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ILUSIONES

Capitulo 12

El pecado original consiste en limitar el Ser.

Richard Bach

 

El

pecado original

consiste en limitar

el Ser.

No lo cometas.

 Era una plácida tarde de calor, entre dos chaparrones, y las aceras por las que salíamos del pueblo estaban húmedas.

- ¿Puedes andar por las paredes, no, Don ?

- No.

- Cuando contestas negativamente una pregunta cuya respuesta sé que es afirmativa, supongo que no te gustan los términos en que la hice.

- ¿Somos observadores, he ? - dijo.

- ¿Dónde está el problema ? ¿En el andar o en las paredes ?

- Sí, y peor aún. Tu pregunta supone que existo en un espacio-tiempo limitado y que me traslado a otro espacio-tiempo. Hoy no estoy de humor para aceptar tus suposiciones acerca de mí.

Fruncí el entrecejo. Don sabía que era lo que yo preguntaba. ¿ Por qué no se contentaba con responder claramente, dejando que yo averiguara a continuación como se las apañaba ?

- Este es mi modesto sistema para ayudarte a pensar con precisión - explicó afablemente.

- Ya. Si lo deseas ¿puedes producir la impresión de que eres capaz de pasar a través de las paredes ? ¿Así está mejor enunciada la pregunta ?

- Sí. Mejor. Pero si quieres ser preciso...

- No me lo digas. Sé como expresar lo que pienso. He aquí mi pregunta. ¿Cómo es que puedes desplazar la ilusión de un sentido limitado de identidad, que en esta concepción de un continuum espacio- tiempo se define como tu "cuerpo", a través de la ilusión de restricción material que recibe el nombre de "pared" ?

- ¡Excelente ! - exclamó -. Cuando formulas la pregunta correctamente se contesta sola, ¿ no es cierto ?

- No, la pregunta no se ha contestado sola, ¿cómo haces para atravesar las paredes ?

- ¡RICHARD ! Casi lo había conseguido y ahora lo has echado todo a perder. No puedo atravesar las paredes... cuando tú dices que supones cosas que yo no supongo en absoluto, y si las supongo, la respuesta es : "No puedo".

- Pero es tan difícil expresarlo todo con tanta exactitud, Don. ¿No sabes que es lo que quiero decir ?

- ¿De modo que porque algo es difícil renuncias a hacerlo ? Al principio era difícil andar, pero practicaste y ahora consigues que parezca fácil.

Suspiré.

- Sí. Está bien. Olvida la pregunta.

- La olvidaré. Ahora te pregunto yo : ¿podrás olvidarla tú ?

Me miró como si no tuviera en el mundo nada de lo que preocuparse.

- De modo que dices que el cuerpo es ilusión y la pared es ilusión, pero la identidad es real y que las ilusiones no la pueden aprisionar.

     

- No lo digo yo. Lo dices tú.

- Pero es cierto.

- Desde luego - asintió.

- ¿ Cómo lo haces ?

- Richard, no haces nada. Lo ves ya hecho, y está hecho.

- Caray, parece fácil.

- Es como andar. Te preguntas como alguna vez puede haberte resultado difícil aprender.

- Don, ahora no me resulta difícil atravesar las paredes. Es imposible.

- ¿Piensas que si repites y repites mil veces la palabra imposible las cosas difíciles te resultarán súbitamente más fáciles ?

- Perdona. Es imposible y lo haré cuando llegue el momento de hacerlo.

- Anda sobre el agua, señores, y está desalentado porque no atraviesa las paredes.

- Pero eso fue fácil, y esto...

- Justifica tus limitaciones y te quedarás con ellas - entonó -. ¿Acaso hace una semana no nadaste en la propia tierra ?

- Lo hice.

- ¿Y acaso la pared es algo más que la tierra en posición vertical ? ¿Tanto te importa la dirección en que se desarrolla la ilusión ? ¿Las ilusiones horizontales son vulnerables, pero las verticales no ?

- Creo que te entiendo, Don.

Me miró y sonrió.

- Si me entiendes, ha llegado el momento de dejarte solo.

El último edificio del pueblo era una barraca para forraje y granos, una gran construcción de ladrillos anaranjados. Fue como si el hubiera resulto volver a los aviones por un camino distinto, internándose por el atajo de un callejón secreto. El atajo pasaba a través de la pared de ladrillo. Don giró bruscamente hacia la derecha, se introdujo en el muro y desapareció. Ahora pienso que si yo hubiera girado inmediatamente, junto con él, también podría haber pasado. Pero lo que hice fue quedarme parado en la acera y mirar el lugar donde él había estado. Cuando estiré la mano y toqué el ladrillo, comprobé que era sólido.

- Algún día Donald - dije -. Algún día...

Recorrí solo el largo camino hasta donde estaban los aviones.

- Donald - dije, cuando llegue al campo - Me he convencido de que sencillamente no vives en este mundo.

Me miró sorprendido desde lo alto de su ala, donde estaba aprendiendo a verter gasolina en el depósito.

- Claro que no. ¿Puedes citar a alguien que sí viva ?

- ¿Cómo me preguntas tú eso ? ¡YO ! ¡Yo vivo en este mundo !

- Excelente - respondió, como si merced a un estudio realizado por mi propia cuenta hubiera revelado un misterio oculto -. Recuérdame que hoy te pague la comida... Me asombra la forma en que nunca cesas de aprender.

Sus palabras me dejaron intrigado. No había en ellas sarcasmo ni ironía. Realmente lo pensaba.

- ¿Qué quieres decir ? Por supuesto que vivo en este mundo. Yo y aproximadamente cuatro mil millones de personas. Eres tú quien...

- ¡Dios mío, Richard ! ¡Hablas en serio ! Anula esa comida. Nada de hamburguesas, ni de ...¡absolutamente nada ! Y yo que pensaba que habías llegado a un nivel superior de conocimiento... - se interrumpió y me miró desde arriba con colérica compasión -. Estas seguro de eso. ¿ Vives en el mismo mundo, por ejemplo, que un... un agente de bolsa ? Entonces, la nueva disposición de la Comisión de Valores y Bolsa, que obliga a examinar todas las carteras de valores en las que el accionista a perdido más del cincuenta por ciento de su inversión, habrá trastornado y cambiado tu vida, ¿no ? ¿Vives en el mismo mundo que un campeón de ajedrez ? ¿Qué haces en un campo de Maitland, en Ohio, cuando esta semana se celebra en Nueva York el torneo abierto, y cuando Petrosian, Fischer y Browne se enfrentarán en Manhattan con un premio de medio millón de dólares ? Tú, con tu biplano Fleet modelo 1929 posado en una granja, tienes una orden de prioridades encabezado por la autorización de los propietarios para aterrizar, por los pasajeros interesados en realizar vuelos de diez minutos, por el mantenimiento de los motores de aviación Kinner, y por un miedo mortal a las tormentas de granizo... ¿Cuántas personas supones que viven en tu mundo ? ¿Dices que cuatro mil millones ? ¿Me dices, ahí parado en el suelo, que cuatro mil millones de personas no viven en cuatro mil millones de mundos independientes ? ¿Pretendes hacerme creer semejante patraña ?

Habló tan deprisa que quedó resollando.

- Casi había empezado a sentir el sabor de esa hamburguesa, con el queso derretido...

- Lo siento, habría sido un placer convidarte. Pero...ah, lo pasado, pasado. Es mejor olvidarlo.

Aunque fue la última vez que lo acusé de no vivir en este mundo, tardé mucho en comprender las palabras que leí en la página por la que se abrió el libro :

Si

haces la experiencia

de ser ficticio durante

un tiempo, comprenderás que

a veces los personajes de ficción

son más auténticos que

los individuos de carne y hueso

y de corazón palpitante.

 

 
 
 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
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