La ira es
una elección y un hábito. Es una reacción aprendida ante la
frustración y a resultas de la cual te comportas como preferirías no
hacerlo. De hecho, la ira profunda es una forma de locura. Se es
loco cuando no se puede controlar el propio comportamiento. Así
pues, cuando estás enfadado y pierdes el control, sufres una locura
temporal.
La ira no
tiene retribuciones ni compensaciones psicológicas. Tal como la
definimos aquí, la ira es debilitante. Físicamente puede producir
hipertensión, úlceras, urticaria, palpitaciones cardíacas, insomnio,
cansancio e incluso enfermedades cardíacas. Psicológicamente, la ira
acaba con las relaciones afectivas; interfiere con la comunicación;
conduce a la culpabilidad y la depresión y en general interfiere con
tu vida. Quizá te sientas escéptico ante esto, puesto que siempre
has oído decir que es más sano expresar la ira que guardarla
embotellada dentro de ti. Sí, realmente la expresión de tu ira es
más saludable que su represión. Pero existe una postura aún más
sana: no sentir esa ira en absoluto. En este caso, no tendrás que
enfrentarte con el dilema de si será mejor echarla fuera o guardarla
adentro
Como
todas las emociones, la ira es un resultante del pensamiento. No es
algo que simplemente te sucede. Cuando te enfrentas con
circunstancias que no van por donde tú quisieras que vayan, te dices
a ti mismo que las cosas no deberían ser así (frustración) y
entonces eliges la acostumbrada reacción de enfado que sirve a un
propósito. (Véase la sección de retribuciones más adelante en este
mismo capítulo.) Y mientras aceptes la ira como parte de lo que
significa ser un ser humano, tendrás razón en aceptarla y en evitar
ocuparte de su eliminación.
Sin la menor
duda, desfoga tu ira, desahógate, déjala salir en formas que no sean
destructivas (si sigues decidido a conservarla). Pero empieza a
pensar en ti mismo como en alguien que puede aprender a pensar de
manera diferente cuando se siente frustrado, de modo que la ira
inmovilizante pueda ser reemplazada por emociones más gratificantes
y positivas. Lo más posible es que seguirás sintiendo rabia,
irritación y desilusión, ya que el mundo no será nunca como tú
quieres que sea. Pero la ira, esa respuesta emocional tan
perjudicial, puede ser eliminada.
Es
posible que defiendas el caso de la ira porque te sirve para
conseguir lo que quieres. Bueno, observa la cosa con un poco más de
atención. Si lo que quieres decir es que si levantas la voz o pones
cara de furia te ayudará a evitar que tu hija de dos años juegue en
la calle donde puede hacerse daño, entonces levantar la voz es una
estrategia excelente. Sólo se convierte en ira cuando te sientes
realmente perturbado, cuando te acaloras y aumentan las pulsaciones
de tu corazón, cuando arrojas objetos y quedas inmovilizado en
general por un tiempo, cualquiera que sea.
No dejes de
seleccionar estrategias personales que reforzarán el comportamiento
apropiado, pero no aceptes todo el dolor interno que esto puede
significar. Puedes aprender a pensar de esta manera: "El
comportamiento de la niña es peligroso para ella. Quiero hacerla ver
que no se tolerará que juegue en la calle. Levantaré la voz para
demostrarle la fuerza de mis sentimientos al respecto. Pero no me
enfadaré".
Considera
a una madre típica que no puede realizar este despliegue controlado
de enfado. Se siente constantemente molesta por el mal
comportamiento reiterado de sus hijos. Pareciera como que mientras
más se molesta ella, peor se portan ellos. Los castiga; los manda a
su habitación; grita constantemente y está casi siempre en estado de
irritación, como "en pie de guerra", cuando trata con sus hijos. Su
vida como madre es una batalla. Lo único que sabe es gritar y por
las noches se siente destrozada emocionalmente, agotada al cabo de
un día en el campo de batalla.
Entonces
¿por qué se portan así los niños cuando saben cómo va a reaccionar
mamá? Porque la ironía de la ira es que nunca logra cambiar a los
demás: sólo consigue intensificar el deseo de la otra persona de
controlar a la persona enfadada. Escucha lo que dirían los niños de
quienes ahora hablamos si pudieran formular sus motivos para
portarse mal.
"¿Ves lo
que hace enfurecer a mamá? No tienes más que decir esto, o hacer
esto otro, y podrás controlarla haciendo que le de uno de sus
ataques. Puede que te tengas que quedar encerrado en tu habitación
unas horas o unos momentos, ¡pero mira lo que consigues! ¡El total
dominio emocional de su persona y a precio tan bajo! Ya que tenemos
tan poco poder sobre ella, hagamos esto más a menudo y veremos cómo
se enloquece con nuestro comportamiento."
La ira,
cuando se usa en cualquier tipo de relación, impulsa a la otra
persona a que siga actuando como lo ha hecho hasta ahora. Si bien el
provocador aparenta estar asustado, por otro lado sabe muy bien que
puede enfadar a la otra persona cuando quiera, y de esa manera
ejercer sobre ella el mismo tipo de autoridad vengativa que cree
tener el iracundo.
Cada vez
que eliges enfadarte debido al comportamiento de otra persona, la
estás privando de su derecho de ser lo que ella escoja. Dentro de tu
cabeza está la frase neurótica: "Por qué no eres más parecido a mí?
Entonces te
querría y me gustarías en vez de enfadarme". Pero los demás no serán
nunca como tú quieres que sean, todo el tiempo por lo menos. Gran
parte del tiempo las cosas y la gente serán distintas a lo que tú
quisieras que fueran. Así es el mundo. Y la posibilidad de cambiarlo
es nula. De modo que cada vez que optas por la rabia cuando te
enfrentas con alguien o con algo que no te gusta, optas a la vez por
dejarte herir o inmovilizarte de alguna manera por culpa de la
realidad. Ahora bien, eso es una tontería.
Molestarte por
cosas que no van a cambiar nunca. En vez de escoger la ira, puedes
empezar a pensar en los demás como en seres que tienen derecho a ser
diferentes a lo que tú quisieras que fueran. Puede que no te guste
que así sea, pero no tienes por qué enfadarte por ello. La ira sólo
los alentará a seguir siendo como son y te provocará todas las
tensiones físicas y las torturas mentales que describimos antes. La
elección está en tus manos realmente. La ira o un nuevo enfoque que
te ayude a eliminar la necesidad de la ira.
Quizá te
ves a ti mismo en el campo contrario, esto es, alguien que siente
mucha rabia, pero que nunca ha tenido el valor de expresarla. Te la
guardas y nunca dices nada, trabajándote esas dolorosas úlceras y
viviendo tus momentos presentes con gran cantidad de ansiedad. En
realidad no eres la otra cara de la persona que chilla y despotrica.
Tienes las mismas frases en tu cabeza respecto a la gente y las
cosas, que deberían ser como tú quieres. Si lo fueran, ése es tu
razonamiento, no sentirías rabia, no te enfadarías. Ésta es una
lógica equivocada y el secreto para deshacerte de tus tensiones
radica en destruirla. Aunque quieras aprender a expresar tu furia
contenida en vez de guardártela, la meta final debe ser aprender a
pensar en forma diferente para no crear esa furia. Pensamientos
internos como éste: "Si él quiere hacer el tonto, yo no voy a elegir
molestarme por ello. Es él, no yo, el que se comporta de esa manera
estúpida". O, "Las cosas no funcionan como yo creo que deberían
hacerlo. Y aunque no me gusta, no voy a dejarme inmovilizar por
ello". Aprender a expresar tu ira con valentía por medio de nuevas
formas de comportamiento como las que hemos tratado en este libro,
será un buen primer paso. Luego, pensar de forma diferente que te
ayude a trasladarte del compartimento externo de tu salud mental al
interno. El rehusar apoderarte del comportamiento de cualquier otra
persona es el último paso, el objetivo final. Puedes aprender a
evitar que el comportamiento y las ideas de otra gente tengan el
poder de perturbarte y molestarte.
Al tener
una buena opinión de ti mismo y negarte a que te controlen los
demás, no te perjudicará ni lastimará la ira.
LA POSESIÓN DEL SENTIDO DEL HUMOR
Es
imposible enfadarse y reírse al mismo tiempo. La rabia y la risa se
excluyen mutuamente y tú tienes el poder suficiente como para
escoger cualesquiera de las dos.
La risa
es el rayo de sol del alma. Y sin sol nada puede crecer ni vivir.
Como dijo Winston Churchill:
Creo
firmemente que no se puede tratar con las cosas más serias de este
mundo a menos que uno comprenda las más divertidas.
Quizá te
tomes la vida demasiado en serio. Tal vez la característica más
acusada de la gente sana es un sentido del humor sin hostilidad. Un
excelente remedio para la ira es ayudar a los demás a elegir la risa
y aprender uno mismo a echarse para atrás y observar la
incongruencia de casi todas las situaciones de la vida.
Dentro del
esquema de las cosas de este mundo, lo que tú haces y el hecho de
que estés enfadado o no, provocará un impacto similar al que puede
producir un vaso de agua volcado sobre el torrente de las cataratas
del Niágara. Que escojas la rabia o la risa no importa mucho, salvo
que la primera colmará tus momentos presentes de tristeza y la
segunda de alegría.
Tan en
serio te tomas a ti mismo y a la vida que no puedes echarte atrás y
darte cuenta de lo absurdo que es tomar algo de forma tan solemne?
No reirse es
un indicativo patológico. Cuando empieces a ponerte demasiado serio
y sensato en lo que a ti respecta o en lo que haces, recuérdate a ti
mismo que no tienes más tiempo que éste. ¿Qué sacas con desperdiciar
tu presente estando enfadado cuando la risa sienta tan bien?
Hay que
reírse por el mero placer de la risa. Es en sí misma su propia
justificación. No tienes que tener ningún motivo especial para
reírte.
Hazlo
simplemente. Obsérvate a ti mismo y a los demás en este mundo
insensato y decide entonces si andarás por ahí cargado de ira o si
desarrollarás más bien un sentido de humor que te otorgará uno de
los dones más valiosos que existen: la risa. Sienta tan bien.
ALGUNAS DE LAS CAUSAS MAS COMUNES DE LA IRA
Es
posible ver la ira funcionando todo el tiempo. Por todas partes se
ven ejemplos de gente experimentando diversos grados de inmovilidad,
desde una pequeña molestia hasta la furia ciega. Es el cáncer,
aunque aprendido, que se introduce en medio de las interacciones
humanas. A continuación, he aquí algunos de los casos más comunes de
ira, es decir de ocasiones en que la gente escoge la ira.
La ira
en el coche. Los conductores le gritan a los demás motoristas por
casi todo. El comportamiento de acelerador de pulso ocurre cuando
otra persona va demasiado rápido, demasiado lento, no hace señales,
señala equivocadamente, cambia de carriles o comete cualquier
equivocación. Como conductor puedes llegar a experimentar gran
cantidad de rabia e inmovilidad emocional por las cosas que te dices
a ti mismo de la manera como los demás deberían conducir. Igualmente
las congestiones de tráfico son como señales claves para los ataques
de furia y hostilidad. Los conductores les chillan a los pasajeros y
se expresan con palabrotas respecto a las causas del atasco. Todo
este comportamiento es consecuencia de un solo pensamiento:
"Esto no
debería estar sucediendo; y porque sucede, yo me voy a molestar e
incitaré a los demás a escoger también la infelicidad".
- La ira
en los juegos competitivos. El bridge, el tenis, la canasta, el
póquer y una variedad de otros juegos son grandes provocadores de
ira.
La gente se
enfada con sus compañeros o con sus contrincantes por no hacer las
cosas bien o por infracciones a las reglas del juego. Pueden llegar
a tirar al suelo una raqueta de tenis porque cometieron un error. Y
aunque gritar y patalear y tirar el equipo por los aires es más sano
que gritarle o pegarle a los demás, es igualmente una barrera de
contención para la plenitud de goce y realización de tu momento
presente.
- Ira
ante lo fuera de lugar. Mucha gente siente rabia contra un individuo
o un suceso que considera fuera de lugar. Por ejemplo, un conductor
de coche en una carretera o calle puede decidir que un ciclista o
peatón no debería estar allí y tratar de echarlo fuera. Este tipo de
ira puede ser sumamente peligrosa. Muchos de los denominados
accidentes resultan en realidad de este tipo de incidentes en los
que la furia incontrolada ha tenido efectos desastrosos.
- Ira ante los
impuestos. Por más cantidad de ira que se malgaste en rabiar contra
los impuestos, nadie podrá cambiar las leyes de nuestro país pero la
gente sigue rabiando igual porque los impuestos no son como ellos
quisieran que fueran.
- Ira
debida a la lentitud de los demás. Si esperas que los demás
funcionen según tu horario, optarás por enfadarte cuando no lo hagan
y justificarás tu inmovilización con "Tengo derecho a enfadarme.
Hace media hora que me tiene esperando".
- Ira por
el desorden o desorganización de los demás. A pesar del hecho de que
tu rabia alentará a los demás a comportarse de la misma manera,
posiblemente persistirá tu actitud de escoger la ira.
Ira
contra los objetos inanimados. Reaccionar con un grito de rabia
porque te golpeas la espinilla o porque te das en el dedo con un
martillo puede ser terapéutico, pero sentir realmente furia y
atravesar la puerta de un puñetazo no es sólo inútil sino que
también puede ser muy doloroso
- Ira
debida a algún objeto perdido. Por más que rabies, la rabia no
logrará recuperar tu llave o tu monedero, y probablemente evitará
que organices una búsqueda eficiente
- Ira
ante sucesos mundiales que están fuera de tu control. Quizá no estés
de acuerdo con la política del gobierno, con las relaciones
exteriores, o la economía pero tu ira y la consiguiente
inmovilización no cambiarán nada.
LOS MUCHOS ROSTROS DE LA IRA
Ahora que
has visto algunas de las ocasiones en las que puedes escoger la ira,
miremos algunas de las formas que toma la ira.
La
agresión verbal o el ridiculizar a tu cónyuge, hijos, seres queridos
o amigos.
-
Violencia física, pegar, patear, golpear objetos o gente. Este
comportamiento cuando es llevado a máximo extremo conduce a los
crímenes de violencia que se cometen casi siempre bajo la influencia
de una rabia inmovilizante. No se cometen crímenes y asaltos a menos
que se descontrolen las emociones y la ira produzca una locura
temporal. Puede resultar peligroso creer que la ira es normal o
suscribirse a las escuelas psicológicas que impulsan a tomar
contacto con la rabia y a desahogarse dejándola salir. Igualmente,
la televisión, el cine y los libros que vulgarizan la ira y la
violencia y las presentan como comportamientos normales perjudican
tanto al individuo como a la sociedad.
- Decir
cosas como "Él me enfurece" o "realmente tú me das mucha rabia,". En
estos casos, tú optas por permitir que el comportamiento de otra
persona te haga infeliz.
- Usar
frases como "lo mato", "lo deshago" o "hay que destruir a la
oposición". Puede que pienses que ésos son sólo decires,
expresiones, pero en realidad lo que hacen es alentar la violencia y
la ira y hacerla aceptable hasta en una competición amistosa.
-
Pataletas de rabia. Ésta no es sólo una manera muy común de expresar
la ira sino que a menudo sirve para que el rabioso consiga lo que
quiere.
- El
sarcasmo, el ridículo y el tratamiento del silencio. Estas
expresiones de ira pueden ser tan perjudiciales y dañinas como la
violencia física.
Si bien
la lista de los posibles comportamientos iracundos podría seguir
eternamente, los ejemplos que acabamos de citar son algunos de los
más usuales cuando la ira aflora en esta zona errónea.
EL SISTEMA DE
RETRIBUCIONES QUE TÚ HAS CONSTRUIDO PARA ESCOGER LA IRA
A fin de
aplacar tu mal genio, lo más efectivo es empezar a percibir las
razones que se tienen para usarlo. He aquí algunas de las
motivaciones psicológicas para mantener en funcionamiento ese mal
genio:
- Cuando
se te hace difícil controlarte, te sientes frustrado o derrotado, te
es posible usar la rabia para trasladar la responsabilidad de lo que
sientes a otra persona u otro suceso en vez de dominar tus propios
sentimientos.
- Puedes
utilizar la ira para manipular a los que te tienen miedo.
Esto es
especialmente efectivo con los que son más jóvenes o más pequeños,
física o psicológicamente.
- Los
accesos de ira atraen la atención de los demás y así logras sentirte
importante y poderoso.
- La ira
es una excusa muy cómoda. Puedes volverte loco -temporalmente- y
luego disculparte diciendo: "No pude evitarlo,". Así puedes exonerar
tu comportamiento con una lógica de descontrol.
Consigues lo que quieres porque los demás prefieren aplacarte que
tener que tolerar tus rabietas y ataques de ira.
- Si le
tienes miedo al amor o a la intimidad, puedes enfadarte por algo y
evitar de ese modo el riesgo de compartir algo emocionalmente.
Puedes
manipular a los demás por medio de la culpa haciendo que se
pregunten: "¿Qué hice yo para que se enfade de esta manera?,. Cuando
los demás se sienten culpables, tú eres poderoso.
- Puedes
bloquear la comunicación cuando te sientes amenazado porque alguien
es más hábil que tú. Usas la rabia para evitar el riesgo de quedar
en inferioridad de condiciones.
- No
tienes que ocuparte de ti mismo cuando estás enfadado. De ese modo
puedes usar tus momentos presentes de una manera muy fácil al estar
furioso y evitar hacer lo que sea necesario para mejorarte a ti
mismo.
Utilizas la
ira para desahogarte.
- Puedes
sumirte en una profunda compasión de ti mismo después de un ataque
de rabia, compadecerte de ti mismo porque nadie te comprende.
- Puedes
evitar pensar con lucidez por el mero hecho de enfadarte.
Todo el mundo
sabe que no puedes pensar claramente en esos momentos. Así que ¿por
qué no echar mano de la vieja ira cuando quieres evitar el pensar
con rectitud y claridad?
- Puedes
usarla como excusa por un fracaso o por tu falta de capacidad.
Incluso puedes llegar a evitar que los demás te ganen debido al
miedo que inspiran tus accesos de mal humor.
- Puedes
utilizar la rabia como excusa diciendo que la necesitas para poder
realizar algún trabajo específico, pero en realidad la ira es un
comportamiento inmovilizador y no ayuda a trabajar bien.
- Al
decir que la ira es humana, tienes a mano la justificación para tu
comportamiento: "Yo soy un ser humano y así funcionan los seres
humanos".
ALGUNOS PROYECTOS QUE PUEDEN SERVIR PARA REEMPLAZAR LA IRA
La ira se
puede eliminar. Para ello es necesario pensar de distinta manera y
se puede lograr ocupándose de un solo momento presente a la vez.
Cuando te
tienes que enfrentar con gentes o hechos que provocan tu ira o te
instan a escoger la ira, ten conciencia de lo que te dices a ti
mismo, y entonces trata de elaborar frases nuevas que provocarán
nuevas sensaciones y un comportamiento más productivo. He aquí
algunas estrategias específicas para combatir la ira.
- Lo
primero y más importante es tomar contacto con tus propios
pensamientos en el momento mismo en que te enfadas; entonces debes
recordar que no tienes que actuar así simplemente porque siempre lo
has hecho. Lo más importante es estar alerta al respecto. -
Tratar de postergar la ira. Si tu reacción normal ante algo es de
enfadarte, trata de postergar esa ira durante quince segundos y
luego explota como sueles hacerlo. La próxima vez trata de
postergarla treinta segundos y sigue alargando los intervalos.
Cuando empieces a ver que puedes postergar la ira, te darás cuenta
que has aprendido a controlarla.
Postergarla
significa controlarla y con mucha práctica la eliminarás por
completo.
- Cuando
tratas de utilizar la ira en forma constructiva para enseñarle algo
a un niño, prueba de hacer como si estuvieses enfadado.
Levanta la voz
y frunce el ceño, pero no sientas todo el dolor físico y psicológico
que acompaña a la ira.
- No
trates de engañarte a ti mismo diciéndote que disfrutas de algo que
en realidad te es desagradable. Algo puede desagradarte sin que por
ello te tengas que enfadar.
- Trata
de acordarte en el momento en que te enfades que los demás tienen
derecho a ser lo que escogen ser, que tu exigencia de que sean
diferentes sólo logra prolongar tu ira. Trabaja para lograr
permitirle a los demás el derecho a sus propias elecciones así como
insiste en tu propio derecho a la libre elección.
- Pídele
a alguna persona de confianza que te ayude. Pídele que te avise
cuando estés enfadado ya sea verbalmente o con alguna señal
convenida. Cuando recibas esta señal piensa en lo que estás haciendo
y luego prueba de usar la estrategia de la postergación.
- Escribe
un diario de tu comportamiento iracundo y apunta exactamente el día,
hora y lugar del incidente en el que escogiste enfadarte. Sé muy
exacto y cumplido en tus anotaciones; oblígate a apuntar todas las
veces que has reaccionado con rabia. Pronto descubrirás, si
persistes, que el mero hecho de tener que anotar el incidente
servirá para persuadirte a escoger la ira con menos frecuencia.
- Trata
de estar cerca físicamente de algún ser querido en el momento en que
sientas rabia. Una de las manera de neutralizar tu hostilidad es
cogerte de las manos de alguien, a pesar de tu inclinación en
contra, y sigue asido a esas manos hasta que hayas expresado lo que
sientes y disipado tu ira.
- Habla
con las personas que son los blancos más comunes de tu ira en un
momento en que no estés enfadado. Comparte con el otro las
actividades más provocadoras de ira, y proyecta alguna manera por
medio de la cual puedes comunicar tus sentimientos sin tener que
recurrir a un comportamiento debilitante como es el de la ira.
Quizás una notita por escrito, un mensaje o una caminata para
serenarse podrían dar resultado si antes se llega a un acuerdo al
respecto, de modo que no sigan maltratándose mutuamente con
exabruptos de ira que no tienen sentido. Al cabo de unos cuantos
paseos para serenarte, empezarás a ver lo insensato que es dejarse
llevar por el mal genio.
- Aplaca
tu ira durante los primeros segundos clasificando lo que sientes y
lo que crees que siente tu compañero también. Los primeros diez
segundos son cruciales. Si logras sobrepasarlos verás a menudo que
la rabia se ha desvanecido por sí sola.
- Ten
conciencia de que todas las cosas en las que crees serán
desaprobadas por el cincuenta por ciento de la gente el cincuenta
por ciento del tiempo. Si esperas que gran parte de la gente esté en
desacuerdo contigo, verás que no escoges la ira. En cambio te dirás
a ti mismo que el mundo es justo y recto porque la gente no está de
acuerdo con todo lo que tú dices, piensas y haces.
Ten
conciencia de que si bien la expresión de la ira es una alternativa
saludable a guardarse ese sentimiento en el interior, no sentirla en
absoluto es la opción más saludable de todas. Cuando dejes de pensar
que la ira es algo natural o típicamente humano, habrás adquirido
una razón interna para tratar de eliminarla.
- Trata
de no esperar demasiado de los demás. Cuando dejas de tener
expectativas, dejas de esperar lo que muy bien puede ser imposible y
dejas de enfadarte si no lo consigues.
-
Recuerda que los niños son siempre activos y bulliciosos y que no
sacarás nada enfadándote. Y si puedes ayudar a que los niños hagan
elecciones constructivas en otras áreas, no podrás nunca alterar su
naturaleza básica.
- Anímate
a ti mismo. Si lo haces, no te sobrecargarás de un sentimiento que
resulta tan destructivo para tu persona.
- Cuando
te encuentres en una congestión de tráfico, controla el tiempo de
espera sin explotar. Trabaja para lograr controlarte. En vez de
gritarle a un pasajero, hazle una pregunta civilizada. Usa el tiempo
creativamente escribiendo una carta, una canción o para descubrir
formas de evadirte de la congestión de tráfico; o trata de revivir
la experiencia sexual más estimúlante de tu vida, o mejor aún,
proyecta mejorarla.
- En vez
de sentirte esclavizado por todas las circunstancias frustrantes,
usa esas mismas situaciones como un estímulo para cambiarlas.