En una
dimensión más elevada de la que tu mente actuando en la comprensión de la
tercera dimensión puede entender, eres una esfera. Imagínate que cuando
naces, virgen de experiencias, eres una esfera de un material blando,
maleable.
Cuando tú activas en tu mente esta afirmación, supones que si todos fuerais
así, el mundo estaría conformado por un montón de esferas, una por persona,
porque pones límite a la persona, ya que es así como tienes conceptuada la
realidad. Pero ese límite sólo existe para tus ojos físicos. En realidad,
todo se superpone y la esfera a la que me refiero integra el Universo
entero.
Para hacerlo más fácil, puedes ver que dentro de la esfera está el reflejo
de toda la realidad exterior a ella (sería un concepto similar al uso que
dan las pitonisas a las bolas de cristal). Entonces, esta entidad, definida
ahora como esfera, surge a este mundo de la tercera dimensión, llevando la
semilla de todo lo externo, pero esta semilla no es agresiva en principio,
ya que sólo es potencial. Unicamente mora en la esfera, desprovista de
actividad real.
El punto al que te quiero llevar es que comprendas que cuando alguna de
estas semillas germina dentro de la esfera que eres, impacta en tu vibración
global. Esto implica una "marca" que llevarás en adelante en tu vida, si no
eres consciente de ella y la saneas, que repercutirá en el mundo que te
rodee.
Vamos a simplificar esto y, aunque pierda por ello exactitud, vamos a
hacerlo más comprensible llevándolo a la tercera dimensión, que es tal y
como a tu capacidad de comprensión actual le resulta más accesible. Luego,
puedes hacer el ejercicio de elevarlo al conocimiento superior usando como
referencia la visualización integrada de la descripción anterior, habiéndote
antes elevado tú de vibración para que su comprensión te sea más accesible.
Así que imagínate que en lugar de esferas somos círculos. Cada persona, una
círculo, con la circunferencia que lo delimita como entidad, independiente
de otros círculos igualmente delimitados por circunferencias, relacinándose
entre ellos a través de la visión terrenal que únicamente detecta el
exterior (la circunferencia).
Nacemos absolutamente redondos, impecablemente redondos. Pero blandos, tan
blandos como son los huesos que protegen el cerebro de un bebé.
Desde el mismo momento en que llegamos a este mundo estamos relacionándonos,
al principio pasivamente, con el entorno, que está compuesto de un montón de
ideas preconcebidas. Estas ideas, a nivel de la visión del círculo, se
definen como la pérdida en la perfección de su redondez. Se habría
convertido la circunferencia en formas diferentes, porque habría sido tal
vez presionado por un lado o por otro tendría un saliente mayor del que le
correspondería si fuera perfecto. El entorno, lejos de averiguar qué
potencial llevamos dentro, nos define y lo hace en base a sus traumas, ideas
preconcebidas, etc. Esto implica que impone las formas erradas de su círculo
a tu círculo endeble. Lo hace, desde su propia comprensión, para que en esta
vida encontremos un hueco en el que no corramos peligro.
Pero el término peligroso se basa únicamente en el contorno de nuestro
círculo, independientemente de que nuestra esencia, la circunferencia que
delimita a este círculo (tu ser, tu esencia real), se dañe o no. Eso no les
importa porque eso los otros no lo ven, por lo tanto no lo reconocen.
De esta manera, entiende que:
Las formas que los otros, los que en principio aparecen en nuestra vida como
cuidadores, se imponen a la nuestra. Supongamos que podemos materializar
este daño, y trasladarlo al contorno del círculo que somos, para hacerlo
visible. ¿Cómo es entonces el modo en que se establece esta relación del
huevo humano, limpio, puro, con el medio hasta que finalmente llega a ser un
ente independiente dentro de lo que entendéis como tal?
Si de nuevo volvemos a la idea del círculo, imaginándolo perfectamente
circular en un inicio, vamos a acercarlo a la figura de la madre, luego de
la familia, luego de la sociedad, luego de la enseñanza, luego de las
relaciones adolescentes, luego de las relaciones sensuales, luego de las
relaciones laborales... Todo esto como respuestas a juicios ya definidos en
todos estos entornos que nos vamos integrando.
El círculo va recibiendo presiones. Ante ellas, va perdiendo su definición
inicial perfecta para que los demás, con todo lo anteriormente mencionado,
se puedan acoplar a él. Desde otro punto de vista, lo mismo sería decir:
para que él se pueda acoplar en "lo demás".
Estas presiones, definidas por deformidades en la perfección inicial del
arco de la circunferencia pueden ser la traducción de normas sociales,
imposiciones religiosas restrictivas, etc. Existe una presión que genera una
especie de hendidura. El círculo en adelante adoptará esta como parte de su
identidad. Desde este momento, irá por su vida con este "hueco" necesario
para adaptarse al ambiente necesario en el inicio de la vida, cóncavo al
exterior, que sólo servirá en adelante para que allí se vayan adaptando
situaciones similares a las que se generaron en un principio para motivar
esta hendidura.
Por ejemplo, imagínate que este joven círculo recibe una abolladura como
consecuencia de una madre manipuladora que va presionando hasta que forma
esa hendidura. Tal hendidura lleva impresa el significado de sí misma, con
lo cual en el momento en que la madre ya no presione y la circunferencia
considere que se ha liberado de la fuerza ejercida por la convexidad de la
madre, seguirá avanzando por el mundo con esa hendidura. Al ir conociendo
nuevas personas y teniendo nuevas experiencias, siempre esa hendidura, ese
hueco, tenderá a llenarse. Como lleva implícita la definición de sí mismo,
sólo será susceptible de acoger energía de personas con una actitud
equivalente a la de la madre que lo generó, es decir, estará disponible para
que se acoplen actitudes manipuladoras. Entonces ocurrirá que esta persona
encontrará un trabajo y su jefe será un manipulador, una pareja que será
manipuladora, etc.
Ese ser dirá: ¡qué mala suerte tengo! Lo correcto será "qué hendidura
tengo".
La solución estriba en identificarla, dejar de culpar a la suerte o a los
demás y reconocer que eso es lo que se atrae, entender de dónde procede y
trabajar desde dentro para volver a llenar la hendidura con energía propia,
interior, sana que haga presión con lo que desde dentro es convexidad hasta
convertirlo en cóncavo y convexo al exterior, impidiendo el avasallamiento.
Porque hasta que no se llene de energía propia ese ser será como una pieza
de puzzle, en la que se acoplarán todas las otras piezas que busquen donde
encajar sus errores, y así puedan utilizar ese hueco para invadir el espacio
vital ajeno. Entiende que sólo serás íntegro y libre si tu circunferencia es
perfecta, y con ella el círculo que la define.
Volvamos ahora al principio, donde desde una dimensión superior, eres una
esfera que integra dentro de sí el Universo entero en potencia. Porque en
ella mora la semilla de toda la realidad exterior a ella desde el punto de
vista del círculo. Eleva de nuevo tu vibración para ascender a la
comprensión elevada, por encima de la tercera. Entenderás entonces que esa
presión que definíamos en el círculo no es sino la activación en ti mismo de
las potencialidades de esas semillas que en un principio estaban inactivas
en tu energía personal, aunque motivado todo esto por el ejercicio mental y
emocional del entorno, de lo que identificas con "lo otro" desde tu
comprensión de la tercera dimensión.
Ahora te propongo que respires profundamente, cierres tu atención al
exterior y accedas a
este conocimiento desde tu propio interior.
La dualidad y
el amor
Cuando tienes un sentimiento negativo hacia otro
y lo expresas mediante algún acto de violencia para descargarlo, no te
creas que trasladas algo que estaba en tu campo energético al campo
energético del otro, no te creas que te deshaces de ello. No. Todo ocurre
dentro de tu propio campo energético, por eso sientes que no te liberas.
Cuando tu tienes un rencor, una envidia, un recelo
hacia otra persona, ese sentimiento te hace daño, está obstruyendo el libre
fluir de tu energía personal. Lo sientes en ti y llega un día en que te
desborda, entonces decides vengarte, lanzarle el daño al otro para sacarlo
de ti, pero, ¿qué es lo que ocurre? Ocurre que sólo cambias ese malestar de
sitio, pero no lo sacas de tu propia energía, porque "eso" que tú envías, no
lo das a la realidad de lo que es el otro, sino al símbolo del otro dentro
de ti. Entonces lo sacas del lugar, donde tienes en potencia ese dolor, esa
energía bloqueada, donde sólo es semilla y lo realizas en otra parte, pero
de ti mismo. Porque el problema no es con el otro. El problema reside en lo
que el otro es en ti.
Tanto si lo "entregas" a esa otra parte energética de ti donde reside tu
visión del otro como si lo reprimes, ese rencor te mina, es un daño que te
estás haciendo. Entonces, ¿cuál es la solución? La solución es transmutarlo
en el mismo sitio en el que es aún semilla, sin moverlo, sin regarlo,
reconociéndolo como un error de interpretación, haciéndote responsable de
que es el resultado de una dualidad que está en ti y sólo en tí.
Tienes que saber que no se trata de transigir con el dolor, es precisamente
todo lo contrario, es eliminar el dolor antes de que se materialice,
reconocer que hay una dualidad que pretende entrar a bloquear la identidad
total, pero que está dentro de ella, por lo tanto es manejable, susceptible
de ser transmutada, eliminada.
No debemos nada al otro, ni bueno ni malo. Si lo que sentimos es amor,
crecemos hacia él. Si no es amor, hay que trabajar con los límites que
tenemos entre nosotros y el otro, porque esos límites no son más que
barreras entre nosotros y nosotros mismos (representa un lugar de la
consciencia donde nos dividimos y representamos la dualidad), ya que este
otro del que hablamos es el que llevamos integrado, no el que está fuera.
El amor, sin embargo, sí es un trasvase real de campo a campo. El amor crea
un puente de comunicación. Por lo tanto la transmutación de ese bloqueo
donde debe ir dirigida es al amor. En cualquier caso, la curación dirige
hacia él las energías de modo natural, ya que el amor es lo natural, lo que
existe cuando la dualidad no se representa. Es la traducción de la salud
emocional.
Reconocimiento y sanación de la dualidad a través "lo otro"
El otro representa una parte dual de ti que
reprimes expresar, pero tienes en potencia. Así que lo pones fuera para que
desde allí se exprese porque no lo aceptas como propio. Lo reprimes en ti y
sólo puede llegar a ti a través del otro, o "lo otro".
Te daré algunos ejemplos de situaciones agresivas del otro y el trabajo a
realizar para que lo reconozcas como dualidad en ti y así tengas acceso a su
sanación, que consistiría en reconocer de qué característica propia es
reflejo y así trabajar con esa característica. Esto te va a permitir sanarlo
dentro y la consecuencia es que desaparecerá de fuera, porque ya no te
pertenecerá, ya no será de tu mundo puesto que no lo estarás creando,
proyectando y manteniendo:
Imagina que cierta persona te trata siempre con desprecio: Cuando lo
escuches, intenta tomar contacto con lo que hay en ti, qué parte de ti
mismo, tiene desprecio hacia el Yo Soy que tú eres. Es decir, una parte de
ti desprecia a la totalidad (ella misma queda incluida, por cierto).
Entiende que hay algún lugar en tu interior desde el que no te aceptas.
Tal vez alguien te manipula: ¿Qué sentimiento dual (siempre de naturaleza
inferior) logra que te doblegues en tu naturaleza para "dejar de ser"? ¿Qué
buscas tú en los demás, para que te den, puesto que en ti no lo encuentras,
así que no te puedes autoabastecer, para que consientas un chantaje de otro?
¿A cambio de qué, cual es el intercambio? Identifica aquello de ti que
buscas en otro y entiende que tú lo posees, de alguna forma has establecido
una relación de intercambio emocional con la que no estás de acuerdo.
Cuando el otro te humille, te dañe, no lo escuches de modo que te pueda
afectar a tu ego. En su lugar, intenta resonar con la parte de ti que
reprimes a tu consciencia mientras estás ante el otro siendo aparente
víctima de su actitud, y úsala para identificar esa parte dual "escondida" y
sanarte.
El otro es un espejo de tus dualidades de baja vibración escondidas, que no
aceptas ver . El otro representa tus sombras.
Mírate a ti mismo en el otro, porque estás en él, reflejado (que es sólo
otro punto de vista de la afirmación de que él está en ti).
Como nos defendamos del otro es como nos defendemos de la unidad personal en
esa dualidad.
Pero defenderse de una parte dual se hace desde una parte dual a su vez.
Ninguna de las dos es correcta. Lo correcto es unirlas. Es entonces cuando
eres la expresión de tu divinidad.
Lo que los demás ven en ti es lo que tú tienes en ti, tanto en la luz como
en las sombras.
Acerca del sexo
Las fuerzas centrífuga y centrípeta
El cuerpo debe ser concebido y usado como un medio. "Eso ya lo sabía",
dirás tú. Sí, pero lo que no tienes claro es un medio para qué.
Hasta ahora habéis estado
queriendo/adornando vuestro cuerpo, reverenciándolo. Eso no debe dejar de
ser así. Lo que sí hay que cambiar es la finalidad para la que lo usáis como
medio.
El amor es una energía que pertenece al cuarto chackra. Este es un chakra
dual. Los tres que están por debajo en el cuerpo, son inferiores en
vibración (representan el ego), y los que están por encima, son superiores
(representan el espíritu). El chackra del corazón tiene la capacidad de
desarrollar tanto el amor universal como el terrenal (ser relaciona tanto
con los chakras superiores como con los inferiores), todo depende de dónde
venga dirigido ese amor, de cuál sea su fuente. Si viene desde los chackras
superiores, supedita lo inferior, pero si viene desde los inferiores, en la
escala vibratoria, se detiene en el propio chakra del corazón, no se sigue
elevando (el espíritu no se supedita a la materia) Se queda, además en la
vibración más baja de éste chackra, en el terreno del deseo, no del amor (El
idioma inglés diferencia muy bien estos dos términos; ellos dicen love y
want, ambos significan "querer", pero love se refiere a un amor que sale
hacia fuera, que busca expresarse, mientras que want busca posesión, es el
amor que se pretende atraer del exterior).
Vosotros habéis estado desarrollando el amor terrenal por vuestro cuerpo. El
medio para el que lo usabais era satisfacer, alimentar los chakras
inferiores. Esto crea una fuerza Centrípeta, porque es alimento sólo para el
ego, que el cuerpo engulle y finiquita. Luego quiere más. El cuerpo, de ese
modo, coge, no genera. Sirve para atraer lo de fuera. Desde ese punto de
vista, no discierne, atrae tanto lo bueno como lo malo, por ejemplo, tanto
el sexo placentero como la probable enfermedad intrínseca a ese sexo que,
por cierto, es placentero sólo para los chakras inferiores, pero no alimenta
nada más que la materia, no trasciende, y alimenta sólo durante el espacio
de tiempo que dura en la tercera, mientras que lo que abastece el espíritu
trasciende el tiempo terrenal y se dirige a la eternidad, estando siempre
disponible.
Ahora impera desarrollar el amor elevado, esa otra capacidad que tiene el
corazón, y usar el cuerpo como medio, pero de Expresión. Esto generará una
fuerza Centrífuga que será mucho más placentera, porque cuando se descubre
el placer de la expresión, automáticamente supeditamos a él toda la energía
de vibración más baja. Y hay una solla razón: ya no nos vale, ya no nos
abastece.
Entonces el cuerpo, en lugar de mantenerlo en la belleza que atrae a los
otros para engullirlos, hay que mantenerlo en la belleza en que nuestra
energía más sublime puede utilizarlo como medio, en la que puede expresarse.
Te preguntas, "¿tenemos que renunciar por ello al anhelo de la belleza
física?" Por supuesto que no. Y no sólo no tenemos que hacerlo. Veremos la
belleza resplandeciente en él. Seguirá atrayendo, pero no para engullir,
sino para expresar. Eso sí, solamente atraerá a aquellos de vibración
similar, que quieran comunicarse con esa expresión para compartir la suya. Y
todo, todo lo que tenías antes lo seguirás teniendo, pero enriquecido,
sublimado.
Aquellos que atraíamos antes tal vez no se fijen en nosotros, pero ¡qué
alivio!, porque tendríamos que buscar un modo de deshacernos de ellos, si lo
hicieran.
El dolor no existe
Tú lo inventas
Cuando os pasan cosas que no deseáis, cuando sentís que la vida os
lleva por el camino que no escogeríais nunca voluntariamente, cuando os
sentís castigados, cuando lo que os pasa os abruma y no entendéis porqué
ocurre, estáis acostumbrados a pensar, "¿Por qué me castigan?" ó "¿Qué he
hecho yo para estar pasando por esto ahora?"
Entendéis que el espíritu no sufre,
sino que sois vosotros, el humano, quien lo hace, es por eso que sentís ese
malestar, ataque y soledad, y también impotencia, como si estuvierais
dirigidos por El para pasar por pruebas el humano que sois.
Pero yo ahora voy a proponer otro punto de vista. ¿Por qué, en lugar de
pensar en vosotros como protagonistas, no lo hacéis así con él? Os propongo
que le deis la oportunidad de que os responda a la siguiente pregunta: "¿Por
qué experiencia estás queriendo pasar Tú (espíritu), que no paras de repetir
la misma escena? ¿Es acaso que yo (humano) te estoy obstruyendo el paso y no
paras de insistir?"
Os propongo que dejéis de pensar que "eso" que os obstruye como humanos es
un castigo. La lógica del universo no pasa por ahí. El castigo está sólo en
la mente dividida. Es una parte contra otra. Una de las dos divisiones lo
interpreta así, mientras que la otra lo hace al revés. Es la relación Yin/Yan.
Acércate, humano, a la otra parte e intenta comprender qué es para El esa
vivencia que tú sufres tanto y tan profundamente.
Cuando reconozcas la otra parte, te ocurrirá:
* que entiendas que no te están castigando
* que reconozcas que eres tú mismo quien, con tu inflexibilidad, te causas
el propio daño.
* que conozcas la razón y la labor de tu Espíritu, es decir, de la parte
tuya que habías desestimado en beneficio de tu ego.
* que la aceptes.
* que comulgues con ella
* que unas los dos hemisferios en uno sólo y lleves a cabo, sin
contracciones, la labor por la que has venido aquí.
* que halles la libertad
* que reconozcas el equilibrio en la unidad de tí mismo
* que encuentres la paz
* que asciendas de esta dimensión al lugar al que ya estarás perteneciendo.
Graciela Bárbulo
redaccion-sevilla@portaldorado.com
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