Oscuridad y Luz Difusa La tensegridad de Castaneda
Primera parte.
Tras de casi 30 años y once libros, Carlos Castaneda y sus condiscípulos
Florinda Donner-Grau, Taisha Abelar y Carol Tiggs, traen una nueva expresión de
las enseñanzas de Don Juan: la tensigridad*. El término, tomado de la
Arquitectura, se refiere "al equilibrio de los miembros de una estructura,
por medio de la tensión continua o discontinua de dichos miembros".
Castaneda concibe la tensigridad como un sistema de movimientos corporales que
han desarrollado los nuevos videntes (prefieren ese nombre, ya que el de brujos
o hechiceros provoca reacciones negativas por su carácter maligno y aterrador)
y que buscan conducir a "la cordura y el bienestar físico". Para
exponerlos, se realizaron recientemente en la ciudad de México dos conferencias
y una sesión práctica de ejercicios.
El constante movimiento de gente pidiendo información sobre el acto o
inscribiéndose, es un reflejo de la importancia que reviste para el creciente público
lector de Castaneda. De algunos años para acá, algunos incluso lo han
convertido en gurú; con el pretexto de sus enseñanzas no es difícil encontrar
imitadores, seguidores y aprendices solitarios. Tampoco faltan los creyentes y
los charlatanes, ni los escritores que analizan y explican la obra de Castaneda.
El tríptico que se proporciona a los interesados es un corto pero substancioso
resumen de lo que se va a tratar, los lectores más ávidos preguntan, platican
e intercambian opiniones en el lugar de la inscripción. Alguien pregunta cuántos
asistentes se calculan y le informan que 500, las preguntas a los organizadores
son de todo tipo: ¿es cierto que Carlos ya se va?, ¿viene él con las
conferencistas?, ¿el autor de las enseñanzas de don Carlos es de su grupo?,
una organizadora contesta: "No, el nagual lo ha negado".
Son las 7:15 en el Salón Independencia del hotel María Isabel Sheraton,
después de pasar frente al mostrador de registro, en donde varias cartulinas
con grupos de números permiten saber que asisten mil personas a la conferencia,
se topa uno con las mesas en que se venden varios libros de la saga de Castaneda
y pedazos de cuarzo, algunos clientes en potencia escuchan las sesudas
explicaciones sobre energías y propiedades. Ya en el salón, los asistentes
trasmiten ese ambiente de expectación característico de la masa; ésta se
conforma de una forma muy variada: jóvenes y adultos, güeros extranjeros y
gente beauty new age pensamiento Aca Joe y sobrevivientes de la Onda. Muchísimas
mujeres de todas las edades, y entre los hombres bastantes calvas y barbas de
intelectual o bohemio. Los organizadores se identifican por la ropa blanca y
negra, un paliacate rosa o verde, y porque entre ellos y algunos asistentes el
saludo es de beso y camaradería, no hacen mucho por ocultar su aire de
iniciados. En general, desde los de saquito de oficinista hasta los new age de
blanco, pasando por los cabellos largos de colita y los chalecos grunge, se
percibe una buena dosis de importancia personal.
En la oficina donde se hacían las inscripciones, ya se había solicitado una
conversación con las conferencistas, porque en un auditorio repleto no se puede
preguntar varias veces y las mejores preguntas surgen en un diálogo. Tengo
antecedentes de la discreción que gustan de guardar, pero también que hacen
excepciones, así que lo intento; ante mi insistencia, lo que me ofrece una de
las responsables de organizar las conferencias es que entregue mis preguntas
para ver la posibilidad de que las contesten durante las conferencias; al
entregar dos cuartillas con las preguntas, se espanta y me dice que son muchas,
pero que las pasará para ver qué dicen. Esa misma persona, aquí en el Salón
Independencia, va de aquí para allá, atendiendo detalles; quien se le acerca
recibe una sonrisa y atención que solamente se interrumpe cuando encuentra algún
conocido; entonces desaparece el interlocutor, que se queda con la palabra en la
boca, para dar paso al rito del beso, el apapacho y la sonrisa que se prodiga sólo
a quién se considera igual, después continúa atendiendo a los mortales, así
le explica a alguien que pide información sobre Castaneda: El solamente nos
favoreció con el honor de poder organizar este evento".
El comienzo se retrasa, lo que aumenta la expectación, las personas de
blanco y negro se mueven de aquí para allá acomodando gente; algunos portan
celulares y hablan con ellos entre los pasillos; otros traen colocados en la
cabeza un micrófono hand free y todos muestran un gran aire de iniciados. Desde
temprana hora la gente ha ido ocupando los lugares cercanos al estrado con la
mesa de los ponentes, de modo que una hora antes de la conferencia solamente hay
lugares a los lados y lejos, a pesar que se dijo que no habría lugares
numerados ni apartados, una zona de dos filas al frente se conservan libres para
los invitados especiales de las conferencistas: los lugares son ocupados por un
hombre con aspecto de extranjero que viste de traje y corbata, acompañado de
otras personas con apariencia elegante. Por fin, un poco tarde, pero llega el
grupo de conferencistas, en el auditorio repleto y con todos de pie, apenas y se
alcanzan a ver las famosas brujas de Castaneda.
El público recibe al grupo de mujeres con aplausos, a medida que son
presentadas, las palmas reflejan la fama alcanzada, sin dudarlo Taisha Abelar se
lleva los aplausos de la noche. Pero quien toma el micrófono es una mujer
esbelta que se presenta como Carol Tiggs, vestida de negro y con cabello corto,
la blancura de su piel resalta más; hace algunas muecas bromeando con el público
y tras saludar en castellano avisa que prefiere hablar esta noche en inglés,
por lo que un hombre de mediana edad, de barba y lentes que ya se ha sentado
tras la mesa, hará la traducción de sus palabras.
Intercalando historias de Carlos Castaneda y de ella, explica la importancia
de estos movimientos o pases mágicos, la forma en que fueron descubiertos y de
cómo ellos han decidido quitar el carácter secreto a un conocimiento que se
remonta a los videntes que vivieron en el México Antiguo. Lo cansado de la
traducción inmediata, dado que se interrumpe constantemente el discurso por el
intérprete o si se entiende el inglés se escucha dos veces lo mismo, implica
poner atención y concentración, lo que no todos logran, además, algunas anécdotas
e historias ya son conocidas por los lectores. Carol Tiggs y el intérprete se
enfrascan precisamente en una narración ya conocida, el cansancio y la
distracción de algunos comienzan a soporizar el ambiente y precisamente como si
se penetrara en una ensoñación, Carol lee primero en castellano y después en
Inglés un hermoso poema que por sí mismo hace valer la noche; toda la melancolía
de la poesía que gustaba al viejo nagual Juan Matus, con la belleza femenina de
sus discípulas: "...no te pido dios lo que te piden los demás, te han
pedido tanto, que ya no tienes qué dar, por ello sólo te pido
incertidumbre..."
Hace años en el prólogo que Octavio Paz hizo a la traducción del primer
libro de Castaneda, afirmaba que las grandes obras se reproducen a sí mismas en
sus lectores, lo que permite la pluralidad de lecturas y significados. La obra
de Castaneda se ha extendido en múltiples lecturas y seguidores y sin embargo,
en esta época de incertidumbre, no es posible dejar de reconocer que el nagual
ha imbuido a la brujería que practica (la narración), su propio temperamento.
Las experiencias con estos videntes, en donde no se sabe si son quienes dicen
ser, si solamente están acechando o haciendo desatinos controlados, a final de
cuentas termina por remover algo adentro y confirmar que pueden involucrar a
todos los que deseen conocer esa otredad que está esperando detrás del espejo,
con la magia femenina y maravillosa de las brujas de don Juan.
Mario Bedoya
Periódico Uno Más Uno 27 de mayo 1995
El Poder del Esfuerzo
La tensigridad de Castaneda
Segunda parte.
Entre las piezas arqueológicas del México Antiguo más conocidas, sin duda
se encuentra el Chac-Mol, esa figura humana que en una posición reclinada
parece sostener con la zona umbilical un incensario, de la cual se han
encontrado muchas réplicas en diversos lugares de mesoamérica. Como en otras
ocasiones, Castaneda contradice las explicaciones de la ciencia oficial y nos da
la interpretación de don Juan: son representantes de de una clase especial de
guerreros guardianes, para don Juan y los videntes como él, los chacmoles hacían
guardia en las pirámides concebidas como sitios de poder. "Los chacmoles
están dedicados a custodiar las ideas, las visiones y las nuevas opciones de
los videntes a su cargo", pero sobre todo, los chacmoles eran y son fieros
guerreros dedicados a custodiar a otros videntes. En la generación de Castaneda
hay tres chacmoles: Reni y Nyei Murez, encabezadas por Kylie Lundhal; cuando, en
la primera conferencia, Carol Tiggs presenta con el grupo que la acompaña
(todas de cabello corto) a una impresionante mujer de rasgos duros, cabello
rubio y cortísimo, no puede caber la menor duda de que es una fiera guerrera,
aunque la primera idea que se le ocurre a uno es que su aspecto está más cerca
del mundo de Mad Max que de las imágenes que se hace uno de las guerreras como
doña Soledad o las Hermanitas, pero eso sí , la chacmol Kilie tiene una energía
tan impresioante, que gana al espectador inmediatamente.
La cita para la sesión práctica de la tensigridad es a las 9:00 de la mañana
en el mismo Salón Independencia, del que se ha retirado la sillería; la gente
recostada en la alfombra forma más o menos las hileras y pronto es obvio que
faltan lugares o sobra gente, así que se comienza a utilizar todo espacio
disponible. Los últimos empiezan a ocupar mejores posiciones y los puntuales
protestan, los de blanco y negro tratan de acomodar a la gente, aunque alguna
organizadora jovencita se dedica mejor a jugar a las patadas de karate con sus
compañeros; hay problemas de organización, no se calculó bien el espacio y
como en cualquier concierto el pagano sufre las consecuencias sin chistar. Entre
los "desorganizadores" de blanco y negro que portan su paliacate rosa
y verde, también hay varios españoles y gringos con síndrome de conquistador,
uno de los asistentes a quien han cambiado ya tres veces porque no se ponen de
acuerdo los de paliacate, le pide "orden" a una muchacha, que con
fuerte acento peninsular y con la displicencia de quién trae todavía la
almohada marcada en la cabeza le responde: Bueno, tienes lugar o no, mientras
con el rostro le dice Vamos tío, no estés jodiendo. Mientras se retrasa la
sesión, los de paliacate se mueven haciendo vallas o saludándose entre ellos y
algunos asistentes, de pronto, el aire de "iniciados" que trasmiten,
el masking-tape en el suelo marcando los lugares y la actitud cuasireligiosa de
algunos hijos de Castaneda, recuerdan los ambientes de las escuelas de yoga, los
grupos de mexicanistas, cofradías de la tradición, etcétera. En todos y a
pesar de lo que digan las cabezas (algunas brillantes y modestas), siempre
surgen los pastores que les encanta mover al rebaño... y el rebaño que le
gusrta que le digan por dónde ir.
Tras otro retraso por la mala distribución de las luces y ya regulada su
intensidad para que no inutilicen las dos grandes pantallas que auxilian el
enorme auditorio, da principio la demostración de los guardianes. Son
precisamente los chacmoles, "guiados por los cuatro discípulos de don
Juan, quienes borraron el hálito de misterio y enigma que rodeaba a los pases mágicos
y los transformaron el algo que puede ser utilizable para quien fuera". Una
"nueva ideología de que el bienestar y fortaleza interna son el acervo de
todos los seres humanos" es lo que permite a estas tres mujeres enseñar
los Movimientos para reunir energía y promover el bienestar. "Los videntes
del México Antiguo creían que los seres humanos eran poseedores de un dualismo
muy peculiar, no se trata de un dualismo entre el alma y el cuerpo o la materia
y el espíritu, sino el dualismo entre el cuerpo físico y el cuerpo energético".
En la concepción de los hombres de conocimiento se puede forjar al cuerpo energético
y transformarlo en una réplica del cuerpo físico y viceversa, forjar el cuerpo
físico y transformarlo en una réplica del cuerpo energético. Para llegar a
eso, se requiere de la energía que proporcionan estos pases mágicos, y a
aprender a realizarlos se dedican con ganas los asistentes.
Al principio de la sesión, el salón contiguo proporciona el fondo sonoro a
los ejercicios de las chacmoles, un grupo que suena al Garibaldi de Televisa
arranca los aplausos de los que asisten a un evento que suena a religiosidad
estadounidense, se llama Vida nueva para México del profesor Carmona; tras un
buen rato se despiden con un cántico religioso anglosajón y me hacen pensar en
la paradoja del momento y del mismo México. Ahora, sin el ruido, es más fácil
concentrarse en los ejercicios que dirigen estas mujeres; el reto es el esfuerzo
que implican, sobre todo para aquellos que nunca se mueven, los de la tercera
edad le echan fibra al asunto y tratan de mantener el paso de las chacmoles, que
entre las tres se rotan para hacer los movimientos. El ejercicio físico va
coordinándose poco a poco en colectivo, el esfuerzo de movimiento corporal va
dejando una nueva sensación física indescriptible y, hacia el mediodía, ya
son evidentes sus efectos.
A lo largo de la mañana, con las preguntas y comentarios de los asistentes,
es posible avizorar el variado color de los seguidos de Castaneda; desde los que
quisieran que casi casi que les dictaran cada parte de los movimientos, hasta
los que acechan cualquier contradicción con las sagradas escrituras del profeta
Castaneda, sin faltar el antropólogo que encuentra algún simil con figuras de
códices mexicanos, ni el que como Carlos al principio, mientras apunta lo que
ve y escucha, pierde la oportunidad de grabar todo con el cuerpo. Pero una vez más,
ni los complejos de los "iniciados", ni los errores de organización,
ni las demoras provocadas por los racionales, alcanzan a borrar la magia energética
que desatan las chacmoles: el premio se corresponde con el esfuerzo, dijo don
Juan.
Mario Bedoya
Periódico Uno Más Uno 28 de mayo 1995
Preguntas sin respuesta
La tensigridad de Castaneda
Tercera parte y última.
El pájaro solitario no sufre de compañía
aunque sea de su misma naturaleza
San Juan de la Cruz
En la primavera de 1984, Carlos Castaneda visitó México y dio una plática
en el auditorio de CUC por el rumbo de Ciudad Universitaria. Llegó la hora del
acto y éste no empezaba; la multitud expectante sobre escalones y butacas
esperaba; tras un buen rato, por el micrófono se hizo el anuncio que la sesión
se suspendía y pedían disculpas los organizadores, ya que un malestar
estomacal impedía la presencia del famoso aprendiz de don Juan. El auditorio,
que minutos antes se hallaba repleto, en poco tiempo se vació a la mitad: se
retiraban los que tenían prisa y los que no podían perder el tiempo; otros se
iban disgustados por el engaño de que se sentían objeto, y muchos creían
confirmar así que todo el asunto Castaneda era un fraude.
Los que se habían quedado a pesar del anuncio de cancelación, eran los que
no tenían nada que hacer, los incrédulos del pretexto de su ausencia y los
incondicionales creyentes que ya veían en Castaneda un simpático profeta
enteogénico; otros simplemente se quedaron por no-hacer, pero a todos algo
inexplicable los retuvo. De pronto un hombre moreno, con el cabello entrecano y
de cara grande y agradable subió al estrado. Su cuerpo fornido y no muy alto,
llevaba ropa común y corriente de ciudad, pero con cierto aire de mestizo
quemado en el campo; comenzó a decir que era inconcebible que un brujo no
pudiera quitarse una sencilla molestia, pero ya que se habían quedado, podía
hacerse útil la reunión. Capturó la atención del público por unos minutos,
invitando a concentrarse, pero súbitamente todo mundo se olvidó de aquel señor,
nadie vio que se hizo de él, porque en ese momento a un lado del estrado, entre
el telón, salió un hombre de baja estatura, moreno y un poco regordete que
empezó a sonreír y a saludar a los asistentes. Corrió de boca en boca un
nombre y el rumor se convirtió se convirtió en alegría y aplausos ¡Era
Carlos Castaneda en persona! Algún ferviente admirador sorpresivamente le tomó
una foto, solamente para que la presión del mismo público le obligara a
entregar el rollo a Castaneda. Explicó que había demasiada gente y que él no
utilizaba ni el micrófono ni las grabadoras, y así, contestando aquí y allá
todo tipo de preguntas, transcurrieron casi dos horas, después de las cuales,
intempestivamente se despidió y desapareció tras bambalinas.
Dos cosas destacaron aquella noche en el CUC, la insistencia de Castaneda en
perder la importancia personal y el humor involuntario por parte de algunos
asistentes; mientras Castaneda hablaba, algunos se dedicaban a hacer sus
experimentos: aquel trataba de comprobar si el pequeño espejo que escondía en
una mano captaba la imagen del antropólogo; otro bizqueaba sin cesar buscándole
la forma de huevo luminoso; sin faltar aquel que, desesperado, pedía la palabra
y cuando se la dieron, le preguntó donde podía conseguir mezcalito con la
consiguiente burla del público. El que se llevó la noche fue uno, que con todo
el acento de argentino, preguntó ¡cómo hacía para perder la importancia
personal!
Las múltiples lecturas posibles de los libros de Castaneda se han convertido
en un fenómeno social (en México más de 20 mil ejemplares al año por título).
Sectas, grupos pararreligiosos y profetas del desastre o del paraíso populan
por doquier: la charlatanería convive con las buenas intenciones y con los
excesos de los iluminados. En España. Lo mismo que en Italia, sin olvidar su
cuna en Estados Unidos, es común encontrar a múltiples y variados lectores de
Castaneda: ecologistas, budistas o profesoras: Los mismos títulos de las
traducciones (más de 200 ediciones en todo el mundo) cambian o adaptan el
mensaje, pero todo aquel que cae seducido por la implacable y despiadada voz de
ese viejo indio que se ríe del mundo, porque ama la vida tanto como a La muerte
sin fin de Gorostiza, coincide en reconocer que una magia donjuanesca le cambió
la vida.
En la época de la globalización y el gigantismo de la era posinduatrial,
surgen grupos en rebeldía, el romanticismo fue a la sociedad industrial lo que
el misticismo a la sociedad cibernética, y en ésta, el interés se centra más
que nada en la información. En la nueva religiosidad, el interés parece
trasladarse de los templos a la meditación y la conciencia individual, y ésta
para expresarse requiere de artistas o gurus. Pero no todos los artistas ni
todos los gurús son iguales, en 1976 la revista Newsweek publicó un artículo
sobre el Movimiento de la Conciencia; en él la foto de Muktunanda junto a Oscar
Ichazo, cada uno en un trono sobre el estrado; el primero es la imagen típica
del gurú, pero el segundo es la nueva imagen del gurú, el de la Dirección de
la Conciencia, S.A. Pero Muktunanda no es un fraude ni un charlatán, es un auténtico
yogitántrico hindú; es Ichazo quién intenta integrarlo a otra estructura
cultural, es el empresario que compra a un inventor sus patentes y se lanza a la
distribución masiva del producto. El gurú es una representación colectiva, un
modelo de individualidad en una época de directivas, sistemas generales y
autopistas de la información.
Una señora se entera de las conferencias a principios de mes de mayo por un
anuncio panorámico en pleno periférico; otro asistente, por casualidad se asomó
al televisor; mientras unos insulsos conductores matinales entrevistan a los
organizadores del curso; otros más en las librerías vieron un cartel negro y
de impresión impecable; pocos lo supieron por los diarios. El recinto, el
despliegue tecnológico, los elitistas organizadores, las enseñanzas del México
Antiguo en inglés y con traductor, como que algo no checa, vamos ¿tan mal está
México que hasta los brujos tiene que importar?, ¿qué pensaría don Juan de
este desgarriate de mundo? De mis preguntas (las que primero iban a entregar a
las conferencistas, después ya las habían entregado y luego siempre no, sino
que las iban a faxear) gracias a los organizadores, he perdido la esperanza de
tener respuesta, al igual que todas las que el público escribe y da a los de
paliacate y que Taisha Abelar no contesta. El argumento de que en España
abusaron de su confianza es tan increíble como un malestar estomacal, y sin
embargo, se extraña la sencillez avasalladora del viejo nagual y sus aprendices
indios mexicanos. Sin embargo no hay que olvidar que es la época de la
globalización, el rebaño y el misticismo high-tech; y como dijo la misma
Alfonsina, ese personaje al que dedicó Taisha la segunda noche: "no
podemos protestar por nuestro destino".
Mario Bedoya
Periódico Uno Más Uno 29 de mayo 1995
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