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Amistad con Dios

Un Diálogo Inusual
Neale Donald Walsh

Capítulo 4

 

 

Creo que se necesitaría tener mucho descaro para comenzar a exigirle cosas a Dios.

Yo prefiero la palabra “valor”. Sí, ya te he dicho que para desarrollar una amistad real y activa con Dios es necesario cambiar la mentalidad, cambiar el corazón y tener valor.

¿Cómo puedo modificar completamente mi concepto de una relación apropiada con Dios, al punto en que me parezca bien exigirle cosas?

No simplemente está bien, sino que es la mejor manera de obtener resultados. Como ya he dicho, primero debes comprender cómo funcionan realmente las cosas. En otras palabras, la manera en que funciona la vida. Pero ya hablaremos de eso en un momento. Primero, vamos a definir los siete pasos para formar una amistad con Dios.

 

Bien, estoy listo.

Uno: conocer a Dios.
Dos: confiar en Dios.
Tres: amar a Dios.
Cuatro: abrazar a Dios.
Cinco: usar a Dios.
Seis: ayudar a Dios.
Siete: agradecer a Dios.

También puedes usar estos Siete Pasos para entablar una amistad con cualquier persona.

Realmente sí es posible, ¿verdad?

Sí. De hecho, probablemente ya lo uses inconscientemente. Si los aplicaras de forma cons-ciente, entablarías amistad con todas las personas que conocieras.

Hubiera sido agradable poder contar con estos pasos cuando era más joven. ¡Era tan so-cialmente inepto en aquella época! Mi hermano siempre hacía amigos fácilmente, y yo no. De manera que trataba de hacer amistad con sus amigos. Esta situación era difícil para él, pues yo siempre quería ir a donde él iba, hacer lo que él quería hacer.

Hacia la época en que ingresé a la preparatoria, ya había desarrollado mis propios inter-eses. Aún amaba la música, de modo que me uní a la banda estudiantil, al coro y a la or-questa. También era parte del club de fotografía, del grupo de estudiantes encargados de recopilar el anuario y reportero de nuestro periódico escolar. Era miembro del club de teatro, del de ajedrez y, quizás lo más sobresaliente, del de debate. Nada menos que del equipo campeón de debate, debo agregar.

Fue en la preparatoria cuando me inicié como locutor de la radio. A una de las estaciones locales se le ocurrió la idea de realizar crónicas deportivas en escuelas preparatorias usando a estudiantes como anunciadores. Yo ya era el estudiante encargado de hacer anuncios públicos durante todos nuestros juegos de fútbol y basquetbol, de modo que era lógico que me seleccionaran como representante de nuestra escuela, era mi primera experiencia con la radio, sin embargo, sirvió como plataforma para una carrera de treinta y cinco años.

Pero, a pesar de todo lo que estaba haciendo (o quizá debido a ello), no hacía amigos. Estoy seguro de que en gran medida esto estaba relacionado con el hecho de que yo había desarrollado un ego enorme. En parte como compensación a mis primeros años, cuando constantemente mi padre me decía que yo “debía ser visto, pero no escuchado” y, en parte porque siempre había sido un exhibicionista. Me temo que me volví insufrible; pocos niños en la escuela podían soportarme.

Ahora sé cuál fue la causa de todo. Buscaba en otros la aprobación que sentí que no ob-tenía de mi padre. Mi papá era muy avaro cuando se trataba de rapartir halagos. Recuerdo una ocasión cuando gané un torneo de debate y llegué a casa con el trofeo. El único comentario de él fue: “no esperaba menos”. De manera que desarrollé el hábito de contarle todo lo que hacía y todos mis logros con la esperanza de algún día escucharlo decir: “eso es increíble, hijo. Felicidades. Estoy orgulloso de ti.” Nunca lo escuché, así que comencé a buscar esta reacción en los demás.

Hasta la fecha, no he podido sacudirme este hábito. He intentado silenciarlo, pero no he podido quitármelo. Lo que es peor, mis propios hijos probablemente dirán que yo he actuado con la misma frialdad ante sus logros. Y los pecados del padre fueron infligidos por el hijo…

Realmente tienes problemas con tu imagen paterna, ¿verdad?

¿Los tengo? No había pensado en esos términos.

Con razón se te dificulta pensar en Mí como alguien que sabe todo acerca de ti. Con razón has tenido problemas con el concepto de Dios.

¿Quién dice que tengo problemas con el concepto de Dios?

Vamos, está bien. Puedes reconocerlo. La mitad de la población del planeta tiene este problema y, en gran parte, por la misma razón: consideran a Dios como uno de sus padres. Se imaginan que Yo voy a ser como su madre o su padre.

Bueno, todos Te llaman “Dios Padre”

Sí, y debería darle vergüenza al que se le haya ocurrido eso.

Creo que fue Jesús.

No. Jesús solamente usaba las expresiones idiomáticas y el lenguaje de su época, como tú lo estás haciendo ahora. Él no inventó la idea de Dios como un padre.

¿No lo hizo?

El patriarcado, con sus religiones patriarcales, ya se habían establecido mucho antes de los tiempos de Jesús.

Entonces, ¿Tú no eres “Padre Nuestro, que estás en el Cielo?”

No, no lo soy. Como tampoco soy tu Madre que está en el cielo.

Bueno, ¿entonces quién eres? Hemos estado tratando de dilucidad esto durante miles de años. ¿Por qué no nos facilitas las cosas y simplemente nos lo dices?

El problema es que ustedes insisten en darme una identidad humana, y yo n o soy una persona.

Lo sé. Y creo que la mayoría de la gente también lo sabe. Pero a veces nos ayuda pensar en Ti como una persona. Nos podemos relacionar contigo más fácilmente.

Pero, ¿pueden hacerlo? Esa es la pregunta. ¿Pueden hacerlo? No estoy seguro de que puedan. Una cosa sí he de decirles: continúen considerándome un padre, y van a meterse en un problema endiablado.

Estoy seguro de que esa sólo fue una expresión.

Por supuesto.

Bueno, si se supone que no debemos considerarte un padre, ¿cómo debemos considerarte?

Como un amigo.

“¿Amigo nuestro, que Estás en los Cielos?”

Exactamente.

Vaya, eso sí que haría que algunas cabezas voltearan durante las misas del domingo.

Sí, y posiblemente también voltearían algunas mentalidades.

Sin embargo, si todos pudiéramos considerarte un amigo en lugar de un padre, esto quizá le ayudaría a algunas personas a finalmente forjar una relación real contigo.

¿Quieres decir que un día se podrán sentir cómodos si Yo me entero de lo que ya saben sus amigos y amantes?

Me atrapaste.

Entonces, qué dices, ¿quieres una amistad con Dios?

Creí que ya la tenía.

La tenías. La tienes. Pero no has actuado como si la tuvieras. Actúas como si yo fuera tu padre.

Está bien. Estoy listo para hacer eso a un lado, estoy lista para tener una amistad completamente activa contigo.

Fantástico. He aquí cómo hacerlo. He aquí cómo toda la raza humana puede tener una amistad con Dios…

 

 

Amistad con Dios

Un Diálogo Inusual
Neale Donald Walsh

Capítulo 4

 

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