TU VERDADERO SER
El Ahora es inseparable de quien eres en el nivel más profundo
Hay muchas cosas importantes en tu vida, pero sólo una
importa absolutamente.
Importa que tengas éxito o fracases a los ojos del
mundo. Importa si tienes o no tienes salud, si has recibido o no una
buena educación. Importa si eres rico o pobre; ciertamente,
establece una carencia en tu vida. Sí, todas estas cosas tienen
importancia, una importancia relativa, pero no importancia absoluta.
Hay algo más importante que cualquiera de estas cosas:
encontrar tu ser esencial más allá de esa entidad efímera, del
efímero yo personal.
No encontrarás la paz reordenando las circunstancias de
tu vida, sino dándote cuenta de quién eres al nivel más profundo.
La reencarnación no te ayudará si en la próxima
encarnación sigues sin saber quién eres.
Todas las desgracias del planeta surgen del sentido
personalizado del «yo» o del «nosotros», que recubre la esencia de
tu ser. Cuando no eres consciente de la esencia interna, siempre
acabas sintiéndote desgraciado. Es así de simple. Cuando no sabes
quién eres, te fabricas mentalmente un yo que sustituye tu hermoso
ser divino, y te apegas a ese yo temeroso y necesitado.
Entonces la protección y potenciación de ese falso
sentido del yo se convierte en tu principal fuerza motivadora.
Muchas expresiones usadas habitualmente, y a veces la
propia estructura del lenguaje, revelan que las personas no saben
quiénes son. Por ejemplo, dices: «El ha perdido su vida», o hablas
de «mi vida», como si la vida fuera algo que pudieras poseer o
perder. Lo cierto es que no tienes una vida; eres una
vida. La Vida Una, la conciencia que interpenetra todo el universo y
toma forma temporalmente para experimentarse como piedra o como hoja
de hierba, como un animal, una persona, una estrella o una galaxia.
¿Puedes sentir en lo profundo de ti que ya sabes eso?
¿Puedes sentir que ya eres Eso?
Necesitas tiempo para la mayoría de las cosas de la
vida: para adquirir nuevas aptitudes, para construir una casa, para
especializarte en una disciplina, para prepararte una taza de té....
Sin embargo, el tiempo es inútil para la cosa más esencial de la
vida, para la única cosa que importa: la autorrealización, que
significa saber quién eres más allá del yo superficial; más allá de
tu nombre, de tu forma física, de tu historia personal, de tus
historias.
No puedes encontrarte a ti mismo en el pasado o en el
futuro. El único lugar donde puedes encontrarte es en el Ahora.
Los buscadores espirituales buscan la autorrealización o
la iluminación en el futuro. Ser un buscador implica necesitar un
futuro. Si lo crees así, entonces esto se vuelve verdad para ti:
necesitarás tiempo hasta que llegues a darte cuenta de que no
necesitas tiempo para ser quien eres.
Cuando miras un árbol, eres consciente del árbol. Cuando
tienes un pensamiento o sentimiento, eres consciente de ese
pensamiento o sentimiento. Cuando tienes una experiencia placentera
o dolorosa eres consciente de esa experiencia.
Estas declaraciones parecen ciertas y evidentes; sin
embargo, si las examinas de cerca descubrirás que, sutilmente, su
propia estructura contiene una ilusión fundamental, una ilusión
inevitable cuando se usa el lenguaje. Pensamiento y lenguaje crean
una aparente dualidad y una persona separada donde no la hay. Lo
cierto es: tú no eres alguien que es consciente del árbol, del
pensamiento, del sentimiento o de la experiencia. Tú eres la
conciencia en la que -y por la que- esas cosas aparecen.
Mientras vives tu vida, ¿puedes ser consciente de ti
mismo como la conciencia en la que se despliega todo el contenido de
tu vida?
Dices: «Yo quiero conocerme a mí mismo.» Tú eres
el «yo». Tú eres el Conocimiento. Tú eres la
conciencia por la que todo es conocido. Y eso no puede conocerse
a sí mismo; eso es si mismo.
No hay nada que saber más allá de esto, y sin embargo
todo conocimiento surge de ello. El «yo» no puede convertirse en un
objeto de conocimiento, de conciencia.
De modo que no puedes convertirte en un objeto para ti
mismo. Por eso mismo ha surgido la ilusión de la identidad egótica,
porque mentalmente has hecho de ti mismo un objeto. «Eso soy yo»,
dices. Y empiezas a tener una relación contigo mismo, y te cuentas
tu historia a ti mismo y a los demás.
Conociéndote como la conciencia en la que ocurre la
existencia fenoménica, te liberas de la dependencia de los
fenómenos, te liberas de la búsqueda del yo en situaciones, lugares
y estados. En otras palabras: lo que ocurre o deja de ocurrir ya no
es tan importante. Las situaciones pierden su gravedad, su seriedad.
Un ánimo juguetón entra en tu vida. Reconoces que este mundo es una
danza cósmica, la danza de la forma, ni más ni menos.
Cuando sabes verdaderamente quién eres, vives en una
vibrante y permanente sensación de paz. Puedes llamarla alegría,
porque la alegría es eso: una paz vibrante de vida. Es la alegría de
conocerte a ti mismo como la esencia de vida antes de tomar forma.
Eso es la alegría de Ser, de ser quien realmente eres.
Así como el agua puede ser sólida, líquida o gaseosa, la
conciencia puede estar «congelada» y tomar la forma de la materia
física; puede ser «líquida», tomando la forma de la mente y del
pensamiento, o puede ser informe, como la conciencia pura.
La conciencia pura es la Vida antes de manifestarse, y
esa Vida mira al mundo de la forma a través de «tus» ojos, porque
esa conciencia es quien tú eres. Cuando te conoces como Eso, te
reconoces todas las cosas. Es un estado de completa claridad de
percepción. Ya no eres más una entidad con un gravoso pasado,
convertida en una pantalla de conceptos que interpreta cada
experiencia.
Cuando percibes sin interpretación, puedes sentir qué es
lo que se percibe. Lo máximo que podemos expresar con el lenguaje es
que existe un campo de quietud consciente en el que ocurre la
percepción.
A través de «ti», la conciencia informe se hace
consciente de sí misma.
Las vidas de la mayoría de la gente están dirigidas por
el deseo y el miedo.
El deseo es la necesidad de añadirte algo para
poder ser tú mismo más plenamente. Todo miedo es el miedo de
perder algo y, por tanto, de sentirte reducido y de ser
menos de lo que eres.
Estos dos movimientos oscurecen el hecho de que el Ser
no puede ser dado ni quitado. El Ser ya está en ti en toda su
plenitud, Ahora

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