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"El poder de la intención"

de Wayne Dyer

3 - Conectarse a la intención

(primera parte)

 
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3. Conectarse a la intención

 

La ley de la flotación no se descubrió contemplando el hundimiento de las cosas, sino la flotación de las cosas que lo hacen de forma natural e indagando inteligentemente en por qué ocurre así.
THOMAS TROWARD

Examinemos esta observación de Thomas Troward, famoso psiquiatra de principios del siglo XX. En los primeros tiempos de la construcción naval, los barcos se hacían de madera, con el argumento de que la madera flota en el agua y el hierro se hunde.

 

Hoy en día, todos los barcos del mundo son de hierro. A medida que fue estudiándose la ley de la flotación se descubrió que cualquier cosa puede flotar siempre y cuando sea más ligera que la masa de líquido que desplaza. Y hoy en día podemos hacer que flote el hierro por la misma ley que hace que se hunda. Ten en cuenta este ejemplo mientras lees y aplicas el contenido de este capítulo sobre la conexión a cuanto fue dispuesto que fueras.

La palabra clave es contemplar, es decir, dónde sitúas tus pensamientos cuando empiezas a utilizar el enorme potencial y la fuerza de la intención. Tienes que ser capaz de conectarte a la intención y no puedes acceder a la intención y trabajar con ella si lo que prevés es la imposibilidad de tener un propósito y manifestarte. No puedes descubrir la ley de la contribución a la creación si contemplas lo que no está presente. No puedes descubrir la fuerza del despertar sí estás contemplando lo que aún está dormido. El secreto de manifestar cualquier cosa que desees consiste en tu disposición y capacidad para realinearte de modo que tu mundo interior armonice con la fuerza de la intención. Cada avance de este mundo moderno que ves, que te parece normal y corriente, fue creado (y precisamente es lo que hacemos en este libro, crear) por alguien que contemplaba lo que tenía intención de manifestar.

La forma de establecer una relación con el Espíritu y de acceder a este principio creativo consiste en contemplar que te rodean las condiciones que deseas producir. Te aconsejo que realces esta idea subrayando la frase anterior en el libro que tienes entre las manos y en tu mente. Reflexiona sobre la idea de una fuerza infinita, suprema, que produce los resultados que tú deseas. Esta fuerza es la fuerza creativa del universo, responsable de que todo empiece a definirse. Al confiar en que proporcione la forma y las condiciones para su manifestación, estableces una relación con la intención que te permite seguir conectado durante todo el tiempo que practiques esta clase de propósito personal.

Los hermanos Wright no contemplaban las cosas quietas en el suelo. Alexander Graham Bell no contemplaba la no comunicación de las cosas, como Thomas Edison no contemplaba la oscuridad de las cosas. Para que una idea salga a flote en tu realidad, tienes que estar dispuesto a dar un salto mortal para llegar a lo inconcebible y caer de pie, contemplando lo que deseas en lugar de lo que no tienes. Entonces tus deseos empezarán a salir a flote, no a hundirse. La ley de la manifestación es como la de la flotación, y debes contemplarla como si estuviera funcionando para ti en lugar de considerar que no funciona. Esto se consigue estableciendo un fuerte vínculo de conexión entre el campo de la energía, invisible e informe, la fuerza de la intención y tú.
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Entrar en el Espíritu de la intención

Cuanto te propongas crear en tu vida supone generar la misma cualidad dadora de vida gracias a la cual existe todo. Si el espíritu que hay en todo, la cualidad que le permite llegar al mundo de la forma, es aplicable como principio general, ¿por qué no activarlo en tu interior? La fuerza de la intención simplemente está a la espera de que seas capaz de establecerla conexión.

Ya hemos dicho que la intención no es una sustancia material con cualidades físicas que se puedan cuantificar. Pongamos un ejemplo, el de los pintores. Sus creaciones no están simplemente en función de la calidad de la pintura, los pinceles, los lienzos ni de cualesquiera otras combinaciones de materiales que empleen. Para comprender la creación de una obra maestra hay que tener en cuenta los pensamientos y los sentimientos del pintor. Tenemos que conocer el movimiento de la mente creativa del pintor, entrar en ella, para comprender el proceso creativo. El pintor crea algo de la nada. Sin los pensamientos y los sentimientos del pintor no existiría el arte. Es su mente creativa en contemplación lo que se vincula con la intención para dar lugar a lo que llamamos creación artística.

Así es como actuó la fuerza de la intención para crearte, a alguien nuevo, único, a alguien salido de la nada. Reproducir esto en ti mismo significa encontrarte con el impulso creativo y saber que la fuerza de la intención se está poniendo en contacto para hacer realidad lo que siente, y que se está expresando como tú.

Lo que sientes está en función de cómo piensas, lo que contemplas y cómo se formula tu discurso interior. Sí pudieras meterte en la sensación de la fuerza de la intención notarías que aumenta continuamente y que confía en sí misma porque es una fuerza formativa tan infalible que nunca falla. El movimiento hacia delante del Espíritu es algo dado.

La fuerza de la intención ansía expresiones de vida más completas, al igual que los sentimientos del pintor se revelan en una expresión más completa de sus ideas y pensamientos. Los sentimientos son las claves de tu destino y tu potencial, en busca de la expresión completa de la vida a través de tí.

¿Cómo entrar en el espíritu de la intención, de los sentimientos que expresan la vida? Puedes alimentarlo con la continua expectativa de la infalible ley espiritual de que el incremento forma parte de tu vida. Lo hemos visto en la capacidad imaginaria de ver vibraciones más altas y lo hemos oído con la voz que le han prestado los maestros espirituales en el transcurso de los siglos. Está por todas partes, y quiere expresar la vida. Es el amor puro en acción. Tiene confianza, ¿Y sabes una cosa?

Pues que tú eres ese espíritu, pero se te ha olvidado. Simplemente tienes que basarte en tu capacidad para confiar tranquilamente en que el Espíritu se exprese a través de y por ti. Tu tarea consiste en contemplar las energías de la vida, el amor, la belleza y la amabilidad. Cada acción que esté en armonía con este principio creador de la intención da expresión a tu propia fuerza de la intención.

Tu voluntad y tu imaginación

No cabe duda de la existencia del libre albedrío. Eres un ser con una mente capaz de elegir, de tomar decisiones. Durante toda tu vida te encuentras en un estado en el que continuamente tienes que elegir.
No se trata de oponer el Libre albedrío al destino predeterminado, sino de observar con sumo cuidado cómo has decidido basarte en tu capacidad para disponer de ti mismo con el fin de alcanzar lo que deseas. En este libro no se habla de la intención en el sentido de sentir un fuerte deseo y apoyarlo con una decisión inquebrantable. Tener una gran fuerza de voluntad y estar dispuesto a todo para alcanzar objetivos personales significa pedirle al ego que sea la fuerza que guíe tu vida. Voy a hacer esto, Nunca haré tonterías, no me rendiré. Son características de la personalidad admirables, pero no te volverán a conectar con la intención. Tu fuerza de voluntad es mucho menos eficaz que tu imaginación, que constituye el vínculo con la fuerza de la intención. La imaginación es el movimiento de la mente universal en tu interior. Tu imaginación crea el cuadro interior que te permite participar en el acto de la creación. Es el vínculo invisible que te conecta con la manifestación de tu destino. Intenta imaginar que te empeñas en hacer algo que tu imaginación no quiere que hagas. Tu voluntad es esa parte del ego que cree que estás separado de los demás, separado de lo que te gustaría conseguir o tener, o separado de Dios.

También cree que tú eres tus adquisiciones, tus logros y tus honores. Esa voluntad del ego quiere que continuamente obtengas pruebas de tu importancia.

No para de empujarte a que demuestres tu superioridad y a que adquieras cosas que estás dispuesto a conseguir a base de excesiva dedicación y determinación. Por otra parte, tu imaginación es el concepto del Espíritu que existe en tu interior, es tu Díos interior. Leamos la descripción que hace William Blake de la imaginación. Blake creía que con la imaginación tenemos poder para ser cualquier cosa que deseemos ser.

¡No descanso de mi gran tarea!
Abrir los Mundos Eternos,
abrir los inmortales Ojos del Hombre
hacia los Mundos del Pensamiento,
a la eternidad; la expansión que no cesa
en el Seno de Dios,
la Humana Imaginación.
(Jerusalén)

Voy a volver a la idea de que te empeñes en hacer algo cuándo tu imaginación te dice que no lo hagas. Se me ocurre un ejemplo, el de andar sobre carbones encendidos. Puedes mirar esos carbones y empeñarte en pasar por encima de ellos, y si solamente dependes de tu fuerza de voluntad acabarás con graves quemaduras y ampollas. Pero si te imaginas que tienes protección divina, o en palabras de Blake, que estás «en el Seno de Dios», y con tu imaginación puedes verte capaz de ser algo más allá de tu cuerpo, puedes andar sobre carbones sin sufrir daños, Al imaginar que no te afecta el calor de los carbones al rojo empiezas a sentirte como algo más allá de tu cuerpo. Te visualizas más fuerte que el fuego. Tu imagen interior de pureza y protección te permite empeñarte en caminar sobre los carbones. Es tu imaginación la que te permite estar seguro. Sin ella, te quemarías.

Recuerdo haber imaginado que era capaz de correr mi primer maratón. No fue mi voluntad lo que me hizo correr sin cesar durante tres horas y media, sino mi imaginación. Sintonicé con la carrera y dejé que mi cuerpo llegara a sus límites mediante mi voluntad. Sin esa imagen, ni toda la voluntad del mundo habría bastado para haber coronado con éxito mis esfuerzos.

Y lo mismo ocurre con todo. Empeñarte en ser feliz, rico, famoso, el número uno, el mejor vendedor o la persona con más dinero de tu comunidad son ideas nacidas del ego y su ensimismamiento. En nombre de esa fuerza de voluntad la gente se lleva por delante a cualquiera que se ponga en su camino, y roba, engaña y traiciona con tal de llevar a cabo su intención personal.

Pero esos hábitos solo llevan al desastre. Quizá consigas el objetivo físico de tu propósito individual, pero tu imaginación, ese lugar interior donde haces toda tu vida, no dejará que te sientas tranquilo.

He impuesto esta fuerza de la imaginación sobre mi voluntad para producir todas mis obras. Por ejemplo, me veo como si ya hubiera terminado este libro. Pensar desde el fin me hace actuar como si todo lo que querría crear ya estuviera aquí. Mi credo es el siguiente: imaginar que soy y seré, una imagen que siempre me acompaña. No termino un libro por una fuerte voluntad de hacerlo. Eso significaría creer que soy yo, el cuerpo llamado Wayne Dyer, quien está haciendo todo esto, mientras que mi imaginación no tiene limitaciones físicas ni se llama Wayne Dyer.

Mi imaginación es el «de tal palo, tal astilla» de mi intención. Me proporciona lo que necesito, permite que me siente aquí a escribir, guía mi mano y la pluma y rellena todos los espacios en blanco. Yo, Wayne Dyer, no estoy haciendo realidad este libro con mi voluntad. La imagen que tengo de él es tan clara y precisa que se manifiesta sin más. En la Antigüedad, un ser divino llamado Hermes Trismegisto escribió lo siguiente:

Lo que és es manifiesto;
lo que ha sido o será, no es manifiesto,
mas tampoco muerto,
pues el alma, eterna actividad de Dios,
todo lo anima.

Son palabras significativas sobre las que reflexionar al pensar en volverse a conectar a la intención y adquirir la fuerza para crear cualquier cosa que tengas en tu imaginación. Tú, tu cuerpo y tu ego no tienen intención, no crean, no dan vida a nada. Deja tu ego a un lado. Por supuesto, debes tener un objetivo en la vida y gran determinación, pero libérate de la ilusión de que eres tú quien va a manifestar los deseos de tu corazón mediante la fuerza de voluntad. Quiero que te concentres en tu imaginación mientras lees este libro y que consideres todos los objetivos y actividades que te has propuesto como funciones de tu imaginación, que te guiará, alentará e incluso te empujará en la dirección que la intención tenía destinada para ti cuando aún te encontrabas en estado no manifiesto. Lo que buscas es una correspondencia entre las vibraciones de tu imaginación y la Fuente de toda la Creación. Tu imaginación te concede el extraordinario lujo de pensar desde el fin.

No hay manera de parar a quien puede pensar desde el fin. Creas los medios y superas las limitaciones relacionadas con tus deseos.

Con la imaginación, reflexiona sobre el fin, confiando plenamente en que está aquí, en el mundo material y que puedes utilizar los elementos de la Fuente omnicreadora para hacerlo tangible. Como la Fuente de todas las cosas actúa con gentileza y con sus seductoras siete caras podrás utilizar este método y sólo este método para contribuir a la creación de cuanto se había dispuesto que fueras. Mantente indiferente ante las dudas y la llamada de tu voluntad. Ten la certeza de que confiando continuamente en tu imaginación, se materializarán tus suposiciones.

Volver a conectarse con la intención supone expresar las siete caras de las que se vale la Fuente omnicreadora para manifestar lo no manifiesto. Si la imaginación trabaja para Dios, no cabe duda de que también trabaja para ti. Dios lo imagina todo y lo hace realidad mediante la imaginación. Esta es también tu nueva estrategia.

Aplicar las siete caras a la conexión con la intención

Tras haber dedicado la mayor parte de mi vida al desarrollo humano, la pregunta que me plantean con más frecuencia es la siguiente; «¿Qué tengo que hacer para conseguir lo que deseo?». En este momento de mí vida, aquí sentado escribiendo este libro, la respuesta es: si llegas a ser lo que piensas y lo que piensas es conseguir lo que quieres, continuarás en un estado de carencia. De modo que la respuesta a qué hacer para conseguir lo que deseas consiste en reformular la pregunta: «¿Qué tengo que hacer para conseguirlo que tengo intención de crear?».

La respuesta a esta pregunta aparece en las siguientes páginas de este capítulo, pero ahora puedo dar una respuesta breve: consigues lo que tienes intención de crear estando en armonía con la fuerza de la intención, responsable de toda la creación. Iguálate con la intención y contribuirás a crear cuanto contemplas. Cuando llegas a ser uno con la intención, trasciendes la mente orientada por el ego y te conviertes en la mente universal que todo lo crea. Dice John Randolph Price en A Spiritual Phtlosophy for íhe New World [Una filosofía espiritual para el Nuevo Mundo]: «Hasta que no trasciendas el ego, no podrás sino contribuir a la locura del mundo. Deberías alegrarte con estas palabras en lugar de desesperarte, porque te quita un peso de encima».

Empieza a quitarte de encima el peso del ego y vuelve a conectarte con la intención, Cuando renuncies al ego y regreses a aquello de lo que emanaste en origen, empezarás a ver inmediatamente que la fuerza de la intención trabaja contigo, y para y por mediación de ti, de múltiples maneras. Vamos a revisar las siete caras para ayudarte a que empiecen a formar parte de tu vida.

orn11. Sé creativo. Ser creativo significa confiar en tu propósito y tener una actitud de firme determinación en tus actividades y pensamientos cotidianos. Seguir siendo creativo significa dar forma a tus intenciones personales. Una manera de empezar a darles íorma consiste en ponerlas por escrito, literalmente. Por ejemplo, en la habitación en la que escribo aquí, en Maui, he apuntado mis intenciones, y he aquí unas cuantas que tengo delante todos los días mientras trabajo:
• Mi intención es que todas mis actividades estén dirigidas por el Espíritu.
• Mi intención es amar e irradiar mi amor hacia lo que escribo y hacia cualquiera que lea estas palabras.
• Mí intención es confiar en lo que pasa a través de mí y ser vehículo del Espíritu, sin juzgar nada.
• Mi intención es reconocer el Espíritu como mi Fuente y distanciarme de mi ego.
• Mi intención es hacer cuanto pueda para elevar la consciencia colectiva con el fin de mantener una relación más estrecha con el Espíritu de la suprema fuerza de la intención.

Para expresar tu creatividad y llevar tus intenciones al mundo de lo manifiesto te recomiendo que practiques el japa una técnica que aparece en los antiguos Vedas, La meditación japa consiste en repetir el sonido de los nombres de Dios al tiempo que te concentras en lo que tienes intención de manifestar. Repetir el sonido del nombre de Dios mientras buscas lo que quieres genera energía creativa para manifestar tus deseos. Y tus deseos son el movimiento de la mente universal en tu interior. Quizá no te convenza la viabilidad de semejante tarea.

Pues bien; te pido que te abras a la idea del japa como expresión de tu vínculo creativo con la intención. No voy a describir el método en profundidad porque he escrito un librito al que acompaña un CD titulado Getting in the Gap; Making Conscious Contact with God Through Meditation [Introducirse en el vacío.

Establecer contacto consciente con Dios mediante la meditación). De momento, basta con saber que considero esenciales la meditación y la práctica del japa para reajustarte a la fuerza de la intención. Esa fuerza es la Creación, y debes encontrarte en tu propio estado de creatividad para colaborar con ella. La meditación y el japa son métodos infalibles para conseguirlo,

orn12. Sé bondadoso. Uno de los atributos fundamentales de la suprema fuerza creadora es la bondad. Todo lo que se manifiesta llega aquí para crecer. Ha de ser una fuerza bondadosa la que desee que cuanto crea crezca y se multiplique.

En otro caso, todo lo creado sería destruido por la misma fuerza que lo creó.Para volver a conectarte a la intención, tienes que estar en la misma onda de bondad que la intención misma. Haz un esfuerzo por vivir con bondad y alegría.

Es una energía mucho más alta que la tristeza o la maldad y posibilita la manifestación de tus deseos. Recibimos cuando damos, y mediante actos de bondad hacia los demás se fortalece nuestro sistema inmunológico e incluso aumentan los niveles de serotonina.

Los pensamientos de baja energía que nos debilitan entran en la categoría de la vergüenza, la ira, el odio, la censura y el miedo. Cada uno de estos pensamientos nos debilita y nos impide atraer lo que deseamos a nuestra vida. Si nos convertimos en lo que pensamos y lo que pensamos es que el mundo anda mal y en lo enfadados, avergonzados y temerosos que nos sentimos, lógicamente actuaremos con esos pensamientos desagradables y nos convertiremos en lo que pensamos. Cuando piensas, sientes y actúas bondadosamente, tienes la oportunidad de ser como la fuerza de la intención.

Cuando piensas y actúas de otro modo, dejas el campo de la intención y te sientes engañado por el Espíritu omnicreador de la intención.

• La bondad para contigo mismo. Piensa en ti mísmo en los siguientes términos: existe una inteligencia universal que subsiste en la naturaleza inherente a todas y cada una de sus manifestaciones. Tú eres una de esas manifestaciones. Eres una parte de esa inteligencia universal, un trozo de Dios, por así decirlo. Sé bueno con Dios, pues todo lo creado por Dios es bueno. Sé bueno contigo mismo, Tú eres Dios manifiesto, razón suficiente para tratarte a ti mismo con bondad. Recuerda que quieres ser bondadoso contigo mísmo en todas las decisiones que tomes en tu vida cotidiana.

Trátate con bondad cuando comas, cuando hagas ejercicio, cuando juegues, trabajes, ames y todo lo demás. Tratarte con bondad acelerará tu capacidad para conectarte a la intención.

• La bondad para con los demás. Un principio básico para funcionar y ser feliz, además de conseguir la ayuda de los demás para lograr cuanto deseas atraer, consiste en que la gente quiera ayudarte y hacer cosas por ti. Cuando eres bondadoso con los demás, recibes bondad a cambio. Un jefe poco bondadoso consigue escasa cooperación de sus empleados.

No ser bondadoso con los niños los incita a hacer otro tanto en lugar de echarte una mano. La bondad que se da es la que se recibe. Si deseas conectarte a la intención y cumplir todos los objetivos de tu vida, vas a necesitar la ayuda de un montón de personas. Al practicar una bondad extensible en todas partes encontrarás un apoyo que se mostrará de formas que no habías previsto.

Esta idea de la bondad extensible adquiere especial importancia cuando tratas con personas indefensas, ancianas, con problemas mentales, pobres, discapacitadas, etcétera. Estas personas forman parte de la perfección de Dios. También ellas tienen un propósito divino, y como todos estamos conectados entre nosotros por el Espíritu, su propósito e intención también están conectados contigo, A continuación contaré una breve historia que os llegará al corazón. Da a entender que quienes son incapaces de cuidar de sí mismos quizá hayan venido aquí para enseñarnos algo sobre la perfección de la intención. Léela y comprende que esta clase de pensamientos, de sentimientos y comportamientos te permiten conectar con la intención en una correspondencia de su bondad con la tuya: En Brooklyn, Nueva York, hay una escuela, Chush, que se encarga de niños con discapacidades de aprendizaje. Algunos niños permanecen en Chush durante toda la etapa escolar, mientras que otros pueden pasar a colegios convencionales. En una cena con el fin de recaudar fondos para el colegio, el padre de uno de los niños pronunció un discurso que los asistentes nunca olvidarán. Tras ensalzar al colegia y a su entregado profesorado, exclamó: «¿Dónde está la perfección en mi hijo, Shaya? Dios lo hace todo con perfección, pero mi hijo no puede entender las cosas como los demás niños. Mi hijo no puede recordar datos y números como hacen los demás. ¿Dónde está la perfección de Dios?». El público se quedó asombrado, apenado por la angustia del padre y mudo ante la desgarradora pregunta. «Yo creo que cuando Dios trae al mundo un niño como éste, la perfección que busca está en la forma de reaccionar de la gente ante el niño- se contestó el padre. Después contó la siguiente historia sobre su hijo Shaya.

Una tarde Shaya y su padre pasaban por un parque en el que estaban jugando al béisbol unos chicos que Shaya conocía. El niño preguntó; «¿Crees que me dejarán jugar?». El padre sabía que Shaya no tenia aptitudes para el deporte, y que la mayoría de los chicos no iban a quererlo en su equipo, pero también comprendió que si admitían a su hijo en el partido se sentiría aceptado. Se acercó a uno de los chicos que estaban en el campo y le preguntó si podía jugar Shaya. El chico miró a todos, buscando apoyo en sus compañeros. Como nadie le hizo caso, lo decidió él solo y dijo: «Vamos perdiendo por seis carreras, y el partido está en la octava entrada. Supongo que puede venir con nuestro equipo, e intentaremos ponerlo a batear en la novena entrada».

El padre de Shaya se quedó extasiado al ver la radiante sonrisa de Shaya, Al chico le dijeron que se pusiera un guante y que fuera a jugar de centro campista. Al final de la octava entrada el equipo de Shaya se apuntó varias carreras pero aún perdía por tres. En la segunda de la novena volvió a marcar el equipo de Shaya, y, con dos fuera, las bases cargadas y la carrera potencialmente ganadora en base, Shaya tenía que salir a jugar. Dejaría el equipo que Shaya bateara en tal situación y perder así la posibilidad de ganar el partido?

Sorpresa: a Shaya le dieron el bate. Todos sabían que era prácticamente imposible, porque ni siquiera sabía sujetar el bate como es debido, y mucho menos golpear. Sin embargo, Shaya fue hasta la base del bateador y el lanzador avanzó unos pasos para lanzarla pelota con suavidad para que Shaya al menos pudiera tocarla. Llegó el primer lanzamiento; Shaya blandió el bate torpemente y falló. Uno de sus compañeros de equipo se acercó a él y entre los dos sujetaron el bate a la espera del siguiente lanzamiento. El lanzador volvió a adelantarse unos pasos para disparar con suavidad. Cuando llegaba la pelota, Shaya y su compañero de equipo balancearon el bate y juntos devolvieron una pelota lenta al lanzador. El chico recogió el tiro y fácilmente podría haber lanzado la pelota al jugador de primera base. Shaya habría quedado fuera y habría acabado el partido. Pero el lanzador cogió la pelota y la disparó describiendo un alto arco, muy lejos del alcance del jugador de primera base. Todos se pusieron a gritar: «¡Corre a la primera, Shaya! ¡Corre a la primera!». Shaya no había hecho semejante cosa en toda su vida.

Correteó por la línea de saque con los ojos como platos, asustado. Cuando llegó a la primera base el extremo derecha tenía la pelota. Podría haberla lanzado al jugador de la segunda base, que habría cogido a Shaya, que seguía corriendo. Pero el extremo derecha comprendió las intenciones del lanzador y lanzó muy por encima de la cabeza del jugador de tercera base. Todos gritaron: «Corre a la segunda!». Shaya se dirigió a la segunda mientras los corredores que iban delante de él daban vueltas como locos en dirección a la meta. Cuando Shaya alcanzó la segunda, el parador contrario corrió hacia él en dirección a la tercera base y gritó: «¡Corre a la tercera!». Mientras Shaya daba la vuelta a la tercera, los chicos de los dos equipos chillaron: «¡Corre a la base de meta!». Shaya entró en la base de meta, y los dieciocho chicos lo llevaron a hombros, todo un héroe, como si fuera un auténtico «barrebases» que había hecho ganar a su equipo. «Ese día los dieciocho chicos alcanzaron el nivel de la perfección de Dios», concluyó el padre mientras las lágrimas le corrían por las mejillas.

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