitaciones y los temores de tus
padres porque tu vida ahora no es la misma.
Deja de repetirte esas creencias. Empieza a cambiar las
imágenes en tu mente. Cuando se te pre-
sente una oportunidad, no repitas tu historial de carencia.
Comienza a proclamar el nuevo mensaje
para hoy. Ahora puedes afirmar que es bueno ser rico y que
emplearás sabiamente tu dinero.
También es normal y natural que en ciertas épocas tengamos
más dinero que otras personas. Si
logramos confiar en que nuestro Poder interior siempre
cuidará de nosotros pase lo que pase,
seremos capaces de pasar con facilidad por los tiempos de
escasez, sabedores de que tendremos
más en el futuro.
El dinero no es la respuesta, aun cuando muchas personas
piensen que si tuvieran mucho dinero
todo iría muy bien porque tendrían menos problemas y
preocupaciones. Pero el dinero en realidad no
es la respuesta. Algunas personas tienen más dinero del que
jamás van a necesitar, y sin embargo
no logran ser felices.
Agradece lo que tienes
Un
conocido mío me contó que se sentía culpable por no poder
recompensar en la debida forma a los
amigos que le demostraron su cariño y le hicieron regalos
cuando a él no le iban las cosas demasiado
bien. Le dije que hay veces en que el Universo nos da de una
u otra forma lo que necesitamos y es
posible que no podamos devolvérselo.
Sea cual sea la forma que el Universo haya elegido para
responder a tu necesidad, agradéceselo.
Ciertamente habrá momentos en que puedas ayudar a otras
personas. Puede que no sea con dinero
sino con tu tiempo, tu comprensión o tu compasión. A veces
no comprendemos muy bien que estas
cosas pueden ser más valiosas que el dinero.
Pienso en las muchas personas que durante las primeras
épocas de mi vida me ayudaron
enormemente, en momentos en que yo no estaba en condiciones
de devolver el favor. Años después,
he tenido la oportunidad de ayudar a otras personas. Muchas
veces creemos que debemos
intercambiar la prosperidad. Nos sentimos en la obligación
de corresponder. Si alguien nos invita a
comer, inmediatamente tenemos que invitarle a comer: o si
alguien nos hace un regalo, en seguida
compramos algo para regalárselo.
Aprende a recibir dando las gracias. Aprende a aceptar,
porque el Universo nota nuestra apertura
y nuestra disposición para recibir no como un simple
intercambio de prosperidad. Muchos de nuestros
problemas tienen su raíz en nuestra incapacidad para
recibir. Podemos dar, pero nos cuesta mucho
recibir.
Cuando alguien te haga un regalo, sonríe y dale las gracias.
Si le dices: «Ah, no es mi talla» o «No
es mi color preferido», te aseguro que esa persona jamás
volverá a hacerte otro regalo. Acéptalo de
buena gana, y si realmente no te va bien, regálaselo a otra
persona a la que le sirva.
Necesitamos ser agradecidos con lo que tenemos para así
poder atraer más bienes. Si nos
centramos en la carencia, atraeremos más carencia. Si
estamos en deuda, necesitamos perdonarnos,
no regañarnos. Necesitamos centrarnos en pagar la deuda
mediante afirmaciones y visualizaciones.
Lo mejor que podemos hacer por las personas que tienen
problemas monetarios es enseñarles a
crear dinero en la conciencia, porque esto es duradero. Es
mucho más duradero que darles algo de
dinero. No quiero decir con esto que no des dinero, sino que
no lo des para no sentirte culpable. Se
suele decir: «Bueno, tenemos que ayudar a la gente». Tú
también eres gente, eres alguien, y te
mereces la prosperidad. Tu conciencia es la mejor cuenta
bancaria que puedes tener. Cuando
deposites en ella pensamientos valiosos, cosecharás enormes
dividendos.
El
diezmo, un principio universal
Una de las maneras de atraer dinero a tu vida es contribuir
con el diezmo. Contribuir con el 10 por
ciento de los ingresos es un principio instaurado hace
muchísimos años. A mí me gusta considerarlo
como una «devolución a la Vida». Al parecer progresamos más
cuando lo hacemos. Las iglesias
siempre han necesitado esta contribución. Es una de sus
principales formas de recaudar fondos.
Actualmente se ha extendido la costumbre de pagar el diezmo
en los lugares donde uno recibe su
alimento espiritual. ¿Quién o qué te ha sustentado en tu
búsqueda por mejorar la calidad de tu vida?
Ése sería el lugar perfecto para contribuir con el diezmo.
Si no te atrae la idea de pagar el diezmo a
una iglesia o a una persona, hay muchas organizaciones sin
fines de lucro que podrían beneficiar a
otras personas mediante tu contribución. Haz averiguaciones
y descubre la que más te conviene.
«Haré mi contribución cuando tenga más dinero», suele decir
mucha gente. Ciertamente nunca llegan
a tenerlo. Si deseas contribuir, empieza ya, y verás cómo
entran en gran cantidad los beneficios. Sin
embargo, si aportas tu diezmo con el único fin de «tener
más», es que no has entendido de qué va.
Lo que se da ha de darse libremente o no funciona. Yo pienso
que la vida me ha tratado bien y me
siento feliz de devolverle el favor de diversas maneras.
Hay muchísima abundancia en este mundo sencillamente a la
espera de que la experimentes. Si
realmente te dieras cuenta de que hay más dinero del que
jamás podrías gastar, más personas de las
que jamás podrías conocer y más felicidad de la que te
puedas imaginar, tendrías todo lo que necesitas y deseas.
Si pides el mayor de los bienes, confía en que tu Poder
interior te lo proporcionará. Sé honrado
contigo mismo y con los demás. No engañes, ni siquiera un
poquito, porque te vendrá de vuelta.
La Inteligencia Infinita que lo llena todo te dice: «Sí».
Cuando algo entre en tu vida no lo expulses,
dile: «Sí». Ábrete para recibir lo bueno. Dile «Sí» a tu
mundo.
La prosperidad y
las oportunidades se
centuplicarán.
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