Aunque
poseyéramos todo lo que deseamos, aún no estaríamos satisfechos. Tal es
la causa de nuestra enfermedad, sobro todo en el seno de una sociedad
que nos promete todo, pero que no nos priva de lo esencial, ya que lo
esencial no pertenece de ninguna manera al orden del tener, sino del
ser, y contra más poseemos, más deseamos, menos somos.
Nuestra verdadera
riqueza, la que nos pertenece en propiedad y la que nadie puede
robarnos, está dentro de nosotros, profundamente escondida y casi
siempre mal conocida.
No se puede
llegar a alcanzar este fondo de nosotros mismos, estable y apacible, no
se puede descubrir esta riqueza olvidada sin un método radical y
riguroso.
El Zazen, la
práctica constante y asidua del Zen, es la llave que abre este reino
interior.
SENSACIÓN DE ALIVIO Y EQUILIBRIO
El Zen no es
un conocimiento para añadir a otros, y menos aún un objeto de
especulación, intelectual o de discusión. El Zen no puede ser más que
una experiencia personal, la más íntima de todas, algo que nadie puede
hacer en nuestro lugar. Por el contrario, es suficiente practicar el
Zen, es decir, ponerse en postura, la columna vertebral lo más derecha
posible, sentado sobre un cojín redondo, piernas cruzadas, completamente
inmóvil, en un lugar tranquilo y en el silencio, respirar lenta y
profundamente y dejar así que el espíritu agitado se apacigüe, se
aclare, para sentir rápidamente los efectos beneficiosos: las
preocupaciones cotidianas dejan de inquietarnos, se alejan y, por
último, aparecen como lo que son pequeñas e insignificantes oleadas en
la superficie de nosotros mismos. Poco a poco la angustia deja lugar a
la seguridad, la turbulencia incesante e inquieta a una calma
desconocida anteriormente, primer anuncio de la serenidad.
Comienza a
manifestarse una sensación de alivio, de equilibrio recuperado.
El control de
la respiración modera y apacigua el ritmo del corazón, regulariza la
circulación, hace decrecer la tensión; al volverse profunda, la
expiración expulsa de los pulmones los residuos de gas carbónico que,
habitualmente se estancan ahí, provocando nerviosismo y ansiedad; el
grado de ácido láctico en la sangre, factor de la agresividad, baja muy
sensiblemente, mientras que el hecho de estirar la columna vertebral le
hace encontrar su agilidad y libera las contracciones nerviosos que
desaparecen.
Por último, y
sobre todo, el funcionamiento del cerebro se modifica muy sensiblemente,
al pasar la actividad de las capas superficiales a las capas profundas,
las ondas alfa aparecen en él muy rápidamente, lo cual origina un estado
de conciencia completamente diferente al de la vida cotidiana, a la vez
más distenso y más perspicaz, con una sensibilidad permanente y muy
despierta.
De esta manera
solamente, gracias a este ejercicio continuo, el cual poco a poco
formará parte de nuestra vida y constituirá su mejor parte,
comenzaremos, al principio imperceptiblemente, más tarde más sensible a
cambiar; y no solamente nosotros, sino nuestra vida, los demás, el
mundo.
PRINCIPIOS
1. Conducta
pura
Para un
iluminado, bueno y malo son lo mismo. Para quienes practican Zen, la
pureza es importante.
Pureza
implica:
demostración
de ella a través del cuerpo.
de la conducta
mental.
del habla
2.
Tranquilidad en la vida
En el aspecto
verbal –no alborotar.
En el aspecto
mental –no poseer ansiedad.
En el aspecto
corporal –no usar la violencia.
En medio del
tránsito pesado surgen ansiedades, nervios, las personas manejan a gran
velocidad porque aprecian el tiempo hasta el último segundo; por eso
están intranquilos. Muestran violencia de acción y o palabra al no
soportar a ciertas personas o acciones.
3. Vida segura
Comprendiendo
el Zen tendremos seguridad en nuestra vida. La gente se caracteriza por
la falta de seguridad. Se pone nerviosa, se altera, teme; vivir se torna
inestable.
No hay en este
mundo algo realmente seguro. Podemos prevenir, pero no detener con
seguridad los desastres. Según el Zen, sabemos que estos riesgos son
naturales, entonces no hay razón para preocuparse. Los que más se
preocupan y temen suelen morir más temprano. Muchos compran armas, pero
esto no les garantiza su seguridad; podemos decir que los pone en más
peligro.
4. Vida
estable
La
inestabilidad laboral, familiar, matrimonial, todas pueden subsanarse
con postura y posición firme, y con autoconocimiento. Debemos saber
hacia dónde nos dirigimos, sin necesidad de un meta fija.
Hay que
mantener una cierta postura aunque no sepamos qué hacer; comprender cómo
somos y cuáles son nuestros límites. Sin una clara dirección, nosotros
equivocamos el camino o vamos en círculos.
Si mantenemos
una dirección y vamos en ella rápido o despacio, llegaremos igual
Debo saber
qué quiero. ¿Hasta dónde llego?..., ese es otro punto.
Algunos
poseen una capacidad innata (por ej: canto), quienes no la tienen y
quieren seguir el canto, tendrán un gran problema, pero con una
buena guía y una dirección firme y clara, pueden obtener grandes
logros.
5. Tener
una conciencia clara y libre
Implica
que nuestras expresiones y demostraciones de afecto sean
autocontroladas libremente; no hay que apegarse a tener, ni sufrir
por perder. Si el medio lo permite, desarrollaremos nuestras
esperanzas; si no es así, debemos esperar nuevas oportunidades para
satisfacer nuestras expectativas.
En la vida
hay altibajos, éxitos y fracasos. En cierto tiempo un monje encontró
ladrones en su camino, quienes le preguntaron si tenía dinero; él
les dijo: “¿Qué pretenden?”. La respuesta fue: “El dinero o la
vida”. El maestro dijo que prefería conservar su vida y darles el
dinero. Ante tal respuesta los ladrones sonrieron por la forma tan
fácil en que obtenían dinero, entonces decidieron perdonarlo. Sin
pensarlo, el maestro aprovechó el ambiente y les pidió colaboración
para un templo que estaba construyendo. Ante semejante pedido, el
jefe de la banda encolerizó y le dijo: “Usted no conoce sus límites,
le quitaré su dinero y la vida, usted no sabe que vivimos de esto”.
La respuesta fue: “Muy bien, ya estoy cansado de la existencia.
¡Quíteme la vida!”. Para el Zen, obtención y pérdida deben ser
indiferentes. El jefe se conmovió ante tal desapego a la vida y
se dio cuenta de lo bueno que es ser un monje, sin preocuparse por
el dinero o la vida, y en ese momento decidió ser un monje él
también.
No idolatrar
ninguna doctrina, teoría o ideología, sea cual sea, incluido el
budismo. Los sistemas de pensamiento budistas deben ser considerados
como guías para la práctica y no como la verdad absoluta.
. No
pensar que uno posee un saber inmutable o la verdad absoluta. Hay
que evitar la estrechez de mente y el apego a los propios puntos de
vista. Aprender y practicar la vía del no-apego con el fin de
permanecer abiertos a los puntos de vista de los demás. La verdad
sólo puede hallarse en la vida y no en los conceptos. Hay que estar
dispuesto a continuar aprendiendo durante toda la vida y a observar
la vida en uno mismo en el mundo.
. No
forzar a los demás, incluidos los niños, a adoptar nuestros puntos
de vista a través de ningún medio sea cual sea: autoridad, amenaza,
dinero, propaganda o educación. Respetar las diferencias entre los
seres humanos y la libertad de opinión de cada uno. Saber, sin
embargo, utilizar el diálogo para ayudar a los demás a renunciar al
fanatismo y a la estrechez de espíritu.
No
evitar el contacto con el sufrimiento ni cerrar los ojos ante él. No
perder la plena conciencia de la existencia del sufrimiento en el
mundo. Encontrar medios de acercamiento a los que sufren, ya sea a
través de contactos personales, visitas, imágenes, sonidos...
Despertarse y despertar a los demás a la realidad del sufrimiento en
el mundo.
No
acumular dinero ni bienes cuando millones de seres sufren hambre. No
convertir la gloria, el provecho, la riqueza o los placeres
sensuales en la meta de la vida. Vivir simplemente y compartir el
tiempo, la energía y los recursos personales con aquellos que están
en la necesidad.
No
conservar la cólera o el odio en uno mismo. Aprender a examinar y a
transformar la cólera y el odio cuando aún no son más que semillas
en las profundidades de la conciencia. Cuando la cólera y el odio se
manifiesten, debemos enfocar la atención sobre la respiración y
observar de manera penetrante con el fin de ver y comprender la
naturaleza de esta cólera u odio, así como la naturaleza de las
personas que se supone son la causa. Aprender a mirar los seres con
los ojos de la compasión.
. No
perderse dejándose llevar por la dispersión o por el entorno.
Practicar la respiración consciente y enfocar la atención sobre lo
que está sucediendo en este instante presente. Entrar en contacto
con aquello que es maravilloso, lleno de vigor y de frescor. Sembrar
en uno mismo semillas de paz, de alegría y de comprensión con el fin
de ayudar al proceso de transformación en las profundidades de la
conciencia.
No
pronunciar palabras que puedan sembrar la discordia y provocar la
ruptura de la comunidad. A través de palabras serenas y de actos
apacigüadores, hacer todo el esfuerzo posible para reconciliar y
resolver todos los conflictos, por pequeños que sean.
No
decir cosas falsas para preservar el propio interés o para
impresionar a otros. No pronunciar palabras que siembren la
división y el odio. No difundir noticias sin la seguridad de que
son ciertas. No criticar ni condenar aquello sobre lo que no se
está seguro. Hablar siempre con honestidad manera
.
constructiva. Tener el coraje de decir la verdad sobre las
situaciones injustas incluso si nuestra propia seguridad queda
amenazada.
.
No utilizar la comunidad religiosa para el interés personal ni
transformarla en partido político. La comunidad en la que se
vive debe sin embargo tomar una posición clara contra la
opresión y la injusticia y esforzarse en cambiar la situación
sin comprometerse en conflictos partidistas.
.
No ejercer profesiones que puedan causar daño a los seres
humanos o a la naturaleza. No invertir en las compañías que
explotan a los seres humanos. Elegir una ocupación que ayude a
realizar el propio ideal de vida con compasión.
No matar. No dejar que los demás maten. Encontrar todos los
medios posibles para proteger la vida y prevenir la guerra.
Trabajar por el establecimiento de la paz.
No querer poseer nada que pertenezca a los demás. Respetar los
bienes de los demás pero impedir cualquier tentativa de
enriquececimiento a costa del sufrimiento de los demás seres
vivos.
.
No maltratar el cuerpo. Aprender a respetarlo. No considerarlo
únicamente como un instrumento. Preservar las energías vitales
(sexual, respiración y sistema nervioso) a través de la práctica
de la Vía. La expresión sexual no se justifica sin amor profundo
y sin compromiso. Concerniente a las relaciones sexuales, tomar
conciencia del sufrimiento que puede ser causado a otras
personas en el futuro. Para preservar la felicidad de los demás
hay que respetar sus derechos y compromisos. Ser plenamente
consciente de la propia responsabilidad a la hora de traer al
mundo nuevos seres. Meditar sobre el mundo al que traemos estos
seres.
La
respiración Zen
La
respiración Zen desempeña un papel fundamental en la meditación
y en todas las acciones de la vida cotidiana Ante todo va
dirigida a establecer un ritmo lento, poderoso, natural. Esta
respiración esta esencialmente basada en una espiración larga y
profunda.
Como
hemos dicho antes, al principio de Zazen hay que inspirar varias
veces por la nariz y espirar por la boca. A partir de aquí la
respiración debe volverse completamente silenciosa y nasal.
Muchos principiantes me preguntan: "¿Debo controlar o forzar mi
respiración?" Mi respuesta es siempre: "Sólo se puede controlar
aquello que se conoce íntimamente".
Lo
primero que un principiante debe hacer es observar atentamente
su respiración y volverse íntimo con ella.
Las zonas
más importantes que actúan directamente sobre la respiración
son: caja torácica, músculos dorsales, músculos pectorales,
diafragma, músculos intercostales y músculos abdominales.
Según el nivel
de actuación de estas zonas, podemos decir que existen tres
tipos esenciales de respiración:
a)
Pulmonar. Es la más superficial de
todas. La inspiración predomina sobre la espiración. Es una
respiración propia de personas excitadas y excitables. En
esta respiración interviene la caja torácica, los músculos
pectorales y, muy débilmente, el diafragma.
b)
Diafragmática. La
espiración se vuelve ya más profunda debido a la presión que
los músculos intercostales ejercen sobre la caja torácica,
vaciándola un poco más. Esta respiración supone un diafragma
flexible, lo cual requiere una cierta relajación de los
músculos dorsales. Mi experiencia en el Dojo me ha hecho
comprobar que la mayoría de las personas, en la época
moderna de las grandes ciudades, llegan con un diafragma
rígido que impide una espiración larga y profunda. El primer
paso consistiría pues en suavizar la tensión del diafragma.
C) Abdominal.
En la respiración abdominal se continúa el oleaje muscular
provocado por la presión que la caja torácica ejerce sobre
el diafragma, y éste a su vez, sobre los músculos
abdominales. Esta respiración supone un gran vaciado de los
pulmones y por lo tanto una mayor cantidad de aire nuevo al
inspirar. En esta inspiración, la espiración es mas larga y
potente que la inspiración. El oleaje muscular puede ser
prolongado hasta el bajo vientre, hasta el llamado HARA o
KIKAITANDEM (océano de energía) en japonés.
Esta es la respiración propia de Zazen, hacia ella debemos
tender. Pero hay que tener cuidado. Muchos practicantes se
equivocan en este punto, ya que intentan forzar una
espiración larga y potente sin comprender antes el mecanismo
completo de la respiración.
Si, por ejemplo, el diafragma esta contraído e intentamos
presionar en los abdominales, esto provocara un gran
conflicto interno en el cuerpo y en la conciencia, ya que el
oleaje muscular ha quedado interrumpido en el diafragma y
sin embargo se presiona en los abdominales. Es mejor seguir
íntimamente el recorrido de este oleaje y no obstaculizarlo
ni querer ir mas deprisa de lo que marca su ritmo natural.
Sea
como sea, la respiración es un asunto delicado que requiere
consejos directos de un Maestro Zen.
En
líneas generales, tras la espiración viene naturalmente la
inspiración. Con la practica podemos concentrarnos en
desarrollar una espiración cada vez mas larga y profunda. Esta
espiración desarrolla una gran energía en la cintura, en los
riñones y en la cadera.Todas las artes marciales se fundaron
tradicionalmente sobre esta espiración.
El
aire contiene la energía del cosmos. Recibimos esta energía a
través de nuestros pulmones y de cada una de nuestras células.
Es muy importante, pues, saber respirar. Ordinariamente
respiramos 15 óo 20 veces por minuto, de una manera superficial
puesto que solo utilizamos una parte de nuestra capacidad
pulmonar. Una respiración profunda y completa no se efectúa
solamente a nivel de la caja torácica, como hemos visto, sino
que debe apoyarse también en el abdomen.
Gracias a la práctica de Zazen en una postura corporal justa,
esta respiración se vuelve poco a poco habitual en nuestra vida
cotidiana e incluso durante el sueño. Esta respiración Zen
aumenta nuestra energía vital.
Autor:
KARATEKA |
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