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"Dianética"

El poder del pensamiento sobre el cuerpo

L. Ronald Hubbard

 

 

Capítulo NUEVE:

Mecanismos y aspectos de la terapia

Segunda parte

(Cuatro)

ornament

 

 

Mandatos de dolor físico y emoción dolorosa

Aparte del visual y el sónico, otro recuerdo vital para la terapia es el somático, o sea el dolor físico del incidente. Es inútil recorrer un incidente físicamente doloroso sin somático.

Si existe dolor físico, puede venir después de que se haya hecho "boil-off" a una considerable cantidad de "inconsciencia". Si el incidente' ontiene dolor y no aparece somático, _el paciente moverá los dedos de los pies y respirará pesada y nerviosamente, o puede ser que tenga contracciones musculares. Estar moviendo los pies es una clave excelente de la presencia de cualquier somático, conectado o no. La respiración pesada, los músculos contrayéndose y diversas crispaciones sin dolor denotan dos cosas: o hay un negador en el incidente y el contenido no se está tocando, o, si el preclaro está repasándolo, el somático puede estar cerrado en el incidente o en otra parte, ya sea anterior por mandato o más tardío por emoción dolorosa. El paciente que se retuerce mucho o que no lo hace en absoluto, está sufriendo un cierre de dolor o de emoción, tiene engramas recientes de emoción dolorosa, o ambas cosas.

Hay toda una serie de mandatos que cierran el dolor y la emoción simultáneamente: esto es porque "sentir" es homónimo. Lo estándar es "no puedo sentir nada", pero el mandato varía ampliamente y está expresado de muchísimas maneras. El auditor puede recoger en su cuaderno estas expresiones que le dan los pacientes al describir cómo se sienten, o, más bien, cómo no se sienten. "No duele" es una clase de frases que específicamente cierran el dolor, y que naturalmente incluyen cosas como "no hay ningún dolor", etc. La emoción se cierra por una clase de frase que contiene la palabra "emoción" o que específicamente (literalmente traducida) la cierra.

El auditor debe mantener al día un cuaderno con todos los negadores, desorientadores, retenedores, rebotadores y agrupadores que descubra, cada uno bajo su propio encabezado. De esta manera lo añade al material que puede usar para la técnica repetitiva cuando ve que algo anda mal con la forma en que el paciente se mueve en la línea temporal. Pero hay otras cuatro clases de frases que también debe estudiar y anotar: cierres, exageradores, descarriladores y fábricas de mentiras. También puede agregar más tipos.

Descubrirá en engramas enormes cantidades de mandatos que pueden lograr estos diversos aspectos. Debe estar particularmente interesado en los cierres de dolor y emoción y en los exageradores, o sea, aquellos mandatos engrámicos que dan el aspecto de demasiado dolor y demasiada emoción. No hay razón para dar aquí muchos de estos mandatos. Siendo el lenguaje tal como es, son muy variados.

Son posibles muchas combinaciones. Se puede encontrar un paciente que llora por las cosas más triviales una vez que tiene el lenguaje y que, sin embargo, tenga pocos o ningún somático. Esto lo pueden causar varias cosas. Bien sea que haya tenido una madre o un padre que lloraron durante nueve meses antes de que naciera, o tiene funcionando un exagerador que ordena que sea emotivo por todo: "demasiada emoción". En combinación con esto, el paciente puede tener algo que dice que no puede sentir dolor, que no le puede doler o aun que no puede sentir.

Un paciente que tiene dolor y sufre, pero que no puede llorar, tendría un juego inverso de mandatos: tiene una orden de "sin emoción" al principio de su línea temporal, o tiene una larga cadena de estas órdenes y, pese a eso, tiene mandatos que dictan un exceso de dolor: "No puedo soportar el dolor", "el dolor es demasiado fuerte", "siempre siento que estoy agonizando", etc. Por otra parte, "me siento mal" es un bloqueo porque dice que algo anda mal con el mecanismo que siente e implica incapacidad de sentir.

Tanto el dolor como la emoción se pueden exagerar por el mandato. Pero es algo peculiar que el cuerpo no elabora el dolor que se siente. Todo dolor que se sienta es genuino, aunque esté exagerado. No existe el dolor imaginario. Una persona solamente "imagina" algún dolor que en realidad sintió. No puede imaginar un dolor que no haya sentido. Puede "imaginar" el dolor algún tiempo después del incidente real, pero si siente dolor, sin importar el grado de psicosis de la persona, la existencia de ese dolor se encontrará en alguna parte de su línea temporal. Se han llevado a cabo cuidadosos experimentos científicos en Dianética para establecer este valioso hecho. Tú mismo podrás probarlo pidiéndole al paciente que sienta diversos dolores, "imaginándolos" en tiempo presente. Los sentirá, siempre y cuando le pidas que sienta dolores que realmente haya sufrido. Alguna vez observarás que el paciente es incapaz de sentir realmente el dolor que está tratando de "imaginarse". Ya sea que se dé cuenta de ello o no, tiene un dolor dondequiera que se lo "imagine", y simplemente te está haciendo un retorno de la banda somática a menor escala.

Este aspecto del dolor es bastante interesante, ya que muchos pacientes alguna que otra vez en sus vidas fingieron ante su familia o ante el mundo que tenían un dolor. Cuando efectuaba este "fingimiento", el paciente pensaba que estaba mintiendo. En la terapia el auditor puede utilizar estas "imaginaciones", porque conducen directamente a un engrama de compasión y lesión verdadera. Además, estos dolores "imaginarios" generalmente se representan para la persona o pseudopersona que era el aliado de compasión en el momento engrámico. De esta manera, si un niño siempre le fingía a su abuela y pensaba que estaba fingiendo que tenía mal una cadera, al final se descubrirá que en alguna ocasión anterior se había lastimado esa misma cadera y había recibido compasión durante el momento engrámico que ahora está eclipsado del analizador. Con frecuencia los pacientes se sienten culpables por estos fingimientos. A veces, los soldados de la guerra pasada regresaban al hogar fingiendo que habían sido heridos, y cuando estaban en terapia temían que el auditor se diera cuenta o que los denunciara a su gente. Este soldado pudo no haber sido herido en la guerra, pero se encontrará un engrama de compasión por la lesión de la que él se queja. Está pidiendo compasión mediante una historia llena de color, y cree que está diciendo una mentira. Sin informarle de este descubrimiento dianético, el auditor con frecuencia puede poner a la vista un engrama de compasión, que de otra manera tendría que ser buscado arduamente.

"Llorón" es una palabra contra la que el preclaro renegará en un engrama, inhibiendo así las lágrimas. Es bastante común encontrar al preclaro confundiéndose con hermanos y hermanas mayores que están en su vida prenatal: sus burlas, las órdenes de la madre y todo eso, queda registrado. Si el preclaro sabe de algunos niños mayores, el auditor debe buscarlos en los engramas de la vida prenatal, porque los niños son bastante activos y con frecuencia saltan sobre el regazo de la madre o chocan contra ella. Las frases infantiles de mofa no son siempre posnatales.

Durante la investigación dianética se ha dicho que, si se pudiera liberar toda la emoción dolorosa de una vida, se habría logrado un noventa por ciento del aclaramiento. Sin embargo, la emoción dolorosa sólo es una manifestación superficial de los engramas de dolor físico, y no sería dolorosa si el dolor físico no coexistiera o existiera previamente.

Cuando existen cierres de emoción y dolor en un caso, el paciente normalmente tiene sus músculos tensos y está nervioso, es dado a contracciones o sólo a tensión. Cuando el dolor y la emoción están exagerados por mandatos, se tiene entre manos un caso que dramatiza mucho.

 

 El aliado contra el antagonista

Es necesario que el auditor conozca la evaluación de importancias de la mente reactiva. Idiota o no, la mente reactiva hace una violenta distinción entre el amigo y el enemigo; ésta es, más o menos, la única distinción que hace.

Hay una prueba de primer orden para un aliado. Y recuerda que el aliado es parte de los engramas de compasión, lo que con mayor probabilidad produce enfermedades psicosomáticas, inmadureces y confusión a gran escala. En tanto pueda rebelarse y renegar, la mente reactiva se encarga de los enemigos hasta donde le sea posible. Naturalmente, las circunstancias pueden empujarla a la valencia del enemigo, y así lanzarse al pillaje y al desenfreno; ésta era una valencia ganadora. Pero, por lo general, no utilizará los datos del enemigo contenidos en un engrama contrasupervivencia, salvo para renegarlos. Cuando el tono general se aproxima a la zona uno, la mente reactiva empieza a recoger y obedecer mandatos antagónicos. Así, si el padre es el malo de la película, un antagonista, los mandatos del padre no se obedecen reactivamente, sino que son mandatos de los que el aberrado generalmente reniega o evita.

Sin embargo, no es' ése el caso cuando se trata del aliado. El aliado, la persona de quien provino la compasión cuando el paciente estaba enfermo o golpeado, es atendido y obedecido, ya que su "propósito" está aparentemente alineado con el de la supervivencia del individuo. Si una cosa es correcta respecto a una persona, entonces, según nuestra estúpida amiguita, la mente reactiva, todo lo que esa persona dice y hace es correcto, muy especialmente lo que esta persona haya dicho en el engrama.

La enfermedad psicosomática crónica por lo general proviene de un engrama de compasión. Esto es muy importante, pues el engrama de compasión será el último o el más difícil de alcanzar, dado que está alineado con el propósito de supervivencia.

Un "debes creer" de un aliado significa que la persona debe creer. Un "debes creer" de un antagonista, de ordinario conduce a una circunstancia en que la persona no debe creer.

Aquí, en el aliado y el antagonista, tenemos el antiquísimo cuento del bueno y el malo, la heroína y la villana, Mazda y Ahrimán , el vaquero del sombrero blanco y el vaquero del sombrero negro. Como origen se encuentra la trinidad hindú en el padre, la madre y el niño sin nacer. Pero la guerra entre "el bien y el mal" se encuentra como datos reactivos en el banco de engramas en la forma de aliado y antagonista.

La mejor lógica de que es capaz la mente reactiva es la de dos valores, blanco y negro, y ésta sólo encuentra su respuesta en el banco reactivo. La mente reactiva resuelve todos los problemas en función de absolutos, que llevan a monstruosidades de lógica y a que hay el bien absoluto, el mal absoluto y el pensamiento de identidad absoluta. Cualquier computación racional demuestra que un absoluto es imposible desde el punto de vista de la verdad o la factibilidad; pero la mente reactiva nunca cavila, sólo reacciona. Reconoce a un defensor en cuanto lo ve (eso cree), y reconoce a un villano (eso supone). El aliado, el defensor, es cualquiera que tenga alguna característica del aliado, y el antagonista, el villano, es toda la gente que tenga alguna característica del antagonista. Además, todo lo que se asocia con el aliado es defensor y todo lo que se asocia con el antagonista es villano. Si el aliado es una tía, entonces las tías son buenas. Si el antagonista es un pintor de rótulos, entonces todos los pintores de rótulos son malos. Por otra parte, las servilletas que la tita bordaba significan que las servilletitas son buenas, que todo bordado de encaje es bueno, y todo lo que tenga bordados de encaje es bueno; y así sucesivamente, hasta el absurdo, lo que sólo la mente reactiva puede hacer sin escrúpulo alguno. Y los rótulos que el pintor pintaba eran malos y el lugar donde están colocados es malo, la pintura es mala, el olor a pintura es malo, y las brochas y pinceles son malos, así que los cepillos son malos, así que el tocador donde están los cepillos del pelo es malo, y así sucesivamente.

He aquí un axioma al que no se debe restar importancia cuando se está trabajando con un paciente:

Cualquier enfermedad psicosomática crónica tiene en su origen un engrama de compasión.

Y otro:

Una mente reactiva no permitirá que un individuo esté aberrado o psicosomáticamente enfermo, a menos que la enfermedad tenga valor de supervivencia.

Esto no significa que el individuo tenga poder de selección analíticamente. Pero sí que la mente reactiva, trabajando silenciosamente, y hasta ahora tan oculta, seleccione, en función de computaciones de identidad, las condiciones físicas y mentales que se ajusten a cualquier circunstancia, aun remotamente parecidas a cualquier concepto en el banco de engramas.

Existe lo que se llama nivel de necesidad. Este se eleva y desactiva engramas, y puede desactivar el control de la propia mente reactiva. El nivel de necesidad se eleva con frecuencia. El individuo puede obligarlo a elevarse analíticamente, ya sea que exista o no una causa real. Una persona puede no tener engramas sobre ir a la silla eléctrica por asesinato, y sin embargo tener un engrama sobre asesinar a la gente. El nivel de necesidad se eleva y analíticamente domina todo impulso de matar, porque el analizador sabe todo lo concerniente a sillas eléctricas. Cuando no se puede elevar el nivel de necesidad, entonces uno está tratando con un individuo de dinámica baja. Un artista terriblemente aberrado acerca de su trabajo, debido a los esfuerzos afectuosos de críticos amablemente cáusticos, todavía puede alzarse a sí mismo llevado por la necesidad de tener éxito y hacer otra obra de arte, y al diablo con la tía que dijo que tenía demasiadas papadas en su retrato y lo rompió en tiras, o al diablo con los críticos que dijeron que era demasiado nuevo y su trabajo demasiado rápido. El nivel de necesidad se puede levantar por encima de la mente reactiva, como dijo un sargento de marina, por "puros riñones".

Un individuo con demasiados reestimuladores reales y que ha sido tratado muy rudamente por la vida, si está atrapado en la espiral descendente de los engramas reactivados, puede llegar a un punto finalmente en que ya no le sea posible permanecer bien. Si ésta es su primera depresión grave y a la vez profunda, aparecerá una enfermedad psicosomática que se hará más o menos crónica y (esto es importante) se originará directamente de un engrama de compasión.

Todas las enfermedades psicosomáticas llevan consigo mandatos aberrativos, aun cuando sean menos obvios, que significan que una persona que sufre de enfermedades psicosomáticas, ya sea que le agrade la idea o no, también sufre de aberración, que es parte del mismo engrama.

Si el auditor quiere encontrar los verdaderos retenedores, las verdaderas razones por las que su caso parece resistirse a sanar, los verdaderos factores aberrativos y enfermedades, buscará al aliado o a los aliados, porque cada caso puede tener muchos. Extraerá de ellos toda emoción dolorosa de pérdida o negación e inmediatamente buscará en el pasado los engramas subyacentes.
También recuerda que la mente reactiva no es lo suficientemente lista para darse cuenta de que dos lados de la misma persona son la misma persona. De ahí que podamos tener a mamá-el-santo-ángel y a mamá-labruja-furiosa. Como santo ángel implícitamente se le sigue, como bruja furiosa se reniega de ella. C se puede tener a papá-el-benefactor y a papá-el-infanticida. Y así con todos los aliados. Pero sólo el aliado puro, absoluto, que jamás cambia, el que resuelto y firme detuvo la mano fría y dura de la muerte y colocó dulcemente en la mano agónica de la anhelante criatura la flameante antorcha de la vida (o cuando menos dijo: "Pobre criatura, te sientes tan mal; por favor no llores"), es el modelo, el dechado, el ídolo con pies de oro y acceso libre a los dioses. (Ese era el abuelo: bebía demasiado y hacía trampas cuando jugaba a las cartas, pero la mente reactiva no le ve de ese modo, porque el abuelo ayudó al niño a pasar la neumonía y estaba seguro de que el niño sanaría: qué bien hubiera hecho no siendo tan melodramático y no habiendo hablado tanto cuando el niño estaba "inconsciente".)

Interroga con habilidad al paciente acerca del padre y la madre; si no está muy trastornado por su muerte (si están muertos), o si simplemente le son indiferentes, o si enseña los dientes, son antagonistas: los aliados están en otra parte. Si reacciona a su madre y a su padre de forma indiferente, enojada o propiciatoria, se puede estar seguro de que pasó una mala época entre la concepción, el nacimiento y después de éste, y estate seguro, si ése es el caso, de que habrá cantidad de aliados, porque la criatura los había buscado en cada herida y en cada golpe. Pero no encontrarás a los aliados mediante simples preguntas. La mente reactiva considera que son oro puro, aun cuando los engramas en los que aparecen tengan suficientes somáticos como para arruinar a una persona de por vida. Ella esconde a los aliados. El auditor debe buscarlos mediante descarga de emoción dolorosa. La muerte, partida o negación por parte de un aliado es ciertamente un engrama de emoción dolorosa. De una manera u otra, trabajando sobre ello desde engramas posteriores de emoción dolorosa o desde engramas anteriores de dolor físico, finalmente se descubrirá al aliado y se podrá archivar como recuerdo en los bancos estándares y borrarse como enfermedad en el banco de engramas.

La solución de las enfermedades psicosomáticas crónicas se encuentra principalmente en el campo de engramas de compasión. Sin embargo, éstas no se borrarán pronto, pues son el último bastión tras el cual se agazapa la mente reactiva observando el ataque de los antagonistas a las defensas exteriores. La emoción dolorosa por pérdida de aliados, a veces no sólo encubre a los aliados, sino también a los antagonistas. El engrama de compasión no es en absoluto la única fuente de la enfermedad psicosomática, pero es la fuente de la enfermedad psicosomática crónica.

A propósito, nada de esta disertación sobre aliados debe interpretarse en el sentido de que no se debe demostrar amor a una criatura. Los observadores en el pasado llegaron a conclusiones cuestionables cuando pensaron que la demostración de afecto aberraba a una criatura. La falta de afecto puede matarla, pero lo contrario es falso. La única forma en que un aliado puede aberrar a una criatura es hablando y compadeciendo a un niño que esté muy enfermo o "inconsciente" por una lesión. Si hace esto, está contaminando la personalidad del niño con la suya propia, y crea la posibilidad de enfermedad psicosomática y aberración, y en general puede incapacitar al niño de por vida (excepto con la Dianética, naturalmente). Ama al máximo a tu hijo y haz por él todo lo que puedas cuando esté sano. Haz con él lo que quieras cuando esté bien, y dile lo que quieras. Cuando esté enfermo o lastimado, lo mejor que puedes hacer es, como dijo el contramaestre: "remiéndalo y cierra esa maldita boca".

 

Signos

La historia del amuleto mágico, el talismán de la suerte, la creencia en el hechizo y el largo catálogo de fetiches, los objetos y ademanes que uno conserva por cariño, son los "bienamados" de la mente reactiva.

No hay nada de malo en un hombre que tiene llamas en el vestíbulo, o que lleva tirantes morados y verdes, o en frotar tomas de agua para tener suerte; ni hay nada de malo en suspirar por la zapatilla robada a una dama o fumar puritos Pittsburg. Cualesquiera derechos del hombre deben permitir tales excentricidades. Pero el auditor puede usar estos datos para detectar información vital.

En Dianética, el término signo está definido para abarcar los objetos y hábitos que una persona o sociedad conserva, sin saber que son una extensión de un aliado.

Mediante pensamiento de identidad hay reestimuladores asociativos para cada reestimulador del entorno: aquellas cosas conectadas con el reestimulador. Desconociendo el tema, la mente analítica, alertada por una reacción física de que hay cerca un reestimulador de algo, coge entonces al reestimulador asociativo, pero no distingue al reestimulador real. (En el libro segundo, la señal que hacía al joven quitarse la chaqueta era un toque de la corbata; él no citó la corbata en su queja. Lo más cerca que llegó de ello fueron la persona y ropas del hipnotizador. Estos eran reestimuladores asociativos.)

Un reestimulador de un engrama contrasupervivencia podría ser una luz eléctrica: el aberrado mira la sombra, el interruptor, la habitación o la persona que está bajo la luz como la fuente de la molestia, y no sólo no sabe que hay presente un reestimulador, sino que supone que los objetos asociados tienen algún mal en sí mismos.

El reestimulador asociativo de un engrama contrasupervivencia no necesita otro nombre que el de reestimulador asociativo. El dolor es la cosa, los dolores asociados de alguna forma con la cosa son la cosa, son otras cosas, etc., es la ecuación reactiva que llena de temores y de angustia el mundo del aberrado. Deja a un niño en una habitación o lugar en donde haya sido desdichado, y puede que se ponga enfermo, pues se enfrenta a algún reestimulador, y, como mucho, él puede explicar, como el adulto, sus temores en términos de cosas que no están conectadas racionalmente con el reestimulador. Este es el mecanismo de la reestimulación engrámica.

Es de lo más incómodo para cualquier aberrado, por mucho que lo intente, no poder decir porqué no le gusta una persona, objeto o lugar, y no poder conectar ninguno de los tres con el ítem real que es el reestimulador, y no saber que tiene un engrama respecto a eso. Este método de detectar engramas no lleva rápidamente a ninguna parte, pues uno no puede seleccionar objetos, personas o lugares y saber que son reestimuladores. Puede que sólo sean reestimuladores asociativos del reestimulador real en el entorno. (Palabras contenidas en engramas, dicho sea de paso, y cualquier otro reestimulador preciso pueden "pulsar el botón" y hacer que el aberrado entre en acción o en apatía si se usan en él. En palabras, tiene que ser la palabra exacta; por ejemplo, pintado no servirá si pintor está en el engrama. Lo que está pintado, sin embargo, puede ser un reestimulador asociativo y el aberrado puede decir que no le gusta. Que no le guste no significa que "pulsará sus botones" y que le hará toser o suspirar o enojarse o enfermarse o lo que sea que el engrama que contiene la palabra dicte que deba hacer.)

El signo es una clase de reestimulador muy especial. Aunque el auditor puede que no encuentre mucha utilidad en el reestimulador asociativo en lo que atañe a los engramas de contrasupervivencia, puede emplear el signo como medio de detección para localizar aliados.

El signo es cualquier objeto, práctica, costumbre que uno o más aliados utilizan. Mediante pensamiento de identidad, el aliado es supervivencia; cualquier cosa que el aliado usara o hiciera es, por lo tanto, supervivencia. La valencia del aliado es la más frecuentemente utilizada por el aberrado. Mientras que el claro puede desplazarse a valencias que él mismo imagina o contempla a voluntad y conveniencia, puede salir de ellas a voluntad y puede estabilizar la suya propia a voluntad, el aberrado se desliza a valencias sin su conocimiento o consentimiento, y lo más probable es que esté en cualquier valencia menos en la suya. La persona que parece ser una persona distinta cada vez que se la encuentra, o una persona distinta para cada persona que se encuentra, con valencias especiales manifestándose aquí y allá, está desplazándose a diversas valencias ganadoras; si se la interfiere en sus desplazamientos, entra en valencias secundarias. Si se la fuerza a entrar en su propia valencia, se pone enferma. Se entiende, por supuesto, que todas las valencias manifiestan algo de la propia persona.

Desplazarse a valencias aliadas es la práctica fundamental del aberrado. Como más cómodo se sentirá es cuando su propia valencia esté contaminada en cierta medida con alguna valencia aliada. Mientras que el aliado o el pseudoaliado no estén disponibles, el aberrado permanece en la valencia del aliado con signos. Los signos son las cosas que el aliado poseía, practicaba o hacía.

Un aberrado a menudo se asociará intrincadamente con un pseudoaliado, como en el matrimonio, y luego hace el sorprendente descubrimiento de que no está emparejado con la conducta aliada óptima. (Mamá era un aliado; mamá hacía pan; la esposa es una pseudomadre, aunque ni él ni ella lo saben; la esposa no hace pan. Mamá reprochaba el carmín; la esposa usa carmín. Mamá le dejaba hacer lo que él quería; la esposa tiene una actitud mandona. La esposa es una pseudomadre porque tiene un tono de voz similar únicamente.) El aberrado, entonces, reactiva e inconscientemente, intenta llevar a la esposa o a la pareja a la valencia aliada dando por hecho que el momento del engrama de compasión es el tiempo presente -un desplazamiento mecánico causado únicamente por la reestimulación del engrama de compasión debido a los tonos de voz o algo así- y procede a manifestar el fantasma de la enfermedad, lesión u operación engrámica como enfermedad psicosomática. La computación de la mente reactiva es sencilla, al igual que el Simple Simon; uno obliga a que el aliado exista manifestando el somático del que se compadecía el aliado. Esto también puede ser un esfuerzo para convertir a la pareja en quien la mente reactiva piensa que ha encontrado un amigo-enemigo ambivalente en la valencia de compasión. La esposa es cruel. Mamá era tan cruel que causaba heridas; luego, era agradable. Manifiesta la herida como una enfermedad psicosomática crónica y la esposa será agradable. En realidad, la esposa no es más agradable, así que la computación se hace más fuerte, la enfermedad se hace más fuerte, y allá vamos, hacia la confusa espiral descendente. La enfermedad psicosomática también es una negación de peligrosidad, un alegato de desamparo; una sombra del fingimiento de la zarigüeya , parálisis de temor: "No soy una amenaza para ti; estoy enfermo".

El aberrado entra en esta valencia de la época del en grama de compasión en búsqueda de compasión, y negación de su propia peligrosidad. La valencia de sí mismo, por supuesto, es complicada por la marca de edad y el somático del engrama en el que era inmaduro y no estaba bien.

Asimismo, la enfermedad psicosomática es también un signo, es decir, un recordatorio de una vez en la que tuvo amor y cuidado y se le decía esto. Por supuesto, él lo necesita tanto como necesita que le tiren una bomba atómica, pero esto es "supervivencia" buena y firme de la mente reactiva, y la mente reactiva se las va a arreglar para que él pueda sobrevivir, aunque lo mate.

Todo esto es mecánico y realmente es mera reestimulación de un engrama; pero se comprende mejor como una computación de orden inferior.

En ausencia de un aliado, e incluso en presencia del aliado, él utiliza la mímica reactiva. La mímica consciente es una forma maravillosa de aprender. La mímica reactiva es lo que más desvirtúa la personalidad. Reactivamente, él una vez tuvo un aliado, e imita al aliado. Conscientemente, puede que ni siquiera recuerde al aliado o los hábitos del aliado.

El aliado, recuerda, es alguien que se ha introducido en el mundo interior de la mente cuando el analizador estaba suspendido por enfermedad o lesión o una operación, y proporcionó compasión o protección. El aliado es parte del engrama prosupervivencia. Si un niño tuviera abuelos a quienes quisiera, y tuviera la suficiente fortuna de no estar enfermo cerca de ellos o de que no le hablaran de forma compasiva cuando estuviera enfermo o lesionado, todavía querría mucho a los abuelos. En Dianética, un aliado es sólo alguien que ha ofrecido compasión o protección en un engrama. No es necesario que tengamos engramas para que se nos ame o para amar; todo lo contrario, a uno se le ama mejor y él ama mejor sin engramas.

En Dianética el signo se aplica únicamente al aliado, y es un objeto, costumbre o peculiaridad similar a un objeto, costumbre o peculiaridad de un aliado.

El aliado fumaba puritos Pittsburg, así que el aberrado puede que fume puritos Pittsburg, no importa lo que supongan para su garganta o su esposa. El aliado llevaba sombrero de montar; la dama aberrada lleva ropas de montar, pero nunca ha montado a caballo. La aliada hacía punto; el aberrado se especializa en llevar prendas de punto, o una dama por lo menos finge hacer punto y a veces se pregunta porqué se dedicó a ello si se le da tan mal. El aliado blasfemaba; el aberrado utiliza las mismas blasfemias. El aliado se limpia la nariz en la manga y se hurga la nariz; el aberrado se limpia la nariz en un smoking y juguetea con sus orificios nasales.

El signo puede ser un recordatorio de un aliado puro o puede ser un recordatorio del aspecto amistoso de un amigo-enemigo ambivalente. Y puede ser una valencia ganadora que también era ambivalente hacia el aberrado. El signo nunca es un reestimulador en el sentido de que recuerda a algún antagonista, pues los re estimuladores asociativos son aborrecidos.

El signo más crónico, el hábito, costumbre o peculiaridad más constante del aberrado es una flecha directa al aliado puro. Y al aliado puro es al que la mente reactiva protegerá hasta el máximo nivel de acoso a la torre del homenaje . Y ése es el objetivo del auditor. Puede que tenga que aliviar la mayor parte del engrama antes de que pueda borrar el engrama que más puede aberrar a la persona, que la carga de extrañas costumbres y la pone crónicamente enferma.

Observa al preclaro y ve lo que hace y dice que es extraño a su personalidad; cosas que hace, pero que no parece disfrutar mucho. Ve lo que usa y cuáles son sus peculiaridades. Entre esta colección, tú puedes, haciendo discretas preguntas, estimular dentro de su memoria un aliado del cual se había olvidado, y, estimulando también, llegar rápidamente al engrama de compasión en el que está contenido ese aliado; o llegar, durante una descarga emocional, al engrama de emoción dolorosa de la pérdida de ese aliado, a su enfermedad o a incidentes que le conciernen.

Otro signo, pero especial, es el derivado de una orden del tipo "morirás si no lo haces". Los padres, por ejemplo, recelosos de la paternidad, exclaman a veces, mientras golpean o trastornan a las madres, que matarán al chico si no es igual que papá. Este es un tipo de signo muy desdichado, además de ser, normalmente, un grave engrama: puede llegar hasta el punto de remodelar la estructura corporal, de hacer que las narices se alarguen o de perder el cabello; puede empujar a un aberrado a una profesión que no le gusta, y todo a causa de la orden engrámica de que él debe ser como el padre. Como este tipo de orden es dado usualmente antes del nacimiento, está a menudo dirigido, inconscientemente, a una chica: los padres, generalmente, no están dotados de clarividencia. En tal caso, esto llevará consigo un cambio estructural de lo más notable en una mujer y ocasionará algunos ademanes anormales, "ambiciones" (como un perro al que se azota si no caza el pato) y costumbres que, como poco, son asombrosas. El padre, después del nacimiento, para llevar a cabo la reactivación de tal engrama, debe ser bastante ambivalente, de modo que el cómputo amigoenemigo, llegue a existir. No ser como papá es morir: para forzar a papá a entrar en su mismo engrama de compasión, la mente reactiva debe mostrar el signo de la enfermedad. El signo y el parecido son la respuesta a tal computación. Y recuerda: todas esas computaciones no son sencillas, pero se complican con la adición de docenas de otras computaciones engrámicas.


Mazda y Ahrimán: deidades en el zoroastrismo, sistema religioso persa antes de su conversión al islamismo. Mazda es el espíritu universal del bien y Ahrimán es su rival, el espíritu del mal.

Trinidad hindú: representación de las tres manifestaciones de Ser Supremo, Brahma, Vishnú y Siva, cada una con una función cósmica específica: Brahma asociado a la creación, Vishnú a la mejora y la renovación y Siva a la destrucción y la desintegración.

Zarigüeya: marsupial americano. Tiene la costumbre de fingir estar muerta cuando se la atrapa.

Torre del homenaje: la torre central y más protegida de un castillo medieval.

Capítulo NUEVE:

Mecanismos y aspectos de la terapia

Segunda parte

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