web
analytics
Estadísticas
 
 
 

Usted Puede Sanar su Vida

Entrenar la Mente

Louise L. Hay

 

Entrenar la mente

Autocríticas como las que anteceden no son más que ejemplos de cómo la mente sigue con su

antiguo parloteo. ¿Ve cómo ha entrenado usted a su mente para que censure sus actitudes y

haga que se resista al cambio? ¡No haga caso de esos pensamientos y siga adelante con el

importante trabajo que tiene entre manos!

Volvamos a un ejercicio que ya hicimos antes. Mírese en el espejo y diga: «Me amo y me

acepto exactamente tal como soy».

Cómo se siente al decir eso ahora? ¿Le ha resultado un poco más fácil, después de haber

trabajado con el perdón? Este sigue siendo el principal problema. La autoaprobación y la

aceptación de uno mismo son las claves de los cambios positivos.

En la época en que lo que dominaba en mí era la negación de mí misma llegué incluso, en

ocasiones, a abofetearme. No sabía qué significaba autoaceptarse. Mi creencia en mis propias

carencias y limitaciones era más fuerte que cualquier cosa que nadie pudiera decirme en sentido

contrario. Si alguien me decía que me quería, mi reacción inmediata era preguntarme: «¿Por qué?

¿Qué es lo que puede ver nadie en mí?». O la otra idea, clásica, de que si esa persona hubiera

sabido cómo era yo realmente,

por dentro, no me habría amado.

Entonces no me daba cuenta de que todo lo bueno empieza por la aceptación de lo que hay

dentro de uno mismo, y por el amor a ese ser que es uno mismo. Me llevó mucho tiempo llegar a

tener una relación de paz y de amor

conmigo misma.

Al principio empecé a buscar con empeño las pequeñas cosas que veía en mí misma y que me

parecían «buenas cualidades». Eso me ayudó, y mi salud empezó a mejorar. La buena salud -lo

mismo que la prosperidad y la autoexpresión creadora- se inicia con el amor a uno mismo. Más

adelante aprendí a amarme y a aprobarme en bloque, incluso teniendo en cuenta las

características que no me parecían «lo bastante buenas», y fue entonces cuando empecé realmente a progresar.

Ejercicio: Me acepto y me apruebo

He hecho hacer este ejercicio a cientos de personas, y sus resultados son

estupendos. Durante todo un mes, dígase continuamente: «

Me acepto y me apruebo».

Hágalo por lo menos trescientas o cuatrocientas veces al día. No, no son demasiadas. Cuando usted se preocupa por algo, vuelve a acordarse de su problema por lo menos otras tantas veces; ahora, deje que la frase «Me acepto y me apruebo» se convierta en un mantra, en algo que usted se dice y se repite interminablemente, casi sin pausa alguna.

Le garantizo que esta frase es infalible para hacer aflorar a la conciencia todo lo que uno mantiene sepultado en sus profundidades, y que se opone a esta afirmación.

Cuando asome un pensamiento negativo como, por ejemplo, «¿Cómo puedes

aceptarte y aprobarte si eres gordo?», o «¡Qué tonta que eres si te crees que eso

sirve para algo!», o simplemente «Eres un inútil», o cualquier otro enunciado negativo, ése es el momento de asumir el control de su mente. No le dé importancia al asunto. Considere esa idea como lo que es —otra manera de hacer que usted continúe viviendo en el pasado-, y dígale amablemente: «Tú ya puedes irte; yo me acepto y me apruebo».

Ya el sólo hecho de pensar en hacer el ejercicio puede traerle a la mente un

montón de objeciones: «Qué tontería», o «Eso no me parece posible», o «Vaya

mentira», o «Es pura presunción», o «¿Qué es lo que puedo aprobar de mí si estoy  haciendo esto?».

Déjelas pasar a todas. Esas ideas no son más que resistencias, que no tienen ningún poder sobre usted, a menos que decida creérselas.  «Me acepto y me apruebo, me acepto y me apruebo, me acepto y me apruebo.» Pase lo que pase, le digan lo que le digan, le hagan lo que le hagan, usted siga repitiéndoselo. De hecho, cuando pueda decirse eso sea cual sea la situación en la que se encuentre, sabrá que está creciendo y cambiando.

A menos que se lo concedamos, las ideas no tienen ningún poder sobre nosotros; no son

más que sartas de palabras, que no tienen

absolutamente ningún significado.

El significado se lo

damos nosotros. Nosotros

decidirnos cuál es el significado que vamos a darles. Decidamos, entonces, pensar cosas que nos ayuden y nos apoyen.

Parte de la aceptación de sí mismo reside en liberarse de las opiniones ajenas.

Si yo estuviera

con usted y le dijera insistentemente «Eres un cerdo de color púrpura», usted se reiría de mí, o

se fastidiaría conmigo y pensaría que estaba chiflada. Sería muy improbable que se creyera que

eso es verdad. Y, sin embargo, muchas de las cosas que hemos decidido creer acerca de

nosotros son tan disparatadas y tan falsas como ésa. Creer que su valor intrínseco depende de

la forma de su cuerpo es su propia versión de creerse que es un cerdo de color púrpura.

Con frecuencia, aquellas cosas nuestras que consideramos «malas» no son más que expresiones

de nuestra propia individualidad.

Eso es lo que tenemos de peculiar, lo que hay de especial en

nosotros. La naturaleza jamás se repite. Desde que existe este planeta, no ha habido dos copos

de nieve idénticos ni dos gotas de lluvia iguales. Y cada margarita es diferente de todas las

demás. Nuestra huellas digitales son distintas y nosotros también.

Estamos hechos para ser diferentes. Cuando podernos aceptar que es así, ya no hay competición ni comparación.

Tratar de

ser como algún otro es marchitarnos el alma. Hemos venido a este planeta para expresar quiénes somos.

Yo ni siquiera sabía quién era, mientras no empecé a aprender a amarme tal corno soy en este momento.

     

Ponga en funcionamiento su conciencia de sí

Piense cosas que le hagan feliz. Haga cosas que le gusten. Esté con gente que sea de su agrado.

Coma cosas que hagan que su cuerpo se sienta bien. Muévase con un ritmo que sienta que le beneficia.

La plantación de semillas

Piense un momento en una tomatera. Una planta sana puede cargar más de un centenar de

tomates. Para conseguir una planta así, es necesario empezar por una semillita seca, que no se

parece en nada a una tomatera, ni sabe seguramente a tomate, y que si usted no la conociera, ni

siquiera creería que puede convertirse en una planta de tomate. Sin embargo, supongamos que

planta la semillita en un poco de tierra buena, empieza a regarla y deja que le dé el sol.

Cuando aparece el primer tallito, usted no le da un pisotón, diciendo que eso no es una tomatera;

más bien lo mira y se alegra. «¡Qué bien, ya está saliendo!», dice, y lo mira crecer con deleite. En su

momento, si sigue regándola, cuida de que no le falte sol y le quita las malezas, la plantita llegará a

convertirse en una tomatera con más de un centenar de espléndidos tomates. Y todo empezó con

una semillita.

Lo mismo pasa cuando usted quiere crearse una experiencia nueva. La tierra es la parte

subconsciente de su mente. La afirmación nueva es la semilla.

La nueva experiencia está, en su

totalidad, en esa semillita.

Usted la riega con afirmaciones, deja que se bañe en el sol de sus

pensamientos positivos, limpia de malezas el jardín arrancando las ideas negativas que se le

ocurren. Y cuando ve por primera vez una mínima prueba de que algo está creciendo, no la pisotea,

quejándose de que eso no es bastante, sino que la mira y exclama jubilosamente:

·         Oh, ¡qué bien! Ya está saliendo. ¡Esto funciona!

Y sigue observando cómo crece, para convertirse en la manifestación de su deseo.

Ejercicio: La creación de nuevos cambios

Ahora es el momento de que

tome la lista de cosas que no le gustan de usted

y las exprese en forma de afirmaciones positivas.

O también puede enumerar

todos los cambios que quiere realizar, y las cosas que quiere tener y hacer.

Después, elija tres puntos de la lista, y expréselos como afirmaciones positivas.

Supongamos que su lista negativa era más o menos así:

Mi vida es un caos.

Tendría que rebajar de peso.

A mí nadie me quiere.

Quiero mudarme.

Mi trabajo me enferma.

Debería organizarme.

No hago lo suficiente.

Yo no sirvo para...

A todo esto se le puede dar la vuelta de manera que suene más o menos así:

Quiero liberarme del modelo mental que creó todas estas condiciones.

Estoy en el proceso de hacer cambios positivos.

Tengo un cuerpo sano y esbelto.

Dondequiera que voy me quieren.

Tengo una vivienda perfecta.

Me estoy creando un estupendo trabajo nuevo.

Ahora me organizo muy bien.

Todo lo que hago me da placer.

Me amo y me apruebo sin reservas.

Confío en que el proceso de la vida me dé lo que es mejor para mí.

Me merezco lo mejor, y ahora mismo lo acepto.

De este grupo de afirmaciones provendrán todas las cosas que usted quiere cambiar en su lista. Al amarse y aprobarse se creará un espacio de seguridad y confianza en que la aceptación de sus méritos permitirá que su peso corporal se normalice. Estas afirmaciones generarán la organización en su mente, crearán en su vida relaciones de amor, le atraerán un trabajo nuevo y un nuevo lugar donde vivir. Es milagroso cómo crece una tomatera. Es milagrosa la forma en que podemos hacer que nuestros deseos se manifiesten.

El merecimiento del bien

¿Cree usted que se merece tener lo que desea? Si no es así, no se permitirá tenerlo.

Circunstancias que parecen fuera de su control concurrirán para impedírselo.

Ejercicio: Me merezco

Vuelva a mirarse en el espejo y diga: «Me merezco tener... (o ser...), y lo acepto ahora». Dígalo dos o tres veces.

¿Cómo se siente? Preste siempre atención a sus sentimientos, a lo que sucede en su cuerpo. Pregúntese si se cree lo que dice, ¿o todavía se siente indigno?

Si su cuerpo le transmite cualquier sentimiento negativo, vuelva a afirmar:

«Renuncio a la pauta que en mi conciencia está creando resistencias a mi propio bien». Y repita: «Me merezco...».

Repítalo hasta que sienta que lo acepta, aunque tenga que hacerlo durante muchos días

seguidos.

El punto de vista holístico

Para enfocar la construcción de algo nuevo en nuestro interior nos interesa partir de un punto de

vista holístico. La filosofía holística procura nutrir y alimentar la totalidad del ser: cuerpo, mente y

espíritu. Si nos desentendemos de cualquiera de estos aspectos somos seres incompletos, no esta-

mos enteros. No importa por dónde comencemos, siempre y cuando terminemos por incluir

también las otras áreas.

Si comenzamos por el cuerpo,

tenemos que trabajar con la nutrición, aprender la relación que

hay entre nuestra elección de alimentos y bebidas y la forma cómo nos sentimos. Deseamos optar por

lo que sea más beneficioso para el cuerpo. Hay hierbas y vitaminas, tenemos la homeopatía y también

los remedios florales de Bach y el tratamiento del colon.

Asimismo, deseamos encontrar una forma de ejercicio que nos resulte atractiva. El ejercicio nos

fortalece los huesos y mantiene joven el cuerpo. Además de diversos deportes, entre ellos la

natación, no hay que olvidar la danza, las artes marciales, el tai-chi, el yoga... A mí me encanta ejerci-

tarme en el trampolín, y lo hago todos los días. Y la tabla inclinada me va estupendamente para

relajarme.

O podemos explorar alguna forma de trabajo corporal, como el rolfing, las conocidas como Heller

o Trager, diversas formas de masaje, la reflexoterapia de los pies, la acupuntura o la quiropraxia.

También están la técnica Alexander, la bioenergética, los trabajos de Feldenkrais, toque terapéutico

y Reiki.

Si empezamos por la mente,

podemos explorar técnicas de visualización, de imaginación o de

fantasía guiada, y también las afirmaciones. Hay muchísimas técnicas psicológicas: la Gestalt, el

renacimiento, la hipnosis, el psicodrama, las regresiones a las vidas pasadas, la terapia por el arte, y

se puede incluso trabajar con los sueños.

La meditación

en cualquiera de sus formas es una manera de aquietar la mente y permitir que

nuestra propia «sabiduría» aflore a la superficie. Yo, en general, me limito a sentarme con los ojos

cerrados, preguntar qué es lo que necesito saber, y esperar tranquilamente una respuesta. Si la

respuesta viene, perfecto; si no viene, también. Ya vendrá otro día.

También hay grupos

que hacen trabajos diversos, en forma de talleres. Los hay para todos los

gustos. Ningún taller ni seminario le librará a uno para siempre de

todos sus problemas, pero pueden

ayudarle a cambiar su vida aquí y ahora, en esta circunstancia momentánea y concreta.

En el terreno espiritual están la oración, la meditación y diversas maneras de conectarse cada uno

con su Fuente Superior. Para mí, la práctica del perdón y del amor incondicional son disciplinas espirituales.

Existen también grupos espirituales relacionados con diversas orientaciones religiosas,

especialmente protestantes, pero se trata de un terreno demasiado personal para dar en él

ninguna orientación concreta.

Sin embargo, quiero que mis lectores sepan que hay muchísimos caminos que puede explorar. Si

en unos de ellos no encuentran lo que buscan, prueben otro. Todas estas sugerencias han

demostrado ser benéficas, pero yo no puedo decir cuál es la mejor para cada uno. Eso es algo que

todos tenemos que descubrir por nosotros mismos, y yo no tengo todas las respuestas para nadie.

No soy más que un peldaño en la senda que conduce a la salud, dentro de una concepción holística.

En la infinitud de la vida, donde estoy,

todo es perfecto, completo y entero.

Mi vida es siempre nueva.

Cada momento de ella es nuevo, fresco y vital.

Para crear exactamente lo que quiero,

uso mi pensamiento afirmativo.

Hoy es un nuevo día. Yo soy un yo nuevo.

Pienso, hablo y actúo de manera diferente.

Los demás me tratan de manera diferente.

Mi nuevo mundo es un reflejo de mi manera

de pensar nueva.

Es un jubiloso deleite plantar nuevas semillas

porque sé que de ellas brotarán mis nuevas experiencias.

Todo está bien en mi mundo.

Capítulo 9

El trabajo cotidiano

Disfruto al practicar mis nuevas habilidades mentales.

Si abandonaran la primera vez que se caen, los niños jamás aprenderían a caminar

Como con cualquier otra cosa nueva que usted aprende, necesita practicar para incorporar todo

esto a su vida. Primero hace falta mucha concentración, y hay quien piensa que esto lo convierte en

un «trabajo duro». A mí no me gusta considerarlo así, sino más bien como algo nuevo que hay que

aprender.

El proceso de aprendizaje es siempre el mismo, no importa lo que se aprenda; tanto da que sea

conducir un coche, escribir a máquina, jugar al tenis o pensar de manera positiva. Primero andamos

a tientas y a tropezones mientras nuestro subconsciente aprende, ensayando y fallando, y sin

embargo cada vez que volvemos a practicar se nos hace más fácil y nos sale un poco mejor. Claro

que nadie lo hará «perfectamente» el primer día; hará lo que pueda, y eso, para empezar, ya está bien.

No olvide decirse con frecuencia: «Estoy haciéndolo lo mejor que puedo».

Prodíguese todo el apoyo posible

Recuerdo muy bien mi primera conferencia. Cuando bajé del podio me dije inmediatamente: «Louise,

estuviste fantástica. Absolutamente estupenda para ser la primera vez. Cuando hayas dado cinco o seis

conferencias más, serás una profesional»

Un par de horas más tarde, me dije que habría algunas cosas que cambiar, y anoté mentalmente

dos o tres, pero me negué rotundamente a criticarme.

Si hubiera bajado del podio vapuleándome a mí misma con frases como: «Oh, qué mal estuviste.

Te equivocaste en esto, te olvidaste de lo otro y dijiste mal lo de más allá», me habría sentido

aterrorizada en mi segunda clase. Tal como fueron las cosas, la segunda salió mejor que la primera,

y para la sexta ya me sentía realmente como una profesional.

Observe cómo funciona «La Ley» en nuestro entorno

Poco antes de empezar a escribir este libro me compré un ordenador con un programa de

procesamiento de textos. Era algo nuevo que había decidido aprender. Descubrí que aprender a

usar mi «Mago», como decidí llamarlo, era muy parecido a aprender las Leyes Espirituales. Cuando

asimilé las leyes del ordenador y del programa, vi que ciertamente era «mágico» lo que podían hacer

por mí. Pero si no seguía al pie de la letra sus leyes, o bien la cosa no funcionaba como

yo quería, o

simplemente no pasaba nada. El «Mago» no me hacía la menor concesión. Ya podía yo frustrarme a

mi gusto; él esperaba pacientemente a que yo aprendiera sus leyes, y entonces me brindaba su

magia. Y para eso necesité práctica. Lo mismo pasa con el trabajo que usted está encarando ahora.

Debe aprender las Leyes Espirituales y seguirlas al pie de la letra. No podrá adaptarlas a su antigua

manera de pensar. Debe aprender y hablar un lenguaje nuevo, y cuando lo consiga, entonces la

«magia» se manifestará en su vida.

Refuerce su aprendizaje

Cuantas más maneras encuentre de reforzar el aprendizaje, mejor. Yo le sugiero que:

Exprese gratitud.

Escriba afirmaciones.

Practique meditación.

Disfrute al ejercitarse.

Mejore su nutrición.

Exprese afirmaciones en voz alta.

Cante sus afirmaciones.

Tómese tiempo para ejercicios cíe relajación.

Use visualizaciones e imágenes mentales.

Lea y estudie.

 

 
 
 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
Conferencias Místicas