CAPITULO 1 - EL SER
Imagínate la
nada. Imagínate el todo. Uno no puede imaginarse completamente ni lo uno ni
lo otro. Imagínate, entonces, una bola, una esfera de pura luz, de perfecta
armonía, de energía pura. Imagina que eso es todo lo que existe. Es al
mismo tiempo todo y nada. Debido a que es todo, no puede existir ninguna
otra cosa.
En la nada no
existe el tiempo, ni la forma, ni el espacio, ni la distancia. Sólo existe
el Ser. En el Ser no existe la experiencia, ni siquiera de sí mismo. Es
decir que el Ser no puede experimentarse a sí mismo porque es todo lo que
existe, y porque no hay nada que lo pueda reflejar, nada que lo pueda
describir. El Ser, Dios —si así desean llamarlo— se dividió en millones y
miles de millones de partes de sí mismo, para experimentarse. Cada una de
esas partes puede imaginarse como una chispa, un holograma de la totalidad,
que todo lo refleja y, sin embargo, se halla separada. Y en la separación
el Ser puede experimentarse a sí mismo. Puede conocerse. Puede jugar un
juego. El juego que concibió incluye a la Tierra. Comprende miríadas de
otras realidades físicas y millones de miríadas de realidades no físicas
(que según algunas doctrinas, con frecuencia se llaman Bardos), otros
campos de conciencia, áreas de la creación que están más allá de los
términos físicos normales.
Cada parte del
Ser, cada una de estas chispas, eligió caminos y juegos para conocerse a sí
misma. La Tierra es una manifestación. Es, en sí, una chispa. Tiene su
propia conciencia y su propia forma. Esto sucede con todos los planetas y
con todas las realidades físicas. Esto sucede con Todo, ya que en última
instancia, no existe nada más que el Ser.
Algunas de las
chispas se manifestaron como almas humanas. Las almas humanas están ligadas
al planeta Tierra. Tú, que estas leyendo este libro, te decidiste a
manifestar tu propio ser como ser humano, como una forma humana que existe
sobre el planeta Tierra. Elegiste venir aquí. Este es el lugar que elegiste
para manifestarte y darte forma a través de tu propio juego. Tú generas esta
realidad ahora.
En esta realidad
hay muchos, muchos niveles de conciencia. Este libro debería ampliar tu
conciencia a otro nivel, un nivel que va más allá de los que experimentas al
leer estas palabras. Al final de este libro, esa conciencia (la conciencia
de tu propio ser) se habrá ampliado y comprenderá una manifestación
multidimensional de lo que llamas Verdad o Realidad Superior.
En el juego que
eligieron los seres humanos, en su tiempo hubo un lugar que se llamó
Tierra. El tiempo, la distancia y la forma surgen y se relacionan todos con
la experiencia humana sobre el planeta Tierra. Cada uno de los tres son
vividos, experimentados o vivenciados de manera única y particular por cada
uno de los seres humanos. Es decir, que tu percepción de la realidad no
puede jamás ser igual, o manifestarse de la misma manera que la de otro
ser. Esa es la alegría de las miríadas y miles de millones de chispas. Cada
chispa refleja y complementa a las demás. Entonces, mientras tú puedes
descubrir partes o aspectos de tu propia chispa —de tu propio Ser— en todas
las demás manifestaciones físicas y quizás también en las no físicas,
aquellas chispas, que tú defines como "no yo", en realidad son partes tuyas,
que reflejan aspectos tuyos, que no podrías ver de ninguna
otra manera
salvo a través de sus reflejos. Los reflejos (como los del espejo) completan
tu conocimiento acerca de quién eres, y si los incorporas, eso implica una
ampliación y un ensanchamiento de tu ser, y así puedes manifestar más
íntegramente y más completamente las miríadas de posibilidades
multidimensionales a las que tienes derecho.
En ese juego que
los seres humanos están jugando sobre la Tierra, hay una nube, una nube de
sufrimiento, una nube de dolor, una nube de miedo, que rodea la experiencia
humana. Ese sufrimiento, ese dolor y ese miedo han alcanzado un punto
crítico. Un punto en que se hace necesario un cambio. Este cambio se
describe a veces como salto de los polos:
es decir, como
un desplazamiento de la polaridad, de la polaridad entre el mal y el bien.
De acuerdo con las bases del juego de la dualidad, que fue concebido por el
pensamiento humano, pareció necesario que para poder conocer el bien, había
que concebir su opuesto, o dicho de otra manera, dentro del sistema de
pensamiento humano se creyó que para poder conocer a Dios o lo bueno,
era necesario concebir el mal. Era necesario para transitar o atravesar la
vida. Se demostró varias veces que lo malo es la lectura inversa de
vivir**, y esto constituye una inversión del verdadero sentido de la vida,
lo que trajo el mal a la experiencia humana sobre el planeta Tierra. El
verdadero sentido de la vida, de la forma, del espacio, de la conciencia
individual es alegrarse, festejar y regocijarse de todo lo que es posible
en todas las dimensiones.
En el
pensamiento humano se concibió la necesidad de la dualidad bueno-malo. El
miedo, el sufrimiento y el dolor se alinean todos bajo el polo que llamamos
malo. No es necesario experimentar el mal para conocer el bien. El
desplazamiento del eje polar que le fuera predicho a la Tierra hace ya
mucho tiempo, se trata en realidad de un desplazamiento en la polaridad, es
decir, un alejarse de la polaridad, un desprenderse de la aparente necesidad
de experimentar el mal y por lo tanto, de hecho, manifestarlo, como lo han
hecho los seres humanos, para poder conocer el
bien, o a Dios.
Este desplazamiento se está acercando muy, muy rápidamente.
Si se eleva la
conciencia del planeta —y el potencial para ello está dado y se está
haciendo evidente sobre el planeta de muchísimas formas y bajo muchísimos
sistemas— cuando este desplazamiento ocurra y las personas dejen de
reclamar y buscar el mal (en una mal entendida esperanza de así poder
conocer el bien), entonces no habrá ninguna destrucción, ninguna
catástrofe, ningún aniquilamiento masivo, ningún Armagedón, ninguna ruptura.
Sin embargo, es una elección que cada una de las chispas debe hacer por sí
misma. Es muy cierto que si una gran cantidad de chispas, o almas, o
conciencias sobre este planeta deciden alejarse o separarse del polo
descrito como malo, la destrucción puede evitarse. Este libro tiene como
meta el darte la posibilidad de hacer esta elección conscientemente, de
enfrentarte a tí mismo con esa decisión y seguirla, llevándote hacia Dios.
Hay muchos,
muchos sistemas de pensamiento que fueron difundidos en este planeta.
Existen muchos sistemas de pensamientos religiosos, filosóficos,
psicológicos y populares que han manifestado y han marcado tu concepción
del mundo. Te pedimos que escuches estas palabras que estás leyendo, más
allá de estos sistemas; que te eleves por encima de los filtros normales de
tu experiencia para permitirle a aquella parte en ti, que yace más
profundamente en tu esencia, que al leer estas palabras pueda escuchar la
Verdad.
Si eres
católico, entonces te pedimos que por este instante experimentes el
verdadero catolicismo, la universalidad del bien. Si eres budista, te
pedimos que le abras tu corazón al amor de Buda y así puedas escuchar la
Verdad en estas palabras. Si eres confucionista, entonces te pedimos que
dejes a un lado ese sistema que quiere proscribir tu experiencia y permitas
que Confucio le hable a tu corazón. Te pedimos que pongas a un lado todos
los sistemas a través de los cuales has percibido generalmente la realidad.
Te pedimos que escuches con mayor profundidad, más profundamente que con
cualquier sistema que se haya hecho parte de tu conciencia en tu experiencia
como ser humano sobre este planeta.
Y así, déjanos
emprender juntos el viaje desde la luz, desde el todo, desde la nada en ese
instante en que comenzaron el tiempo, el espacio y la forma, a este
instante preciso en que sostienes este libro entre tus manos.
Parte del juego,
que ustedes como seres humanos han concebido, es el de vencer el
sufrimiento, el dolor y el miedo. Estas experiencias sobre el planeta eran
parte de las lecciones que eligieron aprender. Estas experiencias se hallan
unidas a la regla de juego que ustedes eligieron jugar. Ya no son
necesarias. La Tierra grita, gime, aúlla. La Tierra misma ya ha tenido más
que suficiente de estas experiencias, y desea ahora cambiar su polaridad,
desplazar el eje, retirarse de la dualidad de bueno-malo.
No te asustes.
El desplazamiento tendrá lugar en la conciencia o como manifestación
física. El desplazamiento en sí mismo es inevitable. De qué manera se
manifieste, depende de ti y de tus hermanos y hermanas, de las demás chispas
de luz aquí, que se manifiestan en forma física. Existen algunos entre
ustedes que han venido a este planeta sólo para cooperar en el
desplazamiento. Tú has venido (o fuiste enviado) para estar disponible para
el desplazamiento de la conciencia. Tu estadía sobre este planeta comenzó
hace muchos, muchos millones de años.
El plan para el
planeta Tierra ha sido concebido muy cuidadosamente. Recién ahora recibes
una idea de tu rol en este plan. Aquellos de ustedes que se hallan aquí para
cooperar en el desplazamiento de la conciencia perciben, al leer estas
páginas, un tono muy familiar. Este conocimiento les estuvo vedado en su
total extensión hasta ahora. Esto también forma parte del plan, parte del
juego que ustedes y nosotros inventamos en el comienzo del tiempo.
Al dividirse, al
separarse del todo, cada chispa vivió, sintió, experimentó su propio
aislamiento. En ese aislamiento yacía la experiencia del dolor, de la
separación (ya que el dolor y la separación van de la mano). Cuando uno se
experimenta como separado del todo, en ese aislamiento uno experimenta el
dolor y el sufrimiento. La ilusión del dolor es la ilusión de la separación.
Esperamos que a través de estas páginas, descubras que tu experiencia
personal de separación (y con ella el dolor y el sufrimiento), sólo fue una
ilusión.
La fuente de
todo sufrimiento es estar separado de Dios. Los seres humanos se separaron
ellos mismos de Dios en su interior. Le corresponde a este tiempo el abrir
totalmente vuestra conciencia para experimentar la esencia de vuestro propio
ser. Esta esencia es Dios. Ninguna dualidad, ninguna experiencia del mal es
necesaria para poder llegar a conocer la Verdad acerca de lo que ustedes
son. Son una chispa de Dios, un holograma que comprende todo, que existe en
todos lados, que refleja todo. Ustedes son conciencia, energía pura, luz.
Nosotros, los
del planeta Venus y otros de nosotros en miríadas de diferentes dimensiones,
físicas y no físicas, hemos seguido la evolución del planeta Tierra y de la
conciencia humana. El experimento de la dualidad ha llegado a su máxima
expresión. La prueba de ello es la amenaza de una destrucción atómica que se
halla presente ahora. Esta catástrofe tendrá lugar si el distanciamiento o
el alejamiento del polo del mal no se completa en este siglo.
La manera en que
colectivamente decidan manifestarlo sobre la Tierra no puede considerarse ni
buena ni mala. Es más ventajoso si eligen un desplazamiento en la conciencia
en vez de elegir una catástrofe física. Si sobreviene la catástrofe, es
decir, si una porción lo suficientemente grande de la conciencia colectiva
no elige el desplazamiento de la conciencia hacia Dios, hacia el Bien,
hacia la Energía Pura, entonces esa energía —que el ser humano, aferrándose
a la dualidad, ha sintetizado y comprimido dentro de la bomba—, será la
manifestación de la opción por la dualidad.
Cuando suceda el
desplazamiento, como manifestación del mismo, es posible que grandes zonas
del planeta cambien su fisonomía. Es posible que desaparezcan en el mar
ciudades enteras a lo largo de la costa americana y asiática. Aunque parezca
terrible visto desde todos los aspectos, esto será la manifestación de la
purificación de la conciencia. Aquellos que colaboran con la purificación
elevando la conciencia, no tienen que temer los desplazamientos físicos de
la superficie de la Tierra.
La extensión del
desplazamiento aún no está determinada. Es por eso que no concuerdan las
profecías al respecto. Los desplazamientos sobre la superficie del planeta
reflejarán el grado logrado de distanciamiento de la dualidad, la distancia
a recorrer hacia el polo de Dios, hacia aquel polo llamado Dios. Si la
conciencia sobre el planeta decide aferrarse a la dualidad, entonces la
destrucción será total y la Tierra misma se desintegrará.
La dualidad es
la experiencia de la separación. La dualidad es la fuente del dolor. El
aislamiento que se vive en el ámbito de la dualidad es el dolor de la
separación de Dios. El mal no es necesario para conocer a Dios. Todo lo que
es necesario es Unidad, Ser. Este conocimiento del Ser, de la Unidad o del
Todo, es propagado por varias escuelas y grupos que están apareciendo
ahora. Estos grupos son una parte de lo que se llamó la dulce conspiración.
Es una conspiración porque fue planeada hace eones de años, cuando comenzó
el juego.
Si perteneces a
esta confabulación, si eres parte de la conciencia que eligió como misión
venir en este tiempo al planeta para asistir y cooperar en la elección que
debe hacer la conciencia humana en este momento, entonces lo sabrás al final
de este libro. Te invitamos a descubrirte.
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