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"El poder de la intención"

de Wayne Dyer

11. Es mi intención llevar una vida tranquila, libre de estrés

(primera parte)

 
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"La ansiedad es señal de inseguridad espiritual."
Thomas Merton

"Mientras creamos en lo más profundo que nuestra capacidad es limitada y nossintamos angustiados y desgraciados, nos faltará la fe. Quien realmente confía enDios no tiene derecho a angustiarse por nada."
Paramahansa Yogananda

 

Hacer realidad la intención de llevar una vida tranquila y libre de estrés es una forma de poner de manifiesto tu destino más grandioso. A mí me parece que lo que nuestra Fuente tenía en mente cuando dispuso que viniéramos aquí es que viviéramos experiencias felices y jubilosas en la Tierra. Cuando te encuentras en un estado de felicidad y júbilo, has vuelto a la alegría pura, creativa, dichosa —sin necesidad de emitir juicios—, que es en realidad la intención. Tu estado natural — del que fuiste creado—es esa sensación de bienestar. Este capítulo trata de cómo volver al estado natural y tener acceso a él.

Fuiste creado de una Fuente pacífica y alegre. Cuando te encuentras en ese estado de alegría desbordante, estás en paz con todo. Esa era la intención de que vinieras aquí y con lo que estás decidido a coincidir en tus pensamientos, sentimientos y actos. En un estado de alegría, te sientes satisfecho e inspirado en todas las facetas de la vida. En definitiva, librarse de la ansiedad y el estrés es un camino para regocijarse con el campo de la intención. Los momentos de tu vida que pasas feliz y alegre y permitiéndote estar plenamente vivo y con un propósito son los momentos en los que estás alineado con la mente universal y omnicreadora de la intención.

No tiene nada de natural llevar una vida de estrés y ansiedad, con sentimientos de desesperación y depresión y necesidad de tomar pastillas para tranquilizarte. Los pensamientos inquietos que provocan hipertensión, nerviosismo, sensación persistente de malestar, imposibilidad de dormir o relajarse y frecuentes muestras de desagrado o indignación perturban tu estado natural. Aunque no lo creas, tienes
poder para crear la vída tranquila y libre de estrés que deseas. Puedes utilizar ese poder para atraer frustración o alegría, angustia o paz. Cuando estás en armonía con las siete caras de la intención puedes tener acceso a la Fuente de todo para hacer realidad tu intención de llevar una vida tranquila y sin tensiones.

De modo que si es natural tener sensaciones de bienestar, ¿por qué experimentamos tanto malestar y tanta tensión? La respuesta a esta pregunta te dará la clave para llegar a la vída de paz que deseas.

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El estrés es un deseo del ego

Ese molesto ego está funcionando cuando experimentas estrés o ansiedad. Quizá tu ego se siente más eficaz cuando se dedica al estrés y a soportarlo porque piensas que realmente estás haciendo algo en el mundo, Quizá sea la costumbre, el hábito, o la creencia de que así hay que ser. Solo tú puedes analizar el porqué, pero el hecho es que, como el estrés es algo conocido y la tranquilidad no, el ego desea el estrés. Pero no existen estrés ni angustia reales en el mundo; son tus pensamientos los que crean esas falsas creencias. El estrés no se puede empaquetar, ni tocar, ni ver Lo único que existen son personas dedicadas a los pensamientos estresados. Cuando pensamos con estrés, provocamos reacciones en el cuerpo, valiosos mensajes o señales a los que debemos prestar atención.

Estos mensajes pueden adoptar la forma de náuseas, presión arterial alta, problemas estomacales, digestivos, dificultades respiratorias, úlceras, dolores de cabeza, arritmia, y montones de sensaciones, desde pequeñas molestias hasta enfermedades graves. Hablamos del estrés como si estuviera en el mundo para atacarnos. Decimos cosas como «tengo un ataque de ansiedad» como si la ansiedad fuera un contrincante, pero el estrés de tu cuerpo raramente es consecuencia de fuerzas o entidades externas que te ataquen; es más bien consecuencia del debilitamiento de la conexión con la intención provocado por creer que el ego es lo que tú eres, Tú eres paz y alegría, pero has permitido que el ego domine tu vida. He aquí una lista de los pensamientos que provocan el estrés que se origina en el ego.

• Es más importante tener razón que ser feliz.
• Ganar es lo único que cuenta. Cuando pierdes, tienes que sentir estrés.
• Tu reputación es más importante que la relación con tu Fuente.
• El éxito se mide por el dinero y por lo que acumulas, no por sentirte feliz y contento.
• Ser superior a los demás tiene más importancia que ser amable con ellos.

Para que dejes de tomarte tan en serio, a continuación reproduzco unos desenfadados párrafos de un libro de Rosamund y Benjamín Zander (él es el director de la Orquesta Filarmónica de Boston) titulado The Art of Possibility. Ilustra de una forma encantadora cómo permitirnos que el ego cree muchos de los problemas que etiquetamos con los nombres de estrés y ansiedad.

Dos primeros ministros están en una habitación discutiendo problemas de Estado. De repente irrumpe un hombre, casi apoplético de furia, y se pone a gritar, a dar patadas y puñetazos en la mesa. El primer ministro del país anfitrión le dice; «Peter, haz el favor de recordar la regla número seis», con lo cual Peter recobra la calma, pide disculpas y se retira. Los políticos reanudan la conversación, pero tras veinte minutos los vuelven a interrumpir, en esta ocasión una mujer histérica, con los pelos de punta, que no para de gesticular. Se repiten las.mismas palabras ante la intrusa: «Por favor, Marie; recuerda la regla número seis». Vuelve a reinar la calma y la mujer se retira, pidiendo excusas con una inclinación de cabeza. La tercera vez que se repite la escena, el primer ministro que está de visita en el país le plantea lo siguiente a su colega: «Amigo mío, he visto muchas cosas en mi vida, pero nada tan extraordinario como esto. ¿Le importaría compartir conmigo el secreto de la regla número seis?». «Muy sencillo», contesta el primer ministro del país anfitrión. «La regla número seis es "No seas idiota; no te tomes tan en serio".» «Ah, una regla excelente», dice el otro político. Tras reflexionar unos momentos, pregunta: «¿Y puedo preguntarle cuáles son las demás reglas?». «No existen.»

Cuando te enfrentes con el estrés, las presiones o la ansiedad, recuerda la «regla número seis» en el momento mismo en que te des cuenta de que tienes pensamientos de estrés. Si te das cuenta del diálogo interior que causa el estrés y no le haces caso, puedes evitar los síntomas físicos que provoca. ¿Cuáles son los pensamientos que producen estrés? «Soy más importante que los que me rodean.» «Mis expectativas no se cumplen.» «No tendría que esperar; soy demasiado importante.» «Yo soy el cliente, y exijo que me atiendan.» «Nadie más sufre tantas presiones.» Todo lo anterior, junto a una lista potencialmente infinita de pensamientos de la «regla número seis» son los típicos trucos del ego.

No eres tu trabajo, tus logros, tus posesiones, tu casa, tu familia, tu nada. Eres un aspecto de la fuerza de la intención, vestido físicamente con un cuerpo humano destinado a experimentar y disfrutar de la vída en la Tierra. Esa es la intención que quieres llevar ante la presencia del estrés.

Llevar la intención ante la presencia del estrés. Tienes cientos de oportunidades, cualquier día, de poner en práctica la «regla número seis» llevando la fuerza de la intención al momento y eliminando el potencial para el estrés. A continuación ofrezco varios ejemplos de cómo he utilizado yo esta estrategia. En cada uno de ellos activé un pensamiento que se encontraba en armonía vibratoria con el campo universal de ¡a intención e hice realidad mi intención personal de estar tranquilo.

Estos ejemplos tuvieron lugar en el transcurso de tres horas de un día normal. Los presento para recordar que el estrés y la ansiedad son elecciones que hacemos para procesar los acontecimientos, no entidades que nos acechan para invadir nuestras vidas.

—Estoy en la farmacia para dar una receta y la persona delante de mí está hablando con el farmacéutico, haciéndole una serie de preguntas que me parecen absurdas y que, según me dice mi ego, productor de estrés, están destinadas a molestarme y retrasarme a propósito. Mi diálogo interior puede ser el siguiente: «¡Es injusto! Siempre hay alguien delante de mí que tiene que hurgarse los bolsillos para encontrar el dinero, no encuentra lo que necesita para demostrar que tiene un seguro y tiene que pregutar estupideces para que yo no pueda dar la receta». Estos pensamientos me sirven de señal para cambiar mi diálogo interior: «¡No seas idiota, Wayne! Deja de tomarte tan en serio».

Inmediatamente paso de sentirme cabreado a estar encantado. Dejo de centrarme en mí mismo y al mismo tiempo elimino la resistencia a mi intención de llevar una vida tranquila y libre de estrés. Empiezo a ver a esa persona como un ángel que me ayuda a volver a Conectarme a la intención. Dejo de criticar y veo belleza en los gestos lentos, pausados. Me siento amable mentalmente hacia ese «ángel». Me he trasladado de la hostilidad al amor en mis pensamientos, y mis emociones se han transformado, pasando de sentirme molesto a sentirme a gusto. El estrés es completamente imposible en el momento.

—Mi hija de diecisiete años me cuenta que ha discutido con un miembro de la dirección del colegio que ha tomado medidas contra varios amigos suyos, algo que ella considera totalmente injusto. Es sábado por la mañana y no se puede hacer nada hasta el lunes. ¿Cuáles son las posibilidades? Pasar dos días de sufrimiento repitiendo los detalles de la historia y un fin de semana de estrés o recordarle cómo puede activar pensamientos que la hagan sentirse bien. Le pido que me describa sus sentimientos. Responde que se siente «enfadada, triste y herida». Le pido que piense en la «regla número seis» y vea si puede activar otro pensamiento.

Se ríe de mí y me dice que estoy loco. «Pero la verdad es que no vale la pena pasarse todo el fin de semana triste —reconoce—, y voy a dejar de pensar cosas que me hacen sentir mal.» «El lunes haremos lo que podamos para solucionar la situación —le digo—. Pero ahora (y ahora es lo único que tienes) pon en acción la "regla número seis" y vuelve a unirte al campo de la intención, donde no existen ni el estrés, ni la ansiedad ni las presiones,»

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Para hacer realidad la intención de este capítulo, llevar una vida tranquila y libre de estrés, has de tomar conciencia de la necesidad de activar respuestas que coincidan con tu intención. Esas nuevas respuestas llegarán a ser habituales y sustituirán a tu antigua costumbre de responder de formas que producen estrés.

Cuando examinas ciertos incidentes que producen estrés, siempre tienes una opción: «¿Me quedo con los pensamientos que me producen estrés o intento activar pensamientos que imposibilitan el estrés?», He aquí otro sencillo instrumento que te ayudará a reemplazar la costumbre de optar por la ansiedad y el estrés.

Tres palabras mágicas: quiero sentirme bien. En un capítulo anterior explicaba que tus emociones son un sistema que te sirve de información y guía para saber si estás oponiendo resistencia a tus emociones. Si te sientes mal sabrás que no estás conectado a la fuerza de la intención. Tu intención consiste en estar tranquilo y libre de estrés.

Cuando te sientes bien, estás conectado con tus intenciones, sin que te importe lo que te rodea o lo que los demás esperan que sientas. Aunque haya una guerra, tienes la opción de sentirte bien. Si la economía sigue hundiéndose, tienes la opción de sentirte bien. Ante cualquier desastre, puedes seguir sintiéndote bien. Sentirte bien no índica que seas insensible, indiferente o cruel; es una decisión que tú tomas. Dilo en voz alta: «¡Quiero sentirme bien!», y después transfórmalo en «Tengo la intención de sentirme bien». Siente el estrés, y después envíale el amor y el respeto de las siete caras de la intención. Las siete caras sonríen y saludan a lo que tú consideras sentirse mal. Ese es el sentimiento de querer sentirse bien.

Tienes que ser a tus sentimientos lo que tu Fuente es a ti con el fin de contrarrestar los deseos de tu ego. Se producirán muchos acontecimientos en los que tu respuesta condicionada será sentirte mal. Sé consciente de esos incidentes externos y pronuncia las palabras mágicas: «Quiero sentirme bien». En ese mismo momento, plantéate sí sentirte mal puede mejorar la situación. Descubrirás que lo único que consigues con sentirte mal como respuesta a las situaciones externas es caer en picado en la ansiedad, la desesperación, la depresión y, por supuesto, el estrés. En su lugar, pregúntate en ese momento qué pensamiento puedes tener para sentirte bien. Cuando descubres que consiste en responder con bondad y amor al sentirte mal (algo completamente distinto de regodearte en esa sensación), empiezas a experimentar un cambio en tu estado emocional. Te encuentras en armonía de vibraciones con tu Fuente, ya que la fuerza de la intención solamente conoce la paz, la bondad y el amor.

Ese pensamiento recién activado, que te permite sentirte bien, quízá dure sólo unos momentos, y podrías volver a la anterior manera de procesar los acontecimientos desagradables. Debes tratar esa antigua manera con respeto, amor y comprensión, pero siempre recordando que es tu ego, que intenta protegerte de su percepción del peligro. Cualquier señal de estrés es un aviso para que pronuncies las tres palabras mágicas: «Quiero sentirme bien». El estrés siempre quiere recabar tu atención. Al pronunciar las tres palabras mágicas y extender el amor a tus malos sentimientos, habrás comenzado el proceso de hacer realidad tus intenciones de vivir tranquilo y sin estrés. Ya podrás empezar a activar esos pensamientos incluso en los momentos más difíciles, y sin mucho tardar vivirás el mensaje que senos ofrece a todos en el Libro de Job: «Cuanto emprendas saldrá bien, y por tus caminos brillará la luz» (Job, 22,28). La palabra luz en esta referencia bíblica significa que contarás con la ayuda de la mente divina de la intención una vez que hayas decidido hacer algo coherente con esa luz.

Puedo asegurar que optar por sentirse bien es una forma de conectarse con el Espíritu. No es una respuesta de indiferencia ante los acontecimientos. Sintiéndote bien te conviertes en instrumento de la paz, y por esa vía se erradican los problemas. Síntiéndote mal, te quedas en el campo de la energía que crea la resistencia al cambio positivo, y en consecuencia experimentas un estado de angustia y estrés. Seguirán presentándosete lo que denominas «problemas». No desaparecerán jamás. Cuando resuelvas uno, surgirá otro.

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"El poder de la intención"

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