El Poder
esta Dentro de Ti
Quinta
Parte
Un Mundo
Seguro para Amarnos Mutuamente
Louise L. Hay |
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Un mundo seguro para amarnos
mutuamente
Podemos destruir el
planeta, pero también podemos sanarlo.
Cada día envía energía sanadora a todo el planeta. Lo que
hacemos con nuestra mente tiene muchísima importancia.
El planeta está pasando por una
época de cambio y transición. Estamos pasando de un orden
viejo a
un orden nuevo. Algunas personas dicen que esto comenzó con
la Era de Acuario; al menos a los
astrólogos les gusta explicarlo de esa manera. Para mí, la
astrología, la numerología, la quiromancia
y todos los demás métodos que se basan en fenómenos
psíquicos son simples formas de explicar la
vida. Cada uno lo hace de una forma ligeramente diferente.
Los astrólogos dicen que estamos saliendo de la Era de
Piscis y entrando en la de Acuario.
Durante la Era de Piscis esperábamos que «otros» nos
salvaran, queríamos que otras personas lo
hicieran por nosotros. En la Era de Acuario, en la cual
estamos entrando, comenzamos a penetrar en
nuestro interior, reconociendo que tenemos la capacidad de
salvarnos a nosotros mismos.
¿No es maravillosamente liberador cambiar lo que no nos
gusta? En realidad, yo no estoy tan
segura de que el planeta esté cambiando; lo que pasa es que
nosotros estamos adquiriendo más
conciencia y conocimiento. Problemas que estaban allí en el
fondo desde hace mucho tiempo
empiezan a salir a la superficie; problemas como el de las
familias que sufren a causa de la conducta
de uno de los miembros, los malos tratos a los niños y los
abusos perpetrados contra el planeta
mismo.
Como sucede con todo, primero hemos de darnos cuenta de lo
que pasa para cambiar las cosas.
Cuando queremos cambiar algo en nosotros, hacemos nuestra
limpieza mental; es preciso, pues, que
hagamos lo mismo con la Madre Tierra.
Estamos comenzando a considerar nuestro planeta como un
organismo vivo, completo, como una
entidad, como un ser en sí mismo; respira, tiene un corazón
que late, cuida de sus hijos, nos provee
de todo lo que podamos necesitar. Está totalmente
equilibrado. Si pasas un día en el bosque o en
algún otro paraje natural, observa cómo todos los sistemas
del planeta funcionan perfectamente. La
Tierra está organizada y dispuesta para llevar a cabo su
existencia en equilibrio y armonía absolutos
y perfectos.
Y aquí estamos, la gran humanidad que sabe tanto, haciendo
todo lo posible por destruir el
planeta, alterando su equilibrio y su armonía. Nuestra
ambición es uno de los peores obstáculos.
Creemos saber más que la naturaleza, y por ignorancia y
ambición estamos destruyendo el
organismo vivo del que formamos parte. Si destruimos la
Tierra, ¿adónde vamos a ir a vivir?
Cuando hablo con otras personas sobre el hecho de que es
necesario que tratemos a nuestro
planeta con mayor cariño y más cuidado, se quedan agobiadas
por los problemas que estamos
descubriendo. Da la impresión de que lo que uno puede hacer
no afectará para nada el estado de las
cosas. Pero eso no es cierto. Si cada cual contribuyera sólo
con un poquito, acabaría siendo
muchísimo. Es posible que tú no puedas verlo justo delante
de tus ojos, pero créeme, la Madre Tierra
lo siente colectivamente.
En nuestro grupo de apoyo para el sida tenemos instalada una
pequeña mesa para vender libros.
Hace poco se nos acabaron las bolsas, y se me ocurrió
guardar las bolsas de papel que iba
recibiendo al hacer mis compras. Al principio pensé: «Uy, no
vas a tener suficientes bolsas esta
semana», pero ¡qué equivocada estaba! Hasta por las orejas
me salían bolsas. A uno de mis
ayudantes le pasó lo mismo. No tenía ni idea de cuántas
bolsas por semana gastaba hasta que se le
ocurrió guardarlas. Para la Madre Tierra, eso significa la
pérdida de unos cuantos árboles cortados
para fabricar algo que se va a utilizar sólo durante un par
de horas, porque finalmente acabamos
tirando las bolsas a la basura.
Ahora llevo un bolso de tela cuando hago mis compras, y si
alguna vez me olvido de llevarlo, en la
primera tienda pido una bolsa grande y a medida que voy
comprando en otras tiendas voy colocando
las cosas allí en lugar de pedir más bolsas. Nadie me mira
como si fuera un bicho raro por hacer esto:
parece algo muy sensato.
En Europa hace mucho tiempo que utilizan bolsas de compra de
tela. Un amigo mío inglés vino a
visitarme y le encantaba ir a los supermercados de aquí
porque quería llevarse las bolsas de papel.
Las encontraba tan norteamericanas y elegantes... Puede que
sean una tradición muy «mona», pero
la verdad es que tenemos que empezar a pensar a escala
mundial y considerar los efectos que tienen
en nuestro medio ambiente estas pequeñas tradiciones.
Los norteamericanos sobre todo tenemos una especie de manía
con esto del envasado de los
productos. Cuando estuve en México hace unos años, visité un
mercado tradicional y me quedé
fascinada por las frutas y verduras que estaban expuestas
sin adornos ni envases especiales.
Ciertamente no eran tan «bonitas» como las que tenemos en
Estados Unidos, pero a mí me
parecieron naturales y sanas. Sin embargo, mis acompañantes
las encontraron horribles y poco
atractivas.
En otra parte del mercado había cajas grandes de especias en
polvo. También me quedé
fascinada porque colocadas unas junto a las otras formaban
un conjunto colorido y pintoresco. Mis
amigos dijeron que jamás comprarían ninguna especia de una
caja abierta así. «¿Por qué?», les
pregunté. Me contestaron que no era limpio. Volví a
preguntarles por qué y entonces la respuesta fue
que no estaban envasadas. Me eché a reír. ¿Dónde se pensaban
que estaban las especias antes de
que las envasaran? Nos hemos acostumbrado tanto a que nos
presenten las cosas de cierta forma,
que nos resulta difícil aceptarlas si no las vemos envasadas
y etiquetadas.
Dispongámonos a ver dónde podemos hacer pequeños ajustes en
bien del medio ambiente. Aun
cuando lo único que hagas sea ir a comprar llevando contigo
una bolsa de tela, o cerrar el grifo
mientras te lavas los dientes, ya es una gran contribución.
En mi editorial hacemos todo lo posible por la preservación
de la naturaleza. Recogemos todo el
papel usado que es reciclable y un encargado lo lleva a la
planta de reciclaje. Volvemos a utilizar los
sobres acolchados. Siempre que podemos usamos papel
reciclado en nuestros libros, aun cuando es
un poco más caro. A veces no es posible conseguirlo, pero en
todo caso siempre lo pedimos, porque
comprendemos que si insistimos en ello, finalmente todos los
impresores lo tendrán. Así es como
funcionan todos los aspeaos de la preservación de la
naturaleza. Creando la demanda de algo,
ayudamos a sanar al planeta de diferentes formas como poder
colectivo.
En casa hago de jardinera orgánica y preparo mi propio
abono. Todo resto de vegetal va a parar al
montón del abono. Ni una hoja de lechuga ni una hoja de
árbol abandona mi propiedad. Soy
partidaria de devolver a la tierra lo que se ha sacado de
ella. Tengo algunos amigos que incluso me
guardan sus restos de verduras. Los van metiendo en una
bolsa en el congelador y cuando vienen a
verme los echan en mi cubo para el abono. Lo que entra allí
como basura sale convertido en rica y
nutritiva tierra para mis plantas. Debido a mis prácticas de
reciclaje, mi jardín produce abundante-
mente para cubrir mis necesidades y además es hermoso.
Come alimentos
nutritivos
Nuestro
planeta está preparado para proporcionarnos sin excepción todo
cuanto precisamos. Dispone
de todos los alimentos que necesitamos. Si comemos lo que nos
proporciona, nos mantendremos
sanos porque eso forma parte del plan natural. Sin embargo nosotros,
con nuestra «gran inte-
ligencia», hemos creado una gran variedad de comida basura, y luego
nos preguntamos por qué
nuestra salud no es demasiado buena. Muchas personas siguen una
dieta de dientes para afuera.
«Sí, ya lo sé», dicen y estiran la mano para agarrar una golosina
llena de azúcar. Cuando hace unas
dos generaciones aparecieron los primeros platos o alimentos
preparados, exclamamos: «¡Ah, qué
maravilla!», y después fueron apareciendo otros y otros y otros,
hasta que llegamos al punto en que
hoy nos encontramos: hay personas en Estados Unidos que jamás han
probado un alimento de
verdad. Todo está enlatado, procesado, congelado, tratado con
productos químicos y, para rematarlo,
«microondeado».
No hace mucho leí que los jóvenes que entraban al servicio militar
no tenían el sistema inmunitario
sano como lo tenían los jóvenes de hace veinte años. Si no le damos
a nuestro cuerpo los alimentos
naturales que necesita para fortalecerse y curarse, ¿cómo podemos
esperar que nos dure toda una
vida? A esto añadamos el abuso del tabaco, el alcohol y otras
drogas, una dosis de odio a uno
mismo, y tenemos las condiciones perfectas para que florezca la
enfermedad.
Hace poco tuve una experiencia muy interesante. Me apunté a un
cursillo llamado «Curso para el
Conductor Responsable». Estaba lleno de personas mayores de 55 años
que evidentemente estaban
allí para ahorrarse de un tres a un diez por ciento del seguro del
coche. Encontré absolutamente
fascinante que nos pasáramos toda la mañana hablando de
enfermedades, de todas las
enfermedades que hay que esperar cuando nos hacemos mayores.
Hablamos de enfermedades de la
vista, del corazón y de los oídos. Al llegar la hora del almuerzo,
el noventa por ciento de esas mismas
personas se precipitaron al restaurante de comida rápida más
cercano.
«Aún no captamos el mensaje, ¿verdad?», pensé para mis adentros. Mil
personas mueren
diariamente a causa del tabaco. Eso significa 365.000 personas al
año. Tengo entendido que más de
500.000 personas mueren de cáncer cada año.
Un millón de personas mueren de infarto cada año. ¡Un millón de
personas! Sabiendo esto, ¿por
qué vamos a los restaurantes de comida rápida y prestamos tan poca
atención a nuestro cuerpo?
La
curación: la nuestra y la del planeta
En
esta etapa de transición, uno de los catalizadores ha sido
la crisis del sida, que nos muestra cuán
poco nos amamos y la cantidad de prejuicios que tenemos.
Tratamos con tan poca comprensión y
compasión a las personas enfermas de sida. Una de las cosas
que verdaderamente me gustaría ver
en este planeta y que deseo contribuir a crear, es un mundo
en el que podamos amarnos los unos a
los otros sin riesgos, con toda confianza.
De pequeños deseábamos ser amados tal como éramos, aun
cuando fuéramos demasiado flacos
o demasiado gordos, demasiado feos o demasiado tímidos.
Hemos venido a este planeta a aprender
a amarnos incondicionalmente, primero a nosotros mismos y
luego a los demás. Es preciso que de-
jemos de pensar en términos de «ellos y nosotros», porque
eso no existe. Sólo existimos «nosotros».
No existe ningún grupo que sea desechable o que se pueda
sacrificar o que sea «menos que...».
Cada uno de nosotros tiene una lista de «esas» personas. No
podemos ser verdaderamente
espirituales mientras haya una persona «de ésas». Muchos nos
criamos en familias en las que el
prejuicio era algo normal y natural, y cuyos miembros
consideraban que un determinado grupo no era
bueno. Con el fin de creernos mejores despreciábamos al otro
grupo. Sin embargo, mientras decimos
que otra persona no es buena o no vale lo suficiente, lo que
realmente hacemos es reflejar que
«nosotros» no somos buenos o valiosos. Recuerda: todos somos
espejos de todos.
Recuerdo el día en que me invitaron al Show de Oprah Winfrey.
Aparecí en televisión con cinco
personas enfermas de sida a las que les iba muy bien en su
proceso de curación. Los seis nos
habíamos reunido a cenar la noche anterior. Fue una reunión
increíblemente poderosa. Cuando nos
sentamos a cenar la energía era extraordinaria. Yo me eché a
llorar porque esto era algo por lo que
luchaba desde hacía años: entregar un mensaje positivo al
público norteamericano, un mensaje de
esperanza. Estos enfermos de sida se estaban curando a sí
mismos, y no era fácil. Los médicos les
habían dicho que iban a morir; sin embargo, ellos
experimentaban con diferentes métodos y estaban
dispuestos a superar sus propias limitaciones.
Grabamos el programa al día siguiente y fue muy hermoso. Yo
estaba contenta de que también
estuvieran representadas las mujeres enfermas de sida.
Deseaba que Norteamérica abriera su
corazón y comprendiera que el sida no sólo afecta a personas
que a la sociedad en general no le
importan. Afecta a todo el mundo. Cuando salía, Oprah me
dijo: «Louise, Louise, Louise», se me
acercó y me dio un apretado abrazo.
Creo que ese día hicimos llegar un mensaje de esperanza. He
oído decir al doctor Bernie Siegel
que de cada forma de cáncer hay alguien que se ha autocurado.
De modo que siempre hay
esperanza, y la esperanza nos da posibilidades.
Hay algo por lo cual trabajar en lugar de agarrarnos la
cabeza con las manos y decir que no hay
nada que hacer.
El virus del sida está simplemente siendo lo que es. Se me
parte el corazón al pensar que habrá cada
vez más personas heterosexuales que van a morir del sida
porque el gobierno y la medicina no están
actuando con la suficiente rapidez. Mientras se lo considere
una enfermedad de homosexuales no
recibirá la urgente atención que requiere, de modo que
¿cuántas personas heterosexuales tendrán
que morir para que se lo considere una enfermedad legítima?
Pienso que cuanto más pronto dejemos de lado nuestros
prejuicios y trabajemos por una solución
positiva a la crisis, más pronto sanará todo el planeta. Sin
embargo, no podemos sanar el planeta si
permitimos que sufra la gente. En mi opinión, el sida forma
parte de la contaminación del planeta.
¿Sabías que los delfines de las costas de California están
muriendo de enfermedades de
inmunodeficiencia? Yo no creo que eso se deba a sus
prácticas sexuales. Hemos contaminado
nuestras tierras hasta el punto de que gran parte de la
producción agrícola no es apta para el
consumo. Estamos matando a los peces en nuestros mares.
Estamos contaminando el aire, de modo
que ahora hay lluvia ácida y un agujero en la capa de ozono.
Y continuamos contaminando nuestros
cuerpos.
El sida es un malestar terrible; sin embargo, el número de
personas que mueren de sida es menor
que el de personas que mueren de cáncer, de un infarto o por
causa del tabaco. Buscamos venenos
cada vez más potentes para eliminar las enfermedades que
creamos, pero no queremos cambiar
nuestro estilo de vida ni nuestra alimentación. Preferimos
tomar algún fármaco o someternos a una
operación quirúrgica, que sanar. Cuanto más reprimidos, más
problemas se manifiestan de otras
formas. La medicina y la cirugía sólo se ocupan del diez por
ciento de todas las enfermedades:
parece increíble pero es cierto. Con todo el dinero que
gastamos en productos químicos, radiaciones
y cirugía, resulta que todo esto sólo cura el diez por
ciento de nuestras enfermedades.
Leí en un artículo que las enfermedades del próximo siglo
estarán causadas por nuevas cepas de
bacterias que afectarán a nuestro debilitado sistema
inmunitario. Estas cepas de bacterias han
comenzado a mutarse de modo que los fármacos que tenemos
ahora no tendrán ningún efecto sobre
ellas. Evidentemente, cuanto más fortalezcamos nuestro
sistema inmunitario, con mayor rapidez nos
sanaremos a nosotros mismos y sanaremos el planeta. Y no me
refiero sólo al sistema inmunitario
físico, sino también a nuestros sistemas inmunitarios mental
y emocional.
Creo que la curación y la sanación producen dos resultados
diferentes. La sanación es el producto de
un trabajo de equipo. Quizá esperas que sea el médico quien
te sane; él o ella puede tratar los
síntomas, pero eso no sana el problema. Si quieres sanar es
necesario que formes parte del equipo,
junto con el médico y el resto de los profesionales
sanitarios. Hay muchos médicos holistas que no
sólo te tratan físicamente sino que te ven como a una
persona completa.
Hemos vivido con sistemas de creencias erróneos, no sólo
individuales sino también sociales. Hay
personas que dicen que en su familia hay problemas de oído.
Otras creen que si salen a la calle
cuando está lloviendo cogerán un resfriado, o que se
resfrían tres veces cada invierno. O cuando
alguien se resfría en la oficina, todo el mundo se resfría
porque el resfriado es contagioso.
«Contagioso» es una idea, y las ideas son contagiosas.
Muchas personas dicen que hay enfermedades hereditarias. Yo
no creo que sea necesariamente
así. Pienso que heredamos las pautas mentales de nuestros
padres. Los niños se dan cuenta de
todo. Comienzan a imitar a sus padres, hasta en sus
enfermedades. Si el padre sufre de
estreñimiento cada vez que se enfada, al niño también le
sucede. Y no es nada raro que si después
el padre tiene colitis, el niño también tenga colitis. Todo
el mundo sabe que el cáncer no es con-
tagioso, ¿por qué, pues, se propaga en las familias? Porque
el rencor se propaga en las familias. El
rencor se acumula y se acumula hasta que finalmente hay
cáncer.
Debemos estar atentos a todo para tomar decisiones
conscientes e inteligentes. Puede que algunas
cosas nos horroricen, lo cual forma parte del proceso de
despertar, pero podemos hacer algo para
solucionarlas. Todo en el Universo, desde los malos tratos a
los niños y el sida hasta el problema de
las personas sin hogar y que se mueren de hambre, necesita
nuestro amor. Un niño pequeño que es
amado y valorado se convertirá en un adulto fuerte y con
seguridad en sí mismo. El planeta, que tiene
de todo para nosotros y para la vida, nos cuidará si le
permitimos ser él mismo. No pensemos en
nuestras limitaciones pasadas.
Abrámonos al potencial de esta década increíble. Podemos
hacer de estos diez últimos años del
siglo una época de curación. Tenemos el poder dentro de
nosotros para que nos limpie, para que
limpie nuestro cuerpo, nuestras emociones y todos los
diversos desastres que hemos hecho. Pode-
mos mirar a nuestro alrededor y ver qué necesita cuidado. La
forma en que elijamos vivir tendrá un
enorme impacto en nuestro futuro y en nuestro mundo.
Por el mayor bien de todos
Puedes utilizar este tiempo para aplicar a todo el planeta
tus métodos de crecimiento personal. Si
sólo haces cosas por el planeta y no por ti, entonces no
estás en equilibrio. Y si sólo trabajas para ti y
para nadie más, tampoco estás en equilibrio.
De manera que veamos cómo podemos equilibrarnos a nosotros
mismos y equilibrar el medio
ambiente. Sabemos que nuestros pensamientos conforman y
crean nuestra vida. No siempre vivimos
totalmente esta filosofía, pero aceptamos la premisa
fundamental. Si deseamos cambiar nuestro
mundo inmediato, es preciso que cambiemos nuestros
pensamientos. Si deseamos cambiar el mundo
más grande que nos rodea, necesitamos cambiar nuestros
pensamientos acerca de él y dejar de
considerarlo como un mundo de «ellos y nosotros».
Si todo el esfuerzo que ponemos en quejarnos de lo que está
mal en el mundo lo aplicáramos a
hacer afirmaciones y visualizaciones positivas,
comenzaríamos a cambiar las cosas. Recuerda que
cada vez que empleas tu mente conectas con personas de igual
mentalidad. Si juzgas, criticas y tie-
nes prejuicios, conectas con todas las demás personas que
hacen lo mismo. Si meditas, si visualizas
la paz, si te amas a ti mismo y amas el planeta, conectas
con todas las demás personas que hacen lo
mismo. Puedes estar en tu casa y postrado en cama y seguir
sanando el planeta por la forma en que
usas tu mente, practicando la paz interior. Una vez escuché
decir a Robert Schuller, de las Naciones
Unidas: «La especie humana necesita saber que nos merecemos
la paz». Qué ciertas son estas
palabras.
Si logramos hacer que nuestros jóvenes se den cuenta de lo
que pasa en el mundo y que vean las
diferentes opciones que tienen, entonces verdaderamente
empezaremos a comprobar un cambio de
conciencia. Mostrar a nuestros hijos desde muy pequeños los
esfuerzos que se hacen para preservar
la naturaleza, es una forma de reafirmarles que se está
haciendo un trabajo importante. Aunque
muchos adultos aún no se responsabilicen de lo que pasa a su
alrededor, podemos asegurar a
nuestros hijos que en todo el mundo la gente está tomando
cada vez más conciencia de los efectos a
largo plazo de la contaminación, y que muchas personas están
luchando por cambiar la situación.
Participar como familia en organizaciones ecológicas como
Greenpeace o Earthsave es maravilloso, porque jamás es
demasiado pronto para que los niños aprendan que todos somos
responsables de nuestro planeta.
Te recomiendo que leas el libro de John Robbins Diet For A
New America
[Dieta para una Nueva América]. Me parece realmente
interesante que John Robbins, heredero de la empresa de
helados
Baskin Robbins, esté haciendo todo cuanto puede por crear un
planeta holista y pacífico. Es fabuloso
saber que algunos de los hijos de personas que explotan la
riqueza de la nación están haciendo
cosas para sanar el planeta.
Los grupos de voluntarios también son útiles para tomar el
relevo allí donde no lo hace el gobierno.
Si el gobierno no colabora en sanar el planeta, no podemos
quedarnos cruzados de brazos
esperando. Tenemos que unirnos a nivel de base popular y
encargarnos nosotros de ello. Todos
podemos hacer nuestra parte. Empieza por descubrir dónde
puedes ser de utilidad. Ofrécete de
voluntario donde puedas. Contribuye con una hora al mes si
no puedes dar más.
Definitivamente estamos en la vanguardia de las fuerzas que
van a ayudar a sanar el planeta.
Estamos en un punto ahora mismo en que tanto podemos
destruir a la humanidad entera como sanar
el planeta. No depende de «ellos», depende de nosotros,
individual y colectivamente.
Veo que tenemos la oportunidad de combinar las tecnologías
del pasado y del futuro con las
verdades espirituales de ayer, hoy y mañana. Es hora de que
estos elementos se unan. Mediante la
comprensión de que los actos de violencia los cometen
personas que son niños traumatizados,
podríamos combinar nuestros conocimientos y nuestra
tecnología para ayudarles a cambiar. No
perpetuemos la violencia iniciando guerras o metiendo a
personas en prisión y luego olvidándonos de
ellas. En lugar de eso, fomentemos la conciencia de nosotros
mismos, la autoestima y el amor. Los
instrumentos para la transformación están disponibles; sólo
tenemos que utilizarlos.
Lazaris tiene un hermoso ejercicio que me gustaría compartir
contigo. Escoge un lugar del planeta.
Puede ser cualquier sitio, muy lejos o a la vuelta de la
esquina, algún lugar que te gustaría contribuir a
sanar. Imagínate ese lugar muy tranquilo, con personas bien
alimentadas y bien vestidas que llevan
una vida de paz y seguridad. Cada día tómate un momento e
imagínatelo.
Pon a trabajar tu amor para sanar el planeta. Eres
importante.
Compartiendo tu
amor y los
magníficos dones que tienes en tu interior comenzarás a
cambiar la energía en este hermoso y frágil
planeta que llamamos nuestro hogar. ¡Y así es!
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