Durante
toda nuestra vida, escuchamos los mensajes culturales de la
seguridad. Empiezan en la familia y luego los educadores los
refuerzan. El niño aprende a evitar todo lo que sea experimentación
y la sociedad le apoya en todo lo que pueda hacer para evitar lo
desconocido. No te pierdas.
Conoce las
respuestas apropiadas. Quédate con la gente como tú. Si todavía
sigues aferrado a estos incentivos de seguridad, piensa que ha
llegado el momento de liberarte de ellos. Desecha la idea de que no
puedes intentar nuevas y dudosas maneras de comportarte. Puedes si
eliges hacerlo. Empieza con la comprensión de los reflejos
condicionados que te sirven para evitar nuevas experiencias.
Apertura a las
nuevas experiencias
Si crees
totalmente en ti mismo, no habrá nada que esté fuera de tus
posibilidades. Toda la gama de la experiencia humana es tuya y
puedes disfrutarla si decides aventurarte en territorios que no te
ofrecen garantías. Piensa en las personas que son consideradas como
genios y que fueron espectacularmente eficientes y positivas durante
su vida. No eran personas que sólo podían hacer bien una cosa. No
eran de los que evitan lo desconocido. Benjamín Franklin, Ludwing
van Beethoven, Leonardo da Vinci, Jesucristo, Albert Einstein,
Galileo, Bertrand Russell, George Bernard Shaw, Winston Churchill,
estos y muchos como ellos fueron pioneros que se aventuraron en
nuevos e inciertos territorios.
Eran
personas como tú, apartadas de los demás mortales sólo porque
estaban dispuestos a atravesar áreas donde los demás no se atrevían
a poner el pie. Albert Schweitzer, otro hombre del renacimiento,
dijo una vez: "Nada de lo humano me es extraño". Puedes mirarte a ti
mismo con ojos nuevos y abrirte a nuevas experiencias que nunca
llegaste a pensar que podrían estar dentro de tus posibilidades como
ser humano, o puedes seguir haciendo las mismas cosas, de la misma
manera, hasta que te entierren. Es un hecho que los grandes hombres
no recuerdan a ningún otro, no hacen pensar en ningún otro, y su
grandeza generalmente es perceptible por la calidad de sus
exploraciones y por la temeridad con que exploraron lo desconocido.
El
abrirte a nuevas experiencias implica abandonar totalmente la noción
de que es mejor tolerar lo que nos es familiar que trabajar para
cambiarlo porque el cambio está cargado de inseguridades. Quizás
hayas adoptado la postura de que el ser (tú mismo) es frágil, y que
es fácil que se rompa si penetra en áreas en las que nunca ha estado
antes. Éste es uno de tantos mitos. Tienes la fuerza de un coloso.
No te vas a desmoronar o deshacer si te encuentras con algo nuevo.
De hecho tienes mejores posibilidades de evitar colapsos
psicológicos si eliminas parte de la rutina cotidiana de tu vida. El
aburrimiento es debilitante y malsano psicológicamente. Una vez que
pierdes interés en la vida no será difícil quebrantarte. No sufrirás
ese mitológico colapso nervioso si le agregas a tu vida el
condimento de la incertidumbre.
También
puede que hayas adoptado la mentalidad de "si es algo fuera de lo
común tengo que evitarlo,", que inhibe tu disponibilidad ante nuevas
experiencias. De ese modo, cuando ves a unos sordos usando su
lenguaje de señas para conversar, los mirarás con curiosidad pero no
tratarás de hablar con ellos. Igualmente, cuando te encuentras con
gente que habla un idioma extranjero, en vez de hacer lo posible y
tratar de comunicarte con ellos de alguna manera, lo más probable es
que te alejes de ellos y evites la gran incógnita que significa la
comunicación en un idioma que no es el tuyo. Hay un sinfín de
actividades y de gente que son consideradas tabú simplemente porque
se desconoce lo que son. Así, los homosexuales, los travestís, los
minusválidos, los retardados, los nudistas, están dentro de la
categoría de lo oscuro. Tú no estás muy seguro de cómo hay que
comportarse con ellos y por ello evitas su trato.
Quizá
también pienses que siempre tienes que tener una razón para hacer
algo; si no, ¿qué sentido tiene hacerlo? Puedes hacer cualquier cosa
simplemente porque quieres hacerla y por ningún otro motivo. No
necesitas tener un motivo o una razón para hacer lo que quieras
hacer. El buscar motivos para todo es el tipo de pensamiento que te
aleja de las experiencias nuevas y estimulantes. Cuando eras niño,
podías jugar con un saltamontes una hora entera sin más motivo que
tu placer. Podías subir un cerro o hacer una excursión por el
bosque. ¿Por qué? Porque querías hacerlo. Pero como eres una persona
adulta sientes que tienes que tener una buena razón para hacer las
cosas. Esta pasión por las razones evita que te abras y que crezcas.
Qué libertad da el saber que no tienes que justificarte ante nadie,
ni ante ti mismo, nunca más.
Emerson,
en su Diario el día 11 de abril de 1834, escribió la siguiente
observación:
Cuatro
serpientes deslizándose de arriba abajo por una cueva sin ningún
motivo aparente. No para comer. No para hacer el amor...
Deslizándose, simplemente.
Puedes
hacer cualquier cosa que quieras hacer porque lo deseas y por ningún
otro motivo. Esta manera de pensar te abrirá nuevas perspectivas de
experiencia y te ayudará a eliminar el miedo a lo desconocido que
puede ser la actitud que hayas adoptado hasta ahora como estilo de
vida.
Rigidez contra
espontaneidad
Observa
atentamente tu espontaneidad. ¿Puedes abrirte a algo nuevo o te
aferras con rigidez a tu comportamiento habitual? La espontaneidad
quiere decir ser capaz de ensayar cualquier cosa de repente, tomando
la decisión de hacerlo en un momento, simplemente porque es algo que
te gusta y de lo que puedes disfrutar. Puedes incluso descubrir que
no disfrutaste haciéndolo pero sí disfrutaste con el hecho de
probarlo. Es muy probable que te ataquen diciendo que eres un
irresponsable y un imprudente, pero, ¿ qué importa la opinión de los
demás si lo estás pasando maravillosamente bien descubriendo lo
desconocido? Hay mucha gente que por ocupar puestos importantes
encuentra que es muy difícil ser espontáneo. Viven su vida sometidos
a cánones rígidos sin fijarse en lo absurdas que son muchas de las
normas que respetan ciegamente. Los demócratas y los republicanos
apoyan las declaraciones de los líderes de sus partidos y votan por
los postulados del partido. Los miembros del gabinete que hablan
honesta y espontáneamente se convierten a menudo en ex miembros del
gabinete. Hay pautas oficiales para hablar y pensar y cualquier
pensamiento que se aleje de éstas no es bien recibido. Los hombres
que siempre dicen sí, no son hombres espontáneos. Sienten un
terrible miedo a lo desconocido. Se adaptan. Ellos hacen lo que se
les dice. Nunca discuten lo que se les dice sino que más bien se
aplican con rigidez a hacer lo que se espera de ellos.
¿Dónde estás
tú en esta dimensión? ¿Puedes ser tú mismo en esta área?
¿Puedes coger
con espontaneidad las avenidas que no siempre llevan a lo seguro?
La gente
rígida nunca crece. Tienen la tendencia de volver a hacer las cosas
de la misma manera que las han hecho siempre. Un colega mío que da
clases para maestros graduados a menudo les pregunta a los mayores,
los que han pasado treinta o más años dando clases en un aula: "¿Han
estado ustedes realmente enseñando durante treinta años o han estado
enseñando un año treinta veces?". ¿Y tú, querido lector, has vivido
realmente 10.000 o más días o has vivido un día 10.000 o más veces?
Ésta es una buena pregunta que te puedes hacer mientras trabajas
para conseguir una mayor espontaneidad en tu vida.
Los prejuicios
y la rigidez
La
rigidez es la base del prejuicio, que quiere decir prejuzgar. El
prejuicio se basa no tanto en lo que uno odia o le desagrada, ya
sean ideas, actividades o gente, sino en el hecho de que es más
fácil y más seguro quedarse con lo conocido. Esto es, con gente que
es como tú.
Pareciera que
tus prejuicios trabajaran a tu favor. Te mantienen alejado de gente,
cosas e ideas desconocidas, y además potencialmente perturbadoras.
En realidad trabajan en contra tuya al evitar que explores lo
desconocido. El ser espontáneo quiere decir que eliminas tus
prejuicios y que te permites a ti mismo conocer y tratar con gente e
ideas nuevas. Los prejuicios son válvulas de seguridad que sirven
para evitar las regiones oscuras o dudosas y para anular el
crecimiento. Si no confías en nadie que no te sea completamente
familiar es porque no tienes confianza en ti mismo cuando andas en
terreno desconocido.
La trampa de
"siempre hay que tener un plan"
La
espontaneidad planificada no existe. Son términos que se contradicen
entre sí. Todos conocemos a gente que va por la vida con un mapa de
carreteras y una lista, incapaces de modificar su vida ni en una
coma de su proyecto original. Hacer un proyecto no es necesariamente
una actitud malsana, pero enamorarse del proyecto es lo realmente
neurótico.
Puede que
tengas planeado lo que harás a los 25, 30, 40, 50, 70 años y así
sucesivamente, y entonces simplemente consultas a tu agenda para ver
dónde deberías estar, en vez de tomar una decisión cada día y creer
lo suficiente en ti mismo como para poder cambiar tus planes. No
permitas que los planes o el proyecto sean más importantes que tú
mismo.
Yo tenía
un paciente de veintitantos años llamado Henry. Sufría terriblemente
de la neurosis de hay que tener un plan y, en consecuencia, perdía
muchísimas oportunidades estimulantes y divertidas. A los veintidós
años, le ofrecieron un trabajo en otro estado. La idea del cambio le
aterrorizó. ¿Podría arreglárselas en Georgia? ¿ Dónde viviría? Y
¿qué pasaría con sus padres y sus amigos? El miedo a lo desconocido
inmovilizó literalmente a Henry, y rechazó lo que podía haber sido
una buena oportunidad de progresar haciendo un trabajo nuevo y
estimulante y de vivir en un sitio nuevo, para quedarse donde
estaba. Fue esta experiencia la que impulsó a Henry a venir a mi
consulta. Sintió que la rigidez con que se sujetaba al plan de vida
que se había hecho estaba anulando su crecimiento; sin embargo tenía
miedo de romper con lo cotidiano y probar algo nuevo. Al cabo de una
sesión exploratoria, descubrimos que Henry era un verdadero obseso
de la planificación. Siempre tomaba el mismo desayuno, planeaba lo
que se iba a poner con días de anticipación, tenía los cajones de su
cómoda ordenados perfectamente por tamaño y color. Y además le
imponía este plan a su familia. Pretendía que sus hijos tuviesen las
cosas en su lugar y que su mujer se adaptara a una serie de normas
rígidas que él había elaborado.
Resumiendo,
Henry era un ser muy infeliz aunque sumamente organizado. Le faltaba
creatividad, sentido de innovación y calidez. En realidad, era un
plan hecho persona y su meta en la vida era lograr que cada cosa
estuviese en su sitio. A raíz de su tratamiento de psicoterapia,
Henry empezó a tratar de vivir con un poco de espontaneidad. Se dio
cuenta de que sus planes eran formas de manipular a los demás y que
le servían además para evitar la tentación de correr riesgos con lo
desconocido. Muy pronto fue más dúctil con su familia dejando que
fueran diferentes de lo que él esperaba de ellos. Al cabo de varios
meses, Henry llegó a postularse para un cargo en una empresa que
requería que viajase con frecuencia. Lo que él había temido se
convirtió en algo apetecible. Aunque Henry no es, ni mucho menos,
una persona espontánea, ha logrado hacerle frente positivamente a
una parte al menos de su pensamiento neurótico que fomentaba su
antigua forma de existencia completamente planificada. Sigue
trabajando en ese sentido, aprendiendo a gozar de la vida en vez de
vivirla en forma ritualizada.
La seguridad:
variaciones internas y externas
En el
colegio, hace mucho tiempo, aprendiste a escribir una composición o
un ensayo. Te enseñaron que necesitabas una buena introducción,
parte media de desarrollo bien organizada, y una conclusión.
Desgraciadamente, puede que hayas aplicado el mismo tipo de lógica a
tu vida llegando a considerar todo el asunto de vivir como una
composición escolar. La introducción fue tu niñez en la que te
estabas preparando para ser una persona. El cuerpo es tu vida
adulta, que está organizada y planificada como preparación para la
conclusión que sería la jubilación y un final feliz. El vivir de
acuerdo con este plan implica una garantía de que todo estará bien
para siempre. La seguridad, el proyecto final es para los cadáveres.
La seguridad quiere decir saber lo que va a pasar. La seguridad
quiere decir nada de riesgos, nada de excitaciones, nada de
desafíos. La seguridad significa nada de crecimiento y nada de
crecimiento significa la muerte. Además, la seguridad es un mito.
Mientras seas
una persona que vive en esta Tierra, y si el sistema sigue siendo el
mismo, nunca podrás tener seguridad. Y aunque no fuera un mito sería
una horrible manera de vivir. La certeza elimina la excitación y la
emoción... y el crecimiento
La
palabra seguridad en el sentido que la hemos usado aquí se refiere a
las garantías externas, a las posesiones como el dinero, una casa y
un coche, a baluartes como un buen empleo o una elevada posición en
la sociedad. Pero hay un tipo de seguridad diferente que sí vale la
pena buscar; y es la seguridad interior que te brinda el tener
confianza en ti mismo y en tu capacidad de solucionar cualquier
problema que se te presente. {ésta es la única seguridad duradera,
la única verdadera seguridad. Las cosas se pueden deshacer; una
depresión económica dejarte sin dinero; quedarte sin casa, pero tú,
puedes ser una roca de autoestima.
Puedes creer
tanto en ti mismo y en tu fuerza interior que las cosas y los demás
te parecerán simples accesorios de tu vida, agradables pero
superfluos.
Haz la
prueba con este pequeño ejercicio. Imagínate que ahora mismo,
mientras estás leyendo este libro, alguien desciende violentamente
sobre ti, te desnuda y te raptan en un helicóptero. Sin previo
aviso, sin dinero, nada más que tú mismo. Supongamos que te llevan
hasta un lugar de la China Roja y te dejan caer en un campo. Te las
tendrías que haber con un idioma nuevo, costumbres nuevas, un clima
nuevo y lo único que tendrías sería a ti mismo. ¿Sobrevivirías o te
derrumbarías? ¿Podrías hacerte amigos, conseguir alimentos, vivienda
y otras cosas ? ¿ O te quedarías simplemente echado en medio del
campo lamentándote sobre lo desgraciado que eres por lo que te
sucedió? Si necesitaras seguridad exterior, te morirías porque te
habrían quitado todas tus posesiones. Pero si tienes seguridad
interior y no le tienes miedo a lo desconocido, entonces
sobrevivirías. O sea, que podemos redefinir el concepto de seguridad
diciendo que es el saber que puedes enfrentarte con cualquier cosa,
incluso con el hecho de no tener seguridad exterior. No caigas en la
trampa de ese tipo de seguridad exterior puesto que te despoja de tu
capacidad para vivir y crecer y realizarte. Echa una mirada a
aqueIla gente que no tiene seguridad externa, gente que no lo tiene
todo planificado. Puede que se pasen de listos. Pero por lo menos
pueden probar cosas nuevas y evitar la trampa de tener que quedarse
siempre con lo seguro.
Jame
Kavanaugh, en ¿Quieres ser mi amigo? (Will you be my friend?),
escribe sobre la seguridad en su pequeño poema titulado Algún día (Some
Day).
Algún dia yo
me iré
Y seré libre
Y dejaré tras
de mi a los estériles
A su segura
esterilidad
Me iré sin
decir dónde voy
Y caminaré a
través de un campo baldio Para alli dejar el mundo
Y alejarme
luego despreocupado
Como un Atlas
sin empleo.
Los logros
como seguridad
Pero
"irse" para "ser libre", como dice Kavanaugh puede ser difícil
mientras estés convencido de que tienes que lograr cosas en la vida.
El miedo al fracaso es poderoso en nuestra sociedad, un miedo que
nos fue inculcado en la niñez y que llevamos a menudo por la vida.
Puede que te
sorprenda oír esto, pero el fracaso no existe. El fracaso es
simplemente la opinión que alguien tiene sobre cómo se deberían
hacer ciertas cosas. Cuando te convenzas de que no hay ningún acto
que deba hacerse de una manera específica, según el criterio de
otras personas, entonces el fracaso será imposible.
Sin
embargo, puede haber ocasiones en las que, según tus propias reglas
y medidas, fallarás en la ejecución de una tarea dada. Lo importante
aquí es no parangonar el acto con el valor de tu persona. El no
triunfar en algo que trataste de hacer no implica tu fracaso como
persona. Se trata simplemente de no haber logrado el éxito en esa
tarea específica y en ese momento presente.
Trata de
imaginarte que usamos el fracaso como descripción de la conducta de
algún animal. Supongamos que un perro ha estado ladrando quince
minutos, y que alguien dice: "Realmente no ladra muy bien. No pasa
el examen". ¡Qué absurdo! Los animales no pueden fracasar porque no
hay reglas para valorar el comportamiento natural. Las arañas tejen
redes, no redes bien hechas o mal hechas. Los gatos persiguen a los
ratones: si les falla uno, simplemente se van detrás de otro. No se
quedan echados quejándose porque uno se les escapó; ni tienen un
colapso nervioso porque fracasaron.
¡El
comportamiento natural simplemente es! ¿Por qué no aplicas la misma
lógica a tu propio comportamiento y te libras del miedo al fracaso?
El empuje
para lograr cosas y triunfar proviene de las palabras más
autodestructivas de nuestra cultura. Tú las has oído y las has usado
mil veces: ¡hazlo lo mejor que puedas! Esta es la piedra de toque de
la neurosis del éxito y el logro. Hazlo lo mejor posible en todo lo
que hagas.
Qué hay de
malo en darse un mediocre paseo en bicicleta o en pasear simplemente
por el parque? ¿Por qué no te buscas unas actividades que
simplemente haces en vez de hacerlas lo mejor que puedas? La
neurosis haz lo mejor que puedas puede impedirte el probar
actividades nuevas y disfrutar de las viejas.
En cierta
oportunidad, traté a una estudiante de dieciocho años llamada Louann,
que estaba completamente poseída por las normas del logro y el
éxito. Louann era una alumna excelente, que desde el primer día que
puso el pie en el colegio, siempre consiguió las mejores notas.
Dedicaba largas horas a sus deberes y entonces no tenía tiempo para
ser una persona.
Era una
verdadera computadora de conocimientos académicos. Sin embargo, era
angustiosamente tímida cuando estaba con amigos, nunca había
flirteado con un chico ni tenido una cita con nadie. Había
desarrollado un tic nervioso que se ponía en funcionamiento cada vez
que hablábamos de esta parte de su personalidad. Louann había puesto
todo su énfasis en ser una alumna exitosa en menoscabo de su
desarrollo total. Al trabajar con Louann, le pregunté:
"¿Qué es más
importante para ti, lo que sabes o lo que sientes?". Y aunque era la
mejor alumna del curso, sufría de falta de paz interior y era en
realidad muy infeliz. Empezó a concederle algo de importancia a sus
sentimientos, y como era una excelente estudiante, aplicó a su
aprendizaje del nuevo comportamiento social las mismas normas
rigurosas que había aplicado a sus estudios académicos. La madre de
Louann me llamó un año más tarde y me dijo que estaba muy preocupada
porque por primera vez en su vida Louann había sacado una nota
mediocre, un cinco en su primer año de universidad. Yo le recomendé
que hiciera una gran alharaca al respecto y que la Llevaran a cenar
a un buen restaurante para celebrarlo.
EL
PERFECCIONISMO
¿Por qué
vas a tener que hacer todo bien? ¿Quién te está marcando los tantos?
Las famosas líneas de Winston Churchill con respecto al
perfeccionismo indican lo inmovilizante que puede llegar a ser la
búsqueda constante del éxito.
La máxima
"nada vale aparte de la perfección" podría deletrearse como
Parálisis.
Uno se
puede paralizar con la tontería de "hacerlo lo mejor posible".
Quizá puedes
asignarte unas zonas significativas en tu vida en las que realmente
quieres hacerlo lo mejor posible. Pero en la gran mayoría de las
actividades, tener que hacerlo lo mejor posible, o incluso, tener
que hacerlo bien, significa poner un verdadero obstáculo a la mera
posibilidad de hacer. No dejes que el perfeccionismo te deje a un
lado evitando que tomes parte en actividades que te pueden resultar
placenteras. Trata de cambiar "haz lo mejor que puedas", por
simplemente "hazlo".
Perfección quiere decir inmovilidad. Si tienes cánones de perfección
para ti mismo, nunca tratarás de hacer nada y no harás mucho porque
la perfección no es un concepto que se pueda aplicar a los seres
humanos. Dios puede ser perfecto, pero tú, como persona, no tienes
ninguna necesidad de aplicar esas normas y esos cánones ridículos de
perfección a ti mismo y a tu comportamiento.
Si tienes
hijos, no cultives su parálisis y su resentimiento insistiéndoles
que hagan lo más que puedan. Más bien habla con ellos sobre lo que
parece que les gusta más y trata de estimularlos para que se
esfuercen más en esos campos. Pero en otras actividades, el hacer es
más importante que el triunfar. Enséñales a jugar al balonvolea en
vez de quedarse a un lado mirando y diciendo: "Yo no valgo para
esto". Estimula los para que practiquen el esquí, o que canten, o
dibujen, o bailen o lo que sea, porque quieren hacerlo, y que no
eviten algo porque quizá no lo hagan tan bien. A nadie se le debería
enseñar a ser competitivo, a tratar siquiera de hacerlo bien. Más
bien, trata de enseñarles la lección de la autoestima y el orgullo y
el placer en las actividades consideradas importantes por el
individuo.
Los niños
aprenden fácilmente el mensaje de confundir su propio valor con sus
fracasos. Y por ello empiezan a evitar las actividades en las que no
logran sobresalir. Y lo que es más peligroso aún, podría ser que
desarrollen poco aprecio de sí mismos, búsqueda de aprobación,
culpabilidad y todas las zonas erróneas de comportamiento que
acompañan al autorrechazo.
Si
equiparas lo que tú vales a tus fracasos y tus éxitos, estarás
condenado a sentirte indigno sin valores. Piensa en Thomas Edison.
Si hubiera usado sus fracasos en cualquiera de las tareas que
emprendió como indicativo de su autoestima después de su primer
intento fallido, se hubiera abandonado a sí mismo, hubiera anunciado
que era un fracasado y renunciado a sus esfuerzos por iluminar el
mundo. El fracaso puede ser productivo. Puede servir de incentivo al
trabajo y a la exploración. Y puede incluso tildársele de éxito si
muestra el camino que lleva a nuevos descubrimientos. Como dijo
Kenneth Boulding:
Acabo de
revisar algunos dichos de sabiduría popular; uno de los proverbios
que estudié es Nada falla tanto como el éxito porque no aprendemos
nada de él. Lo único que nos sirve para aprender algo es el fracaso.
El éxito sólo confirma nuestras supersticiones.
Piensa en
ello. Sin fracasos no podemos aprender nada, y sin embargo hemos
aprendido a considerar el éxito como un tesoro y como la única meta
posible. Tenemos la tendencia de esquivar todas las experiencias que
pueden acabar en fracasos. El miedo al fracaso es parte importante
del miedo a lo desconocido. Todo lo que no dé la impresión de que
será un éxito inmediato, debe ser evitado. Y el tenerle miedo al
fracaso significa temer tanto a lo desconocido como a la
desaprobación que te puede acarrear el no hacerlo lo mejor posible.
Algunos
comportamientos típicos del "miedo a lo desconocido" en nuestra
cultura.
Ya hemos
hablado de algunos comportamientos producidos por el miedo a lo
desconocido. La resistencia a probar nuevas experiencias, la
rigidez, los prejuicios, el miedo al fracaso y el perfeccionismo son
subtítulos normales en esta zona de autolimitación. A continuación,
hay ejemplos específicos más comunes en esta categoría. Puedes
usarla como una lista de control para valorar tu propio
comportamiento.
- Comer
el mismo tipo de comida durante toda la vida. Evitar probar platos
nuevos de gustos exóticos limitándose a los platos tradicionales y
describiéndose a sí mismo con frases como: "Yo soy de los que sólo
comen carne y patatas" o "Yo siempre pido pollo". Si bien toda la
gente tiene predilecciones y prefiere ciertas cosas, la resistencia
a probar comidas desconocidas es simplemente una señal de rigidez.
Muchas personas no han probado jamás un taco mexicano, o comido en
un restaurante griego o hindú simplemente porque se quedan en el
terreno familiar de lo que están acostumbrados. Abandonar estos
terrenos familiares puede abrirnos un mundo gastronómico nuevo y
estimulante.
- Usar
siempre el mismo estilo de ropa. No probar jamás un estilo nuevo o
usar algo diferente. Clasificarte a ti mismo como un "conservador en
el vestir" o un "amante de la moda," sin cambiar jamás de estilo.
- Leer
los mismos diarios y las mismas revistas que mantienen la misma
posición editorial día tras día sin admitir jamás un punto de vista
contrario. En un estudio reciente, se le pidió a un lector, cuya
postura política era bien conocida, que leyera un editorial que
empezaba apoyando una postura idéntica a la suya. En medio del
editorial, el punto de vista cambió y una cámara fotográfica
escondida reveló que los ojos del lector se trasladaron
inmediatamente a otra parte de la página. El lector rígido que se
usó en este experimento no podía ni siquiera considerar la
posibilidad de leer una opinión distinta a la suya.
- Ver las
mismas películas (con distintos títulos) durante toda una vida.
Rehusar ver cualquier cosa que pueda apoyar una creencia filosófica
o política distinta, porque lo desconocido es desconcertante y debe
ser excluido.
Vivir en
el mismo barrio, o ciudad, o estado, simplemente porque tus padres y
sus padres escogieron esa localidad. Tenerle miedo a los sitios
nuevos porque la gente, el clima, la política, el lenguaje, las
costumbres, o lo que sea, son diferentes.
- Rehusar
oír opiniones e ideas que no compartes. En vez de considerar el
punto de vista del otro interlocutor -"Ejem, nunca pensé en eso"-,
inmediatamente decides que está loco o mal informado. Éste es un
método para evadirse de lo diferente o de lo desconocido rehusando
comunicarse.
Tener
miedo a probar una nueva actividad porque no la puedes hacer bien.
"No creo que lo haría bien; me quedaré mirando."
- Logros
compulsivos en el colegio o en el trabajo. Las calificaciones son lo
más importante. El informe elogioso importa más que el trabajo bien
hecho. Usar las retribuciones del éxito y los logros en vez de
probar algo nuevo y desconocido sustituyendo lo uno por lo otro.
Quedarse en las zonas seguras porque "Sé que saco buenas notas, un
"notable" seguro", en vez de arriesgarme a conseguir una nota
mediocre embarcándose en una nueva disciplina.
- Aceptar
el empleo seguro donde sabes que vas a tener éxito y te va a ir bien
en vez de apuntarte a una nueva carrera o empresa corriendo el
posible riesgo de fracasar.
- Evitar
cualquier persona que clasifiques como desviada, incluyendo a "maricas",
"rojos", "raros", "negros", "extranjeros,", "hippies", "judíos",
etc., y usar cualquier etiqueta peyorativa que te sirva como defensa
y protección del miedo a lo desconocido. En vez de tratar de
aprender algo sobre esta gente, les pones una etiqueta con un
epíteto difamatorio y hablas de ellos en vez de hablar con ellos.
-
Quedarse en el mismo trabajo aunque no te guste, no porque tengas
que hacerlo sino por miedo a la gran incógnita que significa un
nuevo trabajo.
-
Mantener un matrimonio que obviamente no funciona por temor a lo
desconocido, a la soledad. No puedes recordar cómo es vivir solo y,
en consecuencia, no sabes con qué te encontrarás. Piensas que es
mejor seguir con lo habitual desagradable que adentrarse en un
territorio que potencialmente es solitario.
- Tomar
tus vacaciones en el mismo lugar, en el mismo hotel, en la misma
época cada año. En este caso sabes a qué atenerte y no tienes que
arriesgarte a probar nuevos lugares que tal vez pueden brindarte
experiencias agradables.
- Hacer
que el criterio para todo lo que haces sea el de la eficiencia, y el
resultado obtenido y no el placer que te brinda el hacerlo. Sólo
haces lo que sabes hacer bien y evitas lo que no puedes hacer en
absoluto o no hacer muy bien.
- Medir
las cosas en términos monetarios. Si cuesta más, quiere decir que
vale más; y en consecuencia, es una indicación de tu éxito personal.
Lo conocido se
puede medir en dólares, mientras que lo desconocido no se puede
calcular desde un punto de vista monetario.
- Tratar
de lograr títulos y rangos importantes, de tener coches caros y
vistosos, ropa de lujo y otros símbolos de "status", incluso si no
te gustan estas cosas y el tipo de vida que conllevan.
-
Incapacidad de alterar un plan cuando se presenta una alternativa
interesante. Si te alejas del mapa que está en tu cabeza pierdes el
camino y también tu sitio en la vida.
- Estar
pendiente de la hora dejando que el reloj domine tu vida.
Vivir de
acuerdo a un horario que te aleja de la posibilidad de probar cosas
nuevas y desconocidas en tu vida. Llevar siempre reloj (incluso en
la cama) y vivir controlado por éste. Dormir, comer y hacer el amor
según la hora, sin tener en cuenta el cansancio, el hambre o el
deseo.
-
Desechar ciertas clases de actividades sin haberlas probado jamás.
Éstas pueden
incluir cosas tan "raras" como la meditación, el yoga, la
astrología, el backgammon, el Mah-jongg, la isometría o cualquier
cosa que no conozcas.
- Enfocar el
sexo sin imaginación, haciendo siempre lo mismo en la misma
posición. No probar jamás algo nuevo y exótico porque es diferente
y, por tanto, puede ser inaceptable.
-
Esconderse detrás del mismo grupo de amigos sin buscar o aceptar
gente diferente que represente mundos nuevos y desconocidos.
Juntarse regularmente con el mismo grupo y seguir con ese mismo
grupo durante toda la vida.
- En una
fiesta a la que asistes con tu esposa o una amiga, quedarte a su
lado, con ella toda la noche no porque así lo desees sino porque de
esa manera te sientes seguro.
- No
atreverse a participar en una conversación con gente extraña o sobre
temas desconocidos por miedo a lo que pasaría si lo hicieras. Pensar
para tus adentros que ellos deben ser más inteligentes, más capaces,
más hábiles o mejores conversadores, y usar esto como razón para
evitar una nueva experiencia.
- Culparte a
ti mismo si no triunfas en todas tus empresas.
Éstos son
sólo unos cuantos ejemplos de comportamiento malsano engendrado por
el miedo a lo desconocido. Tú probablemente podrás componer tu
propia lista. Pero en vez de hacer listas, ¿por qué no empiezas a
hacerle frente a tu tendencia a vivir cada día de la misma manera
que viviste el día anterior, sin ninguna posibilidad de crecimiento
y desarrollo?
El sistema
psicológico de apoyo para retener estos comportamientos
He aquí
algunas de las retribuciones más usuales que sirven para evitar el
delicioso mundo de lo desconocido.
- Si eres
siempre igual, no tienes que molestarte en usar tu imaginación.
Cuando tienes un buen proyecto, consultas tu guión y no tu
imaginación.
- El
permanecer alejado de todo lo desconocido tiene su propio sistema
interior de retribuciones. El miedo a lo misterioso es muy fuerte y
mientras actúes en terreno familiar, puedes mantener ese miedo a
distancia, aunque esto signifique una gran traba para tu crecimiento
y tu realización personal. Es más seguro no aventurarse por zonas
que no están bien marcadas en nuestros mapas personales. Piensa en
Colón. Todo el mundo le advirtió que podía caerse por el camino. Es
mucho más fácil ser de los que van por caminos conocidos y no de los
exploradores que lo arriesgan todo. Lo desconocido es un desafío y
los desafíos pueden resultar peligrosos.
- Puedes
decir que estás postergando tu gratificación, actitud que has oído
clasificar como "comportamiento adulto", quedándote así con lo
familiar y justificándolo con esa actitud. De este modo, la
postergación de la acción es una actitud "adulta" y "madura", aunque
en realidad te quedas como eres por miedo y desconfianza, y por ello
evitas lo desconocido.
Puedes
sentirte importante pensando que has hecho bien las cosas. Que has
sido un buen niño o una buena niña. Siempre que consideres tu propio
valor en términos de éxito fracaso podrás equipararlo con el
resultado de tu actuación y sentirte satisfecho por ello. Pero en
estos casos, lo que está bien, lo que debe ser, es sólo cuestión de
opiniones, en realidad de la opinión controladora de otra persona.
Algunas
estrategias para enfrentarse con lo misterioso y lo desconocido y
para lograr comprenderlos
Hacer
esfuerzos selectivos por probar cosas nuevas aunque sientas la
tentación de quedarte en lo conocido. Por ejemplo, en un restaurante
pide un plato nuevo. ¿Por qué? Porque puede ser diferente y podría
gustarte.
- Invita
a tu casa a un grupo de gente que represente puntos de vista
diversos y divergentes. Frecuenta lo desconocido en vez de seguir
con tu grupito típico de relaciones con los que puedes predecir todo
lo que te va a suceder.
- Deja de
sentirte obligado a tener un motivo o razón para todo lo que haces.
Cuando alguien te pregunte el porqué de algo, recuerda que no tienes
por qué tener una respuesta razonable que los satisfaga. Puedes
hacer lo que has decidido hacer simplemente porque así lo deseas.
- Empieza
a arriesgarte a hacer ciertas cosas que te sacarán de la rutina
diaria. Podría ser unas vacaciones que no hayas planeado con
antelación, por ejemplo, y para lo cual no lleves ningún mapa, y
donde sólo puedas confiar en ti mismo para solucionar cualquier
problema que se te presente. Solicita un nuevo empleo presentándote
a la entrevista que para ello se requiera o habla con alguna persona
que hayas estado esquivando por miedo a lo que podría pasar en esa
conversación. Toma un camino distinto para ir a tu trabajo y cena a
medianoche. ¿Por qué? Simplemente porque es diferente y tienes ganas
de hacerlo.
-
Diviértete elucubrando una fantasía en la que te permites tener todo
lo que quieras. Todo está permitido. Tienes todo el dinero que
desees por un período de dos semanas. Quizá te des cuenta de que
todas tus divagaciones mentales en realidad están a tu alcance, que
lo que anhelas no es como pretender la luna o lo imposible, sino que
son cosas que puedes lograr si eliminas el miedo a lo desconocido y
simplemente vas detrás de ellas.
- Corre
algún riesgo que puede implicar una tormenta emocional pero que
también puede significar una experiencia intensamente gratificante
para ti. Uno de mis colegas pasó largos años hablándoles tanto a sus
alumnos como a sus clientes de la necesidad de probar lo desconocido
en la vida.
Pero en muchos
sentidos sus consejos eran insinceros puesto que seguía trabajando
en la misma universidad, en la misma consulta y llevando el mismo
tipo cómodo de vida. Él sostenía que cualquier persona podía
habérselas con situaciones nuevas y diferentes, pero él seguía
firmemente instalado en las situaciones que le eran familiares. En
194 decidió vivir en Europa seis meses porque era algo que siempre
había querido hacer. Allí dio dos cursos en un programa para
graduados y comprobó de primera mano (experimentalmente en vez de
verbalmente) que podía habérselas con lo dudoso. Al cabo de tres
semanas en Alemania, gracias a su seguridad interior en sí mismo,
contaba ya con la misma cantidad de oportunidades de dirigir
seminarios, trabajar con clientes y dar conferencias que en Nueva
York donde se encontraba en su ambiente y en un entorno familiar.
Incluso en un pueblecito perdido de Turquía donde vivió durante dos
meses, estuvo más ocupado que en Nueva York. Por lo menos, gracias a
esta experiencia, se convenció que podía enfrentarse con lo
desconocido, exactamente como antes lo había hecho con lo conocido,
con su propia fuerza interior y con su capacidad profesional.
- Cada
vez que te des cuenta de que estás evitando lo desconocido, dirígete
a ti mismo la siguiente pregunta: "¿Qué es lo peor que me puede
pasar?". Verás probablemente que el miedo a lo desconocido es
completamente desproporcionado con la realidad de las consecuencias.
- Haz la
prueba de hacer algo tonto, como ir descalzo por el parque o
zambullirte desnudo en el mar. Haz la prueba de hacer algunas de las
cosas que siempre has evitado porque "No debes hacer esas cosas".
Abre tu propio horizonte personal a nuevas experiencias. Haz cosas
que antes evitabas por encontrarlas tontas o vanas.
-
Recuerda que el miedo al fracaso es a menudo el miedo al ridículo, o
a la desaprobación de los demás o de alguien en particular. Si dejas
que ellos tengan sus propias opiniones, que nada tienen que ver
contigo, podrás empezar a valorar tu comportamiento en tus propios
términos en vez de apoyarte en los de los demás. Empezarás a
considerar que tus capacidades no son ni mejores ni peores, sino
simplemente diferentes a las de los demás.
- Haz la
prueba de hacer algunas de las cosas que siempre has rechazado con
la frase "Simplemente yo no valgo para esto". Por ejemplo, puedes
pasarte la tarde pintando un cuadro y pasándolo maravillosamente
bien. Si el resultado final no es una obra maestra, no has
fracasado: has tenido medio día de placer. En la pared de mi cuarto
de estar, hay un cuadro que es horrible desde el punto de vista
estético. Pero en un rincón del lado izquierdo del cuadro hay una
inscripción que reza: "A usted doctor Dyer le doy lo que no es lo
mejor que puedo hacer". Es de una antigua estudiante que había
evitado pintar toda su vida porque había aprendido hacía mucho
tiempo que lo hacía mal. Se pasó todo un fin de semana pintando y es
uno de los regalos que yo aprecio más.
- Recuerda que
lo opuesto al crecimiento es la igualdad o monotonía y la muerte.
Así pues, si quieres, puedes tomar la decisión de vivir cada día de
una manera diferente, siendo espontáneo y vital, o puedes temer a lo
desconocido y permanecer igual, siendo el mismo de siempre,
psicológicamente muerto.
- Mantén
una conversación con la gente que sientes es la responsable de tu
miedo a lo desconocido: anúnciales con tono decidido que piensas
hacer cosas nuevas y anota sus reacciones.
- Puede
que te des cuenta de que su incredulidad era una de las cosas que
más te preocupaban en el pasado, y como resultado de esto escogías
la inmovilidad en vez de enfrentarte con sus miradas reprobatorias.
Ahora que puedes enfrentarte con esas miradas, haz tu Declaración de
Independencia para acabar con ese control.
- En vez
de que tu credo y el de tus hijos sea: "Haz todo lo mejor posible",
prueba este otro: "Selecciona las cosas que más te importan en la
vida y haz un esfuerzo grande en ese sentido y el resto de las
cosas, hazlas simplemente". Está muy bien no hacer siempre las cosas
lo mejor que puedas. En realidad todo el síndrome de "Hacer las
cosas lo mejor posible" es un mito. Nadie hace las cosas lo
absolutamente mejor que se puede. Siempre hay posibilidades de
hacerlas mejor, ya que la perfección no es un atributo de la
naturaleza humana.
- No
dejes que tus convicciones te paralicen. El i creer algo a raíz de
una experiencia pasada y aferrarse a esa creencia es evadirse de la
realidad. Sólo existe el ahora, y la verdad del presente puede muy
bien no ser la verdad del pasado. Sopesa tu comportamiento no
tomando en cuenta lo que crees, sino lo que es y lo que experimentas
en el presente. Al abrirte a la experiencia en vez de colorear tu
realidad con tus convicciones, encontrarás que lo desconocido es un
lugar fantástico para estar.
Recuerda que nada humano te es ajeno. Puedes ser lo que escojas ser.
Grábalo en tu
cabeza y recuérdatelo cuando caigas en tu comportamiento inseguro y
típicamente evasivo.
- Ten
conciencia de que estás evitando lo desconocido en el momento que lo
estás haciendo. En ese mismo momento inicia un diálogo contigo
mismo. Dite a ti mismo que no importa que no sepas adónde vas en
cada momento de tu vida. El tener conciencia de la rutina es dar el
primer paso para cambiarla.
- Haz
algo mal deliberadamente. Eres menos persona porque has perdido un
partido de tenis o pintado un cuadro feo o sigues siendo un
individuo que vale la pena y que simplemente ha pasado un rato
agradable?
- Mantén
una conversación con alguien que hayas evitado en el pasado.
Muy pronto te
darás cuenta de que tus prejuicios son los que te mantienen en un
estado estacionario y sin interés. Si prejuzgas a la gente, no
podrás tratar con ella honradamente puesto que tu punto de vista ha
sido establecido de antemano. Mientras más grande sea el número de
gente distinta que conozcas, más probabilidades tendrás de darte
cuenta de lo mucho que has perdido y de lo tontas e infundadas que
eran tus aprensiones y temores. Con estos conceptos, lo desconocido
se convertirá en un área cada vez más digna de explorar en vez de
algo que es mejor evitar.
Algunas ideas
finales sobre el miedo a lo desconocido
Las
sugerencias que anotamos anteriormente representan algunas medidas
constructivas para combatir el miedo a lo desconocido. Todo el
proceso empieza con estas nuevas percepciones de lo que constituye
el comportamiento evasivo, seguidas de un enfrentamiento activo con
el comportamiento pasado para empezar a moverse en nuevas
direcciones.
Imagínate cómo
hubieran sido las cosas si los grandes exploradores y los grandes
inventores del pasado hubieran tenido miedo a lo desconocido. Toda
la población del mundo estaría aún concentrada en el valle del
Tigris y del Eúfrates. Lo desconocido es el lugar donde se produce
el crecimiento. Tanto para la civilización como para el individuo.
Piensa en
la encrucijada de un camino. En una dirección está la seguridad, en
la otra, el gran mundo desconocido e inexplorado. ¿Qué camino
tomarías tú?
Robert
Frost contestó esta pregunta en The Road Not Taken (El camino no
tomado).