Es fácil
ver ejemplos de culpabilidad y preocupación en todas partes,
prácticamente en todas las personas que encontramos a nuestro paso.
El mundo está poblado por personas que se sienten pésimamente por
algo que no deberían haber hecho o asustados y consternados por
cosas que pueden llegar a pasar. Y probablemente tú no eres una
excepción. Si tienes zonas extensas de culpa y preocupación, hay que
exterminarlas, limpiarlas y esterilizarlas para siempre. Sácate de
encima esas pequeñas "c" y "p," que infestan tantos sectores de tu
vida.
La
culpabilidad y la preocupación son quizá las dos formas más comunes
de angustia en nuestra cultura. Con la culpa, te fijas en sucesos
pasados, te sientes abatido o molesto por algo que dijiste o hiciste
y gastas tus momentos presentes afligido por comportamientos
pasados. Con la preocupación gastas el valioso presente
obsesionándote por algún suceso futuro. Ya mires atrás o adelante,
el resultado es el mismo. Estás malgastando el momento presente. El
Golden Day de Robert Burdette es realmente "hoy día," y él resume la
insensatez de la culpabilidad y la preocupación con estas palabras:
Hay dos días
en la semana que nunca me preocupan. Dos días despreocupados,
mantenidos religiosamente libres de miedos y temores. Uno de esos
días es ayer... y el otro día que no me preocupa es mañana.
Examinando la
culpabilidad con más atención
Somos
muchos los que hemos sido sometidos a una verdadera conspiración de
culpabilidad en nuestras vidas; una conspiración no premeditada pero
muy eficiente destinada a convertirnos en verdaderas máquinas
culpables. La máquina funciona de la siguiente manera. Alguien emite
un mensaje destinado a recordarte que has sido una mala persona por
algo que dijiste o no dijiste, sentiste o no sentiste, hiciste o no
hiciste. Tú respondes sintiéndote mal e incómodo en tu momento
presente. Tú eres la máquina de culpabilidad. Un aparato que
respira, habla, camina y reacciona con cargas de culpabilidad cada
vez que le echan el combustible apropiado. Y debes estar bien
aceitado si has estado totalmente inmerso en nuestra cultura que es
una cultura productora de culpas.
¿Por qué
has recibido los mensajes de preocupación y culpabilidad que te han
echado encima todos estos años? En gran parte porque se considera
"incorrecto" que no te sientas culpable, e "inhumano" que no te
preocupes.
Todo está
relacionado con la IMPORTANCIA que le des a los problemas. Si
realmente te importa una persona o cosa, demuestras este interés
sintiéndote culpable por las cosas terribles que has hecho al
respecto, o dando muestras visibles de que su futuro te preocupa. Es
casi como si tuvieras que demostrar tu neurosis para que te
clasifiquen y consideren como a una persona a Quien le importan los
demás.
La
culpabilidad es, de todas las zonas erróneas de comportamiento, la
más inútil. Es de lejos la que despilfarra mayor cantidad de energía
emocional. ¿Por qué? Porque, por definición, te estás sintiendo
inmovilizado en el presente por algo que ya pasó. Y no existe
culpabilidad por grande que sea, que pueda cambiar la historia.
La diferencia
entre la culpabilidad y la posibilidad de aprender las lecciones del
pasado.
La
culpabilidad no es sólo una preocupación por el pasado; es la
inmovilización del momento presente en aras de un suceso del pasado.
Y el grado de inmovilización puede abarcar desde una pequeña
incomodidad hasta una severa depresión. Si simplemente estás
aprendiendo lecciones de tu pasado, y prometiéndote evitar la
repetición de algún comportamiento específico, eso no se llama
culpa. Experimentas culpabilidad sólo cuando este sentimiento te
impide actuar ahora porque antes te comportaste de una cierta
manera. Aprender de tus equivocaciones es una parte sana y necesaria
de tu crecimiento y desarrollo. La culpabilidad es malsana porque
gastas inútilmente tu energía en el presente sintiéndote molesto y
deprimido a causa de un acontecimiento ya histórico. Y eso es tan
inútil como malsano
No hay
culpabilidad por grande que sea, que pueda resolver un solo
problema.
Los orígenes
de la culpabilidad
Son dos
las formas básicas que toma la culpabilidad para convertirse en
parte integrante del mecanismo emotivo de un individuo. La primera
es la culpabilidad aprendida a muy temprana edad que queda como un
residuo infantil en la personalidad adulta. La segunda es la
culpabilidad que ha sido autoimpuesta por un adulto después de
infringir un código al que se suscribe.
l. La
culpa residual: Esta culpa es la reacción emocional que la gente
Lleva consigo desde sus memorias infantiles. Estos productores de
culpa son numerosos y si funcionan en el caso de los niños, la gente
mayor sigue cargando con ellos en su edad adulta. Algunos de estos
residuos implican amonestaciones como las siguientes:
"Papá no
te va a querer si haces eso otra vez." "Deberías sentirte
avergonzado por lo que has hecho.," (Como si eso te fuera a ayudar.)
"Bueno,
muy bien, a fin de cuentas, yo sólo soy tu madre."
A la
persona adulta las implicaciones subyacentes en este tipo de frases
pueden seguir con vigencia cuando desagrada a su jefe o a otras
personas que sirven como imágenes paternales y maternales.
El
intento persistente de lograr el apoyo de estas figuras está
presente y en consecuencia, lo mismo sucede con la culpa cuando los
esfuerzos fracasan.
La culpa
residual también aflora en el sexo y en el matrimonio. Es fácil
verlo en los múltiples remordimientos y en las excusas por
comportamientos pasados. Estas reacciones de culpa se producen
porque en la infancia el niño aprende a ser manipulado por los
adultos y estas mismas reacciones pueden seguir funcionando en el
hombre que ha dejado de ser niño para convertirse en adulto.
2. Culpa
autoimpuesta: Esta segunda categoría de reacción culpable cubre una
zona mucho más molesta. Aquí el individuo se siente inmovilizado por
cosas que ha hecho recientemente pero que no tienen necesariamente
que estar conectadas con algo que pasó en su infancia. Es la
culpabilidad impuesta por sí mismo cuando se infringe una norma
adulta o un código moral adulto. El individuo puede sentirse mal
durante mucho tiempo aunque el dolor nada puede hacer para cambiar
lo que ha sucedido. Entre las culpas autoimpuestas más típicas está
la de haber reñido con alguien y luego detestarse por haberlo hecho;
o el sentirse emocionalmente nulo debido a algo que se ha hecho como
haberse ido sin pagar en un negocio, no haber asistido a la iglesia,
o haber dicho algo indebido.
De este
modo, puedes considerar la culpa como una reacción a residuos de
normas que te fueron impuestas y por las que aún estás tratando de
complacer a alguna ausente figura de autoridad, o como resultado de
tus esfuerzos por vivir a la altura de normas autoimpuestas que
realmente no te convencen, pero sientes que debes contemporizar con
ellas. En ambos casos, se trata de un comportamiento estúpido y lo
que es más importante, inútil. Puedes seguir lamentándote hasta el
fin de tus días, pensando en lo malo que has sido, y lo culpable que
te sientes, y ni la más pequeña tajada de culpa podrá hacer algo
para rectificar ese comportamiento. Se acabó tu culpabilidad es una
tentativa de cambiar la historia, de desear que las cosas no fueran
como son. Pero la historia es así y tú no puedes hacer nada al
respecto.
Lo que sí
puedes hacer es empezar a cambiar tu actitud respecto a las cosas
que te producen culpa. En nuestra cultura hay muchas venas de
pensamiento puritano que nos envían mensajes de este calibre: "Si te
diviertes, tendrías que sentirte culpable por ello". Muchas de tus
propias reacciones de culpa autoimpuestas podrían encontrar su
origen en este tipo de pensamiento. Quizás has aprendido a que no
debes satisfacer tus gustos, o que no debes disfrutar de un chiste
verde, o que no debes participar en cierto tipo de comportamientos
sexuales. Si bien los mensajes represores son muy comunes en nuestra
cultura, la culpa que sientes cuando te estás divirtiendo es
puramente autoimpuesta.
Puedes
aprender a disfrutar del placer sin sentirte culpable. Puedes
aprender a verte a ti mismo como una persona que es capaz de hacer
cualquier cosa integrada en su propio sistema de valores sin
perjudicar a los demás. Y hacerlo sin sentir culpa. Si haces algo y
te disgustas contigo mismo luego de haberlo hecho, puedes proponerte
evitar ese tipo de comportamiento en el futuro.
Pero
soportar una sentencia de culpa autoimpuesta es un "viaje" neurótico
que te puedes evitar. La culpabilidad no sirve de ayuda para nada.
Por el contrario, no sólo sirve para inmovilizarte sino que aumenta
las posibilidades de que repitas el mismo comportamiento indeseado
en el futuro. La culpa puede servir de retribución en sí misma y
también de permiso para repetir el mismo comportamiento. Mientras
retengas la posibilidad de retribución que significa el absolverte a
ti mismo por medio de la culpabilidad, podrás seguir dando vueltas
como un burro atado a la noria sin lograr nada a no ser la
infelicidad del momento presente.
Típicas
categorías y reacciones productoras de culpa
Culpa filial
en niños de todas las edades
Una de
las maneras de manipular a un niño por medio de la culpa para que
haga algo podría ser más o menos como la que se usa en el ejemplo
siguiente:
Madre:
Donny, trae las sillas del sótano porque vamos a comer en un
momento.
Niño:
Bueno mamá, en seguida voy; estoy mirando el partido y lo haré
cuando se acabe este tiempo.
Mensaje
materno productor de culpa: No importa entonces. Yo lo haré... con
lo que me duele la espalda. Tú sigue disfrutando el partido.
Donny se
imagina a su madre cayéndose por las escaleras con seis sillas sobre
las espaldas. Y él es el responsable.
El tipo
de mentalidad de "Yo me sacrifiqué por ti", es un productor de culpa
sumamente eficiente. Aquí el padre o la madre pueden recordar los
momentos difíciles cuando sacrificaron su propia felicidad a fin de
que tú tuvieras algo. Cuando te recuerdan tus deudas, tú
naturalmente te preguntas cómo puedes ser tan egoísta. Las
referencias a los dolores del parto son uno de los ejemplos de esta
actitud productora de culpa. "Sufrí dieciocho horas seguidas sólo
para traerte a este mundo." Otra frase muy eficiente es: "Si seguí
casada con tu padre, fue por ti". Están tratando de hacerte sentir
culpable por la infelicidad matrimonial de tu madre.
La culpa
es uno de los métodos más eficientes que tienen los padres para
manipular las acciones de los niños. "Está muy bien. Nosotros nos
quedaremos aquí solos. Tú ve y diviértete como siempre lo has hecho.
No te preocupes por nosotros.," Este tipo de comentario sirve mucho
para conseguir que llames por teléfono o vayas de visita a menudo a
casa de tus padres. Si le das vuelta ligeramente podrás oír algo así
como: "¿Qué diablos te pasa? ¿Acaso te has roto el dedo y no puedes
marcar un número de teléfono?,". Los padres enchufan la máquina de
la culpa y tú te comportas de acuerdo con ella, vale decir con
rencor.
La
táctica de "Nos dejaste avergonzados" es también muy útil. O: "¿Qué
dirán los vecinos?",. Se recurre a las fuerzas externas para hacerte
sentir mal por lo que has hecho y para evitar que pienses por ti
mismo. La táctica de "Si llegas a fracasar en algo nos dejarás
avergonzados" es un ataque de culpabilidad que puede hacer casi
imposible tu vida normal después de haber experimentado el más leve
fracaso.
La
enfermedad de uno de los padres es un superfabricante de culpa.
"Has hecho que
me suba la presión." Alusiones a que "me estás matando" o
"provocando un ataque al corazón" son muy eficientes a la vez que te
culpabilizan por todas las dolencias típicas de la vejez. Necesitas
hombros muy anchos para poder llevar este tipo de culpa puesto que
puede durar toda una vida, literalmente, y si eres muy vulnerable,
puedes incluso llegar a sentirte culpable de la muerte de uno de tus
padres.
La culpa
sexual impuesta por los padres es muy común. Todos los pensamientos
o comportamientos sexuales son como campos fértiles para el cultivo
de la culpa. "Dios no permita que te masturbes. Eso es malo.," Por
medio de la culpa te pueden manipular para que adoptes la actitud
sexual apropiada. "Debería darte vergüenza leer esas revistas. Ni
siquiera deberías tener esos pensamientos."
La
culpabilidad puede estimular ciertos comportamientos socialmente
correctos. "¡Cómo puedes dejarme avergonzada ante la abuela
hurgándote la nariz en público!" "Olvidaste darle las gracias.
Debería darte vergüenza o ¿es que quieres que nuestros amigos
piensen que yo no te enseño nada?," No obstante, es posible ayudar
al niño a tener un comportamiento social adecuado sin cargarlo de
culpa. Una simple y directa explicación del porqué ese
comportamiento es indeseable es un método más eficiente. Por
ejemplo, si se le dice a Donny que sus interrupciones constantes son
molestas y no dejan conversar a los mayores se habrá plantado en él
la primera semilla evitando la culpa que acompaña a una frase como
la siguiente: "Tú siempre interrumpes, debería darte vergüenza, es
imposible hablar cuando tú estás cerca".
Y el sólo
hecho de alcanzar la madurez no logra poner fin a la manipulación
filial por medio de la culpa. Yo tengo un amigo que tiene cincuenta
y dos años. Es un pediatra de origen judío casado con una cristiana.
Aún mantiene en secreto su matrimonio por miedo a que si se lo dice
a su madre "podría matarla,", lo que en realidad significa que él
siente que podría matarla. Mantiene un apartamento aparte con todos
los enseres necesarios en una casa con el único propósito de recibir
allí todos los domingos a su madre que tiene ochenta y cinco años.
Ella no sabe que él es dueño de otra casa donde vive seis días a la
semana. Él hace este pequeño juego por miedo y por la culpa que
siente al estar casado con una "shiksa". Aunque es un hombre maduro
en todos los aspectos y que ha triunfado ampliamente en su propio
mundo profesional, sigue bajo el control de su madre. Todos los días
la llama desde su oficina y vive con ella la fantasía del hijo
soltero.
La
culpabilidad asociada a los padres o a la familia es una de las
estrategias más comunes para mantener a raya a la gente. Los
ejemplos que di más arriba sólo son una pequeña muestra de la
infinidad de frases y técnicas que sirven para ayudar al hijo o la
hija a escoger la culpa (inmovilidad del momento presente por un
suceso del pasado) como tributo a la genealogía.
La
culpabilidad relacionada al cónyuge o amante
La
culpabilidad por el "Si tú me quisieras," es una de las maneras
eficaces de manipular a un amante. Esta táctica es particularmente
útil cuando uno quiere castigar a su pareja por algo que ha hecho.
Es como si el amor dependiera de un tipo de comportamiento
determinado. Cada vez que alguien no está a la altura de lo que se
espera de él se puede usar la culpa para hacerlo volver al redil.
Tiene que sentirse culpable de no amar al otro.
Los
resentimientos, los silencios pronunciados y las miradas doloridas
son métodos muy útiles para provocar la culpa en los demás. "Yo no
te voy a hablar, así aprenderás., O "Ni te me acerques ¿cómo
pretendes que te quiera después de lo que has hecho?" Esta es una
táctica muy usada en los casos en que uno de los amantes empieza a
descarriarse.
A menudo,
años después de ocurrido un incidente, uno de los cónyuges se lo
recuerda al otro para ayudarlo a escoger la culpa del momento
presente. "No te olvides de lo que hiciste en 1951. , O "¿ Cómo
puedo tener confianza en ti cuando me fallaste entonces?" De esta
manera uno de los miembros de la pareja puede manipular el presente
del otro refiriéndose al pasado. Si uno de ellos ha logrado
finalmente olvidarlo, el otro puede recordárselo periódicamente y
así mantener al día sus sentimientos de culpa por comportamientos
pasados.
La culpa
es muy útil para conseguir que el partenaire en el amor se adapte a
las demandas y normas del otro. "Si tuvieras algo de sentido de
responsabilidad, me hubieras llamado." O "Ésta es la tercera vez que
he tenido que vaciar la basura, me imagino que simplemente te niegas
a hacer tu parte,. La meta? El fin de todo esto? Lograr que uno haga
lo que quiere el otro.¿El método? La culpabilidad.
La
culpabilidad inspirada por los niños
El juego
de la culpabilidad filial puede ser invertido. La culpa es una calle
de dos vías y los niños son tan capaces de usarla para manipular a
sus padres como ellos a sus hijos.
Si un
niño se da cuenta de que sus padres no pueden soportar el verlo
sufrir y que se sienten culpables de ser malos padres, el niño usará
a menudo esta culpa para manipularlos. Una pataleta en el
supermercado puede lograr el caramelo deseado. "El papá de Sally le
deja hacerlo." O sea que el papá de Sally es un buen padre y tú no.
"Tú no me quieres. Si me quisieras, no me tratarías así.", Y el
extremo: "Seguro que soy adoptado.
Mis verdaderos
padres no me tratarían así". Todas estas afirmaciones llevan el
mismo mensaje: tú, como padre, deberías sentirte culpable por
tratarme a mí, tu hijo, de esta manera.
Los
niños, por supuesto, aprenden a usar este comportamiento destinado a
producir sentimientos de culpabilidad en sus padres al observar cómo
los adultos en su mundo lo usan para conseguir las cosas que ellos
quieren. La culpa no es una manera natural de comportarse. Es una
reacción emocional aprendida que sólo puede ser usada si la víctima
le muestra al explotador que es vulnerable a ella. Los niños saben
cuándo es posible manipular a un adulto. Si constantemente te
recuerdan las cosas que hiciste o no hiciste por ellos con el fin de
lograr lo que quieren, quiere decir que han aprendido el truco de la
culpa. Si tus niños usan esas tácticas es que las han aprendido en
alguna parte. Y lo más probable es que observándote a ti.
La
culpabilidad inspirada por el colegio
Los
maestros son originadores superlativos de culpabilidad, y los niños,
ya que son muy sugestionables, son también muy fáciles de manipular.
Éstos son
algunos de los mensajes de culpa que perturban la felicidad del
momento presente de la gente joven:
"Qué
desilusión se va a llevar de ti tu mamá." "Debería darte
vergüenza... Sacar un insuficiente un niño inteligente como tú."
"¿Cómo
puedes hacer sufrir así a tus padres, después de todo lo que han
hecho por ti? ¿No sabes la ilusión que tienen de que vayas a Harvard?"
"Fallaste
el examen porque no estudiaste, ahora te fastidias."
A menudo
se usa la culpabilidad en los colegios para hacer que los niños
aprendan ciertas cosas o se comporten de una manera especial. Y
recuerda que aunque seas una persona mayor aún sigues siendo un
producto de esos colegios.
Otras
instituciones causantes de culpabilidad
La mayor
parte de las prisiones operan sobre la teoría de la culpabilidad. Si
una persona pasa bastante tiempo pensando en lo malo que ha sido,
gracias a la culpa llegará a ser una persona mejor. Las sentencias
de cárcel por delitos no violentos, como pueden ser las evasiones de
impuestos, violaciones de tráfico, infracciones civiles y faltas por
el estilo son ejemplos de este tipo de mentalidad. El hecho de que
un gran porcentaje de los internados vuelva a cometer infracciones a
la ley no ha hecho nada para modificar o poner en tela de juicio
esta creencia.
Quédate
encerrado en la cárcel y sufre lo que has hecho. Este procedimiento
es tan caro e inútil que resulta difícil, casi imposible, explicarlo
con lógica. La explicación ilógica por supuesto, es que la culpa es
una parte tan integral de nuestra cultura que se ha convertido en la
columna vertebral de nuestro código criminal. En vez de hacer que
los infractores de la ley civil ayuden a la sociedad o paguen sus
deudas, tratan de reformarlos por medio de encarcelamientos
productores de culpa que no benefician a nadie y menos aún al
culpable. No hay sentimiento de culpa por grande que sea que pueda
alterar el comportamiento pasado. Peor aún, las cárceles no son los
sitios más apropiados para aprender las diversas posibilidades
legales de elección. Por el contrario, fomentan una repetición del
delito al amargar al preso. (La práctica de encarcelar a los
criminales peligrosos para proteger a los demás es otra cosa y aquí
no trataremos ese tema.)
En
nuestra sociedad, la práctica de dar propina ha venido a reflejar,
no que el servicio o la atención es de buena calidad, sino el grado
de culpabilidad de la persona beneficiaria del servicio. Los
camareros y camareras eficientes, los chóferes de taxi, botones y
otros empleados domésticos se han dado cuenta de que la mayoría de
la gente no puede enfrentarse con el sentimiento de culpabilidad que
les produce el no comportarse correctamente, y que darán la propina
establecida sin que esto tenga relación alguna con la calidad del
servicio recibido. Así pues el gesto ostentoso de la mano estirada,
los comentarios desagradables y las miradas intencionadas están
destinados a producir un sentimiento de culpabilidad y seguidamente,
lo más rápido posible, la gran propina.
El ser
desordenado, el fumar y otros comportamientos inaceptables por el
estilo pueden ser motivos de culpa. Si por ejemplo dejaste caer un
cigarrillo o un vaso de papel, la mirada severa de un extraño puede
sumirte en paroxismos de culpabilidad por haberte comportado de una
manera torpe.
En vez de
sentirte culpable por algo que ya hiciste, ¿por qué no decides más
bien no volver a comportarte de una manera antisocial o torpe?
Los
regímenes para adelgazar son una actividad cargada de culpa. El que
está haciendo dieta, se come un caramelo y se siente culpable todo
un día recordando su debilidad de un momento. Si estás tratando de
perder peso y caes en comportamientos contraproducentes, puedes
aprender de ellos y hacer lo posible para ser más eficiente en tu
momento presente. Pero el sentirse culpable y lleno de
autorreproches es una pérdida de tiempo, pues si te sientes así
durante mucho tiempo es muy probable que volverás a comer en exceso
como una manera de salirte de tu dilema, una manera neurótica por
cierto.
La
culpabilidad en las relaciones sexuales
Quizás el
sexo sea la actividad que más culpa produce en nuestra sociedad. Ya
hemos visto cómo los padres engendran culpa en los niños por hechos
o pensamientos relacionados con el sexo. Y los adultos no se sienten
menos culpables en los asuntos del sexo. La gente se introduce
subrepticiamente en las salas en que se proyectan películas
pornográficas para que los demás no vean lo depravados que son.
Mucha gente no quiere reconocer que disfrutan con ciertas prácticas
sexuales como puede ser el sexo oral y se sienten culpables de sólo
pensar en ello.
Las
fantasías sexuales son también productoras muy eficientes de culpa.
Muchas personas se sienten incómodas por tener tales pensamientos y
niegan su existencia en privado, o incluso en sus sesiones de
terapia.
En efecto, si
yo tuviese que localizar un centro para la culpabilidad en el cuerpo
humano, lo pondría en el sexo.
Esta es
sólo una pequeña lista de las influencias culturales que conspiran
para impulsarte a escoger la culpa. Ahora echemos una mirada a las
retribuciones psicológicas del sentimiento de culpabilidad. No te
olvides que sea cual sea el dividendo éste será siempre
autofrustrante y recuérdalo la próxima vez que prefieras la culpa a
la libertad.
Las
retribuciones psicológicas de la elección de la culpabilidad
He aquí
las razones más básicas para escoger el desperdiciar tu presente
sintiéndote culpable por cosas que hiciste o dejaste de hacer en el
pasado.
- Si
absorbes tus momentos presentes sintiéndote culpable por algo que ya
sucedió, no tendrás que emplear tu momento actual en actividades
eficientes y provechosas. Simplemente, como muchos comportamientos
autofrustrantes, la culpa es una técnica de evasión que sirve para
impedir que trabajes por ti mismo y en ti mismo en el momento
presente. Así trasladas tu responsabilidad por lo que eres o no eres
ahora a lo que eras o dejabas de ser en el pasado.
- Al
trasladar tu responsabilidad hacia atrás, no sólo evitas el trabajo
pesado que significa cambiarte a ti mismo ahora, sino también los
riesgos que acompañan dicho cambio. Es más fácil inmovilizarse con
sentimientos de culpa por los sucesos del pasado que emprender la
senda llena de riesgos que lleva a crecer y desarrollarse en el
presente.
- Existe
la tendencia a creer que si te sientes lo suficientemente culpable,
a la larga quedarás exonerado de tu mal comportamiento. Esta
retribución de perdón es la base de la mentalidad carcelaria que
describimos arriba, por lo cual el preso paga sus pecados
sintiéndose terriblemente mal durante un largo período de tiempo.
Cuando más grande haya sido el delito, más largo será el período que
se necesite para lograr el perdón.
- La
culpabilidad puede ser el medio de volver a la seguridad de la
niñez; un período cómodo en el que otros tomaban las decisiones en
tu nombre y se ocupaban de ti. En vez de hacerte cargo de ti mismo
en el presente, confías en los valores de los otros en tu pasado. Y
una vez más la retribución radica en sentirse protegido del peligro
de hacerte cargo de tu propia vida.
- La
culpa es una manera muy útil de transferir la responsabilidad de tu
comportamiento hacia los demás. Es fácil enfurecerse con los demás
por la manera en que te manipulan, y trasladar el enfoque de la
culpa de ti mismo hacia esas otras personas terribles que son tan
poderosas que pueden hacerte sentir lo que quieran, incluso
culpable.
- A
menudo puedes ganarte la aprobación de la gente, incluso cuando está
de acuerdo con tu conducta, simplemente sintiendo culpa por ese
comportamiento. Puedes haber hecho algo que transgreda las normas
establecidas, pero al sentirte culpable estás demostrando que sabes
muy bien cómo debes comportarte y que estás haciendo lo posible por
adaptarte.
- La
culpa es una espléndida manera de ganarse la compasión de la gente.
Y no importa si el deseo de compasión demuestra claramente que
tienes una pobre idea de ti mismo. En este caso prefieres que los
demás sientan pena por ti en vez de amarte y respetarte a ti mismo.
Ahí
tienes los dividendos más notorios que podrás lograr si te aferras a
la culpa. La culpa, como todas las emociones autoanulantes, es una
elección, algo que puedes controlar. Si no te gusta y prefieres
deshacerte de ella para quedarte completamente "libre de culpa" he
aquí algunas estrategias que te servirán para borrar por completo el
pizarrón de tu culpa.
Algunas
estrategias para eliminar la culpabilidad
Empieza
a mirar el pasado como algo que jamás puede modificarse, sientas lo
que sientas respecto a él. ;Se acabó! Y cualquiera que sea la culpa
que escojas, no te servirá para cambiar el pasado. Graba esta frase
en tu conciencia: "Mi sentimiento de culpabilidad no cambiará el
pasado ni hará que yo sea una persona mejor". Este tipo de enfoque
te ayudará a diferenciar la culpabilidad del conocimiento que puedas
arrancar al pasado.
-
Pregúntate a ti mismo lo que estás evitando en el presente por culpa
del pasado. Al trabajar en este sentido, eliminarás la necesidad de
la culpa.
Un
paciente mío que llevaba un tiempo comprometido en una relación
extramatrimonial nos brinda un buen ejemplo de esta clase de
eliminación de culpa. El hombre decía que se sentía culpable de
tener esta relación, pero seguía dejando a su mujer una vez por
semana para ir a ver a su amante. Le hice notar que la culpa de la
que hablaba era un sentimiento, completamente inútil. No hacía que
su matrimonio mejorara y evitaba que disfrutara de la relación con
su amante.
Podía elegir
una de dos cosas. Podía reconocer que dedicaba su presente a
sentirse culpable porque le era más fácil que examinar de cerca su
matrimonio y hacer algo por él y por sí mismo.
O podría
aprender a aceptar su comportamiento. Podía reconocer que aceptaba
las exploraciones sexuales extramatrimoniales y darse cuenta de que
su sistema de valores incluía ciertos comportamientos que eran
censurados por mucha gente. En cualquiera de los dos casos, él
elegiría eliminar la culpa y cambiar o aceptarse a sí mismo.
- Empieza
a aceptar en ti mismo cosas que tú has escogido pero que le pueden
disgustar a cierta gente. Así, si tus padres, jefe, vecinos, o
incluso tu cónyuge, toman una posición contraria a la tuya en algo
puedes pensar que es muy natural, acuérdate lo que dijimos
anteriormente respecto a la búsqueda de aprobación. Es necesario que
te apruebes a ti mismo; la aprobación de los demás es agradable pero
no viene al caso. Cuando logres no necesitar aprobación,
desaparecerá la culpa que puedes sentir por el comportamiento que no
obtiene la aprobación de los demás.
- Escribe
un diario de culpas y apunta todas las ocasiones en que te sientes
culpable, anotando cuidadosamente por qué, cuándo y con quién sucede
y lo que estás perdiendo en el presente al angustiarte por el
pasado. El diario te podrá dar sin duda algunas percepciones
internas de tu zona de particular culpabilidad.
Reconsidera tu sistema de valores. ¿ Cuáles son los valores que
realmente aceptas y cuáles los que solamente finges aceptar? Haz una
lista de todos estos valores falsos y decide vivir según un código
ético determinado por ti mismo y no por uno impuesto por otra gente.
- Haz una
lista de todas las maldades que has hecho en tu vida.
Imponte
clasificaciones de culpa para cada una en una escala de valores que
vaya del uno al diez. Suma los resultados y constata si hoy te
importa que la diferencia sea de cien o un millón. El momento
presente sigue siendo el mismo y toda tu culpabilidad no es más que
una actividad desperdiciada.
- Evalúa las
verdaderas consecuencias de tu comportamiento. En vez de buscar
sentimientos místicos para determinar las afirmaciones y las
negaciones en tu vida, determina tú mismo si los resultados de tus
actos han sido agradables y productivos para ti.
- Trata
de enseñarle a las personas que tienen que ver con tu vida y que
tratan de manipularte por medio de la culpa de que tú eres muy capaz
de enfrentarte con las desilusiones que les provoque tu
comportamiento. Si mamá empieza con su escena de culpa, "Tú no
hiciste eso" o "Yo iré a buscar las sillas, tú quédate sentado ahí",
aprende a contestarle de distinta manera, por ejemplo: "Muy bien
mamá, si quieres lastimarte la espalda por unas sillas sólo porque
no puedes esperar unos minutos, supongo que no puedo hacer nada para
evitarlo". El resultado tardará en llegar pero el comportamiento de
aquella gente empezará a cambiar cuando vean que no te pueden forzar
a sentirte culpable. Una vez que logres desconectar la culpa, la
posibilidad de manipularte y de controlarte emocionalmente habrá
desaparecido para siempre.
- Haz
algo que sabes muy bien que te hará sentir culpable. Cuando vayas a
un hotel y te indican un botones para que te acompañe a una
habitación que fácilmente podrás encontrar tú sólo con tu pequeña
maleta, di que no lo necesitas. Si no te hace caso dile a este
compañero indeseado que está perdiendo su tiempo y su energía ya que
tú no le darás propina por un servicio que no deseas. O tómate una
semana para estar sólo como siempre has querido hacerlo, a pesar de
las protestas culpabilizantes de los demás miembros de la familia.
Este tipo de comportamiento te ayudará a enfrentarte con la culpa
omnipresente que tantos sectores de nuestro entorno te ayudan a
elegir con tanta eficiencia.
- El
diálogo siguiente representa un ejercicio de interpresentaciones en
una sesión de psicoterapia de grupo que yo dirigía, en la que una
chica joven (de 23 años) se enfrentaba con su madre (representada
por otro miembro del grupo) porque quería irse de casa. La madre
usaba todas las posibles respuestas productoras de culpa para
evitarlo. Este diálogo fue el resultado final de una hora de
enseñarle a la hija cómo capear las frases productoras de culpa de
su madre.
Hija:
Mamá, me voy de casa.
Madre: Si
lo haces me dará un ataque al corazón; tú sabes lo delicada que
estoy y cuánto te necesito para que me ayudes con la medicina y todo
lo demás.
Hija:
Estás preocupada por tu salud y crees que , no te las puedes
arreglar sin mí.
Madre:
Claro que no. Mira, yo he sido buena contigo todos estos años y
ahora me abandonas. Si eso es todo lo que te importa tu madre,
hazlo, sigue adelante.
Hija: Tú
crees que porque me ayudaste de niña yo debería pagarte quedándome
aquí y no ser independiente y vivir por mi cuenta.
Madre:
(Cogiéndose el pecho.) Ahora mismo estoy con taquicardia. Creo que
me voy a morir. Me estás matando, eso es lo que estás haciendo.
"Hija:
¿Quieres decirme algo antes de irme?
En este
diálogo la hija se niega a rendirse ante los evidentes productores
de culpa que le ofrece su madre. Esta muchacha había sido una
verdadera esclava de su madre y todos los esfuerzos que había hecho
antes para irse de su casa y establecerse por su cuenta habían
chocado con ese tipo de retórica culpabilizante. La madre estaba
dispuesta a hacer cualquier cosa para conseguir a su hija y ésta
tenía que aprender nuevas respuestas, o resignarse a ser la esclava
de su madre y de su culpa por el resto de sus días. Toma nota
cuidadosamente de las respuestas de la hija.
Todas empiezan
con referencias a su madre responsabilizándola por sus propios
sentimientos. Al decir "Tú sientes" en vez de "Yo siento" se
disminuye el potencial de culpa con mucho tino.
La
culpabilidad en nuestra cultura es una herramienta útil para
manipular a los demás y una inútil pérdida de tiempo. La
preocupación, la otra cara de la moneda, es desde el punto de vista
del diagnóstico, idéntica a la culpa, pero está enfocada
exclusivamente hacia el futuro y a todas las cosas terribles que
podrían llegar a suceder.
Observaciones
respecto a la preocupación
¡No hay
de qué preocuparse! ¡Absolutamente nada! Puedes pasarte el resto de
tu vida, empezando ahora mismo, preocupado por el futuro, y por
mucho que te preocupes, no cambiarás nada. Recuerda que la
preocupación ha sido definida como el sentimiento que te inmoviliza
en el presente por cosas que pueden llegar a suceder en el futuro.
Debes tener cuidado en no confundir la preocupación con el hacer
planes para el futuro. Si estás haciendo planes para el futuro y la
actividad del momento presente puede contribuir a que ese futuro sea
mejor esto no es preocupación. Sólo es preocupación cuando de alguna
manera te encuentras inmovilizado en el presente por algún
acontecimiento que puede suceder en el futuro.
Así como
nuestra sociedad alienta y da alas a la culpa, también fomenta la
preocupación. Una vez más todo empieza con la falacia de parangonar
la preocupación con el amor. Si quieres a alguien, es el mensaje,
debes preocuparte por él. Oirás frases como "Por supuesto que estoy
preocupado por ella; es natural cuando quieres a alguien" o "No
puedo dejar de preocuparme porque te quiero". Así pruebas tu amor
preocupándote suficientemente en el momento apropiado.
La
preocupación es endémica en nuestra cultura. Casi todo el mundo
pierde una increíble cantidad de momentos presentes preocupándose
por el futuro. Y todo ello no sirve para nada. Ni un solo momento de
preocupación logrará mejorar las cosas. Peor aún, es muy posible que
la preocupación anule tu eficacia en el presente. Más aún, la
preocupación no tiene nada que ver con el amor que debe ser una
relación en la que cada persona tiene el derecho de ser lo que elige
ser sin condiciones impuestas por la otra persona.
Imagínate
que estás en el año 1860 al principio de la Guerra de Secesión. El
país se moviliza para la guerra y hay aproximadamente treinta y dos
millones de personas en los Estados Unidos. Cada una de estos
treinta y dos millones de personas tiene miles de cosas en que
preocuparse y pasan muchos momentos presentes angustiados por el
futuro. Se preocupan por la guerra, el precio de los alimentos, las
inundaciones, la economía, por las mismas cosas que siguen
preocupándote hoy en día. En 1975, unos 115 años más tarde, todos
esos que tanto se preocupaban están muertos y si sumamos todas sus
preocupaciones, veremos que ni esa inmensa cantidad de preocupación
logró cambiar ni un momento de lo que ahora es historia. Lo mismo es
cierto en lo que respecta a los momentos en que más te has
preocupado por el futuro. Cuando la tierra esté poblada por un
personal completamente diferente, ¿crees que alguno de tus momentos
de preocupación habrán logrado cambiar algo, hacer que algo sea
distinto a lo que fue? No.
Y alguno de
esos momentos de preocupación hacen que las cosas sean distintas hoy
en día, en el sentido de cambiar las cosas que te preocupan?
Otra vez, no.
Entonces ésta es una de las zonas que debes ordenar, puesto que
estás desperdiciando esos preciosos momentos presentes en
comportamientos que no te brindan retribuciones positivas.
Gran
parte de tu preocupación se refiere a cosas sobre las que no tienes
absolutamente ningún control. Puedes preocuparte todo lo que quieras
sobre la guerra, o la economía, o posiblemente las enfermedades,
pero la preocupación no nos traerá la paz ni la prosperidad ni buena
salud. Como individuo, tienes muy poco control sobre cualquiera de
esas cosas. Además, la catástrofe que tanto te preocupa a menudo
resulta ser menos horrible en la realidad de lo que fue en tu
imaginación.
Yo traté
a Harold, que tenía cuarenta y siete años, durante varios meses.
Estaba preocupado porque podía despedirlo de su trabajo y entonces
no podría mantener a su familia. Era un ser compulsivo que se
preocupaba compulsivamente. Empezó a perder peso, no podía dormir y
enfermaba a menudo. En las sesiones de terapia, hablamos sobre la
inutilidad de la preocupación y sobre el modo que podía elegir para
estar contento. Pero Harold era un preocupado de verdad y sentía que
era su diaria responsabilidad el preocuparse por los desastres que
podían ocurrir.
Finalmente,
después de angustiarse durante meses, recibió su notificación de
despido y se quedó sin empleo por primera vez en su vida. Al cabo de
tres días, encontró otro trabajo que no sólo era mejor pagado sino
que le brindaba muchas más satisfacciones. Había usado su fuerza
compulsiva para encontrar el nuevo empleo. La búsqueda fue rápida y
sin tregua. Y toda su preocupación anterior resultó inútil. Su
familia no se murió de hambre y Harold no se desplomó. Como la mayor
parte de los cuadros sombríos de nuestra imaginación, el cambio
resultó más beneficioso que terrible. Harold experimentó en carne
propia la inutilidad de la preocupación, aprendió de primera mano lo
inútil que resulta preocuparse y ha empezado a adoptar una actitud
más despreocupada para su vida.
En un
ensayo muy inteligente y divertido publicado por The New Yorker,
titulado "Busca lo Imbuscable", Ralph Shoenstein hace una sátira de
la preocupación:
¡Menuda
lista! ¡Algo viejo y algo nuevo, algo cósmico y sin embargo algo
trivial también, pues el preocupado creativo debe siempre combinar
lo pedestre con lo inmemorial. Si se apaga el sol, ¿podrán los METSs
cumplir todos sus compromisos nocturnos ?
Si
reviven algún día a los seres humanos que han sido congelados
criogénicamente, ¿tendrán que volver a inscribirse en el registro
electoral?
Y si
desaparece el dedo pequeño del pie, valdrán menos los goles en la
Liga Nacional de Fútbol?
Puede que
seas de los que se preocupan como profesionales de la preocupación,
produciendo todo tipo de stress innecesario y de ansiedad en tu vida
a consecuencia de las opciones que haces por el hecho de preocuparte
por todo tipo de cosas. O puede que seas uno de los angustiados de
talla menor que se preocupa sólo de sus propios problemas. La lista
siguiente presenta las respuestas más comunes a la pregunta "¿Qué es
lo que te preocupa?"
Típicos
comportamientos de preocupación en nuestra cultura
Reuní los
datos siguientes de un grupo de unas doscientas personas que
asistieron a una conferencia una tarde. Los denomino "la hoja de la
preocupación", y puedes darte "puntajes de preocupación," parecidos
a los "puntajes de culpa" de los que hablamos antes. No están
colocados en orden de frecuencia o importancia. Las oraciones entre
paréntesis representan los tipos de frases que justifican la
preocupación.
Tu lista de
preocupaciones
Yo me preocupo
de..
1. Mis
hijos. ("Todo el mundo se preocupa de sus hijos, no sería muy buen
padre si no me preocupara de mis hijos, ¿no es verdad?")
2. Mi
salud. ("Si no te preocupa tu salud, te puedes morir en cualquier
momento.")
3. La
muerte ("Nadie quiere morirse. La muerte preocupa a todos.")
4. Mi
trabajo ("Si no te preocupa tu trabajo, puedes perderlo.")
5. La
economía. ("Alguien tiene que preocuparse; al presidente parece que
no le importa nada."
6. Un
ataque al corazón. ("A todo el mundo le da un ataque al corazón, ¿no
es cierto?" "El corazón se te puede detener en cualquier momento".)
7. La
seguridad. ("Si no te preocupa la seguridad puedes terminar en un
asilo o viviendo de la caridad pública.")
8. La
felicidad de mi marido o mujer. ("Dios sabe lo que me preocupa su
felicidad, aunque no me lo reconozcan.")
9.
¿Estaré haciendo bien las cosas? ("Siempre me preocupa hacer las
cosas bien, y así estoy tranquilo.")
10. Tener
un niño sano si estás embarazada. ("Todas las futuras mamás se
preocupan de eso.")
11.
Precios. ("Alguien se tiene que preocupar por los precios antes que
suban tanto que desaparezcan de nuestra vista.")
12.
Accidentes. ("A mí siempre me preocupa que mi mujer/marido o mis
hijos puedan sufrir un accidente; es natural ¿no es cierto?")
13. Lo
que piensan los demás. ("Me preocupa que mis amigos no me quieran.")
14. Mi
peso. ("Nadie quiere ser gordo; por tanto es natural que me preocupe
la posibilidad de recuperar el peso que perdí.")
15.
Dinero. ("Nunca nos alcanza el dinero, y me preocupa que algún día
no tendremos nada y tendremos que vivir de la caridad o del
estado.")
16. Que
se me estropee el coche. ("Es un cacharro viejo y voy en el por la
autopista y por supuesto que me preocupa pensar que puede tener una
avería y lo que pasaría si la tuviera.")
17. Mis
cuentas. ("Todo el mundo se preocupa de pagar sus cuentas. Uno no
sería humano si no se preocupara de pagar sus cuentas.")
18. La
muerte de mis padres. ("No sé qué haría si se murieran mis padres;
me enfermo de sólo pensarlo. Me preocupa quedarme solo y creo que no
podría arreglármelas.")
19. Irme
al Cielo o ¿qué pasa si no hay Dios? ("No puedo soportar la idea de
que no haya nada.")
20. La
meteorología. ("Hago planes para salir de picnic y de repente
llueve. Me preocupa que no haya nieve si vamos a esquiar.")
21.
Envejecer. ("Nadie quiere envejecer y, no me tomes el pelo, a todo
el mundo le preocupa.")
22.
Viajar en avión. ("Se oye hablar de tantos accidentes")
23. La
virginidad de mi hija. ("A todo padre que quiere a su hija le
preocupa que puedan hacerla sufrir o que se meta en algún lío.")
24.
Hablar en público. ("Me paralizo cuando tengo que hablar ante mucha
gente y me muero de preocupación antes de hacerlo.")
25.
Cuando mi cónyuge no me llama. ("A mí me parece normal preocuparse
cuando uno no sabe dónde está la persona que ama, o de si tiene
algún problema.")
26. Ir a
la ciudad. ("Quién sabe lo que va a pasar cada vez que una va a esa
jungla. A mí me preocupa cada vez que voy" "Siempre me preocupa
conseguir un sitio para el coche.")
- Y quizás el
más neurótico de todos...
27. No
tener nada de qué preocuparse. ("Simplemente no me puedo quedar
tranquilo cuando todo parece andar sobre ruedas. Me preocupa no
saber lo que va a pasar.")
Esta es la
hoja de preocupaciones colectiva en nuestra cultura. Puedes darle
puntajes de preocupación a los que te parecen más aplicables a tu
caso, sumar el total y no importa cuál sea el resultado, siempre
será cero.
El párrafo
siguiente ilustra el alcance de la preocupación en nuestro mundo.
Está sacado de un artículo del Newsday (3 de mayo, 1975) que trataba
sobre el seguro de accidentes hospitalarios.
West Islip.-
Dos funcionarios del Consejo del Hospital de Nassau-Suffolk
advirtieron ayer al público que los que están preocupados por los
problemas que puede crear la crisis del seguro de accidentes ( si
los médicos dejan de atender a los pacientes totalmente o atienden
sólo los casos de emergencia) no se han preocupado lo suficiente.
Esto es un
llamamiento para que la gente pase más tiempo preocupada por un
problema determinado. ¿Cómo es posible que siquiera se publique una
nota de este tipo? La respuesta es que nuestra cultura de más
importancia a la preocupación que a la acción. Si todos los que
tienen algo que ver con el asunto se preocuparan mucho más, quizá
podría llegar a solucionarse el problema.
Para
eliminar la preocupación es necesario comprender la razón que la
respalda. Si la preocupación tiene importancia en tu vida, puedes
estar seguro que tiene muchos antecedentes históricos en que
apoyarse. Pero ¿cuales son las retribuciones ? Las retribuciones son
muy similares a los dividendos neuróticos que te proporciona la
culpa como la preocupación son comportamientos autoanulantes que
únicamente varían en un sentido temporal.
La culpa está
enfocada en el pasado; la preocupación en el futuro.
Las
retribuciones psicológicas de la preocupación
- La
preocupación es una actividad del momento presente. De este modo, si
gastas tu vida actual inmovilizado por la preocupación que te
inspira el futuro, puedes evitar el presente y lo que en él haya de
amenaza. Por ejemplo, yo pasé el verano de 1974, en Karamursel,
Turquía, dando clases y escribiendo un libro sobre psicoterapia. Mi
hija, que tenía siete años en aquel entonces, se había quedado en
Estados Unidos con su madre. Y a pesar de que me encanta escribir,
encuentro que es una labor difícil y muy solitaria que requiere
mucha autodisciplina. Cuando me sentaba frente a mi máquina de
escribir con el papel en su sitio y los márgenes puestos, me daba
cuenta de pronto que mis pensamientos habían volado hacia la pequeña
Tracy Lynn. ¿ Qué pasará si sale a andar en bicicleta por la calle y
no mira por dónde va? Espero que la estarán vigilando si está en la
piscina porque ella es bastante descuidada. Sin darme cuenta había
pasado una hora y yo la había gastado preocupándome. Y todo en vano
por supuesto. Pero ¿era realmente en vano? Mientras pudiese gastar
todos mis momentos presentes preocupándome, no tenía que luchar con
las dificultades que se me presentaban cuando trataba de escribir. Y
ésta era una retribución estupenda realmente.
- Puedes
evitar tener que correr riesgos usando tus preocupaciones como
excusa para inmovilizarte. ¿Cómo vas a poder actuar si estás
preocupado con tu problema del momento presente? "No puedo hacer
absolutamente nada; estoy tan preocupado." {ésta es una queja muy
común que te mantiene inmóvil evitando el riesgo que significa la
acción.
- Puedes
autodenominarte como una persona cariñosa o amante porque te
preocupas por los demás. La preocupación demuestra que eres un buen
padre, una buena esposa o lo que seas. Es un dividendo estupendo
pero malsano y que carece de lógica
- Las
preocupaciones son muy útiles para justificar ciertos
comportamientos autofrustrantes. Si eres gordo, seguro que comes de
más cuando estás preocupado, por lo que tienes una razón estupenda
para aferrarte al comportamiento angustioso producido por las
preocupaciones.
Igualmente,
verás que fumas más en situaciones difíciles y puedes usar tu
angustia y tu preocupación para no dejar de fumar. Este mismo
sistema de retribución neurótica es aplicable a otras zonas como el
matrimonio, el dinero, la salud y cosas por el estilo. La
preocupación te ayuda a evitar el cambio. Es más fácil preocuparse
por los dolores que tienes en el pecho que correr el riesgo de
averiguar la verdad y consecuentemente tener que habértelas contigo
mismo.
- Las
preocupaciones impiden que vivas tu vida. Los angustiados se quedan
quietos preocupándose por todo mientras las personas activas y
positivas tienen la necesidad de moverse. La preocupación es un
recurso muy hábil que sirve para mantenerte inactivo y ciertamente
es mucho más fácil angustiarse aunque menos estimulante y agradable,
que ser una persona activa comprometida con las cosas.
- Las
preocupaciones pueden provocar úlceras, hipertensión, calambres,
dolores de cabeza, dolores de espalda y muchas dolencias por el
estilo. Y aunque éstas no parecen retribuciones, obtienen como
resultado mucha atención de parte de la demás gente y también mucha
autocompasión. Y mucha gente prefiere ser compadecida que
realizarse.
Ahora que
comprendes cuál es el sistema psicológico de apoyo que está detrás
de tu preocupación, podrás empezar a proyectar algunos esfuerzos
estratégicos que te servirán para deshacerte de los molestos
microbios de la preocupación que se incuban en esta zona errónea.
Algunas
estrategias para eliminar la preocupación
Empieza
a ver tus momentos presentes como un tiempo para vivir en vez de
obsesionarte por el futuro. Cuando te pilles angustiándote,
pregúntate a ti mismo: "¿De qué me estoy evadiendo al gastar este
momento en preocupaciones?". Entonces empieza a atacar lo que estás
evitando o lo que sea que te impulsa a evadirte. El mejor antídoto
para la preocupación es la acción.
Un paciente
mío muy propenso a la angustia, me relató uno de sus últimos
triunfos al respecto. Durante su estadía en un lugar de veraneo,
entró en una sauna una tarde. Allí se encontró con un señor que
simplemente no podía tomarse unas vacaciones y olvidarse de sus
problemas. Este señor habló largo y tendido sobre todas las cosas
que debían preocupar a mi paciente.
Habló de la
Bolsa, pero dijo que no había que preocuparse de las fluctuaciones
de corto alcance. Dentro de seis meses habría un colapso total y eso
sí que era para preocuparse. Mi paciente se enteró bien de cuáles
eran las cosas de las que tendría que preocuparse y se fue. Jugó al
tenis durante una hora, disfrutó jugando al fútbol con unos niños un
rato, participó con su esposa en un campeonato de ping pong en el
que ambos se divirtieron muchísimo y finalmente unas tres horas más
tarde volvió al vestuario a ducharse. Su nuevo amigo seguía allí
angustiándose, y empezó inmediatamente a enumerar una serie de cosas
más que merecían preocupación.
Mientras tanto
mi cliente había pasado sus momentos presentes estimulantemente
vivo, mientras que el otro había consumido los suyos preocupado por
diferentes asuntos. Y ninguno de los dos tuvo ninguna influencia
sobre los valores de la Bolsa
-
Reconoce lo absurdo que resulta la preocupación. Pregúntate a ti
mismo una y otra vez: "¿Habrá algo que llegue a cambiar como
resultado de mi preocupación?".
- Date a
ti mismo períodos cada vez más cortos de "tiempos de preocupación".
Dedica diez minutos por la mañana y diez por la tarde para
preocuparte; considéralos como tus segmentos de preocupación.
Usa esos
períodos para angustiarte por todos los posibles desastres que te
quepan en ese espacio de tiempo. Entonces, usando tu habilidad para
controlar tus propios pensamientos, posterga cualquier posible
preocupación hasta que te llegue el próximo "tiempo de
preocupación". Rápidamente te darás cuenta de lo disparatado que es
emplear el tiempo de esta manera y a la larga eliminarás totalmente
tu zona de preocupación.
- Haz una
lista de preocupaciones anotando todas las cosas que te preocupaban
ayer, la semana pasada e incluso el año pasado. Verifica si tus
preocupaciones hicieron algo por ti. Averigua también si algunas de
las cosas que te preocupaban llegaron a suceder. Pronto te darás
cuenta de que la preocupación es una actividad doblemente inútil y
vana. No hace nada para modificar el futuro. Y la posible catástrofe
resulta a menudo muy inferior a lo esperado e incluso un hecho
beneficioso cuando sucede.
¡Preocúpate
sin más! Trata de demostrarlo cuando sientas que estás a punto de
preocuparte. Esto es, detente, dirígete a alguna persona y le dices:
"Míreme, estoy a punto de preocuparme". La otra persona no sabrá qué
decir, se sentirá completamente confundida ya que tú probablemente
no sabrás cómo demostrar eso que haces tan bien.
- Hazte a
ti mismo esta pregunta eliminadora de preocupaciones: "¿Qué es lo
peor que me puede pasar a mí (o a ellos) y qué posibilidades hay de
que ocurran?". Descubrirás de esta manera el absurdo de las
preocupaciones.
- Escoge
deliberadamente un comportamiento que esté en conflicto con tus
zonas habituales de preocupación. Si eres de los que ahorra
compulsivamente para el futuro, preocupándole siempre de si tendrá
suficiente dinero para el día de mañana, empieza a usar tu dinero
hoy mismo. Haz como el tío rico que escribió en su testamento:
"Gozando de excelente salud física y mental, gasté todo mi dinero en
vida".
- Empieza
a abordar tus miedos con pensamientos y comportamientos productivos.
Hace poco una amiga mía pasó una semana en una isla cerca de la
costa de Connecticut. A esta mujer le encanta hacer largos paseos y
muy pronto descubrió que la isla estaba llena de perros que habían
dejado en libertad. Decidió que lucharía con su miedo y preocupación
de que la mordieran o incluso de que la hicieran pedazos, el
desastre total y definitivo. Llevaba una piedra en el bolsillo
(seguro contra accidentes) y decidió no dar muestras de miedo cuando
se le acercaran los perros.
Incluso rehusó
disminuir la marcha cuando los perros empezaban a gruñir y se
dirigían hacia ella. Y los perros al ver que alguien rehusaba
asustarse ante sus embates, desistían y se alejaban corriendo. Yo no
estoy abogando por una conducta que puede resultar peligrosa, pero
creo que plantar cara en forma positiva al miedo o la preocupación
puede ser la mejor manera de hacerla desaparecer de tu vida.
Ésas son
algunas técnicas que te pueden servir para eliminar la preocupación
de tu vida. Pero el arma más eficiente que puedes tener para
terminar con la preocupación es tu propia determinación de borrar
este comportamiento neurótico de tu vida.
Últimos
pensamientos sobre la culpa y la preocupación
El
momento presente es la clave para comprender tus actividades de
culpa y preocupación. Aprende a vivir ahora, en el presente, y a no
desperdiciar tus momentos actuales en pensamientos inmovilizantes
sobre el pasado o el futuro. No hay otro momento en el que sea
posible vivir más que el presente, el ahora, y todas tus
preocupaciones y culpas tan inútiles se hacen en el exclusivo
momento presente.