Pregunta: ¿Qué llamada
sintió antes, la del vuelo o la de la escritura?
Respuesta: Las dos son casi inseparables,
aunque con volar soñaba desde niño... Me tumbaba en la hierba,
me quedaba contemplando las nubes y me decía a mí mismo: "Ojalá
pudiera vivir allí". De una manera extraña he podido cumplir ese
designio... Siempre he sentido una conexión muy especial con el
cielo. No imagino cómo habría sido mi vida sin volar.
En el fondo, me gustaría tener el cuerpo de una gaviota y la
mente de un ser humano.
P: ¿Vuela a diario?
R: No desaprovecho ninguna ocasión para volar
varias veces a la semana (y menos en un día tan espléndido como
hoy). Vivo en un lugar donde sólo se puede llegar en avioneta o
en barco. Me gusta sentir también que la tierra firme no está
demasiado lejos, pero amo esta sensación de vivir en un lugar
donde puedo tener fácilmente una vista de pájaro, mirar hacia
abajo y emocionarme con la belleza de este planeta, este
increíble patio de recreo en el que vivimos.
P: ¿Y escribe con la
misma pasión?
R: No es lo mismo. Más de una vez he dicho que
no disfruto escribiendo, aunque el asunto merece una
explicación. Yo creo en la existencia de un autor interior: esa
criatura que es la que se inventas las historias y te las va
contando. Tú no tienes más que escucharlas e intentar
visualizarlas, y cuando tienes la idea y la imagen
suficientemente completa, entonces sí, entonces te sientas a
escribirla seis o siete horas diarias, pero no antes. Yo no me
considero un autor, sino un escritor.

P: ¿Cuál es la
diferencia?
R: Digamos que, como escritor, me limito a
transcribir lo que escucho y veo, y ese trabajo es duro y
físico, nada que ver con volar en un avión... Aunque a los
mandos de una avioneta también experimentas un curioso
desdoblamiento: por una parte, el piloto que controla todo el
aspecto mecánico; y por otra, el que contempla el mundo desde la
cabina y no cabe de su asombro ante tanta belleza... Volar y
escribir pueden ser hasta cierto punto dos experiencias
trascendentes. Con las dos puedes entrar fácilmente en eso que
llaman la "zona", esa sensación de flotar en el tiempo que
también experimentan los músicos o los atletas... Aunque
cualquiera que sienta una "llamada" y haga algo que de verdad le
apasiona puede entrar en ese estado.
P: ¿Sigue teniendo la
impresión de que "Juan Salvador Gaviota" no lo escribió
realmente usted, o que lo escribió siguiendo algún "dictado
divino"? R: Lo que tengo claro es que ese libro
estaba luchando por salir al encuentro con el mundo, y que yo me
limité a "trascribirlo" cuando le llegó su momento... Aun así,
tuvo que pasar por una dura prueba: me lo rechazaron 18
veces y me dio tiempo a escribir otros tres libros
mientras encontraba editor. Nadie quería oír hablar en Manhattan
de la "gaviota parlante", hasta que la editora Eleanor Friede
-que también volaba- se enamoró de la historia y logró que lo
publicaran en McMillan. Me pagaron 5.000 dólares por los
primeros 5.000 ejemplares, y el pequeño libro echó a volar...
hasta llegar a los dos millones de copias en Estados Unidos.
P: ¿Cómo se sobrevive
a un éxito como el de 'Juan Salvador Gaviota'?
R: He aprendido a distinguir entre el éxito
como escritor y el éxito comercial. Para mí, el éxito se alcanza
cuando logras la última línea del libro y abrazas a la criatura
con esa sensación de plenitud. Personalmente, considero un éxito
las 'Crónicas de los hurones', que aquí en Estados Unidos se han
descatalogado porque no se venden. Es curioso... Donde más se
han vendido ha sido en Italia y en España ¿Acaso sois los
españoles más románticos?

P: ¿'Vuela conmigo' es acaso una vuelta
a los orígenes?
R: No sé hasta qué punto. La figura del aviador no
estaba prevista siquiera al principio. Durante cinco
años me cocentré en la historia, que se iba a titular 'El
hipnotizador', pero una y otra vez era incapaz de ir más allá
del primer capítulo. En mi rutina como escritor suelo empezar en
falso cuatro o cinco veces, pero este libro se estaba atascando
especialmente... Hasta que un día escuché la voz proverbial que
me dijo: "Richard, el protagonista no tiene por qué saber nada
de hipnosis". Y así fue como surgió el personaje de Jamie
Forbes, en homenaje a mi primer instructor de vuelo... Jamie
tiene esa tensa experiencia ayudando a aterrizar a una mujer que
se ha quedado a los mandos de una avioneta con su marido
inconsciente. Ella asegura que ha sido capaz de la proeza porque
el instructor la ha hipnotizado, Jamie no le da mayor
importancia al hecho... Es un libro sobre el poder de la
sugestión, y también sobre los regalos que damos al mundo sin
ser conscientes de ellos.
P: Usted establece
habitualmente una relación muy íntima con el lector que va más
allá del propio libro..
R: No me quiero esconder de mi lector. Quiero
decirle: aquí tienes lo mejor de mi humanidad, en este espacio
privado que compartimos. Aspiro a ser un espejo para el lector,
que vea de algún modo reflejadas sus experiencias, sus triunfos
y sus fracasos, que pueda llorar o palpitar conmigo, como me
ocurre a mí como lector cuando lloro o palpito con un libro. Un
buen libro es una ocasión para cambiar tu visión del mundo, o al
menos eso pienso yo.
P: Hay quien define
sus novelas fomo "metafísicas o filosóficas". También se han
referido a sus libros como de "pequeño tamaño" y de "largo
alcance"...
R: Me halaga esa última definición, aunque la
verdad es que mis libros son mucho más largos originalmente.
Gran parte de la edición consiste simple y llanamante en cortar.
En 'Alas para vivir', por ejemplo, suprimí los primeros quince
capítulos y decidí empezar por el capítulo 16. Siempre me estoy
cuestionando: ¿es necesaria esta frase? ¿son necesarios este
párrafo o este capítulo?
P: ¿No se ha sentido a
veces volando solo como escritor? ¿A qué otros escritores de sus
generación siente más o menos cercano?
R: No tengo muchos amigos escritores, ni me
relaciono con el mundillo literarios, pero Ray Bradbury me viene
constantemente a la cabeza. "El vino del estío" es uno de esos
relatos que te impregnan para siempre. De Ray aprendí también a
aplicar a rajatabla mi primer principio como escritor: no
pienses, deja que las ideas fluyan. El segundo principio
es: diviértete. Y el tercero: no te preocupes, sigue el
impulso y piensa que la historia te ha venido dada de algún
modo, no te preocupes por lo que pueda pensar el editor o los
lectores. Si hubiera tenido en mi mente a los editores cuando
escribí 'Juan Salvador Gaviota', posiblemente habría arrojado el
libro por la ventana...

P: ¿Hasta qué punto el
mensaje de "Juan Salvador Gaviota" resuena al cabo de más de
tres dédadas?
R: Creo que esa mensaje sigue siendo válido hoy
en día: reconoce esa chispa en ti mismo, busca lo que de verdad
te apasiona e intenta aportar y manifestar algo bello al mundo.
Siempre he creído en el poder del individuo; no me han atraído
excesivamente los grupos ni los movimiento de masas.
P: ¿Hasta qué punto
fabricamos nuestra propia realidad?
R: Ese es un de los principios contra los que
me he rebelado toda mi vida. No construimos nuestras realidad,
en todo caso construimos las apariencias y nos acomodamos a
ellas. La realidad no tiene nada que ver con el espacio
y el tiempo, la realidad es el amor incandescente y
absoluto y cómo ese amor se manifietas en la vida diaria.
Ynuestra misión en la tierra es expersarlo en algo con lo que
podamos brillar, aunque ese brillo sea un pequeño punto en el
cielo y pase desapercibido al común de los mortales.