CAPÍTULO TRES
ACCEDE AL PODER DEL AHORA
PRACTICANDO EL PODER
DEL AHORA
ENSEÑANZAS, MEDITACIONES Y EJERCICIOS
ESENCIALES
EXTRAÍDOS DE “EL PODER DEL AHORA”
ECKHART TOLLE |
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Las dimensiones intemporales están acompañadas por otro
tipo de conocimiento, un conocimiento que no «mata» el espíritu que
habita en cada criatura y en cada cosa. Un conocimiento que no destruye
la sacralidad y el misterio de la vida, sino que muestra un profundo
amor y reverencia por todo lo que es. Un conocimiento del que la mente
no sabe nada.
ROMPE LA
VIEJA ESTRUCTURA
de resistencia al momento presente, de negación del presente. Convierte
en práctica el hecho de retirar la atención que prestas al pasado y al
futuro cuando no sean necesarios. Sal de la dimensión temporal lo más
posible en tu vida cotidiana.
Si te resulta difícil entrar directamente en el ahora,
comienza observando tu habitual tendencia mental a escapar de él.
Observarás que el futuro suele imaginarse como mejor o peor que el
presente. Si el futuro imaginario es mejor, te da esperanza o
expectativas placenteras. Si es peor, crea ansiedad. Ambas son
ilusorias.
La auto-observación permite la entrada automática de más
presencia en tu vida. En el momento de darte cuenta de que no estás
presente, estás presente. En cuanto eres capaz de observar tu mente, ya
no estás atrapado en ella. Ha entrado en juego otro factor que no es
mental: la presencia del testigo.
Mantente presente como observador de tu mente, de tus
pensamientos y emociones, así como de tus reacciones a las diversas
situaciones. Interésate al menos tanto por tus reacciones como por la
situación o persona que te hace reaccionar.
Nota
también cuántas veces tu atención se va al pasado o al futuro. No
juzgues ni analices lo
que
observas. Contempla el pensamiento, siente la emoción, observa la
reacción. No las conviertas en un problema personal. Entonces sentirás
algo más poderoso que cualquiera de las cosas observadas: la presencia
misma, serena y observante, que está detrás de tus contenidos mentales;
el observador silencioso.
Se necesita una intensa presencia cuando ciertas
situaciones provocan una reacción muy cargada de emoción, como cuando tu
auto-imagen se ve amenazada, cuando te topas con un desafío existencial
que te da miedo, cuando las cosas «van mal» o surge un complejo
emocional del pasado. En todos estos casos, tiendes a volverte
«inconsciente». La reacción o la emoción se apodera de ti: te
«conviertes» en ella. Eres el actor que la representa. Te justificas,
acusas al otro, atacas, te defiendes..., pero no eres tú: es una pauta
reactiva, es la mente en su modalidad habitual de supervivencia.
La identificación con la mente da a ésta más energía; la
observación de la mente le quita fuerzas. La identificación con la mente
crea más tiempo; la observación de la mente te abre a las dimensiones
intemporales. La energía retirada de la mente se convierte en presencia.
Si puedes sentir lo que significa estar presente, resulta mucho más
fácil elegir salir de la dimensión temporal —cuando no necesitas el
tiempo por motivos prácticos— y entrar profundamente en el ahora.
Esto no reduce tu capacidad de usar el tiempo —pasado o
futuro— cuando tienes que referirte a él por alguna causa concreta.
Tampoco reduce tu capacidad de usar tu mente; de hecho, la aumenta.
Cuando utilices la mente, ésta será más aguda, estará más
enfocada.
El principal foco de atención de la persona iluminada
está siempre en el ahora, aunque sigue manteniendo una conciencia
periférica del tiempo. En otras palabras: continúa usando el tiempo del
reloj, pero es libre del tiempo psicológico.
ABANDONA EL TIEMPO PSICOLÓGICO
Aprende
a usar el tiempo en los aspectos prácticos de tu vida —podemos
denominarlo el «tiempo del reloj»—, pero regresa inmediatamente a la
conciencia del presente cuando esos asuntos prácticos estén resueltos.
Así no habrá una acumulación de «tiempo psicológico», que es la
identificación con el pasado y la continua proyección compulsiva hacia
el futuro.
Si te marcas un objetivo y avanzas hacia él, estás usando
el tiempo del reloj. Eres consciente de adonde quieres ir, pero valoras
y das la máxima atención al paso que estás dando en este momento. Si te
centras excesivamente en el objetivo, quizá porque estás buscando la
felicidad, la realización, o completar tu sentido de identidad, dejas de
honrar el ahora. Entonces se queda reducido a un simple paso intermedio
sin valor intrínseco que te permite acceder al futuro. El tiempo del
reloj se convierte en tiempo psicológico. Tu camino de vida deja de ser
una aventura y se reduce a una necesidad obsesiva de llegar, de
alcanzar, de «lograrlo». Dejas de mirar y de oler las flores que están a
los lados del camino y dejas de interesarte por la belleza y el milagro
de la vida que se desarrolla a tu alrededor cuando estás presente en el
ahora.
¿Estás siempre tratando de llegar a otro lugar distinto
de donde estás? ¿Son la mayoría de tus acciones sólo un medio para
conseguir un fin? ¿Pospones siempre la satisfacción o la reduces a
breves placeres como el sexo, la comida, la bebida, las drogas o las
emociones intensas y la excitación? ¿Estás siempre centrado en
conseguir, alcanzar y llegar a ser, o, alternativamente, estás siempre
buscando una nueva emoción o placer? ¿Crees que si adquieres más cosas
te sentirás más realizado, serás lo suficientemente bueno o estarás
psicológicamente completo? ¿Esperas que un hombre o una mujer dé sentido
a tu vida?
En el estado de conciencia normal, es decir, no
iluminado, el poder y el infinito potencial creativo que residen en el
ahora quedan totalmente oscurecidos por el tiempo psicológico. Tu vida
pierde la cualidad vibrante, la frescura, la maravilla. Las viejas
pautas de pensamiento, emoción, conducta, reacción y deseo se expresan
en acciones absolutamente repetitivas; son un guión mental que te da una
especie de identidad, pero distorsiona o encubre la realidad del ahora.
A continuación la mente crea una obsesión en la que el futuro sirve para
escapar de un presente insatisfactorio.
Lo que percibes como futuro es parte intrínseca de tu
estado de conciencia ahora. Si tu mente lleva una pesada carga del
pasado, experimentarás más de lo mismo. El pasado se perpetúa a sí mismo
por la falta de presencia. La calidad de tu conciencia en este momento
es lo que conforma el futuro, que, por supuesto, sólo puede ser
experimentado como el ahora.
Y si la calidad de tu conciencia en este momento es lo
que determina el futuro, ¿qué determina la calidad de tu conciencia? El
grado de presencia que tengas. Por tanto, el único lugar donde puede
ocurrir el verdadero cambio y donde puede disolverse el pasado es el
ahora.
Quizá te cueste reconocer que el tiempo es la causa de
tus sufrimientos y de tus problemas. Crees que están causados por
situaciones específicas de tu vida, y desde el punto de vista
convencional eso es verdad. Pero hasta que no enfrentas la disfunción
fundamental de la mente —su apego al pasado y al futuro y su negación
del ahora—, en realidad los problemas son intercambiables.
Si hoy desaparecieran milagrosamente de tu vida todas las
causas de sufrimiento o infelicidad, pero no estuvieras más presente,
más consciente, pronto te encontrarías con una serie de problemas
similares, como una sombra que sigue tus pasos. En último término sólo
hay un problema: la mente ligada al tiempo.
En el tiempo no hay salvación. No puedes ser libre en el
futuro.
LA
PRESENCIA ES LA LLAVE
de la libertad, de modo que sólo puedes ser libre ahora.
ENCUENTRA LA VIDA SUBYACENTE EN TU SITUACIÓN DE VIDA
En lugar de hablar de tu «vida» deberías ser más preciso
y hablar de tu «situación de vida», que está hecha de tiempo
psicológico: pasado y futuro. Ciertas cosas del pasado no fueron como
deseabas. Aún sigues resistiéndote a lo ocurrido en el pasado, y ahora
te estás resistiendo a lo que es. Lo que te hace seguir adelante es la
esperanza, pero la esperanza hace que estés enfocado en el futuro, y ese
enfoque permanente perpetúa tu negación del ahora y, por tanto, tu
infelicidad. |
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OLVÍDATE
DE TU SITUACIÓN DE VIDA
durante un tiempo y presta atención a tu vida.
Tu situación de vida existe en el tiempo. Tu vida es
ahora.
Tu situación de vida es un asunto mental. Tu vida es
real.
Encuentra la «puerta estrecha que conduce a la vida». Se
llama el ahora. Reduce el ámbito de tu vida a este momento. Tu situación
de vida puede estar llena de problemas —como lo están la mayoría de
ellas—, pero averigua si tienes algún problema en este momento. No
mañana, ni dentro de diez minutos, sino ahora. ¿Tienes un problema
ahora?
Cuando estás lleno de problemas no hay espacio para que
pueda entrar nada nuevo, no hay lugar para una solución. Por eso, cuando
puedas, date espacio, crea el espacio que te permita encontrar la
corriente de vida que subyace a tu situación de vida.
EMPLEA TUS SENTIDOS PLENAMENTE
Trata
de estar donde estás. Mira a tu alrededor. Simplemente mira, sin
interpretar. Observa la luz, las formas, los colores, las
texturas. Sé consciente de la presencia silenciosa de cada cosa. Sé
consciente del espacio que permite que cada cosa sea.
Escucha los sonidos; no los juzgues. Escucha el silencio
debajo de los sonidos. Toca algo, cualquier cosa, y siente y reconoce su
Ser.
Observa el ritmo de tu respiración; siente cómo fluye el
aire dentro y fuera, siente la energía de vida dentro de tu cuerpo.
Permite que todo sea, tanto dentro como fuera. Permite y reconoce la
«cualidad» de las cosas. Entra profundamente en el ahora.
Estás dejando atrás el mundo mortecino de la abstracción
mental, del tiempo. Estás saliendo de la mente alocada que agota tu
energía de vida, del mismo modo que está envenenando y destruyendo la
Tierra. Estás despertando del sueño del tiempo al presente.
TODOS LOS PROBLEMAS SON ILUSIONES MENTALES
CENTRA TU
ATENCIÓN EN EL AHORA
y dime qué problema tienes en este momento.
No me estás dando ninguna respuesta porque es imposible
tener un problema cuando tu atención está plenamente en el ahora. Hay
una situación que tiene que ser afrontada o aceptada, eso sí. Pero ¿por
qué convertirla en un problema?
Inconscientemente, a la mente le encantan los problemas
porque te dan cierta identidad. Es algo normal; y es una locura. «Tener
un problema» significa dar vueltas mentalmente a una situación sin tener
verdadera intención o posibilidad de hacer algo respecto ahora.
Inconscientemente estás haciendo del problema parte de tu identidad.
Acabas sintiéndote tan agobiado por tu situación de vida que pierdes la
sensación de la vida, del Ser. O llevas en tu mente la pesada carga de
un centenar de cosas que tendrás que hacer en el futuro, en lugar de
centrar tu atención en lo único que puedes hacer ahora.
CUANDO
CREAS UN PROBLEMA,
creas dolor. Basta con hacer una simple elección, con tomar una simple
decisión: pase lo que pase, no generaré más dolor para mí mismo. No me
crearé más problemas.
Aunque es una elección simple, también es muy radical. No
podrás tomar esa decisión a menos que estés realmente muy harto de
sufrir y consideres que ya has tenido suficiente. Pero tampoco podrás
mantenerla a menos que hayas accedido al. poder del ahora. Si no generas
más dolor para ti mismo, tampoco lo generarás para los demás. Y tampoco
contaminarás la hermosa Tierra, tu espacio interno, ni el psiquismo
colectivo con la negatividad de los problemas.
Si surge una situación que tienes que afrontar ahora, la
acción surgida de tu conciencia del momento presente será clara e
incisiva. También es más probable que sea efectiva. No será una reacción
surgida de tu condicionamiento mental previo, sino una respuesta
intuitiva a la situación. En ciertos casos en los que la mente ligada al
tiempo reaccionaría, te parecerá más eficaz no hacer nada y simplemente
permanecerás centrado en el ahora.
LA ALEGRÍA
DE SER
Para notar si te has dejado atrapar por el tiempo
psicológico, puedes usar un criterio muy simple.
PREGÚNTATE:
¿Hay alegría, fluidez y ligereza en lo que estoy haciendo? Si no la hay,
es que el tiempo encubre el momento presente y percibes la vida como una
carga o como un esfuerzo.
Si no hay alegría, fluidez o ligereza en
lo que haces, eso no significa necesariamente que tengas que cambiar lo
que haces. A veces, simplemente, basta con cambiar la manera de hacerlo.
El «cómo» siempre es más importante que el «qué». Trata de conceder
mucha más atención a lo que haces que al resultado que esperas obtener.
Centra toda tu atención en lo que el momento te ofrezca. Esto implica
aceptar plenamente lo que es, porque no puedes conceder toda tu atención
a algo y al mismo tiempo resistirte a ello.
En cuanto honras el momento presente, toda infelicidad y
esfuerzo se disuelven, y la vida empieza a fluir con alegría y suavidad.
Si tus actos surgen de la conciencia del momento presente, cualquier
cosa que hagas, hasta la acción más simple, quedará impregnada de
calidad, cuidado y amor.
NO TE
PREOCUPES POR EL FRUTO DE TUS ACCIONES:
mantente atento a la acción misma. El fruto ya vendrá
cuando corresponda. Ésta es una práctica espiritual muy poderosa.
Cuando cesa el esfuerzo compulsivo por alejarse del
ahora, la alegría de Ser fluye en todo lo que haces. En cuanto tu
atención se orienta hacia el ahora, sientes una presencia, una quietud,
una paz. Ya no dependes del futuro para conseguir la satisfacción o la
realización; no buscas en él la salvación. Por tanto, no te apegas a los
resultados. Ni el éxito ni el fracaso pueden cambiar el estado de tu Ser
interno. Has encontrado la vida subyacente en tu situación de vida.
En ausencia del tiempo psicológico, tu sentido de
identidad procede del Ser, no de tu pasado personal. Y así la necesidad
psicológica de convertirte en algo distinto de lo que eres deja de
presionar. En el mundo, en lo relativo a tu situación de vida, puedes
hacerte rico, adquirir conocimientos, tener éxito, liberarte de esto o
de aquello, pero en las dimensiones profundas del Ser ya eres completo y
total ahora.
EL ESTADO INTEMPORAL DE CONCIENCIA
Cuando cada célula de tu cuerpo esté tan presente que
vibre de vida, y cuando puedas sentir esa vida en cada momento como la
alegría de Ser, entonces puedes decir que te has liberado del tiempo.
Liberarse del tiempo es liberarse de la necesidad
psicológica del pasado para tener una identidad; y del futuro, para
hallar la realización. Representa la transformación de conciencia más
profunda que se pueda imaginar.
CUANDO HAS OBTENIDO LOS PRIMEROS ATISBOS DEL
ESTADO
INTEMPORAL DE CONCIENCIA,
empieza un ir y venir entre la dimensión temporal y la presencia.
Empiezas por darte cuenta de que tu conciencia raras veces está
verdaderamente en el ahora. Pero saber que no estás presente es ya un
gran éxito: ese saber es presencia, aunque al principio sólo dure unos
segundos de reloj antes de que vuelvas a perderla.
A continuación, y cada vez con más frecuencia, eliges
enfocar la conciencia en el momento presente más que en el pasado o en
el futuro, y al darte cuenta de que has perdido el ahora, eres capaz de
permanecer en él no sólo un par de segundos, sino periodos más largos,
tal como se perciben desde la perspectiva externa del tiempo del reloj.
Así, antes de establecerte firmemente en el estado de
presencia, es decir, antes de poder ser plenamente consciente, pasas un
tiempo yendo y viniendo entre la conciencia y la inconsciencia, entre el
estado de presencia y el estado de identificación con la mente. Pierdes
el ahora y vuelves a él, una y otra vez, hasta que finalmente la
presencia se convierte en tu estado predominante.