"¿Y si toda mi
vida ha sido una equivocación qué?" Se le ocurrió que lo que antes
le había parecido completamente imposible, especialmente el hecho de
que no había vivido como debería haberlo hecho podría después de
todo ser verdad. Se le ocurrió que sus impulsos vitales, reprimidos
brutalmente por sí mismo apenas los había experimentado, podrían
haber sido lo único verdadero y real de su vida, y todo lo demás
falso. Y sintió que sus obligaciones profesionales y toda la
organización de su vida y de su familia, todos sus intereses
sociales y oficiales, todo eso podría haber sido falso. Trató de
defenderse y justificarse ante sí mismo y de pronto sintió cuán
débil era lo que estaba defendiendo y justificando. No había nada
que defender..."
La
próxima vez que tengas que decidir acerca de tu propia vida, que
tengas que hacer una elección personal, hazte una pregunta muy
importante:
"¿Cuanto
tiempo voy a estar muerto?" Ante esa perspectiva eterna, puedes
decidir ahora lo que prefieres, lo que eliges, y dejar a los que
siempre estarán vivos las preocupaciones, los temores, la cuestión
de si te lo puedes permitir y la culpabilidad.
Si no
empiezas a actuar de esta manera, ya puedes formularte la
posibilidad concreta de vivir toda tu vida tal como los demás
piensan que debería ser. Ciertamente si tu estancia en la tierra es
tan corta debería ser por lo menos agradable. En pocas palabras, se
trata de tu vida; haz con ella lo que tú quieres.
La felicidad y
tu propio C.I. (Coeficiente de Inteligencia)
El
hacerte cargo de ti mismo significa dejar a un lado ciertos mitos
muy generalizados. A la cabeza de la lista está la noción de que la
inteligencia se mide por la capacidad de resolver problemas
complejos; de escribir, leer y computar a ciertos niveles; y de
resolver rápidamente ecuaciones abstractas. Esta visión de la
inteligencia postula la educación formal y el conocimiento académico
o la cultura como la verdadera medida de la realización personal.
Fomenta una especie de esnobismo intelectual que ha obtenido consigo
unos resultados muy desmoralizadores. Hemos llegado a creer que una
persona es "inteligente" si tiene una serie de títulos académicos, o
una gran capacidad dentro de alguna disciplina escolástica
(matemáticas, ciencias), un enorme vocabulario, una gran memoria
para recordar datos superfluos, o si es gran lector. Sin embargo los
hospitales psiquiátricos están atiborrados de pacientes que tienen
todas las credenciales debidamente presentadas –como de muchos que
no las tienen-. El verdadero barómetro de la inteligencia es una
vida feliz y efectiva vivida cada día y en cada momento de cada día.
Si eres
feliz, si vives cada momento, aprovechando al máximo sus
posibilidades, entonces eres una persona inteligente. La capacidad
de resolver problemas es un aditamento útil a tu felicidad, pero si
tú sabes que a pesar de tu falta de habilidad para resolver cierto
tipo de cosas puedes elegir lo que te haga feliz, o que, por lo
menos, puedes evitar lo que te hará infeliz, entonces se podrá decir
que eres inteligente. Eres inteligente porque tienes el arma más
eficaz para combatir el C. N. Sí: el (Colapso Nervioso.)
Te
llamará quizá la atención que te diga que no existe eso que llamamos
Colapso o Depresión Nerviosa. Los nervios no colapsan. Abre a
alguien y busca sus nervios rotos. No aparecerán. Las personas
"inteligentes" no tienen C. N. porque están en control de sí mismas.
Ellas saben cómo elegir la felicidad en vez de la depresión, porque
saben enfrentarse con los }problemas} que hay en sus
vidas. Nótese
que no dije }resolver} los problemas. En vez de medir su
inteligencia por su capacidad para }resolver} problemas esta gente
la mide por su capacidad de seguir siendo igualmente felices y
valiosos, se solucione o no el problema.
Puedes
empezar a considerarte realmente inteligente en base a cómo escojas
sentirte al enfrentarte con circunstancias difíciles. Las
dificultades de la vida son muy parecidas para todos. Todos los que
están con otros seres humanos en cualquier contexto social tienen
las mismas dificultades. Los desacuerdos, las componendas, los
conflictos son partes de lo que significa ser un ser humano.
Igualmente, el dinero, la vejez, las enfermedades, la muerte, los
desastres naturales y los accidentes son acontecimientos que
presentan problemas a todos los seres humanos. Pero mientras algunas
personas logran evitar el desaliento que inmoviliza y la infelicidad
al enfrentarse con estos hechos, hay otros que se desploman, quedan
inertes o sufren un Colapso Nervioso. Los seres humanos que
reconocen los problemas como algo que es parte de la condición
humana y no miden la felicidad por la ausencia de problemas, ésos
son los seres humanos más inteligentes que conocemos; también los
más raros y difíciles de encontrar.
Aprender
a hacerte totalmente cargo de ti mismo implicará un proceso mental
completamente nuevo, y que puede resultar difícil porque son
demasiadas las fuerzas que en nuestra sociedad conspiran contra la
responsabilidad individual. Debes confiar en tu capacidad de sentir
emocionalmente lo que elijas sentir en cualquier momento dado de tu
vida.
Éste es un
concepto radical. Probablemente tú has crecido creyendo que no
puedes controlar tus propias emociones; que la ira, el miedo y el
odio, al igual que el amor, el éxtasis y la alegría son cosas que te
pasan. Un individuo no controla estas cosas: las acepta. Cuando
sucede algún acontecimiento penoso, uno naturalmente siente pena, y
espera que muy pronto sucederá algo bueno y alegre para poderse
sentir bien.
Eligiendo como
te sentirás
Los
sentimientos no son simples emociones que te suceden. Los
sentimientos son reacciones que eliges tener. Si eres dueño de tus
propias emociones, si las controlas, no tendrás que escoger
reacciones de autoderrota. Cuando aprendas que puedes sentir lo que
prefieres o eliges sentir, empezarás a encaminarte por la verdadera
senda de la "inteligencia" -una senda que no tiene caminos laterales
que lleven hacia el C.N. o la D.N.-. Esta senda es nueva porque tú
considerarás a una emoción dada como una opción y no como una
condición de la vida. Éste es el meollo y el alma misma de la
libertad personal.
Con la
lógica se puede atacar el mito del no estar a cargo o en control de
las propias emociones. Por medio de un simple silogismo (una
formulación lógica en la que se tiene una premisa mayor, una premisa
menor y una conclusión que se basa en un acuerdo entre las dos
premisas) puedes empezar el proceso de estar a cargo de ti mismo,
tanto mental como emocionalmente.
Lógico.-
Silogismo
Premisa
Principal: Aristóteles es un hombre.
Premisa Menor:
Todos los hombres tienen pelo facial.
Conclusión:
Aristóteles Tiene Pelo Facial.
Ilógico.-
Silogismo
Premisa
Mayor: Aristóteles tiene pelo en la cara.
Premisa
Menor: Todos los hombres tienen pelo en la cara.
Conclusión: Aristóteles Es Un Hombre.
Está muy
claro que cuando recurres a la lógica, debes tener cuidado de que
las premisas mayor y menor estén de acuerdo. En el segundo ejemplo
Aristóteles podría ser un mono o un topo. He aquí un ejercicio
lógico que puede descartar para siempre la noción de que tú no
puedes hacerte cargo de tu propio universo emocional.
Premisa
Mayor: Yo puedo controlar mis pensamientos.
Premisa
Menor: Mis sentimientos provienen de mis pensamientos.
Conclusión: Yo Puedo Controlar Mis Sentimientos.
La
premisa mayor está clara. Tienes el poder de pensar lo que se te
ocurra. Si se te ocurre algo de improviso (algo que tú elegiste
poner en tu cabeza, aunque no sepas por qué lo hiciste), aún tienes
el poder de hacerlo desaparecer y por tanto sigues controlando tu
universo mental. Yo te puedo decir: "Piensa en un antílope color
rosa", y tú lo puedes volver verde o convertirlo en un jabalí, o
puedes pensar simplemente en cualquier otra cosa que quieras. Sólo
tú puedes controlar lo que entra en tu cabeza como un pensamiento.
Si tú no crees en esto, contesta simplemente esta pregunta: "Si no
eres tú el que controla tus pensamientos, ¿quién los controla? ¿Es
acaso tu cónyuge, o tu jefe o tu madre?".
Y si son ellos
los que controlan lo que tú piensas, entonces mándalos a ellos a que
se hagan un tratamiento psicoterapéutico, y tú mejorarás
inmediatamente. Pero tú sabes que no es así. Tú y sólo tú puedes
controlar tu aparato pensante (fuera de casos extremos de lavado de
cerebro o de experimentos de condicionamiento que no forman parte de
tu vida). Tus pensamientos son tuyos, exclusivamente tuyos para
hacer con ellos lo que quieras, conservarlos, cambiarlos,
compartirlos o contemplarlos. Ninguna otra persona puede meterse
dentro de tu cabeza y tener tus pensamientos como tú los
experimentas. Eres tú quien controla realmente tus pensamientos, y
tu cerebro es tuyo propio, y puedes usarlo como quieras y
determines.
Tu
premisa menor no es discutible si examinas las pruebas históricas y
empleas tu sentido común. No puedes tener un sentimiento (emoción)
sin antes haber experimentado un pensamiento. Sin el cerebro
desaparece tu capacidad de "sentir". Un sentimiento es una reacción
física a un pensamiento. Si lloras, o te sonrojas, te late más
fuerte el corazón o te sucede cualquiera de las posibles reacciones
emocionales de la interminable lista de posibilidades, quiere decir
que primero has recibido una señal desde el centro del pensamiento.
Cuando el centro del pensamiento de tu mente está dañado o ha
sufrido un cortocircuito, no sientes emociones, no puedes sentirlas.
Con cierto tipo de lesiones en el cerebro no se siente ni el dolor
físico, literalmente tu mano puede quedar completamente achicharrada
y frita al fuego y tú no sentir ninguna sensación de dolor.
Tú sabes que
no puedes neutralizar tu centro del pensamiento y al mismo tiempo
experimentar cualquier sensación en tu cuerpo. No es posible. Así tu
premisa menor se apoya en una verdad. Todas tus sensaciones te
llegan precedidas por un pensamiento, y sin la función el cerebro no
puedes experimentar sensaciones. La conclusión del silogismo es
también ineludible. Si tú controlas tus pensamientos, y tus
sensaciones y sentimientos provienen de tus pensamientos, entonces
eres capaz de controlar tus propios sentimientos y sensaciones. Y
puedes controlar tus sentimientos elaborando los pensamientos que
los precedieron. Para simplificar podemos decir que tú crees que son
las cosas o la gente los que te hacen infeliz, pero esto no es
correcto. Eres tú el responsable de tu desgracia porque son tus
pensamientos respecto a las cosas y a la gente que hay en tu vida
los que te hacen infeliz. Para llegar a ser una persona libre y sana
tienes que aprender a pensar de forma diferente. Cuando hayas
logrado modificar tus pensamientos, entonces empezarán a surgir tus
nuevos sentimientos y habrás dado el primer paso en el camino hacia
tu libertad personal.
Consideremos el silogismo de una manera más personal tomando el caso
de Cal, un joven ejecutivo que se pasa la mayor parte del tiempo
preocupado y sufriendo porque su jefe piensa que es tonto. Cal es
muy infeliz porque su jefe tiene una opinión muy pobre de él. Pero
si Cal no supiera que su jefe piensa que él es tonto, ¿sería
igualmente infeliz? Por supuesto que no. ¿Cómo podría sentirse
desgraciado por algo que ignora? O sea, que lo que cree o deja de
creer su jefe no es lo que lo hace infeliz. Lo que Cal cree es lo
que lo hace infeliz. Más aún, Cal es responsable de su propia
infelicidad al convencerse a sí mismo de que lo que otra persona
piensa es más importante que lo que él mismo piensa.
Esta
misma lógica es aplicable a todos los acontecimientos, cosas y
puntos de vista de las personas. La muerte de alguien no es lo que
te apena; hasta enterarte no puedes haberte apenado, así que no es
la muerte la causa de tu pena sino lo que tú te dices respecto a ese
hecho. Los huracanes no son deprimentes por sí mismos; la depresión
es algo exclusivamente humano. Si te sientes deprimido a causa de un
huracán es que te estás diciendo a ti mismo cosas que te deprimen
respecto al huracán.
Esto no quiere
decir que te debas engañar diciéndote cosas que te hagan disfrutar
del huracán, sino que más bien te preguntes a ti mismo: "¿Por qué
voy a escoger la depresión? ¿Acaso deprimirme me ayudará a
enfrentarme con el hecho del huracán de una manera más eficiente?".
Has
crecido y te has desarrollado en un ambiente cultural que te ha
enseñado que no eres responsable de tus sentimientos y sensaciones,
aunque la verdad silogística te demuestre que siempre lo fuiste. Has
aprendido una cantidad de dichos para defenderte del hecho de que
eres tú el que controla tus sentimientos. He aquí una pequeña lista
de frases hechas que has usado una y otra vez. Examina los mensajes
que envían estas frases.
- "Me
ofendes."
- "Me
haces sentirme mal."
- "No
puedo evitar sentir lo que siento."
-
"Simplemente estoy enfadado, no me pidas que te explique por qué."
- "Esa
persona me enferma."
- "Tengo
miedo a las alturas."
- "Me
avergüenzas."
- "Me
acelero cuando ella está cerca de mí."
- "Me
haces hacer el tonto en público."
Esta
lista podría seguir interminablemente. Cada frase contiene dentro de
sí misma un mensaje que anuncia que no eres responsable de lo que
sientes. Ahora vuelve a escribir la lista correctamente, o sea, de
manera que refleje que eres tú quien controla lo que sientes y que
tus sentimientos y sensaciones provienen de los pensamientos que
tienes respecto a cualquier cosa.
- "Me
ofendí por las cosas que me dije a mí mismo respecto a cómo
reaccionaste tú ante mí."
- "Me
hice sentirme mal.
- "Puedo
evitar sentir lo que siento, pero he escogido estar enfadado."
- "He
decidido sentirme enfadado porque generalmente puedo manipular a los
demás con mi enfado puesto que ellos piensan que yo los controlo."
- "Yo me
enfermo a mí mismo."
- "Yo me
asusto a mí mismo en las alturas."
- "Yo me
avergüenzo de mí mismo."
- "Yo me
excito cuando estoy cerca de ella."
- "Yo
hago el tonto por tomar más en serio tus opiniones respecto a mí
mismo que las mías propias, y por creer que los demás hacen lo
mismo."
Quizá tú
crees que los dichos de la Lista 1 son simplemente figuras retóricas
que se han convertido en clichés que se usan en nuestro ambiente
cultural y que no tienen mayor significado. Pero si es así como
piensas entonces pregúntate a ti mismo por qué las frases de la
Lista 2 no se han convertido en clichés. La respuesta está en la
influencia de nuestro ambiente cultural sobre nuestro pensamiento
que nos enseña a pensar como la Lista 1 y nos aleja de la lógica de
la Lista 2.
El
mensaje es claro como el cristal. Eres tú el responsable de lo que
sientes. Sientes lo que piensas, y puedes aprender a pensar
diferentemente sobre cualquier cosa, si decides hacerlo. Pregúntate
a ti mismo si vale la pena, si te compensa ser infeliz, estar
deprimido o sentirte herido u ofendido.
Entonces
examina, profundamente, el tipo de pensamientos que te están
Llevando hacia estos sentimientos de debilidad.
Una tarea
difícil: Aprender a no ser desgraciado
No es
fácil cambiar de modo de pensar. Tú estás acostumbrado a un cierto
tipo de pensamientos y a sus consecuencias debilitantes. Hay
necesidad de trabajar mucho para poder deshacerse de los hábitos de
pensamiento que has asimilado hasta ahora. Es fácil ser feliz, pero
aprender a no ser desgraciado puede resultar difícil
La
felicidad es la condición natural de la persona. Esto es evidente
cuando se observa a los niños pequeños. Lo que es difícil es
deshacerse de todos los "deberías" y "tendrías que" que has digerido
en el pasado.
Hacerte cargo
de ti mismo empieza con tener conciencia de ti mismo. Pon atención
cuando digas cosas como "Me han ofendido". Piensa en lo que estás
haciendo en el momento que lo estés haciendo. El nuevo pensamiento
requiere ser consciente de tus viejos pensamientos. Te has
acostumbrado a patrones mentales que identifican las causas de tus
sentimientos en hechos externos.
Has empleado
miles de horas de refuerzo para apoyar estos pensamientos y tendrás
que equilibrar la balanza poniendo miles de horas de pensamientos
nuevos, unos pensamientos que asumen la responsabilidad de tus
propios sentimientos. Es difícil, realmente difícil; pero ¿qué
importa? Ciertamente no es motivo para dejar de hacerlo.
Recuerda
los tiempos en que estabas aprendiendo a manejar un automóvil con
cambios manuales. Te enfrentabas con un problema que parecía
insuperable. Tenías tres pedales pero sólo dos pies con que
manejarlos. Lo primero fue tomar conciencia de la complejidad de la
tarea. Suelta el embrague lentamente, el coche demasiado rápido, hay
sacudidas, aprieta el pedal del acelerador al mismo tiempo que
sueltas el embrague, el pie derecho para el freno, pero el embrague
tiene que entrar, o pegarás otra sacudida. Millones de señales
mentales: siempre pensando, usando tu cabeza. ¿Qué hago? Estoy
consciente, alerta, y al cabo de mil pruebas, equivocaciones y
esfuerzos reiterados llega el día en que te subes a tu coche y sales
conduciendo. Nada de vacilaciones, nada de sacudidas, nada de
pensamientos. Conducir con embrague manual se ha convertido en algo
completamente natural, y ¿cómo lo hiciste? Con gran dificultad. Con
mucho pensar-en-el-presente, mucho recordar, con trabajo y esfuerzo.
Tú sabes
regular tu mente cuando se trata de realizar trabajos físicos, tales
como enseñar a tus pies y a tus manos a que coordinen sus esfuerzos
para conducir un coche. El proceso es menos conocido pero funciona
igual en el universo emocional. Has aprendido los hábitos que tienes
ahora usándolos y reforzándolos durante toda tu vida. Te sientes
desgraciado, enfadado, herido y frustrado automáticamente porque así
aprendiste a pensar hace mucho tiempo. Has aceptado tu
comportamiento y no te has preocupado de la posibilidad de
cambiarlo. Pero puedes aprender a no ser desgraciado, a no estar
enfadado, o herido o frustrado del mismo modo que aprendiste todas
esas actitudes de autofrustración.
Por
ejemplo, se te ha enseñado que ir al dentista es una experiencia
desagradable y que está asociada con sensaciones de dolor. Siempre
has sentido que era desagradable e incluso te has dicho a ti mismo
cosas como:
"dio el
torno". Pero todas éstas son reacciones aprendidas. Tú podrías hacer
que la experiencia funcionara a tu favor si decidieras que se trata
de un procedimiento agradable. Podrías, si realmente decides usar tu
cabeza, hacer que el ruido del torno te haga pensar en una hermosa
experiencia sexual y cada vez que suene su ronroneo podrías entrenar
a tu mente a que se imagine el momento más orgiástico de tu vida.
Podrías pensar diferentemente sobre lo que solías llamar dolor, y
elegir sentir algo nuevo y agradable. Te resultará mucho más
agradable y gratificante dominar tus propias circunstancias dentales
que aferrarte a las viejas imágenes y simplemente resignarte.
Quizá te
cuesta creerlo. Puede que digas algo así como: "Yo puedo pensar en
lo que quiera pero igual me siento desgraciado cuando el dentista me
mete el torno en la boca". Esto nos Lleva de vuelta al embrague
manual.
¿Cuándo
creíste que podías manejarlo? Un pensamiento se convierte en una
certidumbre cuando lo elaboras, no cuando pruebas hacerlo una vez y
luego tomas como pretexto tu falta de pericia o fracaso inicial para
dejar de hacerlo.
El
hacerte cargo de ti mismo implica un esfuerzo más grande que el que
significa simplemente especular con ideas nuevas. Implica la
determinación, la decisión de ser feliz y de enjuiciar y destruir
todos y cada uno de los pensamientos que te producen una infelicidad
autoinmovilista.
La posibilidad
de elección: Tu libertad fundamental
Si
todavía crees que no eliges ser infeliz, trata de imaginarte que las
cosas suceden de la siguiente manera.
Cada vez que
te sientes desgraciado, se te somete a una experiencia desagradable.
Tal vez estás encerrado solo en una habitación durante mucho tiempo,
u obligado a meter te en un ascensor lleno de gente donde debes
pasar varios días. Te puedes dejar sin comer u obligarte a comer un
plato que encuentras particularmente desagradable. O quizá te
torturan: otra gente te tortura físicamente en vez de torturarte tú
mismo mentalmente.
Trata de
imaginarte que se te somete a cualquiera de estos castigos hasta que
logres deshacerte de las sensaciones penosas. ¿Cuánto tiempo crees
que seguirías aferrándote a ellas? Lo más probable es que te harías
cargo de tus sentimientos y sensaciones rápidamente. Así pues, no se
trata de si puedes o no hacerte cargo y controlar tus sentimientos y
sensaciones, sino de que si lo harás realmente o no lo harás.
¿Cuánto aguantarás antes de decidirte? Algunas personas eligen
volverse locas antes que hacerse cargo de sí mismas y controlar sus
vidas. Otras simplemente se entregan y se hunden en una vida llena
de sufrimientos porque el dividendo de la compasión recibida es
mayor que la r recompensa de ser feliz.
De lo que
aquí se trata es de tu capacidad de elegir la felicidad, o por lo
menos de no elegir la infelicidad en cualquier momento dado de tu y
ida. Esta puede que sea una idea apabullante pero es a la vez una
idea que debes considerar cuidadosamente antes de rechazarla, puesto
que su rechazo significa darte por vencido. Rechazarla es creer que
un tercero está a cargo de ti. Pero la elección de la felicidad
podría resultarte más fácil que algunas de las cosas que a diario
complican tu vida.
Igual que
tienes libertad para escoger la felicidad en vez de la infelicidad,
eres también libre de elegir entre un comportamiento autorrealizante
en vez de un comportamiento autoderrotante. Si en este tiempo
conduces un coche, lo más probable es que te encontrarás
frecuentemente en atascos de tráfico. ¿Te enfadas entonces, o
insultas a los otros conductores, riñes con tus pasajeros y te
desahogas con cualquier cosa o con cualquier persona que se te ponga
por delante? ¿Justificas tu comportamiento diciendo que el tráfico
te pone malo y que simplemente no te puedes dominar en los atascos?
¿Qué pasaría si decides pensar en otra cosa? ¿Qué pasaría si decides
usar tu cabeza de una manera constructiva?
Quizá te tome
algún tiempo el poder hacerlo, pero puedes aprender a hablarte a ti
mismo de una manera diferente, acostumbrarte a un comportamiento
diferente que podría incluir el silbar, o cantar, o grabar cartas
verbales en una cinta magnetofónica e incluso tomarte el tiempo
postergando tus enfados por espacio de treinta segundos. No
aprenderás a que te gusten las aglomeraciones pero sí, aunque muy
lentamente al principio, a pensar de una manera nueva. Habrás
aprendido a no sentirte incómodo. Habrás elegido sustituir, paso a
paso, lentamente pero avanzando siempre, las viejas emociones
autofrustrantes por nuevas emociones sanas y constructivas.
De ti y
de las elecciones que hagas depende que las experiencias de tu vida
sean estimulantes y agradables. Las fiestas aburridas y las
reuniones de comité son territorios fértiles para escoger nuevas
sensaciones y sentimientos. Cuando estés aburrido puedes hacer que
tu mente trabaje de diferentes maneras que resulten estimulantes,
como cambiar el tema con una observación clave, o escribiendo el
primer capítulo de tu novela, o trabajando en distintos proyectos
que te ayuden a evitar este tipo de situaciones en el futuro. Para
usar tu mente activamente lo que tienes que hacer es ver cuáles son
la gente y las cosas que te crean conflicto y decidir entonces
cuáles son los esfuerzos mentales que harán que estos mismos hechos
y estas mismas personas actúen positivamente para ti.
Por ejemplo en
un restaurante, si te molestas porque el servicio es malo, piensa
primero por qué no debes escoger el molestarte porque algo o alguien
no funciona como tú quisieras. Vales demasiado para que te dejes
perturbar por otra persona, especialmente si esa persona tiene tan
poca importancia en tu vida. Piensa en qué estrategias puedes usar
para cambiar el momento, márchate, o haz cualquier cosa. Pero no
dejes que la situación te perturbe. Haz que tu cabeza trabaje a
favor tuyo y poco a poco adquirirás la costumbre de no molestarte
cuando las cosas vayan mal.
Escoger la
salud en vez de la enfermedad
También
puedes escoger eliminar ciertos sufrimientos físicos que no
provienen de alguna falla orgánica conocida. Hay muchos malestares
físicos que a menudo no provienen de desórdenes fisiológicos como
ciertos dolores de cabeza, dolores de espalda, úlceras,
hipertensión, urticarias, erupciones de la piel, calambres, dolores
diversos y así por el estilo.
Una vez
tuve una paciente que juraba que hacía cuatro años que tenía dolor
de cabeza todas las mañanas. Todas las mañanas a las 6.5 esperaba
que le llegara y entonces tomaba analgésicos. También mantenía bien
informados de sus sufrimientos a sus amigas y compañeros de trabajo.
Se le sugirió a esta paciente que en realidad ella quería sentir
estos dolores de cabeza y los había escogido como una manera de
llamar la atención y de que la gente la compadeciera. También se le
sugirió que podía aprender a no desear esto para sí misma y que
podía tratar de trasladar el dolor de en medio de la frente hacia
un costado de la cabeza. Ella iba a aprender a controlar su dolor de
cabeza o a darse cuenta de que lo controlaba haciéndolo cambiar de
lugar. La primera mañana se despertó a las 6.30 y se quedó en la
cama esperando su dolor. Cuando llegó pudo }pensarlo} en otro lugar
de su cabeza. Escogió algo nuevo para sí y finalmente dejó de
escoger tener dolores de cabeza.
Hay
cantidad de pruebas que apoyan la teoría de que la gente escoge
tener tumores, artritis, enfermedades del corazón, "accidentes" y
muchos otros males incluido el cáncer, males que se ha pensado
siempre que le suceden fortuitamente a la gente. En el tratamiento
de enfermos "mortalmente enfermos", muchos investigadores han
empezado a creer que la manera de aliviar el mal es ayudando al
paciente a no desear la enfermedad en cualquier forma que sea.
Algunas culturas tratan el dolor de esta manera, dominando
completamente la mente y haciendo que el autocontrol sea sinónimo de
control mental.
El
cerebro que está compuesto de diez billones de partes funcionantes,
tiene suficiente capacidad de almacenamiento como para aceptar diez
novedades por segundo. Se ha calculado, y haciendo cálculos
moderados, que el cerebro humano puede almacenar una cantidad de
información equivalente a cien trillones de palabras, y que nosotros
usamos sólo una pequeña fracción de este espacio.
Este
instrumento que llevas contigo por todas partes es muy potente y
puedes elegir usarlo de diferentes maneras, algunas tan estupendas y
tan fantásticas que ni siquiera se te habían ocurrido hasta ahora.
Trata de ser consciente de esto mientras vayas leyendo las páginas
de este libro y trata de escoger nuevas formas de pensar.
No te
apresures a decir que este tipo de control es una forma de
charlatanería. La mayoría de los médicos han visto a pacientes que
optan por una enfermedad física que no tiene causas fisiológicas. No
es raro ver gente que se enferma misteriosamente cuando se enfrentan
con alguna circunstancia difícil, o que evitan enfermarse cuando
estar enfermo es sencillamente "imposible" en ese momento, y de esa
manera postergan los efectos, quizá la fiebre, hasta que no exista
esa circunstancia tan importante, y sólo entonces se derrumban.
Yo
conozco el caso de un hombre de 36 años atrapado en una horrible
situación matrimonial. Decidió el 15 de enero que el 10 de marzo
dejaría a su mujer. El 28 de febrero desarrolló una fiebre de 40º y
empezó a vomitar sin poderse controlar. Esto se convirtió en una
situación recurrente; cada vez que se armaba de valor para decidir
abandonar a su mujer le daba la gripe o un ataque de indigestión.
Estaba eligiendo. Era más fácil enfermarse que enfrentarse con la
culpa, el miedo, la vergüenza y lo desconocido que implicaba el
hecho de la separación.
Escucha
los anuncios que oímos por la televisión.
"Yo soy
un Corredor de la Bolsa... así es que se podrán imaginar los dolores
de cabeza que tengo que soportar, las tensiones. Pero yo tomo esta
píldora para quitármelos." Mensaje: No puedes controlar lo que
sientes si trabajas en cierto tipo de empleos (profesores,
ejecutivos, padres); por tanto, confía en algo que lo haga por ti.
Nos
bombardean con mensajes de ese tipo a diario. Lo que esconden e
implican está muy claro y es que somos unos prisioneros indefensos
que tenemos que tener algo o alguien que haga las cosas por
nosotros.
Tonterías.
Sólo tú puedes mejorar tu suerte y hacerte feliz a ti mismo. De ti
depende hacerte cargo de controlar tu propia mente, y entonces debes
tratar de sentir y actuar de las maneras que elijas.
Evitar la
inmovilidad
Cuando
consideres tu potencial para escoger la felicidad, ten presente la
palabra inmovilización como el indicador de las emociones negativas
de tu vida. Puede que creas que a veces vale la pena sentir rabia,
hostilidad, timidez u otros sentimientos por el estilo, y por esa
razón, quieres aferrarte a ellos. La medida en que estos
sentimientos te inmovilicen debe de ser lo que te sirva de guía.
La
inmovilización puede oscilar entre la inacción total y las pequeñas
indecisiones o vacilaciones. ¿Acaso tus enfados evitan que hagas o
digas cosas que quieres hacer o decir? Si es así, es porque te
inmovilizan. ¿Tu timidez te impide conocer gente que quieres
conocer? Si es así, quiere decir que tu timidez te inmoviliza e
imposibilita que tengas experiencias que son tuyas por derecho.
¿Acaso tus celos y tu odio contribuyen a provocarte una úlcera de
estómago o a aumentarte la presión arterial?
¿Evitan que
hagas tu trabajo eficaz en tu empleo? ¿No puedes dormir o hacer el
amor por alguna sensación negativa del momento presente? Todos éstos
son signos de inmovilización. }Inmovilización:} Un estado, que, en
grado mayor o menor, imposibilita que funciones al nivel que
quisieras funcionar. Si ciertos sentimientos te conducen a ese
estado, no vale la pena que sigas buscando más razones para
deshacerte de ellos.
He aquí
una pequeña lista de algunas ocasiones en las que puede que te
encuentres inmovilizado. Oscilan entre menores y mayores estados de
inmovilidad.
Estás
inmovilizado cuando...
No puedes
dirigirte cariñosamente a tu cónyuge o a tus niños aunque lo quieras
hacer.
No puedes
trabajar en un proyecto que te interesa.
Te pasas
el día sentado en la casa pensando en tus problemas.
No haces
el amor y te gustaría hacerlo.
No juegas
al tenis o al golf o no tomas parte en otras actividades agradables
por una sensación desagradable que arrastras contigo.
No te
atreves a presentarte a una persona que te atrae.
Evitas
hablar con alguien aunque te das cuenta de que un sencillo gesto
amistoso mejoraría vuestra relación.
No puedes
dormir porque algo te preocupa. No puedes pensar con claridad porque
estás enfadado.
Le dices
algo pesado e injusto a alguien que quieres.
Te
tiemblan las facciones o estás tan nervioso que no funcionas como
quisieras.
La
inmovilización abarca un amplio territorio. Casi todas las emociones
negativas provocan un estado de autoinmovilidad, y esto ya es un
motivo más que suficiente para eliminarlas de tu vida. Quizá pienses
en una circunstancia en que las emociones negativas dan un beneficio
como puede ser dirigirte a un niño con voz enfadada para hacer
hincapié en el hecho de que no quieres que juegue en la calle. Si el
tono de enfado es una simple estrategia para conseguir el resultado
deseado y ésta funciona, entonces muy bien, quiere decir que has.
adoptado una estrategia sana y positiva. Sin embargo si gritas a los
demás no porque quieras lograr algo o hacer hincapié en algo, sino
porque estás perturbado internamente, entonces, quiere decir que te
has inmovilizado a ti mismo; quiere decir que ha llegado el momento
de empezar a escoger nuevas actitudes que te ayuden a lograr tu
objetivo de que el niño no juegue en la calle sin por ello
experimentar sensaciones que te sean dolorosas y perjudiciales. En
el Capítulo I 1 trato nuevamente el tema de la ira y de la manera en
que se puede postergar y apaciguar.
La importancia
de vivir en el momento presente
Una de
las maneras de combatir la inmovilización por pequeña que sea es
aprendiendo a vivir en el momento presente Vivir el momento
presente, ponerte en contacto con tu "ahora" constituye el meollo de
una vida positiva. Si lo piensas, te darás cuenta de que en realidad
no existe otro momento que puedas vivir. El ahora es todo lo que
hay, y el futuro es simplemente otro momento presente para ser
vivido cuando llegue. Una cosa es segura; que no puedes vivirlo
hasta que aparezca realmente. El problema reside en el hecho de que
vivimos en una cultura que quita importancia al presente, al ahora.
¡Ahorre para el futuro! ¡Piense en las consecuencias! ¡No sea
hedonista! ¡Piense en el mañana! ¡Prepárese para su jubilación!
Evitar el
momento presente es casi una enfermedad en nuestra cultura, y
continuamente se nos condiciona a sacrificar el presente por el
futuro.
Si llevamos
esta actitud a sus conclusiones lógicas, nos daremos cuenta de que
se trata no sólo de evitar el goce ahora sino de evadirse para
siempre de la felicidad. Cuando llega el futuro éste se convierte en
presente y debemos usarlo para preparar el futuro. La felicidad es
algo que sucede en el mañana o sea algo elusivo, falaz.
La
enfermedad de evitar el momento presente adquiere muchas formas.
He aquí cuatro
ejemplos típicos de comportamiento evasivo.
La señora
Sally Forth decide irse al bosque a respirar aire puro, gozar de la
naturaleza y ponerse en contacto con sus momentos presentes.
Mientras pasea
por el bosque deja divagar su mente y la enfoca en todas las cosas
que debería estar haciendo en su casa... Los niños, la compra, la
casa, las cuentas que hay que pagar, ¿estará todo bien? Luego, en
otros momentos, su mente se proyecta hacia todas las cosas que
tendrá que hacer cuando salga del bosque. Se perdió el presente,
ocupado por sucesos pasados y futuros, y la encantadora y rara
ocasión de disfrutar de un momento presente en contacto con la
naturaleza se ha perdido para siempre.
La señora
Sandy Shore se va a las islas para disfrutar de unas vacaciones, y
se pasa todo el tiempo bronceándose al sol no por el placer de
sentir los rayos de sol sobre su cuerpo, sino que anticipándose a lo
que dirán sus amigos cuando vuelva a casa con un precioso bronceado.
Su mente está concentrada en el futuro, y cuando ese momento futuro
llegue, ella sentirá no poder estar de vuelta en la playa tomando el
sol. Si tú crees que la sociedad no fomenta este tipo de actitudes,
piensa en el anuncio comercial de un producto bronceador: "Os
odiarán más cuando volváis a casa si usáis este producto".
El señor
Neil N. Prayer tiene un problema de impotencia. Cuando está
experimentando el momento presente con su esposa, su mente empieza a
divagar y a pensar en sucesos pasados o futuros y el presente se le
desvanece. Cuando finalmente logra concentrarse en el momento
presente se imagina que está haciendo el amor con otra persona
mientras ella igualmente piensa en su amante.
El señor
Ben Fishen está leyendo un libro y haciendo lo imposible por
concentrarse en lo que está leyendo. De pronto se da cuenta de que
su mente ha partido en una excursión mental. Su mente no ha
absorbido ni una sola idea. Estaba evitando el material escrito en
esas páginas aunque sus ojos enfocaban cuidadosamente cada palabra.
Literalmente estaba participando en el ritual de la lectura mientras
ocupaba su momento presente en pensamientos que se referían a la
película que había visto la noche anterior o al examen del día
siguiente.
Puedes
disfrutar maravillosamente del momento presente, ese tiempo huidizo
que siempre está contigo, si te entregas completamente a él, si te
"pierdes" en él. Absorbe todo lo que te brinda el momento presente y
desconéctate del pasado que ya no existe y del futuro que llegará a
su tiempo. Aférrate al momento presente como si fuera el único que
tienes. Y piensa que recordar, desear, esperar, lamentar y
arrepentirse son las tácticas más usuales y más peligrosas para
evadir el presente.
A menudo
la evasión del presente conduce a una idealización del futuro. En el
futuro, en algún momento maravilloso del futuro, cambiará la vida,
todo se ordenará y encontrarás la felicidad. Cuando llegue ese
momento tan importante y suceda lo que esperas -tu graduación del
colegio o Universidad, el matrimonio, un niño, un ascenso- entonces
empezará la vida en serio. Y lo más probable es que cuando llegue
ese momento y ocurra el suceso esperado tendrás una gran desilusión.
Nunca podrá ser lo que esperabas. Trata de recordar tu primera
experiencia sexual. Después de una espera tan larga, los orgasmos no
tenían carácter de jubileo ni la violencia de un ataque epiléptico
sino más bien un preguntarse entre divertido y extrañado por qué la
gente hacía tanta alharaca respecto al sexo y quizá también una
sensación de "¿Es esto realmente todo?".
Claro que
cuando algo que te sucede no está a la altura de tus expectativas,
puedes librarte de la depresión que ello te produce empezando a
idealizar de nuevo. No dejes que este círculo vicioso se convierta
en un estilo de vida para ti. Interrúmpelo ya, ahora mismo
estratégicamente con algo que te llene, y te haga sentirte realizado
en el momento-presente.
Hace
años, en 1903, Henry James dio estos consejos en su novela “Los
embajadores:”
Vive todo lo
que puedas; no hacerlo es una equivocación.
No importa
mucho lo que hagas siempre que tengas tu vida.
Si no has
tenido eso, ¿qué has tenido?...
...El momento
apropiado es cualquier momento que uno aún tiene la suerte de
tener... ¡Vive!
Si miras hacía
atrás lo que ha sido tu vida, como lo hizo Ivan Ilich en la novela
de Tolstoi, descubrirás que es muy raro que te lamentes o
arrepientas por algo que has hecho. Es lo que no has hecho lo que te
atormentará. O sea, que el mensaje está muy claro. ¡Hazlo! !Haz
cosas!
Valora el
momento presente. Aférrate a cada momento de tu vida y saboréalo.
Dale
importancia, valoriza tus momentos presentes. Piensa que si los
desperdicias con actitudes autofrustrantes, los habrás perdido para
siempre.
El tema
de la concienciación del momento-presente aparece en todas las
páginas de este libro. La gente que sabe coger al vuelo ese momento
presente y sacar de él todo el provecho posible, "maximizarlo", es
la gente que ha escogido vivir una vida libre, eficiente, efectiva y
plena. Y ésa es una elección que todos y cada uno de nosotros
podemos hacer.
Crecimiento
contra imperfección como motivador
Dos tipos
de necesidades pueden motivarte a elegir una vida plena y feliz. La
forma de motivación más común se llama imperfección o motivación por
deficiencia, y el otro tipo, el más sano, se denomina motivación de
crecimiento y desarrollo.
Si
colocas una piedra bajo el lente de un microscopio y la observas con
cuidado notarás que no cambia nunca. Pero, si pones un trozo de
coral bajo el mismo lente podrás darte cuenta que éste crece y
cambia.
Conclusión: el
coral está vivo, la piedra está muerta. ¿Cómo notas la diferencia
entre una flor que está viva y una que está muerta? La que está
creciendo es la que está viva. La única verdadera prueba de la vida
es el crecimiento. Esto también es cierto en el universo
psicológico. Si estás creciendo quiere decir que estás vivo. Si no
estás creciendo y desarrollándote es igual que si estuvieras muerto.
Tu
motivación puede provenir de un deseo de crecer y desarrollarte más
que de un deseo de reparar tus deficiencias. Si llegas a reconocer
que siempre podrás crecer, mejorar, desarrollarte, volverte cada vez
más y más grande, ya es suficiente. Cuando decides quedarte
inmovilizado o experimentar emociones dolorosas, entonces habrás
hecho una decisión de anticrecimiento. La motivación del crecimiento
y el desarrollo implica usar tu energía vital para alcanzar una
mayor felicidad más que para tener que mejorarte a ti mismo porque
has pecado o porque de alguna manera estás incompleto.
Uno de
los corolarios de la elección del crecimiento y desarrollo como
motivación es el dominio de ti mismo en todos los momentos presentes
de tu vida. Tener dominio de ti mismo significa que tú eres el que
decides tu destino; que no eres de los que contemporizan ni de los
que se amoldan a lo que les brinda la vida. Más bien que escoges lo
que tu mundo será para ti. George Bernard Shaw lo expresó muy bien
en su obra de teatro "La profesión de la señora Jarren."
La gente
siempre le echa la culpa a sus circunstancias por lo que ellos son.
Yo no creo en las circunstancias. La gente a la que le va bien en la
vida es la gente que va en busca de las circunstancias que quieren y
si no las encuentran, se las hacen, se las fabrican.
Pero
acuérdate de lo que se dijo al principio de este capítulo.
Cambiar tu
manera de pensar, o de sentir, o de vivir es posible, pero nunca
fácil. Seamos hipotéticos por un momento. Si te dicen, amenazándote
al mismo tiempo con una pistola, que dentro de un año vas a tener
que hacer algo muy difícil, como correr una milla en cuatro minutos
y treinta segundos, o lanzarte del trampolín más alto de la piscina
con un estilo impecable, y que si no lo haces te fusilarán, seguro
que te dedicarías en cuerpo y alma a entrenarte para lograr estos
objetivos hasta que te llegara el momento de actuar. Estarías
entrenando tu mente al mismo tiempo que tu cuerpo porque es tu mente
la que le dice a tu cuerpo lo que tiene que hacer. Te entrenarías
constantemente, sin cesar, sin caer en la tentación de abandonar tu
empeño o disminuirlo. Y cumplirías tu cometido y salvarías tu vida.
Este
pequeño cuento de hadas está destinado, por cierto, a demostrar
algo. Nadie pretende cambiar su cuerpo de un día para otro y sin
embargo muchos esperamos y pretendemos que nuestras mentes sean
capaces de un cambio repentino. Cuando tratamos de aprender un
comportamiento mental diferente, pretendemos probarlo una vez y que
luego se convierta, instantáneamente, en parte de nosotros mismos.
Si
realmente quieres liberarte de las neurosis, realizarte y controlar
tus propias decisiones, si realmente quieres alcanzar la felicidad
del momento-presente, necesitarás aplicar el mismo tipo de
disciplina rígida que necesitaste para aprender a pensar de forma
autofrustrante, pues tendrás que desandar el camino mental que has
seguido hasta la fecha.