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Poesías de Josefa Rosalía Luque Álvarez

El huerto sagrado

Cortando azucenas la Virgen María
Pensaba en silencio
¡Que preciosas son!....

Sus pétalos blancos parecen que cantan
En vagos rumores la gloria de Dios.
¿Quien os ha vestido de tanta blancura
Con gasas de nieve
Con velos de luz?"

Y el Niño la sigue con pasos queditos
Y le dice: "Madre,
Más blanca eres tú!

Más bellas las flores cuando tú las miras
Tus manos las riegan....
Las besa tu amor....

Las flores no cantan como tu imaginas
¡Oh, Madre!... que es tu alma
La que canta a Dios!

Dame de tus flores, esas que tú cuidas
Con igual ternura
Que si fuera a mí....

Blancas azucenas, rosas encarnadas
Amor y pureza
Que yo encuentro en Ti!"

La Madre le mira, le sonríe y corta
Las gráciles varas
De azucena en flor,

Y el Niño encantado las pone en su pecho,
Flores de su Madre, Él quiere tenerlas
Junto al corazón.

Felices las flores - canta el arroyuelo -
Que lleva en sus brazos
El Niño que es Dios.

Flores que ha regado la Virgen María,
Son arpas que cantan
Al Divino Amor.

Felices las flores - murmuran las brisas -
Que cuida la Madre
Del Niño Jesús.

Sus pétalos vibran de dulce armonía,
Su cáliz irradia
Clarísima luz.

Y entre las penumbras del huerto sagrado
Que la jardinera
cuida con amor,

Se oye a todas horas un laúd que llora,
Que canta, que ríe,
Que suelta a los vientos su dulce canción.

"Soy flor de tu huerto, Jardinera buena
¡Consuélame, Madre!
Por tu santo amor....

Pon en mí tus ojos misericordiosos,
Que me den tus manos una bendición.
Soy humilde musgo de los senderillos
Que corre siempre
Tu bendito pie....

Dame de tus aguas, Jardinera buena,
Porque tengo sed.
Soy flor de tu huerto que cual todo muere
También moriré....

¡Acógeme entonces en tus dulces brazos
Y con nueva vida
Sé que viviré!"

La Madre escucha la canción alada
Del tierno laúd....
Y sigue en silencio cortando azucenas
Llenando los brazos del Niño Jesús!
Yo soñé...
¡Yo soñé que unas alas muy blancas
Me subían, Señor, hasta Ti,
Y que nunca ya más a la Tierra
Quería venir!...

Arco iris radiantes formaban
Tus divinos santuarios de amor,
Y entre tantos millares de seres
¿No podía también estar yo?

Miré abierto un pasaje azulado
Que llegaba, Señor, a tus pies;
Y en un ¡ay! de suspiro muy hondo
¡La anchurosa distancia salvé!

..............................................

¡Yo no quiero volver a la Tierra
Yo no quiero estar lejos de Ti!
Le dije tendiendo mis trémulas manos
Que Él tomó en las suyas llevándome a Sí.

"Me diste perfumes de nardos y rosas"
Me dijo secando mi amargo llorar.
"¡Aun no es llegado tu día de gloria...
Más rosas y nardos me tienes que dar!"
¡Señor!..., ¡en Ti confio!
¡Confío en Ti cuando la duda airada
Como un dardo me hiere el corazón,
Y cuando llega la tristeza helada
Confío en Ti, Señor!...

¡Cuando las rosas del amor se mueren
Agostadas por recio vendaval,
Confío en Ti, Señor, que si Tú quieres
Ellas revivirán!...

¡Los cardales silvestres de la vida
Sus espinas me clavan con furor,
Y mi alma temblando estremecida
Confía en Ti, Señor!

Yo sé que en tu presencia toda amores
Nada falta al vehemente corazón;
Frescura de agua clara, luz y flores
Resplandecen en todo su esplendor.

¡Yo bien sé que tu amor vigila atento
Sobre esta chispa que de Dios surgió,
Y es por eso que en todos mis momentos
Confío en Ti, Señor!...

¡Aunque en sombras de muerte yo camine
Doblada de cansancio y de pavor
Tú serás quien mis pasos ilumine
Y el que llene de paz mi corazón!

Tú serás el que guíe mis andanzas
Por todos los caminos... ¡oh, Señor!
Ya llevando en el alma la esperanza
O la cruel y tenaz desolación.

¡Confío en Ti cuando camino a ciegas
Entre arenales que calcina el sol!...
¡Tú me das en las dunas o en la vegas
De tus aguas el fresco surtidor!

¡Confiaré en Ti aunque sin pan ni techo
Me viera abandonada en un erial!...
¡Del seco arroyo el pedregoso lecho
Convertirás en pan!...

¡Hasta en la entraña de la roca viva
Abrirás un refugio para mi
Y si va mi barquilla a la deriva
En la espuma del mar me harás vivir!

Dame Señor que pueda prometerte
Esta firme confianza hasta morir.
¡Y que nada, en la vida ni en la muerte
Me separe de Ti!

Y que todas mis grandes alegrías
Lo mismo que el más íntimo dolor
Sea un himno de eternas armonías
Desglosado a tus plantas, ¡oh Señor!

............
Y que sean mis lágrimas cual perlas
Que en amor se diluyan junto a Ti...
¡Y que puedan tus manos recogerlas
Y por todos los mundos esparcir!

 

 
 
 
 

 
 

 
         
         
       
       
       
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