web
analytics
Estadísticas
 
 
 

NOVENO COMPROMISO DEL ÉXITO

He Sido Demasiado Benévolo Conmigo Mismo.

 

He cerrado el libro de cada día con demasiada rapidez.
Nunca me he tomado el tiempo, antes de retirarme por la noche, para cotejar
el costo de las cosas tanto buenas como malas que me ha atraído hacia mí
mismo durante el día.

Jamás me he atrevido a repasar, con valor y honestidad, mis pensamientos,
palabras y acciones de un día, a fin de planear mejor el siguiente.

La verdad acerca del éxito y la forma de alcanzarlo nunca ha permanecido
oculta de mi vista. Simplemente me he dejado atrapar a tal grado en la
lucha por sobrevivir que no he logrado reconocerla.

Al final de cada día, había acabado con ese día. Cualesquiera errores,
fallas o accidentes que ensombrecieron mis horas, los apartaba de inmediato
de mi mente con una excusa. Mañana será un nuevo día, me prometía a mí
mismo. Quizá la vida se mostrará más benévola conmigo. ¡Estaba equivocado!

Al fin he podido enfocar mi visión.

Ahora puedo ver que el mundo es un mercado en el cual todo está marcado con
un precio fijo y debo cumplir con mis decisiones acerca de lo que compre
con mi dinero, mi trabajo y mi ingenio, ya sea que se trate de riquezas,
comodidades, fama, integridad o conocimientos.

Jamás deberé actuar como un niño que, cuando ha comprado una cosa, se
lamenta porque no posee otra. Puesto que los tratos diarios que hago con mi 
vida son difíciles de rescindir, permítanme asegurarme en el futuro de que estoy
acumulando cosas de valor y permanentes a cambio de mi esfuerzo y del sudor
de mi frente. La única forma de hacerlo con certeza es practicando un
ejercicio especial, cada día, antes de entregarme al sueño.

Siempre examinaré, cada noche, mis hechos del día que toca a su fin.

Incluso lo peor de mis vicios y de mis hábitos se mitigará si cada día lo
llamo a cuentas. Qué alegría, qué bendito sueño vendrán siempre después de
una inspección personal así.

Las preguntas surgen en mi mente ante la menor inspiración:

¿Qué debilidad he dominado el día de hoy?

¿A qué pasión me he opuesto?

¿A qué tentación me he resistido?

¿Qué virtud he adquirido?

Gracias a estos pergaminos, ya he empezado a recibir cada nuevo día con un
plan, de manera que el buen camino que estoy recorriendo esté bien marcado. 
Ahora, al final del día, meditaré con sumo cuidado en los progresos y en los
problemas de mi jornada y este último de los hábitos que recién he
adquirido, creará en mi mente un diario del día de hoy y un libro de texto
para el día de mañana.

Siempre examinaré, cada noche, mis hechos del día que toca a su fin.

Por la noche, tan pronto como haya extinguido mi vela, repasaré las
palabras y las acciones de todas y cada una de las horas del día, no
permitiendo que nada escape de mi examen, puesto que ¿por qué debería temer
el espectáculo de mis errores, cuando tengo el poder de amonestarme y de
perdonarme a mí mismo?

Tal vez actué de una manera demasiado cortante durante cierta disputa. Muy
bien pude abstenerme de expresar mi opinión, pues fue hiriente y no hizo ningún bien,
Lo que dije era verdad, pero las verdades no siempre deben pronunciarse.
Debí refrenar mi lengua, puesto que no vale la pena discutir ya sea con las
personas necias o con nuestros superiores. He hecho mal, pero no lo volveré
a hacer.

Experiencia es el nombre que la humanidad siempre les ha asignado a sus
extravagancias o a sus pesares. Pero las cosas no tienen por qué ser así.
Las lecciones del día de hoy pueden convertirse en los cimientos del mañana
para levar una vida mejor, siempre y cuando yo tenga la voluntad de
aprender algo de ellas, y la tengo.

Siempre examinaré, cada noche, mis hechos del día que toca a su fin.

Permítanme repasar mis acciones, permítanme observarme a mí mismo tal como
lo haría mi pero enemigo, y así me convertiré en mi mejor amigo. Empezaré,
justo en este momento, a convertirme en la persona que seré de aquí en
adelante. Quizá descienda la oscuridad pero no nublará mis ojos antes de
que haya repasado, plenamente, todos los acontecimientos de mi día.

¿Qué dejé sin hacer, que debía haber realizado?

¿Qué hice, que podía haber hecho mejor?

Una de las mayores alegrías que todavía no hemos descubierto de esta vida,
se deriva de hacer todo lo que intentamos hasta el máximo de nuestras
capacidades. Se experimenta un sentimiento muy especial de satisfacción,
cierto orgullo al inspeccionar un trabajo así, un trabajo bien terminado,
completo, preciso, consumado en todas sus partes, que jamás podrá conocer
la persona superficial que deja su trabajo terminado a medias, en una
condición descuidada y desordenada. La terminación completa es lo que
convierte a cualquier trabajo en una obra de arte. La tarea más
insignificante, bien hecha se convierte en un milagro de logro.

El trabajo del día de hoy se verá superado por el que realice el día de
mañana; no puede ser de otra manera. La superación siempre viene detrás del
examen y el repaso. Todos deberíamos ser más sabios el día de hoy que el de
ayer.

Siempre examinaré, cada noche, mis hechos del día que toca a su fin.

¿Sobreviví este día sin compadecerme de mí mismo?

¿Le di bienvenida a la nueva alborada teniendo en las manos un esquema y
una meta?

¿Fui amable y bondadoso con todas las personas con quienes me encontré?

¿Traté de recorrer ese kilómetro adicional?

¿Estuve alerta en busca de oportunidades?

¿Traté de encontrar lo bueno en todos y cada uno de los problemas?

¿Sonreí frente a los rostros llenos de cólera y odio?

¿Concentré mis fuerzas y mis propósitos?

¿Qué puede haber más provechoso que este repaso cotidiano di mi vida, de
manera que pueda vivirla con orgullo y satisfacción?
Jamás volveré a terminar mi día cuando el sol se pone. Todavía me falta un
acto más que debo realizar.
Siempre examinaré, cada noche, mis hechos del día que toca a su fin.
 

Og Mandino

 

 
 
 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
Conferencias Místicas