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RESUMEN DE UNA DECLARACION HECHA POR EL TIBETANO
       PUBLICADA EN AGOSTO DE 1934
 
    Solamente diré que soy un discípulo tibetano de cierto grado; esto puede
significar  muy poco  para ustedes,  porque todos  son discípulos,  desde el
aspirante más  humilde hasta más allá del  Cristo Mismo. Tengo cuerpo físico
lo mismo que todos  los hombres; resido en los confines del Tibet y, a veces
(desde el punto de vista exotérico), cuando me lo permiten mis obligaciones,
presido un grupo numeroso  de Lamas tibetanos. A esto se debe la difusión de
que soy  un abad  de ese Monasterio  Lamásico. Aquellos que  están asociados
conmigo en el trabajo de la Jerarquía (todos los verdaderos discípulos están
unidos en este trabajo) me conocen también con otro nombre y cargo. Alice A.
Bailey conoce dos de mis nombres.

     Soy  un hermano  que  ha  andado un  poco  más  por el  sendero y,  por
consiguiente,  tengo  más  responsabilidades  que el  estudiante  común.  He
luchado y me he abierto un camino hacia la luz y he logrado mayor luz que el
aspirante  que  lea este  artículo,  por  lo tanto,  tengo  que actuar  como
trasmisor de luz, cueste lo que cueste. No soy un hombre viejo, con respecto
a lo  que la edad puede significar en un instructor,  ni tampoco soy joven e
inexperto. Mi  trabajo consiste en enseñar y  difundir el conocimiento de la
Sabiduría Eterna  donde quiera que encuentre respuesta,  y esto lo he estado
haciendo durante muchos años. Trato también de ayudar a los Maestros Morya y
Koot Humi en  todo momento, porque estoy relacionado con Ellos y Su trabajo.
Lo  expuesto hasta  aquí encierra  mucho, pero  tampoco digo nada  que pueda
inducirles  a  ofrecerme  esa  ciega  obediencia  y tonta  devoción  que  el
aspirante  emocional brinda al  Guru o Maestro,  con el  que aún no  está en
condiciones  de  tomar  contacto,  ni  podrá  lograrlo  hasta  que  no  haya
trasmutado la  devoción emocional en desinteresado  servicio a la humanidad,
no al Maestro.

    No espero que  sean aceptados los libros que he escrito. Pueden o no ser
exactos, correctos y útiles. El lector podrá comprobar su verdad mediante la
práctica y el  ejercicio de la intuición. Ni Alice A.  Bailey ni yo, tenemos
interés en que se los considere como que han sido inspirados, ni que se diga
 

misteriosamente   que   son   el   trabajo   de   uno   de   los   Maestros.

    Si estos libros presentan la verdad de tal manera que pueda considerarse
como  la continuación  de las  enseñanzas impartidas  en el  mundo, y  si la
instrucción suministrada  eleva la aspiración y  la voluntad de servir desde
el plano de las  emociones al plano mental (el plano donde se encuentran los
Maestros),  entonces ellos  habrán  cumplido su  propósito. Si  la enseñanza
impartida encuentra  eco en la mente iluminada  del trabajador mundial, y si
despierta    su    intuición,   entonces    acéptense   tales    enseñanzas.

    Si estas afirmaciones  son comprobadas oportunamente y consideradas como
verdaderas bajo la prueba de la Ley de Correspondencia o Analogía, muy bien,
pero si no es así, no se acepte lo expuesto.
                                                             

   Djwhal Khul
 
TODOS LOS LIBROS DE EL TIBETANO PUEDEN DESCARGARLOS DE http://www.elmistico.com.ar/alicebailey 

 

 
 
 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
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