Entrenar la mente
Autocríticas como las que anteceden no son más que ejemplos de cómo
la mente sigue con su
antiguo parloteo. ¿Ve cómo ha entrenado usted a su mente para que
censure sus actitudes y
haga
que se resista al cambio? ¡No haga caso de esos pensamientos y siga
adelante con el
importante trabajo que tiene entre manos!
Volvamos a un ejercicio que ya hicimos antes. Mírese en el espejo y
diga: «Me amo y me
acepto exactamente tal como soy».
Cómo
se siente al decir eso ahora? ¿Le ha resultado un poco más fácil,
después de haber
trabajado con el perdón? Este sigue siendo el principal problema. La
autoaprobación y la
aceptación de uno mismo son las claves de los cambios positivos.
En
la época en que lo que dominaba en mí era la negación de mí misma
llegué incluso, en
ocasiones, a abofetearme. No sabía qué significaba autoaceptarse. Mi
creencia en mis propias
carencias y limitaciones era más fuerte que cualquier cosa que nadie
pudiera decirme en sentido
contrario. Si alguien me decía que me quería, mi reacción inmediata
era preguntarme: «¿Por qué?
¿Qué
es lo que puede ver nadie en mí?». O la otra idea, clásica, de que
si esa persona hubiera
sabido cómo era yo realmente,
por
dentro, no me habría amado.
Entonces no me daba cuenta de que todo lo bueno empieza por la
aceptación de lo que hay
dentro de uno mismo, y por el amor a ese ser que es uno mismo. Me
llevó mucho tiempo llegar a
tener una relación de paz y de amor
conmigo misma.
Al
principio empecé a buscar con empeño las pequeñas cosas que veía en
mí misma y que me
parecían «buenas cualidades». Eso me ayudó, y mi salud empezó a
mejorar. La buena salud -lo
mismo que la prosperidad y la autoexpresión creadora- se inicia con
el amor a uno mismo. Más
adelante aprendí a amarme y a aprobarme en bloque, incluso teniendo
en cuenta las
características que no me parecían «lo bastante buenas», y fue
entonces cuando empecé realmente a progresar.
Ejercicio: Me acepto y me apruebo
He
hecho hacer este ejercicio a cientos de personas, y sus resultados
son
estupendos. Durante todo un mes, dígase continuamente: «
Me
acepto y me apruebo».
Hágalo por lo menos trescientas o cuatrocientas veces al día. No, no
son demasiadas. Cuando usted se preocupa por algo, vuelve a
acordarse de su problema por lo menos otras tantas veces; ahora,
deje que la frase «Me acepto y me apruebo» se convierta en un mantra,
en algo que usted se dice y se repite interminablemente, casi sin
pausa alguna.
Le
garantizo que esta frase es infalible para hacer aflorar a la
conciencia todo lo que uno mantiene sepultado en sus profundidades,
y que se opone a esta afirmación.
Cuando asome un pensamiento negativo como, por ejemplo, «¿Cómo
puedes
aceptarte y aprobarte si eres gordo?», o «¡Qué tonta que eres si te
crees que eso
sirve para algo!», o simplemente «Eres un inútil», o cualquier otro
enunciado
negativo, ése es
el momento de asumir el control de su mente. No le dé importancia al
asunto. Considere esa idea como lo que es —otra manera de hacer que
usted continúe viviendo en el pasado-, y dígale amablemente: «Tú ya
puedes irte; yo me acepto y me apruebo».
Ya
el sólo hecho de pensar en hacer el ejercicio puede traerle a la
mente un
montón de objeciones: «Qué tontería», o «Eso no me parece posible»,
o «Vaya
mentira», o «Es pura presunción», o «¿Qué es lo que puedo aprobar de
mí si estoy haciendo esto?».
Déjelas pasar a todas. Esas ideas no son más que resistencias, que
no tienen ningún poder sobre usted, a menos que decida creérselas.
«Me acepto y me apruebo, me acepto y me apruebo, me acepto y me
apruebo.» Pase lo que pase, le digan lo que le digan, le hagan lo
que le hagan, usted siga repitiéndoselo. De hecho, cuando pueda
decirse eso sea cual sea la situación en la que se encuentre, sabrá
que está creciendo y cambiando.
A
menos que se lo concedamos, las ideas no tienen ningún poder sobre
nosotros; no son
más
que sartas de palabras, que no tienen
absolutamente ningún significado.
El
significado se lo
damos nosotros. Nosotros
decidirnos cuál es el significado que vamos a darles. Decidamos,
entonces, pensar cosas que nos ayuden y nos apoyen.
Parte de la aceptación de sí mismo reside en liberarse de las
opiniones ajenas.
Si
yo estuviera
con
usted y le dijera insistentemente «Eres un cerdo de color púrpura»,
usted se reiría de mí, o
se
fastidiaría conmigo y pensaría que estaba chiflada. Sería muy
improbable que se creyera que
eso
es verdad. Y, sin embargo, muchas de las cosas que hemos decidido
creer acerca de
nosotros son tan disparatadas y tan falsas como ésa. Creer que su
valor intrínseco depende de
la
forma de su cuerpo es su propia versión de creerse que es un cerdo
de color púrpura.
Con frecuencia, aquellas cosas nuestras que consideramos «malas» no
son más que expresiones
de nuestra propia individualidad.
Eso
es lo que tenemos de peculiar, lo que hay de especial en
nosotros. La naturaleza jamás se repite. Desde que existe este
planeta, no ha habido dos copos
de
nieve idénticos ni dos gotas de lluvia iguales. Y cada margarita es
diferente de todas las
demás. Nuestra huellas digitales son distintas y nosotros también.
Estamos hechos para ser diferentes. Cuando podernos aceptar que es
así, ya no hay competición ni comparación.
Tratar de
ser
como algún otro es marchitarnos el alma. Hemos venido a este planeta
para expresar quiénes somos.
Yo
ni siquiera sabía quién era, mientras no empecé a aprender a amarme
tal corno soy en este momento.
Ponga en funcionamiento su conciencia de sí
Piense cosas que le hagan feliz. Haga cosas que le gusten. Esté con
gente que sea de su agrado.
Coma
cosas que hagan que su cuerpo se sienta bien. Muévase con un ritmo
que sienta que le beneficia.
La plantación de semillas
Piense un momento en una tomatera. Una planta sana puede cargar más
de un centenar de
tomates. Para conseguir una planta así, es necesario empezar por una
semillita seca, que no se
parece en nada a una tomatera, ni sabe seguramente a tomate, y que
si usted no la conociera, ni
siquiera creería que puede convertirse en una planta de tomate. Sin
embargo, supongamos que
planta la semillita en un poco de tierra buena, empieza a regarla y
deja que le dé el sol.
Cuando aparece el primer tallito, usted no le da un pisotón,
diciendo que eso no es una tomatera;
más
bien lo mira y se alegra. «¡Qué bien, ya está saliendo!», dice, y lo
mira crecer con deleite. En su
momento, si sigue regándola, cuida de que no le falte sol y le quita
las malezas, la plantita llegará a
convertirse en una tomatera con más de un centenar de espléndidos
tomates. Y todo empezó con
una
semillita.
Lo
mismo pasa cuando usted quiere crearse una experiencia nueva. La
tierra es la parte
subconsciente de su mente. La afirmación nueva es la semilla.
La
nueva experiencia está, en su
totalidad, en esa semillita.
Usted la riega con afirmaciones, deja que se bañe en el sol de sus
pensamientos positivos, limpia de malezas el jardín arrancando las
ideas negativas que se le
ocurren. Y cuando ve por primera vez una mínima prueba de que algo
está creciendo, no la pisotea,
quejándose de que eso no es bastante, sino que la mira y exclama
jubilosamente:
·
Oh, ¡qué
bien! Ya está saliendo. ¡Esto funciona!
Y
sigue observando cómo crece, para convertirse en la manifestación de
su deseo.
Ejercicio: La creación de nuevos cambios
Ahora es el momento de que
tome
la lista de cosas que no le gustan de usted
y
las exprese en forma de afirmaciones positivas.
O
también puede enumerar
todos los cambios que quiere realizar, y las cosas que quiere tener
y hacer.
Después, elija tres puntos de la lista, y expréselos como
afirmaciones positivas.
Supongamos que su lista negativa era más o menos así:
Mi
vida es un caos.
Tendría que rebajar de peso.
A mí
nadie me quiere.
Quiero mudarme.
Mi
trabajo me enferma.
Debería organizarme.
No
hago lo suficiente.
Yo
no sirvo para...
A
todo esto se le puede dar la vuelta de manera que suene más o menos
así:
Quiero liberarme del modelo mental que creó todas estas condiciones.
Estoy en el proceso de hacer cambios positivos.
Tengo un cuerpo sano y esbelto.
Dondequiera que voy me quieren.
Tengo una vivienda perfecta.
Me
estoy creando un estupendo trabajo nuevo.
Ahora me organizo muy bien.
Todo
lo que hago me da placer.
Me
amo y me apruebo sin reservas.
Confío en que el proceso de la vida me dé lo que es mejor para mí.
Me
merezco lo mejor, y ahora mismo lo acepto.
De
este grupo de afirmaciones provendrán todas las cosas que usted
quiere cambiar en su lista. Al amarse y aprobarse se creará un
espacio de seguridad y confianza en que la aceptación de sus méritos
permitirá que su peso corporal se normalice. Estas afirmaciones
generarán la organización en su mente, crearán en su vida relaciones
de amor, le atraerán un trabajo nuevo y un nuevo lugar donde vivir.
Es milagroso cómo crece una tomatera. Es milagrosa la forma en que
podemos hacer que nuestros deseos se manifiesten.
El merecimiento del bien
¿Cree usted que se merece tener lo que desea? Si no es así, no se
permitirá tenerlo.
Circunstancias que parecen fuera de su control concurrirán para
impedírselo.
Ejercicio: Me merezco
Vuelva a mirarse en el espejo y diga: «Me merezco tener... (o
ser...), y lo acepto ahora». Dígalo dos o tres veces.
¿Cómo se siente? Preste siempre atención a sus sentimientos, a lo
que sucede en su cuerpo. Pregúntese si se cree lo que dice, ¿o
todavía se siente indigno?
Si
su cuerpo le transmite cualquier sentimiento negativo, vuelva a
afirmar:
«Renuncio a la pauta que en mi conciencia está creando resistencias
a mi propio bien». Y repita: «Me merezco...».
Repítalo hasta que sienta que lo acepta, aunque tenga que hacerlo
durante muchos días
seguidos.
El punto de vista holístico
Para
enfocar la construcción de algo nuevo en nuestro interior nos
interesa partir de un punto de
vista holístico. La filosofía holística procura nutrir y alimentar
la totalidad del ser: cuerpo, mente y
espíritu. Si nos desentendemos de cualquiera de estos aspectos somos
seres incompletos, no esta-
mos
enteros. No importa por dónde comencemos, siempre y cuando
terminemos por incluir
también las otras áreas.
Si comenzamos por el cuerpo,
tenemos que trabajar con la nutrición, aprender la relación que
hay
entre nuestra elección de alimentos y bebidas y la forma cómo nos
sentimos. Deseamos optar por
lo
que sea más beneficioso para el cuerpo. Hay hierbas y vitaminas,
tenemos la homeopatía y también
los
remedios florales de Bach y el tratamiento del colon.
Asimismo, deseamos encontrar una forma de ejercicio que nos resulte
atractiva. El ejercicio nos
fortalece los huesos y mantiene joven el cuerpo. Además de diversos
deportes, entre ellos la
natación, no hay que olvidar la danza, las artes marciales, el tai-chi,
el yoga... A mí me encanta ejerci-
tarme en el trampolín, y lo hago todos los días. Y la tabla
inclinada me va estupendamente para
relajarme.
O
podemos explorar alguna forma de trabajo corporal, como el rolfing,
las conocidas como Heller
o
Trager, diversas formas de masaje, la reflexoterapia de los pies, la
acupuntura o la quiropraxia.
También están la técnica Alexander, la bioenergética, los trabajos
de Feldenkrais, toque terapéutico
y
Reiki.
Si
empezamos por la mente,
podemos explorar técnicas de visualización, de imaginación o de
fantasía guiada, y también las afirmaciones. Hay muchísimas técnicas
psicológicas: la Gestalt, el
renacimiento, la hipnosis, el psicodrama, las regresiones a las
vidas pasadas, la terapia por el arte, y
se
puede incluso trabajar con los sueños.
La
meditación
en
cualquiera de sus formas es una manera de aquietar la mente y
permitir que
nuestra propia «sabiduría» aflore a la superficie. Yo, en general,
me limito a sentarme con los ojos
cerrados, preguntar qué es lo que necesito saber, y esperar
tranquilamente una respuesta. Si la
respuesta viene, perfecto; si no viene, también. Ya vendrá otro día.
También hay grupos
que
hacen trabajos diversos, en forma de talleres. Los hay para todos
los
gustos. Ningún taller ni seminario le librará a uno para siempre de
todos sus problemas, pero pueden
ayudarle a cambiar su vida aquí y ahora, en esta circunstancia
momentánea y concreta.
En
el terreno espiritual
están la oración, la meditación y diversas maneras de conectarse
cada uno
con
su Fuente Superior. Para mí, la práctica del perdón y del amor
incondicional son disciplinas
espirituales.
Existen también grupos espirituales relacionados con diversas
orientaciones religiosas,
especialmente protestantes, pero se trata de un terreno demasiado
personal para dar en él
ninguna orientación concreta.
Sin
embargo, quiero que mis lectores sepan que hay muchísimos caminos
que puede explorar. Si
en
unos de ellos no encuentran lo que buscan, prueben otro. Todas estas
sugerencias han
demostrado ser benéficas, pero yo no puedo decir cuál es la mejor
para cada uno. Eso es algo que
todos tenemos que descubrir por nosotros mismos, y yo no tengo todas
las respuestas para nadie.
No
soy más que un peldaño en la senda que conduce a la salud, dentro de
una concepción holística.
En
la infinitud de la vida, donde estoy,
todo
es perfecto, completo y entero.
Mi
vida es siempre nueva.
Cada
momento de ella es nuevo, fresco y vital.
Para
crear exactamente lo que quiero,
uso
mi pensamiento afirmativo.
Hoy
es un nuevo día. Yo soy un yo nuevo.
Pienso, hablo y actúo de manera diferente.
Los
demás me tratan de manera diferente.
Mi
nuevo mundo es un reflejo de mi manera
de
pensar nueva.
Es
un jubiloso deleite plantar nuevas semillas
porque sé que de ellas brotarán mis nuevas experiencias.
Todo
está bien en mi mundo.