Éstas son las
frases que usamos. Queremos justicia y usamos su carencia como
justificación para la infelicidad. La exigencia de justicia no es un
comportamiento neurótico. Sólo se convierte en zona errónea cuando
te castigas a ti mismo con una emoción negativa al no poder ver la
justicia que exiges. En este caso el comportamiento autofrustrante
no es la exigencia de justicia, sino la inmovilización que puede
generar esa realidad sin justicia.
Nuestra
cultura promete justicia. Los políticos se refieren a ella en todos
sus discursos. "Necesitamos igualdad y justicia para todos." Sin
embargo día tras día, más aún, siglo tras siglo, la falta de
justicia continúa. Pobreza, guerras, pestes, crímenes, prostitución,
drogas y asesinatos siguen sucediendo generación tras generación
tanto en la vida pública como en la privada. Y si la historia de la
humanidad puede servirnos de guía, seguirán sucediéndose.
La
injusticia es una constante en la vida, pero con la infinita
sabiduría, que acabas de adquirir, puedes decidirte a luchar contra
esa injusticia y a negarte a quedar inmovilizado emocionalmente por
ello.
Puedes
trabajar para ayudar a extirpar la injusticia y puedes decidir que
no te dejarás vencer psicológicamente por ella
El
sistema legal promete justicia. "La gente exige justicia", y hay
personas que incluso trabajan para que así sea, para que haya
justicia.
Pero
generalmente no sucede. Los que tienen dinero no son condenados. A
menudo, los jueces y los policías se venden a los poderosos. Un
presidente y un vicepresidente de los Estados Unidos son perdonados
o despedidos con una leve reprimenda después de haberse demostrado
que eran culpables de actividades delictivas. Los pobres llenan las
cárceles y no tienen casi la menor posibilidad de golpear al
sistema. No es justo. Pero es cierto. Spiro Agnew se hace rico
después de no pagar sus impuestos sobre la renta. Richard Nixon es
exonerado y sus cómplices pasan unos pocos meses en las mejores
prisiones mientras que los pobres y los miembros de grupos
minoritarios se pudren en las cárceles esperando la vista de su
causa, esperando una oportunidad. La visita a cualquier tribunal de
justicia, o cuartelillo de policía nos demostrará que para los
poderosos e influyentes hay reglamentos especiales aunque las
autoridades lo nieguen empecinadamente. ¿ Dónde está la justicia?
¡En ninguna parte! Tu decisión de luchar contra ella puede ser
admirable, sin duda, pero tu elección de dejarte perturbar por ello
es tan neurótica como la culpa, como la búsqueda de aprobación o
cualesquiera de los otros comportamientos autoflagelantes que
constituyen tus zonas erróneas.
"¡NO ES
JUSTO!"
EL LEMA DE LAS
RELACIONES INEFICACES
La sed de
justicia puede llegar a infiltrarse en tus relaciones personales y
evitar que te comuniques eficientemente con las demás personas. El
conocido lema " ¡No es justo!" es una de las quejas más comunes (y
destructivas). Para poder considerar que algo es injusto tienes que
compararte con otro individuo o con otro grupo de individuos. Tu
mente funciona más o menos así: "Si ellos pueden hacerlo, yo
también". "¡No es justo que tú tengas más que yo!" "Pero si yo no
pude hacer eso, ¿por qué lo vas a hacer tú?" En estos casos
determinas lo que es bueno para ti basándote en la conducta de
otros. Ellos, no tú, están a cargo de tus emociones. Si te sientes
perturbado porque no puedes hacer algo que otra gente puede hacer o
ha hecho, es porque has dejado que sean ellos los que te controlen.
Cada vez que te comparas a ti mismo con cualquier otra persona,
estás jugando el juego del "No es justo" y trasladándote desde tu
postura de confianza en ti mismo al pensamiento externo dirigido por
terceros.
Una de
mis pacientes, una joven muy atractiva llamada Judy, es un buen
ejemplo de este tipo de pensamiento autodestructivo. Judy llevaba
cinco años de casada y se quejaba de que no era feliz en su
matrimonio. En una sesión de terapia de grupo, ella hizo una
dramatización de una discusión conyugal. Cuando el joven que hacía
de marido de Judy, que era agente de seguros, le dijo algo
desagradable, Judy inmediatamente le contestó diciendo: "¿Por qué
dices eso? Yo nunca te digo cosas así". Cuando él le mencionó a sus
hijos, Judy dijo, "Eso no es justo. Yo nunca mezclo a los niños en
nuestras discusiones". Cuando la interpretación de roles se dirigió
hacia los proyectos de una salida nocturna, el razonamiento de Judy
fue nuevamente: "Eso no es justo. Tú sales siempre y yo me tengo que
quedar en casa con los niños".
Para Judy,
su matrimonio debía funcionar según una lista de comparaciones. Una
para ti, otra para mí. Todo tenía que ser parejo y justo. Si yo hago
esto de esta manera, tú tienes que hacerlo igual. No es extraño que
se sintiera herida y llena de rencores todo el tiempo, más
preocupada de ajustar cuentas y reparar injusticias imaginarias que
de examinar y quizá mejorar su vida conyugal.
La
búsqueda de justicia de Judy era un neurótico callejón sin salida.
Ella evaluaba el comportamiento de su marido basándose en su propio
comportamiento y su felicidad en base al comportamiento de su
marido. Si ella dejara de buscar equidad y hacer cuentas y empezara
a tratar de obtener las cosas que quiere sin pretender que sean los
demás los que se las brinden, o sea sin tener que depender de los
demás, entonces es seguro que sus relaciones podrán mejorar.
El
concepto de justicia es un concepto externo; una manera de evitar el
hacerte cargo de tu propia vida. En vez de pensar en que las cosas
son injustas, puedes decidir lo que realmente quieres, y ponerte a
buscar los modos para lograrlo, independientemente de lo que el
resto del mundo quiere o hace. El simple hecho es que todas las
personas son distintas, y no importa cuánto te quejes y reclames
porque los demás tienen más que tú, ya que así no lograrás ningún
cambio positivo. Necesitarás eliminar las referencias venidas de
fuera y tirar los prismáticos que enfocan lo que hacen los demás.
Algunas personas trabajan menos y ganan más dinero. Otras personas
mejoran sus posiciones por favoritismos mientras que tú eres más
hábil y eficiente. Tu esposo/a y tus niños seguirán haciendo las
cosas de una manera diferente a la tuya. Pero si te enfocas a ti
mismo en vez de compararte con los demás, te darás cuenta de que no
vale la pena molestarte por la falta de equidad y justicia. El telón
de fondo de casi todas las neurosis es dejar que el comportamiento
de los demás sea más significativo, más importante que el tuyo
propio. Si te cargas con frases como "Si él puede hacerlo, yo
también...", vivirás tu vida según lo que piensan los demás y no
creándola tú mismo a tu manera.
LOS CELOS: UNA RAMA DE LA "EXIGENCIA DE JUSTICIA"
John
Dryden decía que los celos eran "la ictericia del alma". Si los
celos interfieren en tu vida y te producen una inmovilidad
emocional, lo que debes hacer es proponerte como meta eliminar este
tipo de pensamiento inútil y perjudicial. Los celos son en realidad
una manera de exigirle a alguien que te quiera de cierto modo
específico y tú dices "No es justo", cuando no lo hacen. Esto
proviene de una falta de confianza en ti mismo, simplemente porque
se trata de una actividad dirigida a los otros. Permites que el
comportamiento de otra persona te produzca incomodidad emocional.
La gente que
realmente se quiere a sí misma no opta por los celos ni se deja
perturbar cuando alguna otra persona no actúa con justicia.
Nunca
podrás predecir cómo reaccionará el ser que amas ante otro ser
humano, pero si escoge ser afectuoso o amable, tú sólo puedes
experimentar la inmovilidad de los celos si consideras que sus
decisiones tienen algo que ver contigo. Eso depende de ti; es tu
elección. Si un miembro de una pareja se enamora de un tercero, no
es que sea "injusto", simplemente es.
Si le
consideras injusto, probablemente terminarás tratando de imaginarte
por qué. Un ejemplo perfecto nos lo proporciona una paciente mía que
estaba furiosa porque su marido tenía un affaire. La obsesionaba el
pensar por qué lo hacía. Se preguntaba constantemente: "¿En qué me
equivoqué?", "¿Qué me pasa?", "¿No soy yo suficientemente buena para
él?" y toda una retahíla de preguntas llenas de dudas respecto a sí
misma. Helen pensaba constantemente en la injusticia de la
infidelidad de su marido. Pensó incluso en tener un affaire ella
para equilibrar la balanza. Lloraba mucho y oscilaba entre la
tristeza y la ira.
La
equivocada manera de pensar de Helen, que la conduce a la
infelicidad, reside en una demanda de justicia que abruma su
relación. Esto hace también que la elección de su marido de tener
relaciones sexuales fuera del matrimonio sea el motivo de su
perturbación. Al mismo tiempo, está usando el comportamiento de su
marido como justificativo para hacer algo que probablemente hacía
mucho tiempo que quería hacer. Y no lo hacía porque no era justo. La
insistencia de Helen en que las cosas tienen que ser justas implica
que si fuese ella la primera en tener un affaire, entonces su marido
tendría que tomar represalias. El estado emocional de Helen no va a
mejorar hasta que ella decida que la decisión de su marido fue
independiente de ella, y que él puede tener mil motivos
particulares, y ninguno de ellos relacionados con Helen, para
embarcarse en su aventura sexual. Quizá simplemente haya querido
hacer algo distinto; quizá sintió amor por otra persona además de su
mujer, o quizá quiso probar su virilidad o mantener a raya la vejez.
Sea cual fuere el motivo, éste nada tiene que ver con Helen. Ella
puede ver el affaire de su marido como algo que pasa entre dos
personas y no como algo dirigido contra ella. La perturbación reside
únicamente en Helen. Puede seguir hiriéndose a sí misma con esos
celos autoflagelantes porque se considera menos importante que su
marido o la amante de éste, o puede llegar a reconocer que el
affaire de otra persona nada tiene que ver con su propia valía.
ALGUNOS COMPORTAMIENTOS TÍPICOS DE "DEMANDA DE JUSTICIA"
El
comportamiento de "búsqueda de equidad" es muy evidente en casi
todas las áreas de la vida. Por poco perceptivo que seas, te podrás
dar cuenta de que surge constantemente en tu comportamiento y en el
de los demás. He aquí algunos de los ejemplos más comunes de este
tipo de comportamiento.
-
Quejarse de que otros ganan más dinero por hacer el mismo trabajo
que haces tú.
- Decir
que no es justo que Frank Sinatra, Sammy Davis, Barbra Streisand,
Catfish Hunter o Joe Namath ganen unos sueldos tan altos y
molestarte por ello.
Molestarte porque otros cometan infracciones impunemente mientras
que a ti siempre te cogen. Desde los que violan las normas de
velocidad vial hasta el perdón de Nixon, tú insistes en que la
justicia debe prevalecer.
- Todas
las frases del tipo de "¿Acaso yo te haría algo así?", con la
pretensión de que todo el mundo tiene que ser exactamente igual a
ti.
-
Corresponder siempre cuando alguien te hace un favor. Si tú me
invitas a cenar, yo te debo una cena a ti o por lo menos una botella
de vino. Este tipo de comportamiento a menudo se justifica como
amabilidad o buena educación, pero en realidad es simplemente una
manera de mantener equilibrada la balanza de la justicia.
-
Corresponder al beso que se te da o decir "Yo también te quiero", en
vez de aceptarlo y expresar tus propios pensamientos cuando escojas
hacerlo. Implica que no es justo recibir un "Yo te quiero", o un
beso sin devolverlo.
-
Sentirte obligado a tener relaciones sexuales con alguien aunque no
quieras hacerlo porque simplemente no es justo no cooperar. De ese
modo, funcionas debido a una motivación de justicia en vez de hacer
lo que realmente deseas en ese momento presente.
- Insistir
siempre en que las cosas tienen que ser consecuentes. Recuerda la
frase de Emerson que a menudo se cita equivocadamente:
La tonta
consecuencia es el duende de las mentes pequeñas.
Si
pretendes que las cosas siempre sean "apropiadas" y "justas", estás
dentro de esta categoría de "mentes pequeñas".
- En las
discusiones insistir en una decisión clara y nítida en que los
vencedores tienen razón y los perdedores están equivocados.
- Usar el
argumento de la justicia para conseguir lo que quieres. "Tú saliste
anoche; no es justo que yo me tenga que quedar en casa." Y
molestarte por la falta de igualdad.
- Decir
que algo no es justo ante los niños, los padres o los vecinos y, en
consecuencia, hacer cosas que preferirías no hacer, resintiéndote
por ello. En vez de echarle la culpa de todo lo que pasa a la falta
de equidad, trata de observar seriamente tu propio comportamiento
que te inhabilita a decidir por ti mismo qué es lo más apropiado
para ti.
Eljueguecito de "Si él/ella puede hacerlo, pues yo también" es una
manera de justificar algo que tú haces por medio del comportamiento
de otra persona.
Ésta puede ser
la racionalización neurótica que te sirve para hacer trampas, robar,
flirtear, mentir, llegar siempre tarde, o para cualquier cosa que
prefieres no admitir en tu propio sistema de valores.
Por ejemplo,
en la carretera, fastidias a otro conductor porque él te lo hizo a
ti, o te apresuras a adelantar a uno que va lento para demorarlo más
porque él te lo hizo antes a ti; o dejas las luces largas al
cruzarte con otro coche porque los coches que vienen en dirección
contraria lo están haciendo y pones literalmente en juego tu vida
porque tu sentido de justicia ha sido violado.
Éste es el
tipo de comportamiento de "él me pegó, así que yo le pego a él" tan
común en los niños que lo han visto en sus padres miles de veces. Es
la causa de muchas guerras cuando esto es llevado a extremos
ridículos.
- Gastar
la misma cantidad de dinero en un regalo que el que gastó en ti la
persona a quien regalas. Pagar cada favor con un favor del mismo
valor. Mantener tu libro de cuentas equilibrado, en vez de hacer lo
que te gustaría hacer. Después de todo: "Hay que ser justos".
Allí
están las pequeñas excursiones por el callejón de la justicia, donde
tú y los que están cerca de ti se encuentran conmovidos
interiormente, a menudo muy poco pero conmovidos de cualquier
manera, por esa absurda afirmación que tienes grabada en la cabeza
de que las cosas tienen que ser justas.
ALGUNAS DE
LAS RECOMPENSAS PSICOLÓGICAS QUE TE IMPULSAN A AFERRARTE A TUS
"DEMANDAS DE JUSTICIA"
Las
recompensas para este tipo de comportamiento son generalmente
autofrustrantes en el sentido que mantienen la percepción fuera de
la realidad y en una especie de mundo onírico que nunca existirá.
Las razones más comunes para conservar tus "demandas de justicia" en
pensamiento y comportamiento son las siguientes:
- Puedes
sentirte satisfecho de ti mismo porque eres una persona honorable.
Ésta es una de las formas que tienes de sentirte mejor y superior.
Mientras sigas insistiendo en un sistema mitológico de justicia y te
preocupes más de tener tu libro de cuentas en orden y bien
equilibrado, seguirás aferrado a esa sensación de "Yo soy mejor que
tú" y gastarás tus momentos presentes en sentirte satisfecho de ti
mismo en vez de vivir de forma efectiva.
- Puedes
ignorar la responsabilidad por ti mismo y justificar tu inmovilidad
transfiriendo la responsabilidad a aquella gente o aquellos hechos
que no son justos. Esto te sirve para excusar tu falta de capacidad
para ser y sentir lo que quieres y escoges. De esta manera puedes
evitar los riesgos y el trabajo que implica tratar de cambiar.
Mientras la injusticia sea la causa de tus problemas, no puedes
cambiar. Lo harás cuando desaparezca esta injusticia, lo que, por
supuesto, no sucederá nunca, jamás.
- La
injusticia puede hacerte llamar la atención, la compasión y la
autocompasión. El mundo ha sido injusto contigo, así es que ahora tú
y todos los que están a tu alrededor deben sentir pena por ti y
compadecerte.
Ésta es otra
de las grandes técnicas para evitar el cambio. La atención, la
compasión, la autocompasión son tus retribuciones y las usas para
sostenerte en vez de hacerte cargo de ti mismo y evitar los
comportamientos inspirados en las comparaciones.
- Puedes
justificar todo tipo de comportamientos inmorales, ilegales e
impropios haciendo que la responsabilidad de tus actos recaiga sobre
otro. Si él puede hacerlo, yo también puedo. Este es un espléndido
sistema de racionalización para justificar cualquier comportamiento.
- Te
proporciona una excusa estupenda para ser ineficiente. "Si ellos no
hacen nada, yo tampoco lo haré." Es una estratagema hábil e
ingeniosa para justificar tu pereza, tu cansancio o tus temores.
- Te brinda un
buen tema de conversación que te ayuda a evitar hablar de ti mismo
con la gente que te rodea. Si te quejas de todas las injusticias que
se hacen en el mundo, no realizarás nada, pero por lo menos habrás
pasado el tiempo y logrado escapar, quizá, de la necesidad de tratar
más honestamente e íntimamente también con la demás gente.
- Si
tienes un concepto claro de la justicia, tus decisiones serán
siempre justas.
- Podrás
manipular a los demás, especialmente a tus hijos, recordándoles que
son injustos contigo porque no son exactamente iguales a ti y no
mantienen una cuenta exacta de todo el dar y recibir de tu relación
con ellos. Esta es una manera muy hábil de conseguir que se hagan
las cosas a tu manera.
- Puedes
justificar un comportamiento vengativo diciendo que las cosas tienen
que ser justas. Ésta es una maniobra que sirve para justificar todo
tipo de actividades manipuladoras y desagradables. La venganza se
justifica porque todo tiene que ser parejo y ecuánime. Y si tienes
que pagar un favor, del mismo modo tendrás que pagar una maldad.
He aquí
el sistema psicológico de apoyo que justifica tus demandas de
justicia. Pero este sistema de apoyo no es invulnerable. A
continuación, he anotado algunos métodos estratégicos para
deshacerte de este tipo de pensamiento y limpiar esta zona errónea
de la demanda de justicia.
ALGUNAS
ESTRATEGIAS PARA RENUNCIAR A LA SANA DEMANDA DE JUSTICIA
-
Confecciona una lista de todo lo que en tu mundo te parece injusto.
Usa tu lista
como guía para una acción personal eficiente. Hazte a ti mismo esta
pregunta importante: "¿Desaparecerán las desigualdades porque a mí
me perturban?". Obviamente que no. Atacar el pensamiento erróneo que
te produce el malestar es una buena manera de empezar a huir de la
trampa de la justicia.
- Cuando
te descubras a ti mismo diciendo: "¿Acaso te haría yo eso a ti?" o
cualquiera de las frases de ese tipo, cámbiala a "Tú eres distinto a
mí, aunque yo encuentro difícil aceptarlo ahora mismo". Esto logrará
abrir en vez de cerrar la comunicación entre tú y la otra persona.
- Empieza
a pensar que tu vida emocional es algo que está fuera y es
independiente de lo que haga cualquier otra persona. Esto te librará
del dolor que sientes cuando la gente se comporta de una manera
distinta a la que tú quisieras.
- Trata
de mirar con perspectiva las decisiones que hagas y no como hechos
monumentales que cambiarán tu vida.
Carlos
Castañeda dice que el hombre sabio es aquel que Vive actuando,
no pensando en actuar, ni pensando en lo que pensará cuando haya
terminado de actuar... Él sabe que su vida habrá terminado demasiado
pronto; él sabe, porque él ve, que nada es más importante que
ninguna otra cosa. Así pues el hombre sabio suda y resopla y si uno
lo observa es igual a cualquier otro hombre, excepto que él controla
la locura de su vida. Ya que nada es más importante que ninguna otra
cosa, el hombre sabio, el hombre de conocimiento, escoge cualquier
acto, y actúa como si le importara. El control que tiene sobre su
locura le impulsa a decir que su actuación importa y hace que actúe
como si importara, y sin embargo sabe que no es así; de modo que
cuando cumple con sus actos, se retira en paz, y el hecho de que sus
actos hayan sido buenos o malos, hayan resultado o no, no es cosa
que le preocupe.
- Cambia
la frase "No es justo" por "Es una lástima" o "Yo preferiría...",.
Así, en vez de tratar de que el mundo sea diferente a lo que es,
empezarás a aceptar la realidad, aunque no necesariamente a
aprobarla o estar de acuerdo con ella.
- Elimina
las referencias externas de comparación. Ten tus propias metas,
independientemente de lo que hagan Tom, Dick o Harry. Proponte hacer
lo que tú quieres hacer sin referirte a lo que los otros hagan o no
hagan.
-
Corrígete a ti mismo en voz alta, cuando uses frases como "Yo
siempre te llamo cuando voy a llegar tarde, ¿por qué no me llamaste
tú a mí?", así eliminarás la noción errónea de que el motivo que
tiene la otra persona para llamarte es parecerse a ti.
- En vez
de pagarle a alguien por algo, como por ejemplo llevando una botella
de vino o un regalo a una fiesta, espera hasta que un día tengas
ganas y entonces le mandas una botella de vino con una nota que
diga:
"Simplemente
porque creo que eres una gran persona". No hay ninguna necesidad de
mantener en orden las cuentas intercambiando mercancías; haz
simplemente algo agradable porque tienes ganas y no porque la
ocasión te lo exige.
- Gasta
la cantidad de dinero que tú quieras en un regalo sin dejarte
influenciar por lo que se gastó en ti. Elimina las invitaciones que
haces por obligación o por un sentido de justicia. Decide a quiénes
vas a ver por motivos internos en vez de externos.
- Decide
tú mismo cuáles serán las normas de conducta que regirán tu
comportamiento en el seno de tu familia, basándote en lo que tú
consideras que es lo apropiado para ti. Haz que todos los demás
hagan lo mismo.
Entonces
observa y comprueba si no es posible hacer que esto suceda sin que
unos violen los derechos de los otros. Si tú sientes que lo que
quieres hacer es salir tres noches por semana, pero no puedes
hacerlo porque alguien tiene que cuidar a los niños, no dejes que el
concepto de "justicia" se interponga en lo que decidas hacer. Quizá
podrías arreglártelas para que alguien cuide de los niños o lleva a
los niños contigo en tus salidas, o cualquiera que sea el arreglo
que resulte satisfactorio para todos. Pero el empezar con la rutina
del "No es justo", suscitará rencores y además hará que te quedes en
casa. Por cada injusticia que sufres, existe una resolución que no
requiere que te quedes de ninguna manera inmovilizado.
-
Recuerda que la venganza es simplemente otra manera de ser
controlado por los demás. Haz lo que tú, y no ellos, decidas que es
conveniente para ti