A partir de esta crítica experiencia vital,
Conversaciones con Dios
es la trascripción del más infrecuente –aunque quizá
debiera considerarse el más necesario– de los diálogos:
a través de ellos se revela un Dios tolerante, tan
conocedor de los fuertes anclajes morales de la mayoría
de los seres humanos como del intenso arraigo de sus
carencias. Y por ello, más interesado en proponer a sus
criaturas una actitud que en exigirles un código rígido
y pormenorizado de normas. Un Dios, pues, humano, en la
medida que los hombres están hechos a imagen y semejanza
de él.
Sencilla, clara y sobre todo muy esperanzadora.
Conversaciones con Dios
es una obra que tiene vocación de dejar huella, de
ayudar a los seres humanos a ver sus relaciones con la
Divinidad desde otra perspectiva, de permitirles ser
mejores sin por ello deshumanizarse con un exceso de
exigencias.
INTRODUCCIÓN.
Está
usted a punto de vivir una extraordinaria experiencia.
Está a punto de mantener una conversación con Dios. Sí,
sí. Lo sé... eso no es posible. Probablemente piense (o
le han enseñado) que eso no es posible. Ciertamente, se
puede hablar a Dios; pero no con Dios. Es decir: Dios no
va a contestar, ¿no es eso? ¡Al menos no en la forma de
una conversación normal y corriente!
Lo
mismo pensaba yo. Pero luego me “ocurrió” este libro. Y
lo digo literalmente. No se trata de un libro escrito
por mí, sino que me ha “ocurrido” a mí. Y cuando lo lea,
le “ocurrirá” a usted, ya que todos alcanzamos la verdad
para la que estamos preparados.
Probablemente, mi vida sería mucho más fácil si hubiera
mantenido silencio acerca de todo esto. Pero esa no fue
la razón de que me ocurriera. Y cualesquiera que sean
los inconvenientes que el libro pueda causarme (como ser
tildado de blasfemo, de impostor, de hipócrita por no
haber vivido estas verdades en el pasado, o - lo que tal
vez sea peor - de santo), ya no me es posible detener
el proceso. Ni hacer lo que quiera. He dispuesto de
ocasiones para apartarme de todo este asunto y no las he
aprovechado. Respecto a este material, he decidido
basarme en lo que me dice mi instinto, más que en lo que
me pueda decir la mayoría de la gente.
Dicho instinto me dice que este libro no es un
disparate, el exceso de una frustrada fantasía
espiritual, o simplemente la autojustificación de un
hombre frente a una vida equivocada. ¡Oh, bueno! ¡Pensé
en todas estas cosas: en cada una de ellas! Así que di a
leer este material a algunas personas cuando era todavía
un manuscrito. Se emocionaron. Y lloraron. Y rieron por
la alegría y el humor que contiene. Y, según me dijeron,
sus vidas cambiaron. Se sintieron traspasados. Se
sintieron poderosos.
Muchos dijeron que se sintieron transformados.
Fue entonces cuando supe que este libro era para todo el
mundo, y que debía publicarse; porque es un don
maravilloso para todos aquellos que realmente quieren
respuestas y a quienes realmente les preocupan las
preguntas; para todos aquellos que han emprendido la
búsqueda de la verdad con corazón sincero, alma
anhelante y espíritu franco. Y eso significa, más o
menos, todos nosotros.
Este libro aborda la mayoría de las preguntas - sino
todas - que siempre nos hemos formulado sobre vida y
amor, propósito y función, personas y relaciones, bien y
mal, culpa y pecado, perdón y redención, el sendero
hacia Dios y el camino hacia el infierno... todo. Trata
directamente de sexo, poder, dinero, hijos, matrimonio,
divorcio, vida, trabajo, salud, el más allá, el más
acá... todo. Explora la guerra y la paz, el conocimiento
y el desconocimiento, el dar y el recibir, la alegría y
la pena. Examina lo concreto y lo abstracto, lo visible
y lo invisible, la verdad y la mentira.
Se podría decir que este libro es “la última palabra de
Dios sobre las cosas”, aunque a algunas personas esto
les puede resultar algo difícil, especialmente si
piensan que Dios dejo de hablar hace 2.000 años, o que,
si Dios ha seguido comunicándose, lo ha hecho únicamente
con santos, curanderas o alguien que haya estado
meditando durante treinta años, o bien durante veinte,
o, por poner un mínimo decente, durante diez (ninguna de
estas categorías me incluye).
Lo cierto es que Dios habla a todo el mundo. Al bueno y
al malo. Al santo y al canalla. Y, sin duda, a todos
nosotros. Usted mismo, por ejemplo. Dios se ha acercado
a usted muchas veces en su vida, y esta es una de ellas.
¿Cuántas veces ha escuchado este viejo axioma: “Cuándo
el estudiante está preparado, aparecerá el profesor”?
Este libro es nuestro profesor.
Poco después de que este material empezara a
“ocurrirme”, supe que estaba hablando con Dios. Directa
y personalmente. Irrefutablemente. Y que Dios respondía
a mis preguntas en proporción directa a mi capacidad de
comprensión. Es decir, me respondía de un modo, y con un
lenguaje, que Dios sabía que yo entendería. Esto explica
en gran medida el estilo coloquial de la obra y las
referencias ocasionales al material recogido de otras
fuentes y experiencias previas de mi vida. Ahora sé que
todo lo que me ha acontecido siempre en mi vida procedía
de Dios, y en ese momento se unía, se conjuntaba, en una
magnífica y completa respuesta a cada una de las
preguntas que siempre tuve.
Y
en algún momento del recorrido me di cuenta de que se
estaba produciendo un libro; un libro destinado a ser
publicado. En realidad, durante la última parte del
diálogo (en febrero de 1993) se me ordenó
específicamente que se produjeran tres libros, y que:
1.
El primer volumen tratara principalmente de
temas personales, centrado en los desafíos y
oportunidades de la vida de un individuo.
2.
El segundo se ocupará de temas más generales,
relativos a la vida geopolítica y metafísica del
planeta, además de los retos a los que se enfrenta hoy
el mundo.
3.
El tercero tratará de las verdades universales
de orden superior, así como de los desafíos y
oportunidades del alma.
Este es el primero de los libros, terminado en febrero
de 1993. En aras de la claridad debo explicar que,
puesto que transcribí este diálogo a mano, subrayé o
señalé con un círculo determinadas palabras o frases que
me llegaban con un énfasis especial - como si Dios las
hiciera retumbar -; en la composición tipográfica estas
palabras y frases aparecen en cursiva y subrayadas. |