Un
verdadero profesor espiritual no tiene nada que enseñar en
el sentido convencional de la palabra; no tiene nada que
darte o añadirte, ya se trate de nueva información, de
creencias o de reglas de conducta. Su única función consiste
en ayudar a librarte de aquello que te aleja de la verdad de
lo que eres y de lo que sabes en el fondo de tu ser. El
profesor espiritual está allí para descubrirte y revelarte
esa dimensión de profundidad interna que también es paz.