Tanto la anorexia como la bulimia
expresan una negación de la propia vida, y son una forma extrema de
odio hacia uno mismo.
La
comida es alimento en el nivel más básico. ¿Por qué habría usted de
negarse el alimento? ¿Por
qué
quiere morir? ¿Qué pasa en su vida, que sea tan terrible como para
que quiera abandonarla?
Cuando se odia a sí mismo, en realidad odia una idea que tiene de sí
mismo. Y las ideas se
pueden cambiar.
¿Qué
hay en usted que sea tan terrible? ¿Se crió en una familia que
criticaba continuamente su
comportamiento? ¿O eran sus maestros quienes lo criticaban? En sus
primeros contactos con la
religión, ¿le dijeron que así, tal como usted era, «no servía»? Con
demasiada frecuencia procuramos
hallar razones «comprensibles» que nos digan por qué no nos quieren
ni nos aceptan tal como somos.
«Gracias» a la obsesión de la industria de la moda con la esbeltez,
muchas mujeres que se repiten
continuamente a sí mismas: «¿Qué sentido tiene, si con este cuerpo
no sirvo para...?». ¡Concentran
el
odio en su propio cuerpo. En un nivel están diciendo que si fueran
más delgadas, entonces las
amarían, pero eso no funciona.
Nada
funciona desde afuera. La clave es la aprobación y la aceptación de
uno mismo.
La
artritis
es
una enfermedad que se origina en una constante actitud de crítica.
En primer lugar, la
persona se critica a sí misma, pero también critica a los demás. Los
artríticos suelen ser muy
criticados, porque su propio estilo es criticar; entonces cargan con
la maldición del «perfeccionismo»,
es
decir, con la necesidad de ser perfectos siempre y en cualquier
situación.
¿Conoce usted a alguien en este planeta que sea «perfecto»? Yo no.
¿Por qué nos imponemos
normas que nos exigen que seamos «superpersonas» para sentirnos
apenas aceptables? Ésta es
una
expresión muy fuerte del «no sirvo», y es una carga pesadísima de
llevar.
Del
asma
decimos que es un «amor que sofoca». La persona tiene la sensación
de no tener
derecho a respirar por su cuenta. Los niños asmáticos suelen tener
una «conciencia
sobredesarrollada»; asumen las culpas de todo lo que anda mal en su
medio, se sienten «indignos»,
no
valiosos y, por consiguiente, culpables y merecederos de castigo.
A
veces, el cambio de clima cura a los asmáticos, especialmente si
no
los acompaña la familia.
En
general, al crecer, los niños asmáticos «dejan atrás» su enfermedad,
lo que en realidad significa
que
se van a estudiar a otra ciudad o a otro país, se casan o por algún
otro motivo se van de casa, y
la
enfermedad se disuelve. Con frecuencia, más adelante pasan por
alguna experiencia que vuelve
a
accionar aquel antiguo interruptor que llevan dentro, y entonces
tienen otro ataque. Cuando eso
sucede, en realidad no es una respuesta a las circunstancias del
momento, sino más bien a lo que
solía sucederles en su infancia.
Abscesos, quemaduras, cortes, fiebres, llagas, «itis» e
inflamaciones diversas
son,
todos,
indicios de una cólera que se expresa en el cuerpo. Por más
que
intentemos suprimirlo, el enojo
encontrará maneras de expresarse. Hay que dejar salir la presión
acumulada. Nuestro enojo nos da
miedo porque sentimos que podemos destruir nuestro mundo, pero es
algo que se puede liberar
simplemente diciendo: «Estoy enfadado por esto». Es verdad que no
siempre podemos decirle algo
así
a nuestro jefe, pero podemos aporrear la cama o vociferar en el
coche cerrado o jugar al tenis, que
son
maneras inofensivas de descargar tísicamente la cólera.
Es
frecuente que las personas con tendencias espirituales crean que «no
deberían» enojarse.
Ciertamente todos nos esforzamos por llegar al momento en que ya no
culpemos a nadie por
nuestros sentimientos; pero mientras no hayamos llegado a ese punto,
es más saludable que
reconozcamos qué es lo que sentimos en un momento dado.
El
cáncer
es
una enfermedad causada por un profundo resentimiento contenido
durante
muchísimo tiempo, hasta que literalmente va carcomiendo el cuerpo.
En la infancia sucede algo que
destruye nuestro sentimiento de confianza. Esta es una experiencia
que jamás se olvida, v el
individuo vive compadeciéndose de sí mismo y se le hace difícil
cultivar y mantener durante mucho
tiempo relaciones significativas. Con un sistema de creencias así,
la vida se muestra como una serie
de
decepciones. Un sentimiento de desesperanza, desvalimiento y pérdida
se adueña de nuestro
pensamiento, y nada nos cuesta culpar a otros de todos nuestros
problemas. La gente que tiene
cáncer, además, es muy autocrítica. Para mí, la clave de la curación
del cáncer está en amarse y aceptarse.
El
exceso de peso
representa una necesidad de protección. Tratamos de protegernos de
heridas, agravios, críticas, abusos e insultos, de la sexualidad y
de las insinuaciones sexuales de un
miedo general a la vida, y también de miedos específicos.
Yo
tengo tendencia a ser gorda, y, sin embargo, con los años me he dado
cuenta de que cuando
me
siento insegura e incómoda suelo aumentar uno o dos kilos. Cuando la
amenaza desaparece,
el
exceso de peso se va también, sin que yo haya hecho nada por
eliminarlo.
Luchar contra la obesidad es perder tiempo y energía. Las dietas no
funcionan, porque tan pronto
como
se las interrumpe, el peso vuelve a aumentar. Amarse y aprobarse,
confiar en el proceso de
la
vida y depositar su segundad interna en el conocimiento del poder de
su propia mente son los
elementos básicos de la mejor dieta que conozco. Póngase a dieta de
pensamientos negativos, y el
problema del peso se resolverá solo.
Demasiados padres y madres piensan que cualquier problema que tengan
sus hijos se soluciona
atiborrándolos de comida. Estos niños, cuando crecen, cada vez que
tienen un problema se quedan
hipnotizados ante el frigorífico abierto, diciéndose: «No sé bien
qué es lo que quiero».
Para
mí, cualquier clase de
dolor
es
una indicación de culpa. La culpa siempre busca el castigo,
y el
castigo crea dolor. El dolor crónico proviene de una culpa crónica,
con frecuencia tan
profundamente sepultada que ya ni siquiera tenemos la menor
conciencia de ella.
El
sentimiento de culpa es una emoción totalmente inútil, que jamás
hace que nadie se sienta
mejor ni modifica para nada una situación.
Su
«sentencia» ya se ha cumplido, de manera que déjese salir de
prisión. Perdonar no es más que
soltar, dejar partir...
Las
embolias
las
provocan coágulos de sangre, una congestión en el torrente sanguíneo
que al llegar
al
cerebro interrumpe el aprovisionamiento de sangre a una zona
cerebral.
El
cerebro es el ordenador del cuerpo. La sangre es júbilo. Las venas y
las arterias son canales
por
donde circula esa alegría. Todo funciona bajo la ley y la acción del
amor. Hay amor en cada
chispa de inteligencia que brilla en el Universo. Es imposible
trabajar y funcionar bien sin sentir amor
y
júbilo.
El
pensamiento negativo produce atascos en el cerebro, y así no queda
margen para que el amor
y el
júbilo fluyan libre y abiertamente.
La
risa sólo puede fluir de un modo natural, y lo mismo pasa con el
amor y el júbilo. La vida no es
hosca y ceñuda, a menos que nosotros la hagamos así, a menos que
decidamos verla así.
Podemos encontrar un desastre total en una mínima molestia, y un
pequeño motivo de júbilo en la
mayor de las tragedias. De nosotros depende.
A
veces intentamos obligar a la vida a que vaya en cierta dirección
que no es la adecuada para
nosotros. A veces nos creamos «ataques» para obligarnos a tomar una
dirección totalmente
diferente, a reevaluar nuestro estilo de vida.
La
rigidez
en
el cuerpo representa rigidez en la mente. El miedo nos empuja a
aferramos a viejas
modalidades, y se nos hace difícil ser flexibles. Si creemos que no
hay más que
una
manera de hacer
algo, no será raro que nos volvamos rígidos. Siempre se puede
encontrar otra manera de hacer las
cosas. Recuerden que hubo alguien que enumeró unas 250 maneras
distintas de fregar los platos.
Fíjese en qué lugar del cuerpo se produce la rigidez, búsquelo en la
lista de patrones mentales y
allí
verá en qué «lugar mental» se está volviendo inflexible y rígido.
A la
cirugía
le
corresponde su lugar. Es buena para curar huesos rotos y remediar
accidentes y
para
estados que ya no se pueden solucionar de otro modo. En estas
condiciones, puede ser más
fácil operarse y concentrar todo el trabajo curativo en conseguir
que la afección no vuelva a repetirse.
Abundan cada día más los profesionales médicos que están
verdaderamente consagrados a
ayudar a la humanidad. Cada vez más médicos se vuelven hacia las
orientaciones holísticas, que
buscan curar a la persona como totalidad. Y sin embargo, la mayoría
de ellos no trabajan con la causa
de
ninguna enfermedad; se limitan a tratar los síntomas, los efectos.
Y
esto lo hacen de dos maneras: envenenando o mutilando. Si acude
usted a un cirujano,
generalmente le recomendará que se opere. Sin embargo, si la
decisión quirúrgica ya está
tomada, prepárese para la experiencia de tal manera que transcurra
con las menores
complicaciones posibles, y que usted se cure tan rápidamente como
sea posible.
Pídales al cirujano y a su equipo que colaboren con usted en este
aspecto. Con frecuencia, en el
quirófano, los cirujanos y sus ayudantes no se dan cuenta de que,
aunque el paciente esté
inconsciente, en un nivel subconsciente sigue oyendo y entendiendo
todo lo que se dice.
Se
de una mujer, miembro del movimiento de la Nueva Era, que necesitó
una operación de
emergencia y antes de someterse a ella habló con el cirujano y el
anestesista para pedirles que por
favor pusieran música suave durante la operación y que continuamente
le hablaran y se expresaran
entre ellos con afirmaciones positivas. Lo mismo le pidió a la
enfermera en la sala de recuperación. La
operación transcurrió sin dificultades, y la recuperación fue rápida
y agradable.
A
mis clientes siempre les sugiero que se formulen afirmaciones como:
«Cada mano que me toca
en
el hospital es una mano dotada del poder de curar y que no expresa
otra cosa que amor» y «La
operación se realiza fácil y rápidamente, con un resultado
perfecto». También se puede decir: «Me
siento perfectamente cómodo durante todo el tiempo».
Después de la operación, procure escuchar a menudo música suave y
agradable, y dígase para
sí:
«Estoy curándome rápida, fácil y perfectamente, y cada día me siento
mejor».
Si
puede, grábese un cassette
con
una serie de afirmaciones positivas, llévese un grabador o un
walkman
al
hospital y escuche una y otra vez la grabación mientras descansa y
se recupera. Atienda a
las
sensaciones, no al dolor. Imagínese que el amor fluye de su corazón,
desciende por los brazos y
llega a las manos. Póngase las manos en la parte que está curándose,
y dígale que la ama y que está
ayudándole a que se ponga bien.
Cualquier
hinchazón
del
cuerpo representa atascos y estancamientos en el estado emocional.
Nosotros mismos nos creamos situaciones en que nos «hieren» y nos
aferramos luego a su
recuerdo. Con frecuencia las hinchazones representan lágrimas
contenidas que sentimos como algo
enquistado, o provienen de culpar a otros por nuestras propias
limitaciones.
Renuncie al pasado; déjelo que se vaya y recupere su propio poder.
Deje de estar pendiente
de
lo que quiere, y use su mente para crear lo que «sí quiere». Déjese
llevar por la marea de la vida.