La
efectividad del poder está en el momento presente
Aquí mismo y
ahora, en nuestras propias mentes. No importa cuánto tiempo
hayamos tenido
pautas negativas, o una enfermedad, una mala relación,
apuros económicos, u odio a nosotros
mismos: podemos comenzar a cambiar hoy. Los pensamientos que
hemos albergado y las
palabras que hemos empleado repetidamente han creado
nuestras experiencias hasta este
momento. No obstante, eso es pensamiento pasado, ya lo hemos
tenido. Lo que escojamos pensar
y decir hoy, en este momento, creará el mañana y el pasado
mañana, la semana que viene, el
mes que viene y el año que viene. La efectividad del poder
está siempre en el momento presente.
Aquí es donde comenzamos a hacer cambios. Qué idea más
liberadora. Podemos comenzar a
dejar marchar las viejas tonterías. Ahora mismo. El comienzo
más insignificante es ya
importante. Cuando bebés, éramos todo amor y alegría.
Sabíamos lo importantes que éramos,
nos sentíamos el centro del universo. El bebé tiene una
inmensa osadía, pide lo que necesita y
expresa sus Sentimientos sinceramente. Se ama a sí mismo
completamente, cada parte de su
cuer po, incluidas las heces. Sabe que es perfecto. Y esa es
la verdad de nuestro ser.
Todo lo demás son
tonterías aprendidas y se pueden desaprender.
Cuántas veces hemos dicho: «Yo soy así», o «Las cosas son así». Lo
que en realidad queremos
decir es que eso es «lo que creemos que es verdad para nosotros».
Por lo general, lo que creemos
es únicamente la opinión de otra persona que hemos aceptado e
incorporado a nuestro propio
sistema de creencias. Algo que encaja con las otras cosas que
creemos. Si cuando éramos niños se
nos enseñó que el mundo es un lugar temible, aceptaremos como cierto
todo lo que encaje con
esa creencia. «No te fíes de los desconocidos», «No salgas por la
noche», «La gente te engaña»,
etc. Por otra parte, si en los primeros años de nuestra vida se nos
enseñó que el mundo es un
lugar seguro y alegre, entonces creeremos otras cosas. «El amor está
en todas artes» «La gente es
amable» «Me llega el dinero con facilidad», etc. La vida refleja
nuestras creencias.
Muy rara vez nos sentamos a cuestionar nuestras creencias. Podría
preguntarme, por ejemplo: «
¿Por qué creo que me resulta difícil aprender? ¿Es cierto eso? ¿Es
cierto eso para mí, ahora? ¿De
dónde pr oviene esa creencia? ¿Lo sigo creyendo porque en mi primer
año de escuela la profesora
me lo repitió una y otra vez? ¿Estaría mejor yo, valdría más si
dejara esa creencia?».