Hay que buscar la semilla del bien en todas las adversidades. Cuando
uno domina ese principio, posee un valioso escudo que lo protegerá
bien a través de todos los oscuros valles por donde tenga que pasar.
Es posible ver las estrellas desde el fondo de un pozo profundo, en
tanto que no pueden distinguirse desde la cima de una montaña. De la
misma manera, usted aprenderá de la adversidad cosas que uno no
habría descubierto jamás sin dificultades. Siempre hay una semilla
del bien. Uno debe encontrarla para
prosperar.
Aproximadamente un año después de que me ascendieran a la
presidencia de la revista Éxito Ilimitado de W. Clement Stone, y con
la ayuda de los comerciales de Paul Harvey por la radio de todo el
país, nuestra circulación estaba alcanzando alturas inexploradas en
la gráfica de ventas que había en mi oficina. Y entonces cometí un
terrible error de apreciación, error que con toda seguridad no sólo
iba a retrasar nuestro progreso, sino que le costaría una fortuna a
la compañía.
Apenas me di cuenta de los que había hecho, telefoneé a W. Clement
Stone y le solicité una entrevista, durante la cual cuidadosamente
le relaté, sin quitar ni poner nada, cómo me las había ingeniado
para enredar las cosas. Stone escuchó atentamente mis palabras, sólo
me interrumpió unas cuantas veces para aclarar determinados hechos,
y al terminar, me quedé sentado allí nada más, con la sensación de
haberle fallado y en espera de que cayera la cuchilla. Estaba seguro
de que mi carrera como editor había terminado.
Stone seguía viendo el techo, chupó varias veces el humo de su largo
habano antes de volverse por fin hacia mí, sonriente, para decirme:
¡Magnífico, Og!
¿Magnífico? ¿Se habría vuelto loco? Le acababa de hacer gastar una
pequeña fortuna y a la vez le había puesto en entredicho su querida
revista, y me estaba diciendo que magnífico. No dije nada,
probablemente porque estaba en un estado de conmoción parcial. Luego
Stone se inclinó hacia adelante, me tocó el brazo y me dijo
suavemente: "Realmente es magnifico,.
Og. Deja que te explique por qué".
A continuación, el gran hombre se puso a enseñarme una regla para
vivir que me ha sido invaluable durante más de un cuarto de siglo.
Con todo cuidado me explicó que aunque se daba cuenta de que lo que
había ocurrido a la revista era una adversidad terrible, estaba
seguro de que, si considerábamos largo y tendido nuestro problema,
podríamos encontrar una semilla de bien en toda esa dificultad, una
semilla que podríamos utilizar en nuestro provecho. Me recordó que
cada vez que Dios cerraba una puerta, siempre se abría otra, y
durante varias de las horas siguientes examinamos nuestro problema
desde todos los ángulos posibles. Finalmente, mientras yo anotaba
página tras página, ideamos un plan que no sólo sirvió para
recuperar nuestra cuantiosa pérdida, sino que agregó mucho a
nuestros ingresos por publicidad durante muchos años. Esas horas
especiales constituyeron la mayor experiencia de aprendizaje en mi
vida.
Uno debe sembrar siempre la semilla del bien, en cualquier
adversidad. No hay una regla para vivir que sea más exigente que
ésta, pero, una vez que uno ha aprendido a reaccionar ante cualquier
problema con la palabra "Magnífico" y luego se toma el tiempo para
descubrir qué podría haber de bueno en el serio problema que uno
tiene, se sorprenderá al ver con cuánta frecuencia se puede cambiar
una derrota segura en una victoria.
Samuel Smiles, autor del primer libro sobre el éxito intitulado
Autoayuda a finales del siglo XIX, dijo que siempre aprendemos más
de nuestros fracasos que de nuestros éxitos. Con frecuencia
descubrimos lo que sí funciona al descubrir lo que no funciona, y
quien nunca haya cometido un error nunca ha experimentado la emoción
de hacer que una pérdida aparente se vuelva un triunfo.
El principio de transformar los debes en haberes es tan antiguo como
el hombre. Por
ejemplo los amigos de Santa Claus, los esquimales, que se las han
arreglado para sobrevivir durante milenios extrayendo la semilla del
bien de su mayor adversidad; convierten las únicas materias primas
de que disponen, el hielo y la nieve, en iglúes para guarecerse del
frío. Un viejo amigo con quien juego al golf dice que la verdadera
prueba da la vida, al igual que ocurre en el golf, no es el hecho
caer en las trampas, sino el poder salir de ellas, como cuando la
pelota ha caído entre pasto muy crecido.
En los juegos y en la vida, quienes han aprendido a
enfrentar la adversidad son quienes ganan los campeonatos.
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